28 de septiembre de 2017

Coloquio Internacional Antonio Gramsci 1937-2017. Universidad Campinas. Brasil

Democracia subalterna y parapresidencialismo:
El desenlace de la crisis de hegemonía en Colombia, 1999-2010[1]
Miguel Ángel Herrera Zgaib[2]

Palabras clave: Crisis hegemónica, subalternos insurgentes y sociales, multitud ciudadana Resumen: Democracia subalterna y parapresidencialismo son extremos teóricos y prácticos del proceso de transición política, pensado como crisis de hegemonía, marcado por la democratización y de-democratización que animan el bloque dominante-gobernante y a los subalternos sociales e insurgentes, quienes disputan por autonomía e igualdad en Colombia durante el periodo 1999-2010.

Hay implementación de la metodología propia del análisis de situaciones para comprender una coyuntura estratégica y un movimiento orgánico en una guerra de posiciones democrática. Se concluye la inminencia de la paz con las Farc-Ep como desenlace tendencial de la crisis orgánica de larga duración en Colombia.

Ciencia política de la democracia subalterna
La tesis doctoral que presento a la crítica lleva por título DEMOCRACIA SUBALTERNA Y PARAPRESIDENCIALISMO: EL DESENLACE DE LA CRISIS DE HEGEMONÍA EN COLOMBIA, 1999-2010. Ha sido realizada en mi condición de director del grupo de investigación Presidencialismo y Participación, por ello, es un ejercicio de interlocución colectiva que lleva 17 años al interior de la Universidad Nacional de Colombia. De ello dan crédito publicaciones, cursos semestrales y los 12 seminarios internacionales Antonio Gramsci, que están puestos a consideración de los interesados.
La tesis aborda un proceso social, político y económico, una complejidad orgánica. El paradigma politológico sobre el cual se despliega la explicación toma en consideración histórica las relaciones de fuerzas que configuran la tensión entre gobernantes y gobernados.
Con lo anterior quiero remitirme a las enseñanzas de Gramsci, particularmente, al campo analítico y crítico-conceptual de la Ciencia política por él llamada en su momento Filosofía de la Praxis (Gramsci, 1970). Sobre este saber particular he dado una explicación en mis libros Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía. La refundación de la ciencia política (2013) y Antonio Gramsci y el pensamiento de ruptura (2016).
En dichas investigaciones he planteado, siguiendo el referente conceptual de Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, que para mí Ciencia política significa Filosofía de la praxis: una ciencia política para la transformación de las relaciones de fuerzas de los subalternos con respecto al Estado capitalista.
Planteo en términos interdisciplinarios una ciencia política subalterna, en tanto el sujeto político que se ausculta son los grupos y clases subalternas en su praxis formativa y definitoria (Dube, 2001). Sujeto político que he llamado multitud ciudadana, siguiendo para ello una interlocución directa, crítico conceptual con las contribuciones filosóficas de los pensadores comunistas Hardt y Negri (2002, 2004 y 2011).
La profundización de dicha referencia inicial está en que, ahora, con la tesis doctoral, puedo pensar mejor esta proyección analítica desde el pensamiento de ruptura. La preocupación investigativa es la democracia subalterna y no solamente la explicación teórico analítica de la crisis de hegemonía del Estado capitalista, así como los regímenes y gobiernos de excepción, que he podido explicar ya en los libros del grupo de investigación Presidencialismo y Participación: Seguridad y gobernabilidad democrática. Neopresidencialismo y participación en Colombia (1991-2003) (2005), y El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia (2007).


Participación política de los subalternos
Este trabajo, sobre la democracia subalterna, es la explicación práctica de un proceso político de disputa estratégica, cuando la guerra social colombiana como forma histórica de dominación y resistencia, después de más de medio siglo de guerra irregular, se ha agotado.
De ahí se desprende la ocurrencia de su desenlace que podría durar años, y que en la lectura de Gramsci implica la emergencia y constitución procesual de un nuevo Bloque Histórico, que articula superestructuras complejas e infraestructura socioeconómica, que conlleva y exige una reforma intelectual y moral del sentido común de los subalternos (Gramsci, 1970; Portelli, 1989).
Operacionalizo, valiéndome de la ciencia política en tanto concreción del pensamiento de ruptura, la praxis de grupos y clases subalternas en Colombia, desde una perspectiva analítico concreta, que desglosa la situación en el estudio de las relaciones de fuerzas. Con lo dicho no pierdo objetividad en el análisis histórico-político para establecer con sus categorías principales una matriz de subalternidad.
Por el contrario, gano materialidad en cuanto ausculto al sujeto político en formación con respecto a sus prácticas sociales, políticas y económicas, territorializando sus demandas políticas mediante la elaboración de un dispositivo adecuado, una matriz de subalternidad, que es la columna medular en la prueba empírica del avance de la democracia subalterna.
Concibo la sociedad capitalista como orden histórico-político cuya relación antagónica entre grupos y clases dominantes versus grupos y clases dominadas es siempre un proceso complejo. Esta relación en tanto signada por el antagonismo tiene genealogía en las apreciaciones modernas de Maquiavelo cuando planteó en De Principatibus, la verdad efectiva de la cosa: la política como relación material de fuerzas sociales en lucha abierta por lo común (Herrera Zgaib, 2016; Gramsci, 2002).
Igualmente, la invención de lo político en su integridad, también se localiza en las enseñanzas de la antigua Grecia cuando los pensadores griegos plantearon que la politeia estaba definida por la participación (politeyesthai) de los polites, es decir, una relación de fuerzas producto de la praxis de hombres formalmente libres en común, eleutheria (Herrera Zgaib, 2000; Sartori, 1996).
La relación estratégica entre gobernantes y gobernados no la leo desde la sociología, tampoco acudiendo a la filosofía política convencional, sino desde la Ciencia política. Esta considera. Incorporándolos, los aportes de Gramsci en interlocución creativa con Marx, Labriola, y Lenin, he llamado pensamiento de ruptura (Herrera Zgaib, 2016), y cuyo resultado es la refundación de la Ciencia Política moderna, sacándola de la hegemonía intelectual en clave sociológica normalizadora, debida a Weber (1864-1920) y a su interlocutor Bujarin (1888-1938).
Se advierte una relación abierta, no acabada, entre grupos y clases subalternas cuya bandera de lucha es la democracia, la participación y la autonomía. Están enfrentados con la emergencia de un gobierno neopresidencial que al tomar la política pública de guerra como referente de lucha contra el terrorismo se ha deformado en un parapresidencialismo, forma jurídico-política de la dominación del Estado colombiano durante el periodo 1999-2010 (Herrera Zgaib, 2007).
Reconozco la tensión entre gobernados y gobernantes en el sistema político colombiano, cuyo norte de explicación es el rescate de la condición subalterna en la política, aquella que Marx definió en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte (2003). La cual advertí al estudiar la separación esquemática entre representación política y participación política (Herrera Zgaib, 2000).
Al retomar la participación política en la coyuntura estratégica de los años 1999-2010, a ese proceso entre fuerzas antagónicas lo puedo definir, siguiendo las lecciones de Negri y Hardt, la nueva ciencia de la democracia (Negri & Hardt, 2003, 2011).
Quiero enfatizar que Gramsci piensa no solo la ciencia política sino la democracia, como problema que debe ser resuelto por grupos y clases subalternas toda vez que han destruido y establecido un nuevo estado de base proletaria y les corresponde enseguida pensar y realizar el Estado Integral. Al respecto es relevante la consulta del trabajo de Salvadori: Gramsci e il problema storico della democrazia (1970).
Desenlace de la crisis de hegemonía
Planteo el desenlace de un problema, la llamada crisis de hegemonía o crisis orgánica, que tiene su genealogía desde el año 1948 con el llamado “Bogotazo”, evento del cual grupos y clases subalternas emergen a la lucha política rural y urbana de los reductos gaitanistas (Herrera Zgaib, 2005; Green, 2013; Sánchez G., 1984). Ellos ganan al calor de la rebelión  una precaria autonomía social respaldada por la lucha armada, que adopta la forma de guerra de movimientos (Guillén Martínez, 2008; Braun, 2008; García Lozano, 2016).
Ahora bien, al reconocer la relación antagónica entre capital y trabajo vivo, entre poder constituido y poder constituyente; siguiendo a Gramsci (1970), y a Negri (1994) tenemos que esta relación corresponde a un proceso histórico y político complejo como es la lucha por la hegemonía, entendiendo por tal, la conducción y dirección del Estado capitalista cuando se conforman las superestructuras compleja, en respuesta a las crisis cíclicas de la relación capitalista (Gramsci, 2002).
La hegemonía descubre materialidad histórica como categoría analítica cuando se produce la crisis en la conducción y dirección del Estado capitalista. En ese largo periodo histórico el régimen presidencial tiene que enfrentar la realidad de la guerra social entre las FARC-EP y el Estado colombiano sin solución durante cincuenta años (García Lozano, 2016; Palacios, 2012). 
Crisis de hegemonía significa que grupos y clases dominantes que han tenido el cometido de dirigir la sociedad civil, no pueden seguir articulándola del mismo modo con la sociedad política que gobiernan, bien sea porque han fracasado en su proyecto político y económico, porque ha sobrevenido una guerra interna incierta, o porque existe un despertar de grupos y clases subalternas ganando ellos cierta autonomía frente a los partidos políticos tradicionales y sus intelectuales (Gramsci, 2002).
Estos hechos se suman y superponen de manera singular en la realidad del sistema político colombiano inaugurado en 1991 con un enfoque que prometió la participación democrática, pero que no la materializó en su integridad quedando ella en la juridización de la política (Sartori, 1996). El desenlace de la crisis de hegemonía entre los años 1999-2010, pretende resolver primero que todo la falta de participación de los subalternos en el sistema político colombiano, cuya ausencia significa la consiguiente vulneración de los derechos humanos fundamentales.
Para el caso colombiano, desde 1948 y con la guerra social que le sucede, se desencadena con una precaria sociedad civil una crisis de hegemonía del Estado colombiano que margina de modo brutal a los subalternos (Pécaut, 2012). Conlleva en paralelo la crisis de dirección intelectual y moral, que obtiene un principio de desenlace, no concluido del todo, entre los años 1999-2010, como contra tendencia al movimiento pendular de-democratizador, porque durante este periodo de relación de fuerzas político-militares se agotan las prácticas de la guerra de movimientos de las FARC-EP como principal conductor de la insurgencia subalterna, y de su enemigo, el bloque dominante, al comando del Estado colombiano que responde con el Plan Colombia y el Plan Patriota.
Se intentó resolver la crisis de hegemonía primero desde arriba con Andrés Pastrana y luego con Álvaro Uribe Vélez como conductores de la reacción y la conservación del sistema político dominante, conectados ellos para su solución a una política pública de guerra, al ejercicio de la tanato-política de cuño foucaultiano, con tal de someter la rebeldía subalterna.
La dirección intelectual y moral al interior de la sociedad política y la sociedad civil, en cabeza de la elite bipartidista gobernante hace crisis, marginando los sujetos políticos subalternos y fragmentando los territorios, lo cual da a entender que el Estado ya no solo experimenta una crisis de legimitidad sino que es presa de una larga crisis de hegemonía que exige una solución inaplazable (Palacios, 2012).
Desenlace quiere decir que grupos y clases subalternas empiezan a cobrar autonomía política con respecto a la guerra social y frente al Estado capitalista colombiano; grupos y clases subalternas piensan organizarse y lo hacen, presentan intelectuales y lenguajes políticos que pueden ser novedosos y cuestionan el sentido común de la dominación.
Huelga señalar que el Estado colombiano no produjo en dos siglos una clase social hegemónica que diera vida a un verdadero Estado nacional (Palacios 2002, 2012; Fals Borda, 2002). En palabras de Gramsci, no hubo una voluntad nacional popular por parte de grupos y clases dominantes y su resultado fue una “modernidad postergada”.
El parapresidencialismo
El objetivo principal es probar que existen grupos y clases subalternas en formación, llamados por mí subalternos sociales (con marchas, movilizaciones, organizaciones sociales, nuevos grupos políticos, etc.) e insurgentes subalternos (guerrillas), quienes obran, resisten y se rebelan, en un contexto de recomposición de la dominación del Estado capitalista colombiano, en contra de la política pública de guerra que produjo una forma de gobierno excepcional, bajo las condiciones impuestas por el régimen parapresidencial.
Con lo anteriormente referido y probado estamos en contravía de apreciaciones que se hacen sobre el presidencialismo colombiano en cabeza de varios estudiosos y analistas como Medellín (2006) y Posada Carbó (2006). Porque en estas contribuciones al estudio de la figura presidencial lo que encontramos es la defensa de la representación política tradicional, leída desde el discurso de la legitimidad, que supone como natural la marginación social de subalternos sociales e insurgentes como alternativa cierta de poder, y la negación de la guerra social como la realidad histórico-política constante del presidencialismo colombiano.
Sin embargo, entre el conjunto de estudios principales sobre el presidencialismo realizados en Colombia, rescatamos para esta perspectiva del análisis histórico político, por su valor heurístico dos libros:  El poder presidencial en Colombia (1986) de Vazquez Carrizosa,  porque la tendencia histórica estudiada se enmarca en una de las ideas que defendemos en la presente tesis: a medida que el poder  del Estado  se concentra en la figura presidencial la verticalidad de la relación mando-obediencia se hace preeminente, con lo cual margina a grupos y clases subalternas de la participación política.
El otro trabajo en mención es Cartas de Batalla: una crítica del constitucionalismo colombiano (2010), donde la crítica al presidencialismo de excepción se hace explícito, puesto que el profesor Valencia Villa, reconoce que los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez produjeron una suerte de “uribato” que violentó la norma constitucional  reproduciendo impunidad, desigualdad y violencia, dándole existencia a la práctica de la excepcionalidad de hecho y de derecho.
En este azaroso periodo histórico (1999-2010), no se detuvo el ejercicio autónomo de la subalternidad democrática. Ni Andrés Pastrana ni Álvaro Uribe Vélez pudieron contener el avance de las formas de la lucha subalterna en los territorios colombianos.
La tendencia histórica que puedo leer en el desenlace de la crisis de hegemonía se proyecta hacia la autonomía social y política de los subalternos, con las incoherencias, limitaciones y contradicciones propias de una lucha abierta en un contexto de guerra social no concluido, donde los territorios y la fragmentación del Estado están en disputa (González González, 2015). Para probarlo, he considerado poner a prueba una matriz de subalternidad realizada con mi grupo de investigación. Esquema que es una novedad también desde una lectura neogramsciana en el tiempo presente con respecto a la que de cierta forma se está  haciendo desde México  para estudiar a América Latina (Modonessi, 2010, 2013, 2016).
Bibliografía
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[1] Esta ponencia presenta una introducción al ejercicio de tesis doctoral finalizada, cuyo nombre es Democracia subalterna y parapresidencialismo: el desenlace de la crisis de hegemonía en Colombia, 1999-2010. IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, 2017.

[2] Profesor y Director del Grupo de Investigación Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional de Colombia. Candidato a Doctor en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales por el IEPRI y el Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Email: maherreraz@hotmail.com / maherreraz@unal.edu.co

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