Coloquio Internacional Antonio Gramsci 1937-2017. Universidad Campinas. Brasil
Democracia subalterna y parapresidencialismo:
El desenlace de la crisis de hegemonía en Colombia,
1999-2010[1]
Miguel Ángel
Herrera Zgaib[2]
Palabras clave: Crisis hegemónica, subalternos
insurgentes y sociales, multitud ciudadana Resumen: Democracia subalterna y
parapresidencialismo son extremos teóricos y prácticos del proceso de
transición política, pensado como crisis de hegemonía, marcado por la
democratización y de-democratización que animan el bloque dominante-gobernante
y a los subalternos sociales e insurgentes, quienes disputan por autonomía e
igualdad en Colombia durante el periodo 1999-2010.
Hay implementación de la metodología
propia del análisis de situaciones para comprender una coyuntura estratégica y
un movimiento orgánico en una guerra de posiciones democrática. Se concluye la
inminencia de la paz con las Farc-Ep como desenlace tendencial de la crisis
orgánica de larga duración en Colombia.
Ciencia política de la democracia subalterna
La tesis doctoral que presento a la crítica lleva por
título DEMOCRACIA SUBALTERNA Y PARAPRESIDENCIALISMO: EL DESENLACE DE LA CRISIS
DE HEGEMONÍA EN COLOMBIA, 1999-2010. Ha sido realizada en mi condición de
director del grupo de investigación Presidencialismo y Participación, por ello,
es un ejercicio de interlocución colectiva que lleva 17 años al interior de la
Universidad Nacional de Colombia. De ello dan crédito publicaciones, cursos
semestrales y los 12 seminarios internacionales Antonio Gramsci, que están puestos
a consideración de los interesados.
La tesis aborda un proceso social, político y económico,
una complejidad orgánica. El paradigma politológico sobre el cual se despliega
la explicación toma en consideración histórica las relaciones de fuerzas que
configuran la tensión entre gobernantes y gobernados.
Con lo anterior quiero remitirme a las enseñanzas de
Gramsci, particularmente, al campo analítico y crítico-conceptual de la Ciencia
política por él llamada en su momento Filosofía de la Praxis (Gramsci, 1970).
Sobre este saber particular he dado una explicación en mis libros Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía. La
refundación de la ciencia política (2013) y Antonio Gramsci y el pensamiento de ruptura (2016).
En dichas investigaciones he planteado, siguiendo el
referente conceptual de Gramsci en sus Cuadernos
de la cárcel, que para mí Ciencia política significa Filosofía de la
praxis: una ciencia política para la transformación de las relaciones de
fuerzas de los subalternos con respecto al Estado capitalista.
Planteo en términos interdisciplinarios una ciencia
política subalterna, en tanto el sujeto político que se ausculta son los grupos
y clases subalternas en su praxis formativa y definitoria (Dube, 2001). Sujeto
político que he llamado multitud ciudadana,
siguiendo para ello una interlocución directa, crítico conceptual con las
contribuciones filosóficas de los pensadores comunistas Hardt y Negri (2002, 2004
y 2011).
La profundización de dicha referencia inicial está en que,
ahora, con la tesis doctoral, puedo pensar mejor esta proyección analítica desde
el pensamiento de ruptura. La preocupación investigativa es la democracia
subalterna y no solamente la explicación teórico analítica de la crisis de
hegemonía del Estado capitalista, así como los regímenes y gobiernos de
excepción, que he podido explicar ya en los libros del grupo de investigación
Presidencialismo y Participación: Seguridad
y gobernabilidad democrática. Neopresidencialismo y participación en Colombia
(1991-2003) (2005), y El 28 de mayo y
el presidencialismo de excepción en Colombia (2007).
Participación política de los subalternos
Este trabajo, sobre la democracia subalterna, es la
explicación práctica de un proceso político de disputa estratégica, cuando la
guerra social colombiana como forma histórica de dominación y resistencia,
después de más de medio siglo de guerra irregular, se ha agotado.
De ahí se desprende la ocurrencia de su desenlace que
podría durar años, y que en la lectura de Gramsci implica la emergencia y
constitución procesual de un nuevo Bloque Histórico, que articula
superestructuras complejas e infraestructura socioeconómica, que conlleva y
exige una reforma intelectual y moral del sentido común de los subalternos
(Gramsci, 1970; Portelli, 1989).
Operacionalizo, valiéndome de la ciencia política en
tanto concreción del pensamiento de ruptura, la praxis de grupos y clases
subalternas en Colombia, desde una perspectiva analítico concreta, que desglosa
la situación en el estudio de las relaciones de fuerzas. Con lo dicho no pierdo
objetividad en el análisis histórico-político para establecer con sus
categorías principales una matriz de
subalternidad.
Por el contrario, gano materialidad en cuanto ausculto al
sujeto político en formación con respecto a sus prácticas sociales, políticas y
económicas, territorializando sus demandas políticas mediante la elaboración de
un dispositivo adecuado, una matriz de subalternidad, que es la columna medular
en la prueba empírica del avance de la democracia subalterna.
Concibo la sociedad capitalista como orden histórico-político
cuya relación antagónica entre grupos y clases dominantes versus grupos y
clases dominadas es siempre un proceso complejo. Esta relación en tanto signada
por el antagonismo tiene genealogía en las apreciaciones modernas de Maquiavelo
cuando planteó en De Principatibus, la
verdad efectiva de la cosa: la política como relación material de fuerzas
sociales en lucha abierta por lo común (Herrera Zgaib, 2016; Gramsci, 2002).
Igualmente, la invención de lo político en su integridad,
también se localiza en las enseñanzas de la antigua Grecia cuando los
pensadores griegos plantearon que la politeia
estaba definida por la participación (politeyesthai) de los polites, es decir, una relación de
fuerzas producto de la praxis de hombres formalmente libres en común,
eleutheria (Herrera Zgaib, 2000; Sartori, 1996).
La relación estratégica entre gobernantes y gobernados no
la leo desde la sociología, tampoco acudiendo a la filosofía política
convencional, sino desde la Ciencia política. Esta considera. Incorporándolos,
los aportes de Gramsci en interlocución creativa con Marx, Labriola, y Lenin,
he llamado pensamiento de ruptura
(Herrera Zgaib, 2016), y cuyo resultado es la refundación de la Ciencia
Política moderna, sacándola de la hegemonía intelectual en clave sociológica
normalizadora, debida a Weber (1864-1920) y a su interlocutor Bujarin
(1888-1938).
Se advierte una relación abierta, no acabada, entre
grupos y clases subalternas cuya bandera de lucha es la democracia, la
participación y la autonomía. Están enfrentados con la emergencia de un
gobierno neopresidencial que al tomar la política pública de guerra como
referente de lucha contra el terrorismo se ha deformado en un
parapresidencialismo, forma jurídico-política de la dominación del Estado
colombiano durante el periodo 1999-2010 (Herrera Zgaib, 2007).
Reconozco la tensión entre gobernados y gobernantes en el
sistema político colombiano, cuyo norte de explicación es el rescate de la
condición subalterna en la política, aquella que Marx definió en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte
(2003). La cual advertí al estudiar la separación esquemática entre
representación política y participación política (Herrera Zgaib, 2000).
Al retomar la participación política en la coyuntura
estratégica de los años 1999-2010, a ese proceso entre fuerzas antagónicas lo
puedo definir, siguiendo las lecciones de Negri y Hardt, la nueva ciencia de la
democracia (Negri & Hardt, 2003, 2011).
Quiero enfatizar que Gramsci piensa no solo la ciencia
política sino la democracia, como problema que debe ser resuelto por grupos y
clases subalternas toda vez que han destruido y establecido un nuevo estado de
base proletaria y les corresponde enseguida pensar y realizar el Estado
Integral. Al respecto es relevante la consulta del trabajo de Salvadori: Gramsci e il problema storico della
democrazia (1970).
Desenlace de la crisis de hegemonía
Planteo el desenlace de un problema, la llamada crisis de
hegemonía o crisis orgánica, que tiene su genealogía desde el año 1948 con el
llamado “Bogotazo”, evento del cual grupos y clases subalternas emergen a la
lucha política rural y urbana de los reductos gaitanistas (Herrera Zgaib, 2005;
Green, 2013; Sánchez G., 1984). Ellos ganan al calor de la rebelión una precaria autonomía social respaldada por
la lucha armada, que adopta la forma de guerra
de movimientos (Guillén Martínez, 2008; Braun, 2008; García Lozano, 2016).
Ahora bien, al reconocer la relación antagónica entre capital
y trabajo vivo, entre poder constituido y poder constituyente; siguiendo a
Gramsci (1970), y a Negri (1994) tenemos que esta relación corresponde a un
proceso histórico y político complejo como es la lucha por la hegemonía,
entendiendo por tal, la conducción y dirección del Estado capitalista cuando se
conforman las superestructuras compleja, en respuesta a las crisis cíclicas de
la relación capitalista (Gramsci, 2002).
La hegemonía descubre materialidad histórica como
categoría analítica cuando se produce la crisis en la conducción y dirección
del Estado capitalista. En ese largo periodo histórico el régimen presidencial
tiene que enfrentar la realidad de la guerra social entre las FARC-EP y el
Estado colombiano sin solución durante cincuenta años (García Lozano, 2016;
Palacios, 2012).
Crisis de hegemonía significa que grupos y clases
dominantes que han tenido el cometido de dirigir la sociedad civil, no pueden
seguir articulándola del mismo modo con la sociedad política que gobiernan,
bien sea porque han fracasado en su proyecto político y económico, porque ha
sobrevenido una guerra interna incierta, o porque existe un despertar de grupos
y clases subalternas ganando ellos cierta autonomía frente a los partidos
políticos tradicionales y sus intelectuales (Gramsci, 2002).
Estos hechos se suman y superponen de manera singular en
la realidad del sistema político colombiano inaugurado en 1991 con un enfoque
que prometió la participación democrática, pero que no la materializó en su
integridad quedando ella en la juridización
de la política (Sartori, 1996). El desenlace de la crisis de hegemonía
entre los años 1999-2010, pretende resolver primero que todo la falta de
participación de los subalternos en el sistema político colombiano, cuya
ausencia significa la consiguiente vulneración de los derechos humanos
fundamentales.
Para el caso colombiano, desde 1948 y con la guerra
social que le sucede, se desencadena con una precaria sociedad civil una crisis
de hegemonía del Estado colombiano que margina de modo brutal a los subalternos
(Pécaut, 2012). Conlleva en paralelo la crisis de dirección intelectual y moral,
que obtiene un principio de desenlace, no concluido del todo, entre los años
1999-2010, como contra tendencia al movimiento pendular de-democratizador,
porque durante este periodo de relación de fuerzas político-militares se agotan
las prácticas de la guerra de movimientos de las FARC-EP como principal
conductor de la insurgencia subalterna, y de su enemigo, el bloque dominante,
al comando del Estado colombiano que responde con el Plan Colombia y el Plan
Patriota.
Se intentó resolver la crisis de hegemonía primero desde
arriba con Andrés Pastrana y luego con Álvaro Uribe Vélez como conductores de
la reacción y la conservación del sistema político dominante, conectados ellos
para su solución a una política pública de guerra, al ejercicio de la tanato-política de cuño foucaultiano, con
tal de someter la rebeldía subalterna.
La dirección intelectual y moral al interior de la
sociedad política y la sociedad civil, en cabeza de la elite bipartidista
gobernante hace crisis, marginando los sujetos políticos subalternos y
fragmentando los territorios, lo cual da a entender que el Estado ya no solo
experimenta una crisis de legimitidad sino que es presa de una larga crisis de
hegemonía que exige una solución inaplazable (Palacios, 2012).
Desenlace quiere decir que grupos y clases subalternas
empiezan a cobrar autonomía política con respecto a la guerra social y frente
al Estado capitalista colombiano; grupos y clases subalternas piensan
organizarse y lo hacen, presentan intelectuales y lenguajes políticos que
pueden ser novedosos y cuestionan el sentido común de la dominación.
Huelga señalar que el Estado colombiano no produjo en dos
siglos una clase social hegemónica que diera vida a un verdadero Estado
nacional (Palacios 2002, 2012; Fals Borda, 2002). En palabras de Gramsci, no
hubo una voluntad nacional popular por parte de grupos y clases dominantes y su
resultado fue una “modernidad postergada”.
El parapresidencialismo
El objetivo principal es probar que existen grupos y
clases subalternas en formación, llamados por mí subalternos sociales (con
marchas, movilizaciones, organizaciones sociales, nuevos grupos políticos,
etc.) e insurgentes subalternos (guerrillas), quienes obran, resisten y se
rebelan, en un contexto de recomposición de la dominación del Estado
capitalista colombiano, en contra de la política pública de guerra que produjo
una forma de gobierno excepcional, bajo las condiciones impuestas por el
régimen parapresidencial.
Con lo anteriormente referido y probado estamos en
contravía de apreciaciones que se hacen sobre el presidencialismo colombiano en
cabeza de varios estudiosos y analistas como Medellín (2006) y Posada Carbó
(2006). Porque en estas contribuciones al estudio de la figura presidencial lo
que encontramos es la defensa de la representación política tradicional, leída
desde el discurso de la legitimidad, que supone como natural la marginación social
de subalternos sociales e insurgentes como alternativa cierta de poder, y la
negación de la guerra social como la realidad histórico-política constante del
presidencialismo colombiano.
Sin embargo, entre el conjunto de estudios principales
sobre el presidencialismo realizados en Colombia, rescatamos para esta
perspectiva del análisis histórico político, por su valor heurístico dos
libros: El poder presidencial en Colombia (1986) de Vazquez Carrizosa, porque la tendencia histórica estudiada se
enmarca en una de las ideas que defendemos en la presente tesis: a medida que
el poder del Estado se concentra en la figura presidencial la
verticalidad de la relación mando-obediencia se hace preeminente, con lo cual
margina a grupos y clases subalternas de la participación política.
El otro trabajo en mención es Cartas de Batalla: una
crítica del constitucionalismo colombiano (2010), donde la crítica al
presidencialismo de excepción se hace explícito, puesto que el profesor
Valencia Villa, reconoce que los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez produjeron
una suerte de “uribato” que violentó la norma constitucional reproduciendo impunidad, desigualdad y
violencia, dándole existencia a la práctica de la excepcionalidad de hecho y de
derecho.
En este azaroso periodo histórico (1999-2010), no se
detuvo el ejercicio autónomo de la subalternidad democrática. Ni Andrés
Pastrana ni Álvaro Uribe Vélez pudieron contener el avance de las formas de la
lucha subalterna en los territorios colombianos.
La tendencia histórica que puedo leer en el desenlace de
la crisis de hegemonía se proyecta hacia la autonomía social y política de los
subalternos, con las incoherencias, limitaciones y contradicciones propias de
una lucha abierta en un contexto de guerra social no concluido, donde los
territorios y la fragmentación del Estado están en disputa (González González,
2015). Para probarlo, he considerado poner a prueba una matriz de subalternidad
realizada con mi grupo de investigación. Esquema que es una novedad también
desde una lectura neogramsciana en el tiempo presente con respecto a la que de
cierta forma se está haciendo desde
México para estudiar a América Latina
(Modonessi, 2010, 2013, 2016).
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[1] Esta ponencia presenta una
introducción al ejercicio de tesis doctoral finalizada, cuyo nombre es Democracia subalterna y parapresidencialismo:
el desenlace de la crisis de hegemonía en Colombia, 1999-2010. IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, sede
Bogotá, 2017.
[2] Profesor y Director del Grupo de
Investigación Presidencialismo y
Participación de la Universidad Nacional de Colombia. Candidato a Doctor en
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales por el IEPRI y el Departamento
de Ciencia Política de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de
la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Email: maherreraz@hotmail.com
/ maherreraz@unal.edu.co
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