24 de septiembre de 2017

PERSPECTIVA SUBALTERNA Y DESORDEN GLOBAL

¿POR QUÉ ANGELA DEBERÍA GANAR HOY?

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB



Angela Merkel, formada en la CDU, puede convertirse hoy, en la canciller que más veces ha sido elegida después de la segunda guerra mundial.

Ella conlleva la particularidad de haber crecido en la antigua RDA, y de haber sacado ventaja, por su posición firme, de la corrupción soportada por Helmuth Kohl, llamada el "padre" de la reunificación de los alemanes divididos entre la RDA/RFA.

Esta división y competencia no sangrienta entre las dos Alemanias, separadas artificialmente por el triunfo de los aliados, heterogéneos en su constitución ideológica, fue el laboratorio para probar a propios y a extraños, que el experimento socialista liderado por José Stalin y sus correligionarios era inviable.

El cruce de la frontera que dividía a la bella ciudad de Berlín, y el derrumbe a golpes de martillo del muro que separó familias y sociedad civil en 1962, selló por anticipado la derrota de la Unión Soviética, y las denominadas democracias populares.

Fue un proyecto a la que, ni el glorioso ejército rojo, ni la reforma de Gorbachov tampoco pudo salvar; y mucho menos el pintoresquismo bravucón de Boris Yeltsin, anticipo, a su estilo y salsa, de Donald Trump, cuyas consecuencias aún no podemos inferir.

¿Quiénes compiten hoy?

Con independencia de que las encuestas marquen la diferencia de Merkel con una ventaja contundente sobre su tradicional "rival y socio" Martin Schulz, las preocupaciones están en qué avances podrán capitalizar tanto la reacción de AFD, que eufemísticamente se autodenomina Alternativa para Alemania, que aspira a obtener algo más del 10 por ciento, y, así una representación de 70 diputados en el Reichstag.

De otra parte está la izquierda, con Die Linke, que es una asociación de matices que van del antiguo partido comunista, los herederos del SED, y organizaciones más radicales que recuerdan al espartaquismo de Luxemburgo y Liebneckt.

En ambas orillas son también mujeres las que lideran sus agrupaciones partidistas, Alice Weidel, con 38 años; y por la izquierda, una aguerrida parlamentaria, Sahra Wagenknecht de orígenes iraníes, quien aspira a obtener, acompañada en dos listas por Ditmar Bartsch, el tercer lugar en las votaciones, disputándole las pretensiones a la reacción alemana, que tiene notables parecidos con el partido nacionalista de Marie Le Pen. La izquierda, cuando menos, aspira a mantener firme su control sobre el ayuntamiento de Berlín, sin desestimar las polémicas despertadas a su interior, por algunos pronunciamientos de Sahra, a raíz de los actos terroristas padecidos en el inmediato pasado

Unos encuestadores marcan 34 y otros 36 por ciento en la intención de los votantes, mientras que Schulz, se derrumbó, luego que hace unos pocos meses acortaba su distancia, y ahora el SPD no pasa del 21 por ciento de favorabilidad. A la fecha de la elección, es también verdad que existe un considerable número de indecisos, pero es un hecho que más de un 70 por ciento de los aptos a votar concurren hoy a las urnas.

¿Por qué ganaría Angela?

Las razones para que los alemanes voten a Merkel tienen que ver con los hechos que el desempleo es del 3,7 por ciento, sin duda alto, pero menor comparado a lo que pasa con los demás socios de la UE, de dimensiones comparables con la Alemania unificada, y que su crecimiento sea del 2,2 por ciento, cuando, por ejemplo, los EUA bajo la orientación de Obama/Trump no alcanzan aún tales cifras.

Pero, sobre todo, Merkel envió un poderoso mensaje a los migrantes que habitan a la Alemania del milagro, y cuyos hijos y nietos valoraron la entrada indiscriminada de las poblaciones que huyen de la guerra en Siria, Iraq y Libia, y las hambrunas de Africa.

Aunque las exigencias a las antiguas democracias populares no se hayan cumplido, y ella haya puesto cortapisas definitivas a tales flujos migratorios, por el manifiesto malestar de la clase media acrecentada luego de la reunificación, que sin embargo afirma todavía sentirse bien.

Baldones en su gestión, que trató de atemperar con su socio, el SPD, en la versión neoliberal con rostro humano es el empobrecimiento notable de los trabajadores de oficios y servicios, y ciertas capas de obreros industriales, y la forma discriminatoria de repartir los beneficios que aun quedan del estado de bienestar que tenía que competir con su inmediato vecino, la RDA, que no se han podido desmontar del todo.

¿Transición hacia qué?

Finalmente, esta sucesora, en el espectro europeo, de la británica Margareth Thatcher, es una suerte de fiel de la balanza de los desmanes verbales y políticos de su principal socio, los Estados Unidos de América, y su presidente actual, Donald Trump, quien quiere ponerle más gravámenes a la industria alemana, y, en particular, a la niña consentida, la producción automovilística.

Por lo demás, la CDU/CSU, dan casi por descontado que tendrán como palafrenero en su coalición al desteñido socio del SPD, luego de la desinflada producida por Martin Schulz, que decidió bajar el tono agresivo en su discurso, para evitar el crecimiento de la izquierda alemana, que le preocupa más que los avances del neonazismo de las frustraciones, liderado por Alice Weidel.

El voto de los indecisos, esta vez, está más cerca de señalar el rumbo definitivo de esta transición, si marca una vuelta al neoliberalismo recalentado, o abre las puertas a una verdadera reforma animada por un frente de izquierda, donde concurrran el liderazgo de Die Linke, los verdes, y un desprendimiento del SPD, animado por sus juventudes.

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