CAPÍTULO 2.
SOCIALISMO VS POPULISMO
Desaparición de la
riqueza
Todos sabemos que la vida de la
aldea/pueblo que hemos descrito como una referencia hipotética o como un modelo,
no transcurre de manera tan simple. Tomemos como ejemplo al campesino.
En su camino se puede atravesar
un imprevisto que afecte su vida o el ciclo productivo de su finca: una
enfermedad larga que le impida trabajar o cuyo tratamiento drene sus recursos;
un cambio en su manera de vivir de manera que su dinero se esfume en gastos
innecesarios, el juego y la parranda; una sequía, inundación, incendio forestal
o plaga que destruya la cosecha; una epidemia, una huelga o un desastre natural
que lo dejen sin jornaleros que le ayuden a producir o sin consumidores que le
compren la cosecha.
Otras amenazas tienen la
fortuna y la virtud del campesino: los costos de los insumos o la tasa de
impuestos crecen de manera desproporcionada con respecto a sus ingresos; un
vecino codicioso se vale de las autoridades o de los criminales sobre los que
tiene influencia (a veces los dos al tiempo) para forzarlo a vender a menos
precio o falsifica títulos de propiedad o deuda para quitarle la tierra; el
prestamista del pueblo (un agiotista o un banco que a veces es agiotista con
licencia legal) le hace efectivo un préstamo leonino que no pudo pagar; una
guerra con bombarderos, tanques y tropas saqueadoras destruye casa, tierra,
herramientas y mercados.
Finalmente, el campesino puede
morir a deshora y dejar a su familia con algún patrimonio que desaparecerá en
manos de los cuñados de la viuda, de los tíos de los huérfanos o de los
abogados de herederos litigiosos.
Así desaparecen fortunas en
todos los niveles de la economía y en todo tipo de empresa, y las herencias no
se transmiten de padres a hijos. Pero no es este el destino de todas las
fortunas. También con frecuencia la riqueza acumulada pasa de padres a hijos y se conserva en un mismo linaje. Colombia,
Estados Unidos, Francia tienen ejemplos bastante socorridos.
Esfuerzo humano, producción y acumulación de riqueza
En el proceso de producción se
combinan varias formas de esfuerzo humano:
1) La fuerza bruta y las destrezas manuales,
2) La inteligencia, el conocimiento y el ingenio, y
3) La gerencia o habilidad para coordinar los
esfuerzos de otros.
Estos tres factores (llamados
capital humano y que podemos englobar en la diligencia personal) no se excluyen
entre sí ni se personifican uno a uno en el obrero manual, el técnico de
conocimientos especializados y el administrador.
Esos mismos tres factores juegan
en la acumulación de riqueza y se combinan con los siguientes:
4) la capacidad de ahorro personal y de vivir frugalmente,
5) la valorización que adquieren las cosas como
resultado del crecimiento de la población, el desarrollo económico y el gasto
público, en obras públicas, por ejemplo (por aplicación de la regla del Código
de Bello que dice: “el dueño de una cosa pasa a serlo de
lo que […] se junta a ella”),
6) la suerte (un tesoro oculto, el premio gordo de la
lotería, herencias, la oportunidad de un negocio imprevisto –ej., demanda
súbita por un producto que uno tiene en el momento-),
7) el efecto bola de nieve de la fortuna, que
beneficia a quienes ya la tienen (es más fácil para los que ya tienen
patrimonio conseguir préstamos para la inversión, para los que ya tienen una
red de distribución agregar productos nuevos, para los que controlan una
compañía financiera canalizar recursos hacia sus otras empresas y, finalmente,
cuanto más grande el patrimonio personal mayores las ganancias, así, por
ejemplo, solo una gran fortuna puede aprovechar las permutas o compra-ventas de muy corta duración de moneda extranjera o de
papeles bursátiles[i]),
8) el aprovechamiento de oportunidades legales para
quedarse con bienes ajenos a una fracción del precio (ej., remates, subastas,
casas de empeño, ejecución de hipotecas),
9) la mala fe (quiebra fraudulenta, defraudación de
socios, clientes, proveedores o trabajadores, adquisición violenta de bienes
ajenos, aprovechamiento indebido de cargos públicos o privados en beneficio
personal, evasión de impuestos, contrabando, tráfico ilegal de mercancías,
testaferrato y complicidad en negocios de delincuentes), que ojalá fuera de menos
ocurrencia en el mundo real.
Observe el lector que solo con respecto al
enriquecimiento de mala fe hacemos un juicio moral, en los demás casos nos
limitamos a hacer una descripción.
La visualización de estos
procesos se dificulta a medida que se hace más compleja la economía con el
desarrollo tecnológico y la diversificación de productos y servicios: la
producción se diversifica, la división del trabajo se hace más detallada,
compradores y vendedores individuales pierden control de los precios, surgen monopolios,
oligopolios y carteles, se globalizan los mercados.
Los apologistas de derecha nos
quieren hacer creer que la diligencia personal, el ahorro y la vida frugal son
las fuentes más importantes de acumulación de riqueza y que las demás se pueden
pasar por alto en los análisis económicos y socio-políticos. Ellos saben que
están promoviendo una falacia.
Riqueza real y riqueza de papel
Durante la mayor parte de la
historia humana la riqueza ha estado representada en cosas reales, tangibles,
que en la modernidad tienen existencia general bajo la forma mercancía:
tierras, casas, herramientas, fábricas, materias primas, mercancías, joyas y
dinero; esclavos y siervos en momentos horrorosos de nuestro pasado,
convertidos después en fuerza de trabajo asalariada.
Entonces uno era poseedor
directo de las cosas -y de la vida de seres humanos productivos-, o tenía
título sobre una fracción de ellas como miembro de las primeras sociedades
comerciales del mundo preburgués, que caracterizan el mercantilismo que se desarrolló
con vigor entre los siglos XIII al XVI, de lo que son ejemplos notables, las
repúblicas italianas, y los burgos de la liga hanseática, a manera de ejemplo.
En el mundo de hoy hemos creado
una forma de riqueza completamente hipotética o nocional, especulativa, desconectada
del esfuerzo humano productivo o de servicios necesarios para el bienestar y
crecimiento de los individuos. Para construirla han sido inventados los
instrumentos financieros derivados. Tales creaciones inmateriales son los
llamados futuros, opciones, forwards, swaps, acuerdos de recompra y venta de acciones a plazo e infinidad de variaciones y combinaciones de los
mismos.
Estos están remotamente
emparentados con los instrumentos de deuda negociables del pasado, y se han
convertido en un juego de especulación y albur; es el llamado “capitalismo
casino”, que tiene una conexión lejanísima con la riqueza material. Los
especuladores y planificadores financieros apuestan en las bolsas de New York,
Frankfurt, Londres, Tokio y otras capitales financieras a que los precios de
otros instrumentos financieros van a subir o bajar, o a que ciertos eventos
hipotéticos –por ejemplo, oscilaciones en la oferta y demanda de materias
primas- van a ocurrir.
Muchas transacciones sobre estos instrumentos no requieren inversión
inicial o pago total del precio o se hacen con préstamos garantizados por los
mismos instrumentos, lo cual aumenta la riqueza ficticia y el riesgo inherente
en la operación.
Esta pirámide de riqueza
imaginaria, basada en la fe/confianza de que no habrá individuo ni evento
aleatorio que la ponga en peligro, afecta de tal modo el sistema financiero que
cuando falla una de sus partes el estado se ve forzado a usar sus recursos para
impedir el efecto dominó que podría tener en otros sectores de la economía o en
otras empresas.
Históricamente la humanidad ha inventado
dos tipos de incentivos o recompensas materiales que recibe la gente para que
se mantenga ocupada, generando más riqueza:
1) ingresos, representados en salarios, honorarios,
intereses, y
2) acumulación personal de riqueza y el nivel de vida
que le va anexa; esta acumulación resulta de los ingresos personales ahorrados
y de que la riqueza producida por un individuo es transferida a otro que no la
ha producido.
Los salarios, honorarios, intereses, bienes
acumulados, necesitan un entramado social y comunitario para funcionar,
implican una interacción con los demás actores económicos. Además no actúan por
sí solos. Su efectividad depende de emociones y sentimientos que impelen a
ganarse un salario o a hacer una fortuna.
Nos referimos a cosas que nacen del
corazón, como la necesidad, el altruismo, la codicia, la ambición y la envidia.
De las dos primeras es fácil hablar pues tienen cierta nobleza moral, las otras
preferimos pasarlas en silencio, pues pocos comentaristas las consideran
ideales[iii].
Motivadores: la
codicia, la envidia, la ambición
Adam Smith, un ilustrado escocés, quien ofrecía cursos
de moral, en la Riqueza de las naciones
describe la codicia como el motor de la actividad económica y el progreso: el
empresario busca por encima de todo su beneficio personal y sus esfuerzos terminan
beneficiando a la sociedad aunque esa no fuera su intención.
Sin embargo, su reconocimiento de la codicia como la
fuerza social que es tiene un límite, pues él mismo observa que el poder
económico concentrado en un individuo o en un grupo de individuos asociados
perjudica a la sociedad misma[iv].
En la Teoría de
la clase ociosa Thorstein Veblen describe el impulso de acumulación y gasto
ostentoso de los muy ricos como motivado por el deseo de hacer rabiar de la
envidia a sus pares, protegerse de la envidia que estos mismos les pueden
causar y hacer sentir a las clases inferiores la pequeñez de sus recursos[v]. A su
turno, las clases inferiores imitan el patrón de gastos de sus superiores en
fortuna obedeciendo la misma motivación[vi].
La ambición está ligada al poder que confiere la
riqueza. La mucha riqueza da a sus dueños una desmedida influencia –que no
siempre es respetuosa del bien común, como lo explicó Adam Smith- en las
decisiones políticas y económicas de los estados, como lo muestra el papel, con
frecuencia jugado tras bambalinas, de familias y corporaciones
multimillonarias. El poder permite blindar fortunas, acrecentarlas e impedir la
prosperidad de otros.
A esta influencia sobre el
estado se refería el presidente estadounidense Andrew
Jackson, esclavista, latifundista, hombre de negocios, en 1832: “Es cosa de
lamentar que los ricos y poderosos con demasiada frecuencia manipulan las
actuaciones del gobierno para su propio
beneficio”. Él mismo se hizo célebre al ensayar los primeros correctivos
de esta situación, que recordaron de manera diferente la batalla contra la
usura en el medioevo tardío y las enseñanzas del dominico Tomás de Aquino sobre
este tema.
Motivadores: necesidad
y altruismo
La necesidad es el motivador más importante y común
del esfuerzo productivo. La lucha de la mayoría de los seres humanos la mayor parte
del tiempo ha sido contra el hambre, la intemperie, la enfermedad y la muerte y
contra las amenazas a la supervivencia de su grupo familiar. La necesidad de
sobrevivir es tan poderosa que por ella el hombre tolera la pérdida de su libertad
y dignidad.
El altruismo o generosidad como motivador de la
actividad económica es una realidad de la que hace parte un pequeño segmento de
la humanidad capaz de trabajar sin darle prioridad a su propio beneficio. Los
agentes económicos, especialmente los más depredadores, quisieran que nosotros
creyéramos que generoso empeño guía sus empresas. La filantropía empresarial
publicitada es un disfraz de la codicia. Adam Smith se refiere a los
empresarios generosos con desdén.
Los ideólogos del capitalismo de estado se empeñaron en
crear el “hombre nuevo”, despojado de egoísmo, con el que poblarían sus
sociedades imaginarias. Estaban infatuados con el poder que tenían, eran incapaces
de reconocer que las motivaciones de la gente son variadas o extrapolaban el
ejemplo de individuos excepcionales. De todos modos se equivocaron.
Uno ve que el altruismo inspira acciones de
solidaridad, desapego y sacrificio de muchas personas. La generosidad colectiva
es importante en circunstancias excepcionales, como en accidentes y desastres
naturales. Hay un nivel de confianza en los demás que sostiene la convivencia
humana, tenemos fe en una decencia elemental de nuestros conciudadanos,
apostamos a que en el curso normal del día no van a poner en peligro la vida,
la salud o los bienes ajenos[vii].
Sin embargo, la conducta de rusos, chinos,
vietnamitas, norcoreanos, europeos orientales y cubanos criados y educados por
el Partido Comunista indica que el altruismo ni se puede imponer por mandato de
las autoridades ni es confiable como guía de acción de los funcionarios
gubernamentales y partidistas que supervisan a la ciudadanía o como regla de
conducta del ciudadano promedio[viii].
Motivadores y
prioridades sociales
Una sociedad bien organizada y con líderes prudentes
-¡oh, utopía!-reconoce el papel de motivaciones egoístas y filantrópicas en su
funcionamiento, y crea, por tanto, mecanismos para canalizarlas en beneficio de
las mayorías o para minimizar el daño que puedan hacer.
En esto hay que tener prioridades claras: la
generación de riqueza es necesaria para satisfacer las necesidades de la
población y su acumulación lo es para sostener el bienestar social y el desarrollo
tecnológico y cultural. Para lograr estos objetivos hay que darle juego a todos
los motivadores del ser humano y permitir que se expresen de manera socialmente
adecuada.
De la supervivencia
al mejor vivir: El florecer de la cultura
Al observar el esfuerzo y el ingenio que la gente
aplica a la creación y la acumulación de riqueza nos podemos preguntar: ¿Para
qué?
Una vez asegurada su supervivencia la humanidad presta
atención a otras necesidades, busca maneras de vivir mejor y dedica parte de
sus energías al entretenimiento, el conocimiento, la ciencia, el
perfeccionamiento de las técnicas de producción, las artes y el embellecimiento
del entorno, el desarrollo de las instituciones de gobierno y las reglas de
convivencia social, las oportunidades para desarrollar talentos y destrezas
individuales, la búsqueda de la libertad y el reconocimiento de la dignidad
personal[ix].
Un gobierno comprometido con el populismo distributivo
tiene políticas inmediatas para atender las necesidades básicas de las clases
bajas, esto es, su alimentación, salud, educación, vivienda y entretenimiento.
Los críticos lo llaman despectivamente pan y circo. Los populistas acumulativos
hacen lo mismo, pero en menor escala, para prevenir la agudización de los
conflictos de clase. Históricamente los gobiernos populistas de todo tipo no han
dado prioridad al desarrollo cultural aunque muchos de ellos se han distinguido
por usar la cultura para hacer propaganda política.
Un gobierno socialista tiene un plan de gobierno para
crear riqueza social y satisfacer las necesidades básicas de las clases bajas a
corto y largo plazo y da prioridad al florecimiento de la cultura de manera que
tanto las masas como las elites intelectuales tengan oportunidad de desarrollar
sus poderes creativos.
[i] En el mundo financiero esto se llama arbitrage
o compra y venta simultánea de divisas o papeles bursátiles para aprovechar
diferencias muy pequeñas en los precios en diferentes mercados.
[ii] En la novela Dos años, ocho meses y veintiocho noches
Salman Rushdie narra la historia de Daniel “Mac” Aroni, presidente del banco
más grande Estados Unidos. Poseído por un genio perverso, “Mac” Aroni divulga
información secreta sobre una conspiración para “destruir la economía de los
Estados Unidos con la introducción de deuda derivativa, la cual representa
dieciséis veces el valor del PIB mundial…”
[iii] Ayn Rand es la excepción más notable a esta observación; ella dedicó su
vida y su obra a justificar la codicia y la ambición y a promover el derecho
del más codicioso y ambicioso a dominar la sociedad. Sus libros han sido
editados muchas veces. Sus seguidores la consideran gran filósofa, muchos
filósofos la consideran gran charlatana.
[iv] Adam Smith enfoca su análisis en el
capitalismo industrial temprano y considera como único esfuerzo productivo el
del que fabrica cosas; al darle énfasis al proceso manufacturero consideró a
los proveedores de servicios como personal no productivo ya que sus tareas no
se cristalizaban en mercancías vendibles.
En la economía contemporánea se puede
identificar dos clases de servicios no productivos en el sentido usado por
Smith: los burócratas del estado y la empresa privada que están ahí sin
calificaciones para el cargo y los corredores de la bolsa de valores. Estos, en
mi opinión, son parásitos sociales que nada aportan a la producción de riqueza
real.
[v] La bella mujer recién
casada con el secretario del tesoro del gobierno de Trump puso en su cuenta de
medios sociales una fotografía suya saliendo de un avión oficial con su esposo
con esta nota en la que ella enfatiza la marca de su prendas de vestir: “Great #daytrip to #Kentucky! #nicest
#people #beautiful #countryside #rolandmouret pants #tomford sunnies,
#hermesscarf #valentinorockstudheels #valentino #usa”. http://www.huffingtonpost.com/entry/louise-linton-steve-mnuchin-wife-instagram_us_599b9b16e4b04c532f43dd69?ncid=inblnkushpmg00000009
[vi] Hace poco fui testigo de
un evento que evidencia la inclinación al gasto imitativo en las clases
subalternas. Acompañaba de compras en Nueva York a una empresaria
latinoamericana exitosa pero no multimillonaria. Al pasar al lado de un lote de
carteras de lujo producidas en la China y ofrecidas por inmigrantes africanos
en un andén dijo: “No. Estas son solo para secretarias y muchachas del servicio”.
Su reacción obedeció al bajo precio de la mercancía y a la presunción de que
probablemente era falsificada. Nada tenía que ver con el valor intrínseco de la
misma. Puesta a escoger en su oficina de negocios entre una versión auténtica y
una falsificada de la misma mercancía ella no sabría la diferencia.
[vii] Una nota relevante para el momento que
vivimos. El terrorismo es efectivo porque mina esa confianza en la
decencia elemental de los demás y en la habilidad de las autoridades de
protegernos.
[viii] Los buenos novelistas son los que mejor
describen la farsa en que terminan los intentos de crear el “hombre nuevo”;
tres nombres me vienen a la memoria en este momento: Senel Paz, Leonardo Padura
y Víctor Serge.
[ix] Abraham Maslow, psicólogo estadounidense, creó
su jerarquía de necesidades para sistematizar los motivadores de obreros y
administradores de una sociedad industrial avanzada.
Luis
Mejía
7
de septiembre del 2017
Publicado
en blogluismejia.blogspot.com
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