SOCIALISMO vs POPULISMO –
Capítulo II
GENERACIÓN Y ACUMULACION DE
RIQUEZA SOCIAL
LUIS MEJÍA, Ph.D. Economía
Índice:
Primer enfoque: Creadores
de riqueza
Proceso creativo de
riqueza
Visualización del
enriquecimiento social: la aldea
Desaparición de la
riqueza
Esfuerzo humano,
producción y acumulación de riqueza
Riqueza real y
riqueza de papel
Incentivos del
enriquecimiento
Motivadores: la
codicia, la envidia, la ambición
Motivadores: necesidad
y altruismo
Motivadores y
prioridades sociales
De la supervivencia
al mejor vivir: El florecer de la cultura
Este es el segundo capítulo de la colaboración que
estamos desarrollando el Profesor Miguel Herrera Zgaib, Universidad Nacional de
Colombia – Bogotá, y yo sobre el tópico Socialismo y Populismo. Aquí introduzco
algunas nociones sobre el proceso social de creación y acumulación de riqueza.
Estas nociones, no conceptos, son necesarias para
entender las decisiones políticas y económicas de los gobiernos socialistas y
populistas, así como la oposición que generan, que son temas específicos,
relevantes para la coyuntura de los denominados gobiernos progresistas de la
Subregión de América del Sur, principalmente, de los que hablaremos en
capítulos subsiguientes.
Primer enfoque: Creadores de riqueza
Hemos observado una tendencia
en la gente que se pone en los extremos ideológicos a simplificar los procesos
económicos. Así, los conservadores extremos creen que los únicos generadores de
riqueza son los que ya tienen riqueza y sus gerentes. Los extremistas de
izquierda creen que los únicos generadores de riqueza son los obreros, y de
manera más amplia, los trabajadores. La forma más absurda de esta creencia
asume que los obreros generarían riqueza bajo la supervisión de burócratas del
gobierno o del partido de gobierno, tal como se hizo en la Unión Soviética, o
se hace en Cuba, y, en menor medida, en la China popular de nuestros días.
Igualmente, circula en los
medios sociales y es mencionada en conversaciones diarias una caricatura que
compara al capitalista con el socialista; para dizque concluir que el primero
te enseñaría a pescar y el segundo te daría un pescado que ha sido robado a
alguien. Tal fórmula jamás se plantea la necesidad de preservar los peces que
serán “robados o pescados.”
Esas simplificaciones son útiles
en la propaganda política, porque le “economizan” tiempo de reflexión a la
gente, a la que vive muy ocupada para informarse y, sobre todo, a la que no
tiene interés en informarse. Le dan una muletilla con la que creen sellar una
discusión sobre formas de organización económica sin profundizar los mecanismos
de creación y distribución de riqueza. En suma, le dan una falsa certeza
intelectual, y refuerzan un sentido común tradicional que es necesario
transformar radicalmente.
Proceso creativo de riqueza
La creación de riqueza es un
proceso mucho más complejo. Para empezar, la creación de riqueza es un proceso
social, una actividad en la que participan, directa o indirectamente, todos los
miembros de la sociedad de diversas formas.
La riqueza se crea, de modo
general, alrededor de dos tipos de actividades económicas: [1] la producción de
mercancías, y [2] la prestación de servicios.
La producción es una cadena de
actividades en el que el esfuerzo humano material e inmaterial se aplica a la
transformación de la naturaleza: extracción de materias primas de la tierra
(plantas, ganados y peces, agua, maderas, minerales), procesamiento (cosecha,
ordeño, refinamiento de metales, purificación de aguas), elaboración de cosas
útiles o deseadas (alimentos, medicinas, vehículos y computadoras y sus
componentes, puentes y carreteras) y venta a la persona que va a consumir ese
producto.
Los servicios son actividades
que la gente necesita para su supervivencia, comodidad o desarrollo personal.
Incluyen las tareas de maestros, científicos, artistas, ministros del culto,
jueces, policías, carceleros, administradores de empresas y de oficinas
gubernamentales, banqueros, tenderos, transportadores, constructores, mecánicos,
carteros, telefonistas, programadores de computadoras, parteras, enfermeras, azafatas,
mucamas y cocineras, jornaleros, etc.
Se llama actores o agentes
económicos, según los casos, a todos los que participan en la producción,
circulación, distribución y consumo de mercancías y servicios. La moneda
facilita las transacciones entre ellos, aunque no siempre es así.
Visualización del enriquecimiento social: la aldea
Hay un nivel de desarrollo económico
que hace muy fácil ver cómo se genera riqueza, y cómo se acumula. La vida que
gira alrededor de una aldea puede servir
de ejemplo del proceso económico. Lo usamos sin pretender idealizar la aldea al
modo de Robinson Crusoe, ejemplo que fue objeto de una demoledora crítica por
parte de Carlos Marx.
El campesino siembra, y obtiene
de la tierra cultivada cosechas de pancoger, guarda lo que necesita para el
mantenimiento de la gente que vive con él, trae el resto al mercado del pueblo.
El excedente que no consume con su familia lo vende a un precio acordado con el
comprador, y que, generalmente, tiene dos componentes: [1] los gastos en que
incurrió y [2] algo más que no necesita gastar por el momento, y que se
convierte en sus ahorros. Muchos estudiosos lo denominan excedente y lo
consideran justificado, como fruto de la diligencia personal; lo que rechazan
es la apropiación o extorsión de este excedente por parte de otros que no lo
crearon.
Con el producto de la venta de
su cosecha el campesino compra semillas, herramientas y los alimentos que no
produce en su tierra; también paga la visita al médico y el consejo del
agrónomo o del veterinario. Lo que le sobra, el excedente, lo va guardando
hasta que tiene suficiente para hacerle mejoras a su tierra o empezar un
cultivo comercial.
Esto implica comprar una
máquina agrícola o un pedazo de tierra colindante a la suya y, a veces, contratar
jornaleros que le ayuden a él y a su familia, en cultivos específicos, a
producir un poco más, valiéndose de la fuerza de trabajo ajena. Así, año tras
año, este campesino llegaría a crear un emporio agroindustrial o un latifundio.
Aquí hacemos un paréntesis. La
evolución del campesino de pequeño agricultor a latifundista o a industrial del
agro exigiría que tuviera conocimientos y habilidades específicos para realizar
complejas operaciones financieras, introducir innovaciones tecnológicas,
administrar instalaciones y mano de obra y sortear eventos y circunstancias
imposibles de simplificar o predecir de antemano.
En otras palabras, no es
realista esperar que con su trabajo personal y sus ahorros todos los campesinos,
sin excepción, van a hacer esa transición, ni siquiera en los Estados Unidos de
América en los siglos XVIII y XIX. De
hecho, el modelo de desarrollo capitalista del campo impulsado por granjeros
independientes (farmers) ha sido
cuestionado válidamente desde los comienzos del siglo pasado.
Por su parte, los tenderos del
pueblo, es decir, los pequeños comerciantes, le ponen un precio a sus
mercancías que debe cubrir [1] el costo de estas (incluyendo el interés que
carguen los proveedores a crédito), [2] el costo de operación del local y [3]
los gastos de su mantenimiento personal y el de su familia. Incluyen también un
poco más en el precio; es la parte que ahorran y a la larga les permite ampliar
la tienda, agregarle habitaciones a la casa y comprar finca. Por supuesto, el tendero
no es libre de fijar el precio caprichosamente, a no ser que sea el proveedor
exclusivo de las mercancías que ofrece.
La dueña de una casa grande alquila
a otros las alcobas que no usa y la renta que colecta está calculada para
mantenimiento y mejoras, pagar los impuestos de propiedad raíz y cubrir su
sostenimiento personal. Puede incluir un excedente que ella invierte en la
cuota inicial de otra casa que arrienda completamente. La renta que ésta genera
paga la hipoteca, le permite hacer algunos gastos suntuarios para embellecer su
vida personal y le sirve de base para comprar una tercera casa y así hasta que
es dueña del marco de la plaza.
El patrimonio de todos ellos
sube de valor, además, con el crecimiento de la población, el desarrollo
económico y la inversión social en obras de infraestructura. Además, ese conviene
olvidar que dicho patrimonio y la renta que “produce” está sujeto a cargas
impositivas, que, entre otras cosas, sirven para pagar los servicios del
gobierno y la administración a nivel local y nacional.
Aquí conviene tener presente
que nuestra descripción de la creación y acumulación de riqueza es válida para
sociedades con una economía compleja, que son definidas como capitalistas y
socialistas, no sin reserva y debates, hasta nuestros días.
En la historia humana ha habido
–y hay todavía- sociedades cuya economía es tan simple que apenas tienen dos
tipos de bienes: los de consumo, de los que solo quieren los necesarios para la
supervivencia, y los de uso, que son propiedad común. Pero, conviene
recordarlo, el capital, como relación social, tiene una “existencia antediluviana”,
según la afirmación que cosechó Marx en sus lecturas del British Museum y que consignó en los escritos agrupados bajo el
título Historia crítica de la plusvalía.
(CONTINUA)
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