7 de septiembre de 2017

SOCIALISMO vs POPULISMO – Capítulo II
GENERACIÓN Y ACUMULACION DE RIQUEZA SOCIAL
LUIS MEJÍA, Ph.D. Economía

Índice:
Primer enfoque: Creadores de riqueza
Proceso creativo de riqueza
Visualización del enriquecimiento social: la aldea
Desaparición de la riqueza
Esfuerzo humano, producción y acumulación de riqueza
Riqueza real y riqueza de papel
Incentivos del enriquecimiento
Motivadores: la codicia, la envidia, la ambición
Motivadores: necesidad y altruismo
Motivadores y prioridades sociales
De la supervivencia al mejor vivir: El florecer de la cultura



Este es el segundo capítulo de la colaboración que estamos desarrollando el Profesor Miguel Herrera Zgaib, Universidad Nacional de Colombia – Bogotá, y yo sobre el tópico Socialismo y Populismo. Aquí introduzco algunas nociones sobre el proceso social de creación y acumulación de riqueza.

Estas nociones, no conceptos, son necesarias para entender las decisiones políticas y económicas de los gobiernos socialistas y populistas, así como la oposición que generan, que son temas específicos, relevantes para la coyuntura de los denominados gobiernos progresistas de la Subregión de América del Sur, principalmente, de los que hablaremos en capítulos subsiguientes.

Primer enfoque: Creadores de riqueza
Hemos observado una tendencia en la gente que se pone en los extremos ideológicos a simplificar los procesos económicos. Así, los conservadores extremos creen que los únicos generadores de riqueza son los que ya tienen riqueza y sus gerentes. Los extremistas de izquierda creen que los únicos generadores de riqueza son los obreros, y de manera más amplia, los trabajadores. La forma más absurda de esta creencia asume que los obreros generarían riqueza bajo la supervisión de burócratas del gobierno o del partido de gobierno, tal como se hizo en la Unión Soviética, o se hace en Cuba, y, en menor medida, en la China popular de nuestros días.

Igualmente, circula en los medios sociales y es mencionada en conversaciones diarias una caricatura que compara al capitalista con el socialista; para dizque concluir que el primero te enseñaría a pescar y el segundo te daría un pescado que ha sido robado a alguien. Tal fórmula jamás se plantea la necesidad de preservar los peces que serán “robados o pescados.”

Esas simplificaciones son útiles en la propaganda política, porque le “economizan” tiempo de reflexión a la gente, a la que vive muy ocupada para informarse y, sobre todo, a la que no tiene interés en informarse. Le dan una muletilla con la que creen sellar una discusión sobre formas de organización económica sin profundizar los mecanismos de creación y distribución de riqueza. En suma, le dan una falsa certeza intelectual, y refuerzan un sentido común tradicional que es necesario transformar radicalmente.

Proceso creativo de riqueza

La creación de riqueza es un proceso mucho más complejo. Para empezar, la creación de riqueza es un proceso social, una actividad en la que participan, directa o indirectamente, todos los miembros de la sociedad de diversas formas.
La riqueza se crea, de modo general, alrededor de dos tipos de actividades económicas: [1] la producción de mercancías, y [2] la prestación de servicios.

La producción es una cadena de actividades en el que el esfuerzo humano material e inmaterial se aplica a la transformación de la naturaleza: extracción de materias primas de la tierra (plantas, ganados y peces, agua, maderas, minerales), procesamiento (cosecha, ordeño, refinamiento de metales, purificación de aguas), elaboración de cosas útiles o deseadas (alimentos, medicinas, vehículos y computadoras y sus componentes, puentes y carreteras) y venta a la persona que va a consumir ese producto.

Los servicios son actividades que la gente necesita para su supervivencia, comodidad o desarrollo personal. Incluyen las tareas de maestros, científicos, artistas, ministros del culto, jueces, policías, carceleros, administradores de empresas y de oficinas gubernamentales, banqueros, tenderos, transportadores, constructores, mecánicos, carteros, telefonistas, programadores de computadoras, parteras, enfermeras, azafatas, mucamas y cocineras, jornaleros, etc.

Se llama actores o agentes económicos, según los casos, a todos los que participan en la producción, circulación, distribución y consumo de mercancías y servicios. La moneda facilita las transacciones entre ellos, aunque no siempre es así. 

En el mundo contemporáneo hay regiones y grupos humanos que todavía usan, o se esfuerzan por usar el trueque para sus transacciones, por lo que tienen específicas formas de intercambio y de mercado. Aspectos que fueron tratados en un libro muy influyente de Karl Polanyi.

Visualización del enriquecimiento social: la aldea

Hay un nivel de desarrollo económico que hace muy fácil ver cómo se genera riqueza, y cómo se acumula. La vida que gira alrededor de una aldea puede  servir de ejemplo del proceso económico. Lo usamos sin pretender idealizar la aldea al modo de Robinson Crusoe, ejemplo que fue objeto de una demoledora crítica por parte de Carlos Marx.

El campesino siembra, y obtiene de la tierra cultivada cosechas de pancoger, guarda lo que necesita para el mantenimiento de la gente que vive con él, trae el resto al mercado del pueblo. El excedente que no consume con su familia lo vende a un precio acordado con el comprador, y que, generalmente, tiene dos componentes: [1] los gastos en que incurrió y [2] algo más que no necesita gastar por el momento, y que se convierte en sus ahorros. Muchos estudiosos lo denominan excedente y lo consideran justificado, como fruto de la diligencia personal; lo que rechazan es la apropiación o extorsión de este excedente por parte de otros que no lo crearon.

Con el producto de la venta de su cosecha el campesino compra semillas, herramientas y los alimentos que no produce en su tierra; también paga la visita al médico y el consejo del agrónomo o del veterinario. Lo que le sobra, el excedente, lo va guardando hasta que tiene suficiente para hacerle mejoras a su tierra o empezar un cultivo comercial.

Esto implica comprar una máquina agrícola o un pedazo de tierra colindante a la suya y, a veces, contratar jornaleros que le ayuden a él y a su familia, en cultivos específicos, a producir un poco más, valiéndose de la fuerza de trabajo ajena. Así, año tras año, este campesino llegaría a crear un emporio agroindustrial o un latifundio.

Aquí hacemos un paréntesis. La evolución del campesino de pequeño agricultor a latifundista o a industrial del agro exigiría que tuviera conocimientos y habilidades específicos para realizar complejas operaciones financieras, introducir innovaciones tecnológicas, administrar instalaciones y mano de obra y sortear eventos y circunstancias imposibles de simplificar o predecir de antemano. 

En otras palabras, no es realista esperar que con su trabajo personal y sus ahorros todos los campesinos, sin excepción, van a hacer esa transición, ni siquiera en los Estados Unidos de América en los siglos XVIII  y XIX. De hecho, el modelo de desarrollo capitalista del campo impulsado por granjeros independientes (farmers) ha sido cuestionado válidamente desde los comienzos del siglo pasado.

Por su parte, los tenderos del pueblo, es decir, los pequeños comerciantes, le ponen un precio a sus mercancías que debe cubrir [1] el costo de estas (incluyendo el interés que carguen los proveedores a crédito), [2] el costo de operación del local y [3] los gastos de su mantenimiento personal y el de su familia. Incluyen también un poco más en el precio; es la parte que ahorran y a la larga les permite ampliar la tienda, agregarle habitaciones a la casa y comprar finca. Por supuesto, el tendero no es libre de fijar el precio caprichosamente, a no ser que sea el proveedor exclusivo de las mercancías que ofrece.

La dueña de una casa grande alquila a otros las alcobas que no usa y la renta que colecta está calculada para mantenimiento y mejoras, pagar los impuestos de propiedad raíz y cubrir su sostenimiento personal. Puede incluir un excedente que ella invierte en la cuota inicial de otra casa que arrienda completamente. La renta que ésta genera paga la hipoteca, le permite hacer algunos gastos suntuarios para embellecer su vida personal y le sirve de base para comprar una tercera casa y así hasta que es dueña del marco de la plaza.

El patrimonio de todos ellos sube de valor, además, con el crecimiento de la población, el desarrollo económico y la inversión social en obras de infraestructura. Además, ese conviene olvidar que dicho patrimonio y la renta que “produce” está sujeto a cargas impositivas, que, entre otras cosas, sirven para pagar los servicios del gobierno y la administración a nivel local y nacional.

Aquí conviene tener presente que nuestra descripción de la creación y acumulación de riqueza es válida para sociedades con una economía compleja, que son definidas como capitalistas y socialistas, no sin reserva y debates, hasta nuestros días.


En la historia humana ha habido –y hay todavía- sociedades cuya economía es tan simple que apenas tienen dos tipos de bienes: los de consumo, de los que solo quieren los necesarios para la supervivencia, y los de uso, que son propiedad común. Pero, conviene recordarlo, el capital, como relación social, tiene una “existencia antediluviana”, según la afirmación que cosechó Marx en sus lecturas del British Museum y que consignó en los escritos agrupados bajo el título Historia crítica de la plusvalía.

(CONTINUA)

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