28 de diciembre de 2012


CON ANTONIO NEGRI: UNA CONVERSACIÓN SIN CATEDRAL

Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor asociado, Ciencia Política, Unal, Bogotá
Director Proyecto Seminario Internacional A. Gramsci

Un preámbulo ejemplar

El último día de la visita de Antonio Negri a Bogotá conversé con él en el hostal donde  residió temporalmente. Así culminó un proceso del que tuvimos noticia cuatro meses atrás, cuando confirmó su visita.  Iba primero a Argentina,  al  Congreso sobre Baruch Spinoza en la Universidad de Córdoba. Después seguía Quito bajo el abrigo académico de Flacso (Ecuador). Luego, al fin del periplo, Bogotá, donde pernoctó la última semana de su visita.

Antes  le propuse temas que incluían una intervención en el VII Seminario Internacional A. Gramsci, porque en los últimos trabajos, Multitud y Commonwealth, él y Michael Hardt mencionan categorías y problemas del legado gramsciano. Igualmente, el interés por realizar una interlocución sobre la obra  de Nicolás de Maquiavelo, su proyección quinientos  años después de la caída de Florencia. En suma, tres italianos ilustres concitados para una reflexión cuyo horizonte problemático tenía por territorio de prueba a Colombia y la Subregión Andina, y tres asuntos, la democracia, la guerra y la segunda república.

Acariciamos también la oportunidad de hacer un diálogo cruzado con la obra de Rancière, uno de los críticos de izquierda de la noción de multitud y democracia, que él confronta con la concepción particular de pueblo que  apoya la praxis del  demos griego. Rancière lo expuso en una entrevista que le hizo Eric Alliez para la revista Multitudes.  Por último, la oportunidad de establecer como cierre del recorrido un diálogo de Toni Negri con las organizaciones sociales y políticas colombianas en relación con los asuntos globales, regionales y locales de más relevancia y urgencia.

Toni dijo que él tenía ochenta años. No esperaba recargarse de quehaceres intelectuales. Habría tres momentos públicos en el programa coordinado por Víctor Manuel Moncayo, ex rector de la Nacional y estudioso de la obra de Negri. Así, él fungió la más de las veces como un académico convencional, jugando el papel del profesor universitario, un ejercicio que le está proscrito en Italia por haber condenado por su quehacer político contra el Estado en los más vibrantes tiempos de la autonomía, los llamados “años del plomo”, de la auto-valorización del trabajo.

Un contrapunto necesario

Sin embargo, en los demás lugares de la tierra Toni es un intelectual de izquierda que milita con la causa de las multitudes,  un comunista ajeno a las fascinaciones partidistas y a la academia per se. Ahora, en Colombia,  fue, se dice, interlocutor  del alcalde Gustavo Petro, quien habla con frecuencia de multitudes y democracia, pero nunca de imperio y comunismo.
Y él tuvo también conversación privada con comunistas, socialistas y libertarios, quienes han sido críticos acerbos, burlones de las tesis de imperio, el poder constituyente, y el gaseoso sujeto “multitudes” en el inmediato pasado. Acompasados con el tañir de las campanas de Atilio Borón y su ortodoxia partidista  en la catilinaria contra el último Negri, el “revisionista”,  a la espera impaciente de su “redención” del reformismo.

Otra cosa fue cuando  lo escuchamos diez años atrás, virtualmente, contra viento y marea. Inauguramos con Negri, bajo libertad condicional, desde Roma la serie de las videoconferencias internacionales en el Auditorio León de Greiff, en la cátedra Manuel Ancízar que compartimos la Facultad de Derecho y Ciencia Política con Ciencias Humanas. El tema entonces fue Imperio, libro que llevaba dos años de publicado recibiendo grandes reconocimientos y también críticas implacables  de todas las orillas.
 Al respecto anunció entonces que escribía y revisaba ya con Michael un segundo volumen, Multitud. Guerra  y Democracia en la era del Imperio. La sesión duró algo más de una hora, con traducción simultáena pero no hubo registro visual. La ingeniera encargada de la logística  olvidó  su grabación. A la postre solo quedó el registro sonoro, que  pasamos en dos oportunidades, en la emisora de la Nacional  y en la Radio Nacional de Colombia.

Una expectativa mayúscula.
Con todo, la expectativa era mayúscula. Teníamos al fin en persona a Toni Negri, crítico radical del orden capitalista, el trabajo alienado, el Estado burgués, la nación, el pueblo y el poder constituido, así como la forma partido y sindicato. Antes de esta visita tuvimos cuando menos dos intentonas fracasadas. La primera con ocasión de la venida de Noam Chomsky a Bogotá, que éste aplazó.
 La siguiente oportunidad aprovecharía la visita de Atilio Borón a Bogotá, el más conocido crítico latinoamericano de la obra Imperio en la publicación Imperio & Imperialismo, hecha por el  exsecretario ejecutivo de Clacso. Este ensayo lo  premió  Casa de las Américas que no ha hecho edición alguna de Imperio o trabajos de Negri que sepamos. La ortodoxia marxista en Colombia lo veía como el campeón a oponerle. El intercambio planeado tampoco  fue posible.  Esta vez  Toni  tuvo una intempestiva recaída de salud.

En cambio tuvimos a Michael Hardt  en otras dos oportunidades.  Un primer ejercicio académico en persona, compartido con la Universidad Javeriana. Fue la oportunidad para aclarar y debatir a la obra Imperio, así como la importancia de la multitud como nuevo sujeto político. Después en el V SEMINARIO INTERNACIONAL A. GRAMSCI hicimos una conferencia virtual con Michael desde la Universidad de Duke,  en conexión simultánea de la Nacional, La Universidad Javeriana de Cali,  el Politécnico Grancolombiano, y   Pedro Karczmarzcyk, investigador de la Universidad de La Plata. La coordinación fue  del Grupo Presidencialismo y participación, y el Comité organizador de los Seminarios Gramsci.

Aproximamos en el diálogo con Hardt  la tópica de la hegemonía y la contra-hegemonía, la actualidad del comunismo, la hegemonía, y su relación con lo Común, motivo central del tercer volumen de la serie Imperio. La experiencia fluyó de modo principal en torno a  Multitud y Commonwealth, pero hubo un breve sumario de Imperio. Con estos antecedentes, la visita de Toni Negri iba a engalanar las deliberaciones del VII Seminario, directa o indirectamente.

Un desenlace con televisión pública

Este año  no hubo intervención directa de Negri en el Seminario Gramsci. Él tampoco se presentó en el auditorio de Derecho y Ciencia Política, aunque la Facultad aportó la mitad del costo de su visita. Como alternativa, desde el comienzo,  busqué la posibilidad de realizar una grabación para la televisión pública, el Canal Capital. Había comprometido el interés de Hollman Morris, creando un espacio especial bajo el nombre de “Diálogos” que inauguramos con la interlocución con Jacques Rancière, el 31 de octubre, transmitida en la mañana y la noche a la audiencia capitalina dos semanas después. La hicimos parte de las s deliberaciones del VII Seminario Internacional A. Gramsci.

Con el entusiasmo de Leonardo, egresado de la Escuela de cine, insistimos y se grabó la sesión final de Antonio Negri tenida en el Auditorio León de Greiff. El tópico era lo común y el cuestionamiento frontal a la separación privado/público que lo erosiona y parasita en el capitalismo. Hubo un previo interludio de Víctor Manuel Moncayo, el anfitrión, con poca mención sobre lo común. Eso sí hubo la traducción de varios ensayos publicada como libro y vendida en los tres escenarios de las sucesivas conferencias.
Lo fundamental del proyecto televisivo se tradujo en la grabación de la última conferencia, la cual  está desde entonces dispuesta para el público, y es la segunda realización del recién creado espacio  “Diálogos”, a cargo del Canal Capital.

El Diálogo al Filo del Tiempo
Con estos antecedentes tuve un diálogo con Toni Negri, la más influyente figura viva del autonomismo obrero, un pensador dispuesto a llevar a Marx más allá de Marx. Por tal motivo, un sacrílego de la vulgata marxista. Calificado cuando ejercía su docencia en Padua como el maestro cattivo, corruptor de juventudes.
La conversación sobre temas puntuales  duró  veinte minutos, a partir de las 11.20 de la mañana del sábado 23 de noviembre. Poco después Toni tomaría el avión de regreso a Roma. Lo sabía cuando acordamos nuestro diálogo de despedida.

Anticipé mi llegada a la cita acordada por teléfono. A las 11.15, estaba en el foyer del Hostal Park Way en el barrio de la Soledad enclavado en la localidad de Teusaquillo. Lo esperé en la sala de recibo, un ambiente modernista con muebles demodé, un equipo de sonido y una chimenea en el entorno. Toni aparecía cinco minutos después. Nos saludamos formalmente, subió la escalera de caracol hasta  su habitación del segundo piso, donde cambió su atuendo y se puso más cómodo.
En el  ínterin  rememoré lo delgado que lucía, su pelo bastante canoso, la estatura regular y su prominente nariz,   un rostro amable que definía una mirada penetrante. Evoqué por momentos cómo los reclusos de las cárceles fascistas imaginaban físicamente a Antonio Gramsci, y la sorpresa que recibieron cuando él fuera su compañero de celda. Tal y como se recrea en la película Los días de la cárcel. 

Empecé la conversación ofreciéndole a Toni la versión impresa y revisada de su primera conferencia sobre  Spinoza y  Marx, cuya traducción publicó el espacio virtual  Multitudes en español. Le indiqué que la traducción tenía algunas deficiencias; p.e., se tradujo excelencia por “excedencia”. Dijo que el traductor  era bueno, pero, igual, él tenía que revisar todo el texto que escribió originalmente el 31 de octubre, según figura en la versión original. Porque había cosas que aclarar y precisar; y tomó las hojas impresas consigo.

En seguida, pasamos al asunto de lo singular que  trató en la conferencia inaugural del auditorio Virginia Gutiérrez de Ciencias Humanas. Y cómo equiparar lo dicho por Spinoza y Marx, porque Negri reconocía que Marx no emplea la expresión “singular” en sus escritos. En la conferencia hubo un diálogo nutrido que abrió nuevos interrogantes. El énfasis en lo singular destaca la  relevancia del sujeto en la historia, la productividad de la acción política. El recuerdo de lo escrito por Marx en los Grundrisse, y el lugar que allí le reconoce a los individuos efectivamente libres en el comunismo.
Esta parte inicial del diálogo se cerró con la recomendación de un libro publicado este año en francés, donde se revisa la obra de Marx con rigor; y que Negri ha estado leyendo y releyendo con provecho. Le dije que su conferencia sobre Spinoza la asumía como un manifiesto metodológico materialista, donde lo concreto se construía a partir del análisis de lo singular en el que residía de modo potencial toda universalidad. Así se tomaba posición sobre la concepciónr de idealista de la universalidad que parte de Platón mismo.

Luego tratamos el asunto de la hegemonía como un modo de introducir la reflexión actual sobre Gramsci y los trabajos de Negri y Hardt. Le señalé que la propuesta de Multitud para caracterizar la época en términos de democracia y guerra se correspondía con la reflexión de Gramsci que definía la nueva estrategia revolucionaria durante la posguerra, cuando propuso la guerra de posiciones en la democracia, diferente de la guerra de movimientos, esto es, la que triunfara por la vía insurreccional en las condiciones de la Rusia de Lenin. Lo cual, en suma, implicaba un cambio fundamental. Mientras tanto, el quehacer del nuevo sujeto, las multitudes se constituía en una acción contra-hegemónica que permitía una articulación de los grupos y clases subalternas.

Al respecto, Negri comentó la influencia que tenía en América Latina la interpretación que Ernesto Laclau hizo de hegemonía, y cómo esta viene ligada con la centralidad dada al populismo, en particular, por ejemplo, lo escrito en “Razón populista”, y en últimas equiparar populismo con democracia. Lo cual no comparte, y también es conocida la crítica que hace explícita Laclau a la noción de multitud.

Pasamos entonces a revisar lo dicho por otro de sus críticos, Ranciére, quien señala cómo en Negri hay una metafísica manifiesta de las fuerzas productivas que, en últimas niega la política como actividad determinada por la economía. Y en particular, cómo Ranciére refiere a la organización política como policía contra la cual se rebela la verdadera política. Negri riposta diciendo, por una parte, que Rancière es un anarquista, más aun que tiene “paura” de la política. Que Negri refiere la política como acción, potencia, poder constituyente. Hago referencia al escrito crítico de Rancière sobre Althusser, “La lección”, y Negri reafirma que allí como ahora el problema es el alejamiento, el desinterés de Rancière por la praxis política.

Yo vuelvo a propósito de la política,  a plantearle que  Gramsci  es un precursor de la que Negri y Hardt  llaman la nueva ciencia de la democracia; y cómo ésta está directamente ligada a una comprensión  compleja de la política que no es reductible a dominación, coerción, coacción sino que es también hegemonía, esto es, dirección, creación de consenso activo, distinta a la legitimidad al modo como la formuló Max Weber, esto es, en tanto creencia en el que manda por quienes obedecen. Que a este saber de la política, a la nueva ciencia política Gramsci la llamó Filosofía de la Praxis, y lo distinguió del determinismo propio de la sociología política.

Sobre este tópico Negri me invita a que le escriba en forma breve sobre el asunto, y que él me responderá al respecto. Que no sean varias páginas. Le prometo que serán mucho menos que las escritas para la conferencia que leyó sobre Spinoza y Marx. Él sonríe, y cambiamos de tema.

El último asunto tiene que ver con el asunto de la última conferencia: lo común. Le digo que mi impresión fue que en su improvisación reflexiva cumplida en el auditorio León de Greiff, la mención explícita a lo común, il commune, fue menor, y en cambio más amplia la reflexión sobre aspectos relevantes de la obra colectiva, y que al filo de las 8 pm., le faltó tiempo; y que la presentación de Víctor Manuel tampoco introdujo con algún detalle el asunto. Él me insistió que al respecto era muy útil la selección de artículos que como libro se estuvo vendiendo también ese día.
Yo aproveché para ligar  el tema del comunismo y la democracia, y preguntarle si para él sería válido en términos de imaginario y orientación política afirmar que su comunismo era un comunismo democrático. A lo cual asintió sin mayores comentarios. Vino en seguida la despedida.

Me preguntó entonces dos cosas, que si el proceso de paz en Colombia era viable, y que si mis estudiantes en la Universidad Nacional “sono bravii”. A lo primero le dije que el proceso era complejo, y la participación de la sociedad civil muy precaria, limitada por lo pronto a asuntos consultivos sin ningún poder decisorio. No hubo comentarios de su parte. A lo segundo le señalé que mis estudiantes eran del pregrado en Ciencia Política, y que en su conjunto el estudiantado de la educación superior estaba en la lucha contra una contra-reforma del gobierno, y que en ese momento la movilización le había dado paso a la construcción de un proyecto alternativo de reforma. 

Cuando me acompañaba a la puerta del hostal le solicité que me firmara la versión en italiano del libro Multitud,  lo cual hizo con su letra menuda encabezándola con mi nombre. Antes lo había hecho en otro escenario con un ejemplar en inglés de Imperio. Y le obsequié un ejemplar del libro que sobre la educación superior y la hegemonía cultural en Colombia escribí en coautoría con mi hermano Marco Aurelio. Él me preguntó que si Marco Aurelio era mi hijo, y le aclaré que no. Resolviendo en seguida una curiosidad personal. Le dije, Toni, tiene usted ascendencia judía. Me dijo, no.

Así concluyó nuestra entrevista, fugaz pero inolvidable. Sin que yo hubiese grabado nada, aunque había preparado mi celular para hacerlo. Todo caminó vertiginosamente robándole minutos a la inminencia del viaje de Toni. El reloj marcaba las 11.45 de una mañana soleada. Me fui pensando en varias preguntas que se quedaron suspendidas, pendientes, y, sobre todo, si volveríamos a tener su visita en Colombia. En mi recuerdo quedó la calidez de su talante combinada con la distancia propia de una reflexión responsable, y la imagen de Negri, dos días atrás, compartiendo con los jóvenes y viejos que querían tomarse una foto en su compañía. Lo hacía combinando en un instante, gustoso, la figura del abuelo con la del maestro ignorante, el inolvidable Jacotot.




   

20 de noviembre de 2012

PENSAMIENTO CRÍTICO


LA JUVENTUD Y EL PAPEL DEL PENSAMIENTO CRÍTICO DENTRO DE LAS DINÁMICAS DE HEGEMONÍA.

Durante la última primavera, he podido observar y participar como miembro más ajeno del movimiento estudiantil quebequés cual llegó a ser famoso a través del mundo. Como estudiante de carrera entre 2004 y 2009 involucrado en el movimiento estudiantil a nivel local, agradezco la oportunidad que tengo de compartir con ustedes la posibilidad de compartir mi experiencia cual hace parte de la construcción de un movimiento estudiantil. Esta construcción que llevó a los hechos de 2012 no fue rápida ni espontanea. Es el resultado de una construcción larga que toma raíces desde otras huelgas, acciones y sobre todo una politización creciente del estudiantado quebequés cual permitió este enfrentamiento entre un gobierno con objetivos neoliberales y una juventud con objetivos de emancipación y de justicia social.

Primero, es importante conocer los asuntos en juego de ese movimiento. En el presupuesto de 2011, el gobierno, dentro de una agenda neoliberal cual imponía más las clases populares y media, con un impuesto de salud sin ningún carácter progresivo, pago al servicio de la deuda, etc., anunció una alza de las matriculas estudiantiles del 75%, pasando del 2 168 à 3 793 $ por año, lo que representa alrededor de 7 millones de pesos. Al contrario del sistema colombiano, el sistema quebequés no hace distinción en cuanto a las matriculas entre las universidades privadas y públicas y es el gobierno que fija el precio de las matrículas. El discurso del gobierno es que los estudiantes deben para su “justa parte” de los costos de las universidades, con el pretexto de una sub-financiación de las universidades, mientras varias reformas han convertido la educación superior en un mercado donde las universidades tienen que invertir en publicidad para atraer más estudiantes y en investigación para aumentar su prestigio, y eso desviando fondos que deberían ir a la enseñanza, a la educación en sí mismo. La alza de las matrículas era entonces otro paso hacia la elitización y la mercantilización creciente de nuestra educación.

Por el otro lado, tenemos una juventud que se está politizando sobre todo con el fenómeno de la globalización. En 2001, la Cumbre de las Américas, las movilizaciones alrededor con decenas de miles de personas denunciando el modelo neoliberal empezó a despertar una nueva generación que realiza que tiene luchar para poder ir adelante fuera de un modelo impuesto que cada vez le quita pedazos de su futuro. Fuera de condiciones de trabajo empeorando por la competencia internacional, y que quiere retomar su poder en su ambiente, frente al poder creciente de las empresas multinacionales. Una visión más humanista del mundo va creciendo en nuestra juventud y se va a enfrentar con los avances de un modelo que va en contra de esta visión humanista. El movimiento estudiantil no escapó a esta tendencia.

En 2003, la elección del gobierno liberal con una agenda más neoliberal vino a agudizar el quiebre. En 2005, mientras yo estaba estudiando, el gobierno convirtió las becas de los estudiantes en préstamos. Estas becas eran otorgadas a los estudiantes más pobres que se harían endeudado demasiado después de estudiar. Entonces, eran los estudiantes más pobres como yo que veían su deuda hasta doblar. Después de haber hecho un año de llamamientos a la atención al gobierno sobre nuestra situación, intentamos un medio que no había funcionado desde casi diez años, la huelga. En mi universidad, no había pasado nada desde el 1986. Nosotros, unos poco creyendo en la movilización, hicimos campaña y en contra de nuestras esperanzas, nuestra facultad votó a favor de hacer huelga, así como varias facultades, creando una movilización sin precedente en la historia del movimiento estudiantil. Durante las seis semanas de huelga, hicimos varias actividades para demostrar que no habíamos tomado vacaciones. Foros, seminarios, acciones en la ciudad hasta la saturación del servicio de policía, actividades creativas, nuestro movimiento no solamente buscaba ganar la lucha sino proponer un modelo alternativo de educación más democrático. Sin embargo, el gobierno utilizó una táctica para romper al movimiento: como había dos franjas del movimiento estudiantil, una más politizada y reivindicativa, la Asociación por una solidaridad sindical estudianti, la ASSÉ (conocida en la huelga de 2012 como la CLASSE), y otra más social-demócrata y agrupando a más estudiantes, la Federación de Estudiantes Universitarios de Québec (FEUQ) el ministro tuvo un pretexto para romper las negociaciones con la primera franja e hizo un acuerdo con la segunda. A pesar que la mayoría de los estudiantes rechazaron el acuerdo, poco a poco, el movimiento perdió a campus enteros que dejaron la huelga, desbaratando poco a poco el movimiento.

Entre 2005 y 2012, varias cosas han pasado. La huelga de 2005 dejó en varios campus estudiantes politizados y movilizados que se involucraron en sus asociaciones estudiantiles pero también creando organizaciones que promovían ese modelo alternativo más humanista de la educación. En mi universidad nació el Colectivo por una Universidad Libre, cuál organizó charlas, seminarios y foros sobre la educación,  hicimos también acciones para poner fin al monopolio de una empresa multinacional sobre los servicios alimentarios de la universidad cual, después de cuatro años de lucha, entregó la gestión de los servicios alimentarios a los estudiantes. También, en mi asociación, cambiemos los estatutos para que sea defendida una educación de calidad, democrática independiente y gratuita. Con todo eso, la franja más social-demócrata, la FEUQ perdió miles de miembros a través de procesos de desafiliación al contrario de la ASSÉ, cual ganaba miembros.

En 2012, cuando el gobierno procedió a la alza de las matrículas, las fuerzas estaban repartidas de manera diferente y este factor estuvo mal evaluado por el gobierno. El plan del gobierno puede ser resumido así. Con las tazas de impopularidad que tenía en las encuestas, buscaba explotar el quiebre que había entre la juventud y su electorado más anciano, mostrando firmeza con los jóvenes. Pero el gobierno hizo mal sus cálculos y sub-evaluó  la determinación y la politización de los jóvenes. Cuando la huelga empezó, rechazó la negociación pensando que este movimiento se iba a agotar, pero no se agotó y, después de nueve semanas, abrió la puerta a negociaciones. Como en 2005, intentó negociar solamente con la FEUQ, pero la federación y su presidenta, Martine Desjardins, firmó acuerdo con la ASSÉ, así como la Federación de los Estudiantes Colegiales de Québec, equivalente de la FEUQ en la preuniversitaria. El acuerdo precisaba que nadie iba solo a negociar con el gobierno que las tres asociaciones iban juntas o no iba nadie. Este elementó también debilitó a la estrategia divisionista del gobierno. Después de esto, vinieron los mandatos. Unos estudiantes, con abogados, reivindicaron su derecho a beneficiar de sus cursos a pesar de los votos de huelga en sus facultades y universidades y lograron obtener ordenes de la corte en este sentido. Para que l movimiento no se rompe, Las asociaciones desafiaron estos mandatos y bloquearon las puerta s de las clases, la policía interviniendo en los campus a veces con violencia. Con las protestas que se intesificaban en las calles, el gobierno empezó a hacer una campaña, con la colaboración de los medios de comunicación para asociar a la lucha estudiantil con la violencia para luego justifica una ley especial (el proyecto de ley 78), cual violaba la libertad de protesta y de asociación, prohibiendo el bloqueo de los campus, las actividades reivindicativas en los campus y las protestas, a menos de haber comunicado el trayecto a la policía. Nadie comunicaba este trayecto ya que por eso podían pasar por organizadores y  exponerse a multas que podían llegar a 35 000$ canadienses. Eso ha dado situaciones sin sentido como cuando la policía de Sherbrooke multó a todos los participantes de una protesta frente al palacio de justicia con multas de 1000$ por persona por no haber comunicado el trayecto. La protesta no tenía trayecto ya que se daba únicamente frente al palacio de justicia. Sin embargo, la movilización sigue. El gobierno, con esta crisis, inició elecciones generales legislativas. Durante toda la campaña electoral, su reputación ya estaba hecha: un gobierno que no supo gestionar la crisis y luego perdió las elecciones. El gobierno siguiente había prometido suprimir la alza, fue una de sus primera decisiones, poniendo fin a un conflicto que llevaba casi seis meses.

Este movimiento demuestra la fuerza de los procesos sociales. Más allá de las estrategias de comunicación, estábamos en frente a un movimiento antisistémico, cuales los canales de comunicación se encontraban fuera de las esferas principales y sobre todo que no contaba necesariamente con una opinión pública favorable. Sin embargo, ganó esta batalla y logró politizar más aun sus efectivos, además de haber podido enfrentarse con una máquina política, de comunicaciones, económica y represiva durante varios meses. Esto demuestra la fuerza de los procesos y sobre todo, el impacto de una construcción contra-hegemónica dentro de cual un grupo puede llegar con formas de pensar y concebir la sociedad de manera diferente del discurso hegemónico dominante. Aportan también al debate entre el impacto de las relaciones de fuerza, la organización, los procesos versus el simple cambio del discurso para supuestamente adaptarse a la realidad posmoderna donde los movimientos se obligan a adaptarse al discurso dominante. Sobre todo: demuestra que cuando una masa de estudiantes, o de trabajadores o cualquier otro sector de la sociedad adquiere una consciencia crítica y puede contar sobre un liderazgo fuerte, puede enfrentarse con el discurso hegemónico dominante y causar un impacto fuerte para transformaciones sociales necesarias a la emancipación de toda la sociedad.
David Lanneville

18 de noviembre de 2012

ANTONIO GRAMSCI Y LA CRISIS DE HEGEMONÍA: LA REFUNDACIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA




PRESENTACIÓN
¿GRAMSCI, PADRE DE LA CIENCIA POLÍTICA?



El presente libro de Miguel Ángel Herrera Zgaib, Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía: la refundación de la ciencia política,  anima una reflexión crítico-conceptual sobre un intelectual orgánico de los grupos y clases subalternas, el genial sardo Antonio Gramsci. El discurso se engarza siguiendo el interés científico por la Hegemonía como categoría analítica entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, bajo la impronta del Marxismo entendido como Teoría General, y con el presupuesto fáctico de que siguiendo su huella en las luchas de los subalternos en la Europa de su tiempo, se logra advertir la preponderancia que tiene para la Ciencia Política, cuando esta se entiende y se practica como Filosofía de la Praxis.

Es claro con ello que la lectura que entraña la investigación está comprometida con los grupos y  las clases subalternas cuando ellos y  ellas hacen el ejercicio de reconocerse democráticamente en su autonomía social y política en el antagónico Estado capitalista. Para cumplir tal cometido histórico Miguel Ángel Herrera Zgaib ausculta la historia intelectual de Gramsci teórico de las superestructuras  complejas a la vez que uno de los fundadores ideológicos del Partido Comunista Italiano.

En ese sentido, las distintas categorías discursiva que se analizan en este trabajo de investigación se complementan desde un enfoque que problematiza no solo lo que es el Estado capitalista, las clases sociales, los partidos políticos, la ideología o la dominación, sino los procesos constituyentes, autónomos que vertebran democráticamente los dominados en la arena política de la organización partidista y cultural en la que se revela la  Filosofía de la Praxis. Ahora bien, para el profesor Miguel Ángel Herrera Zgaib, esta es la labor de la Ciencia Política. Por eso  en Gramsci puede reconocerse a un padre de la Ciencia Política; una afirmación que para muchos será polémica. Empero, es la tesis original que da vida a este libro.

Siguiendo a Gramsci,  la Filosofía de la Praxis se potencia cuando las multitudes excluidas asisten a estructurar una Reforma Intelectual y Moral que vehicule una nueva concepción del mundo, laica y democrática, en pro de la liberación social de los sujetos subalternos. Todo lo cual se aprehende desde  el Análisis de las Situaciones, en el cual cumplen papel protagónico las distintas Relaciones de Fuerzas inscritas en el Estado capitalista, tanto sociales, económicas, como político-ideológicas y político-militares. Así se concluirá, que esta es una lectura real, del mundo material de la política, el complejo mundo capitalista que hoy vivimos y padecemos globalmente.

Con lo dicho queremos proponer una discusión orgánica, histórica y política, que va más allá del actual libro para pensar la Ciencia Política desde la Filosofía de la Praxis. Es decir, desde los grupos y las clases subalternas como articuladoras de una propuesta incluyente que se organiza a partir de la crisis de  Hegemonía del Estado Capitalista Ampliado, cuando hay ayuno de dirección intelectual y moral, la cual se expresa en  crisis de dirección cultural que se vive  con antagonismos, exclusiones, violencia social y fracturas políticas. Lo cual comprobamos en acto en los comienzos del siglo XXI.

En efecto, queremos afirmar que Antonio Gramsci es un autor de referencia obligada para el debate sobre las alternativas a la modernidad capitalista,  las cuales  América Latina ensaya, a su manera,  con relativos éxitos y con algunas discusiones preñadas de futuro. Es en esta línea de interpretación sobre la crisis hegemónica del capitalismo latinoamericano que se enmarca la investigación intitulada Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía: la refundación de la ciencia política.

El interés que alienta esta propuesta de Ciencia Política es reconocer la complejidad del mundo material del orden capitalista, el cual puede ser leído desde la misma relación de fuerzas gramsciana, en la que la crisis de la Hegemonía como ausencia de dirección intelectual y moral es sustantiva porque afecta y moviliza a las multitudes, y no es una anécdota de la historia.

Con ello  podemos abordar la rica propuesta científica de Gramsci, cuya variedad aún asombra: el Estado Ampliado, el Bloque Histórico, la Crisis Orgánica como crisis de organización, la Ideología constituyendo sujetos, el Nuevo Príncipe como intelectual orgánico, la pedagogía política y  los trabajadores intelectuales con la labor de organizar culturalmente la sociedad, las clases sociales o los grupos.

Nuestro autor, Antonio Gramsci, condenado por el fascismo a vivir sus últimos diez años en las cárceles del régimen italiano, es un pensador de la autonomía individual y colectiva, para la cual es fundamental la praxis; pensar y actuar desde la lucidez y con las armas de la inteligencia; como Gramsci diría,  “ser guía de sí mismo”.

Si no es fácil leer a Gramsci como pensador comunista y como militante político, menos lo es como autor que refunda la Ciencia Política. Tal es el reto que el lector está abocado a reconocer en las páginas siguientes: deberá trabajar intelectualmente para el cabal entendimiento de lo que es la teoría gramsciana de la política: la Filosofía de la Praxis como Ciencia Política. Una novedad.

Con este trabajo singular, nutrido por una reflexión colectiva, el grupo de investigación Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional de Colombia  contribuye con las referencias discursivas a la historia de las ideas políticas, y en concreto, con la propuesta hegemónica de los grupos y las clases subalternas en tránsito de hacerse sujetos democráticos plenos.
Es el objetivo que el grupo de investigación, dirigido por Miguel Ángel Herrera Zgaib, ha conservado por más de doce años y que se replica en cada Seminario Internacional Antonio Gramsci que organizamos, cuya insignia, “Liberémonos de la guerra”, sigue siendo actual y cada vez más urgente.

Con la celebración del VII Seminario Internacional, que coincide con las visitas de Antonio Negri y Jacques Rancière a Colombia, el libro que aquí se presenta acepta y recoge el desafío planteado de explorar y construir “una nueva ciencia de la democracia”, tal y como lo reclaman los autores de la trilogía Imperio, Multitud y Commonwealth.

La presente investigación, que será continuada con otro libro del mismo autor en preparación, Gramsci y sus críticos,  así lo confirma. Al mismo tiempo ofrecemos apartes de este material para la reflexión y el debate  en las jornadas del 20 y 21 de noviembre del año 2012, las cuales se cumplen bajo el cobijo de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional, en Bogotá, Colombia.



Juan Carlos García Lozano

Editor.
Investigador Senior
Grupo  Presidencialismo y Participación
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia






I N T R O D U C C I Ó N

HEGEMONÍA:
LA PROBLEMATIZACIÓN DE UNA CATEGORÍA

La discusión de la obra de Antonio Gramsci en América Latina sigue siendo fragmentaria, en cuanto a los textos publicados y a los enfoques conceptuales que éstos contienen. Las más de las veces ha sido instrumentalizado que no probado dicho legado, por los que lo han leído seriamente. Otros estudiosos intentaron aplicar sus categorías e intuiciones a particulares coyunturas políticas nativas, sacrificando el desinterés relativo que tiene que acompañar toda tarea científica rigurosa como lo sostuvieron ejemplarmente Karl Marx y tantos otros pensadores críticos de gran valía.

De estos estudiosos, que son pocos comparativamente con el campo de la cultura mundial, quizás los que más llegaron a trabajar la obra y los problemas implícitos y explícitos en ella fueron, en los niveles académicos, hasta la década de los 80's, Ernesto Laclau, Juan Carlos Portantiero, Guillermo O'Donnell, y en menor medida, para el circuito centroamericano y México, Francisco Piñón Gaytán, Xavier Mena, Dora Kanoussi, Carlos Pereyra, y con ellos  los primeros y segundos animadores del Círculo de Crítica Jurídica y Política, Antonio Gramsci en Bogotá, Colombia.   Junto con ellos a habido un sinnúmero de articulistas y ensayistas  en toda América Latina que han tocado con mayor o menor profundidad específicos aspectos de la herencia teórica y práctica de Gramsci.

Para hacer estos juicios, ante todo he acudido a pruebas tangibles del trabajo intelectual, al circunscribirnos a la órbita académica, en lo principal.  De hecho la cosecha de libros que ejemplifique estudios a profundidad sobre el asunto es mínima. Y si acudimos a un examen de las existencias en las bibliotecas y otros centros de cultura en Colombia, los resultados son desalentadores. 

En lo que se refiere a producción editorial, el caso más diciente lo constituye la publicación de los Cuadernos de la cárcel, según la edición de Einaudi, en cuatro tomos, que coordinó Valentino Gerratana. La cual fue interrumpida en la traducción castellana a cargo de Editorial Era, coincidiendo con la caída del muro de Berlín, y el derrumbe de la Unión Soviética.

Ahora bien, los dos primeros tomos aparecieron en 1981, y por mucho tiempo no se pudo cumplir con la publicación de los 6 tomos proyectados, entre otras, por razones políticas que estuvieron emparentadas con el derrumbe del socialismo soviético. La tarea se cumplió, finalmente, a instancias del compromiso contraído entre la Universidad de Puebla en México y la editorial Era, con lo que se llevó a feliz término esta empresa intelectual fundamental, debido a los buenos oficios de la investigadora Dora Kanoussi, y al respaldo editorial y financiero que obtuvo de la Universidad Autónoma de Puebla para reanudarla y llevarla a feliz término con la misma editorial Era, a partir de 1999. A lo cual se sumó también la edición de Las Cartas de la Cárcel, 1926-1937, una edición menos expurgada, en cuya empresa se sumó también la Fundazione Istituto Gramsci, presidida po Giuseppe Vacca, y con el apoyo de Donatella DI Benedetto, y la traducción de Cristina Ortega Kanoussi.

Cumplida esta tarea primordial corresponde hacer una cuenta aproximada del nivel actual de los estudios gramscianos en América Latina, tomando en consideración los trabajos pioneros de varios cientistas sociales y políticos.  En México tenemos las contribuciones de Francisco Piñón, Gaytán,  Dora Kanoussi y Javier Mena, con sus ejercicios de traducción y un pequeño e importante ensayo preliminar sobre la revolución pasiva; y la publicación  de dos trabajos a fines de los años ochenta, Gramsci: Prolegómenos Filosofía y política, y Gramsci y la región.

En el resto del continente  teníamos para entonces una Introducción al pensamiento de Gramsci del brasileño Carlos Couthino, y en  Argentina las contribuciones de la pareja conformada por Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, quienes ya residían en Gran Bretaña, y en el propio país el ensayo Los hilos sociales del poder, del argentino Juan Villareal. Y para el caso de Colombia el trabajo de Jorge Gantiva titulado y el de  mi autoría que ahora presento en forma de libro, con el cual culmina en un primer momento el inventario de contribuciones sobre Gramsci  animadas y escritas desde las décadas de los setentas y ochentas del siglo XX. 

En Europa, y particularmente en España, Francia e Italia, desde donde Gramsci fuera difundido, hoy, después del derrumbe  de  la  estrategia  eurocomunista,  el  único  que persiste en una indagación sistemática es Leonardo Paggi.  Sin duda él es un estudioso minucioso desde el punto de vista histórico político del conjunto de la producción gramsciana.  Así lo prueban los dos primeros volúmenes aparecidos: Gramsci e il moderno príncipe  (1970) y Le estrategie del potere in Gramsci (1984).  De este autor se conocen en México un importante trabajo puente en su producción de largo aliento, La teoría general del marxismo en Gramsci, que se tradujo recortando como prólogo a la última edición de los Escritos Políticos (1917-1933), de Antonio Gramsci; una presentación al libro de Max Adler, El socialismo y los intelectuales, y una parte de su libro titulada `El leninismo de Gramsci' incluida en el libro Filosofía y Política en el pensamiento de Gramsci  compilado por Dora Kanoussi y Javier Mena.

 En Francia la investigación de Christine Buci Glucksmann  nos entregó un extraordinario intento de seguimiento del pensamiento del genial sardo, con la novedad de por primera vez, tener acceso a la edición facsimilar de los Cuadernos de la Cárcel.  Nos referimos, por supuesto, a un texto de obligada consulta: Gramsci y el Estado (hacia una teoría materialista de la filosofía); independientemente  de que  su autora estuviera muy comprometida con la opción eurocomunista, y ello podría inclinar la balanza de su interpretación histórico-política de Gramsci.

Es sabido que se adelantó en la misma Francia una titánica empresa editorial por Robert Paris, quien escribiera un sonado ensayo en la década de los 70's sobre la crisis de 1923, con el empeño de publicar las obras completas de Antonio Gramsci con un impresionante aparato de comentarios y bibliografías.  Como se conoce, esta empresa se cumplió fraccionariamente en Italia con las cicatrices propias en cada coyuntura política en la que se hacían nuevas publicaciones del `desconocido' Gramsci.

Quizás convenga de alguna manera fijar desde ya una posición sobre los trabajos de interpretación que sobre Gramsci he tenido en mis manos, incluido uno que lleva la temática de la coautoría de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau  Hegemonía y estrategia socialista  aparecido originalmente en Londres con el título Hegemony and socialist strategy. Towards a radical democratic politics.

Comencé a leer a Antonio Gramsci, mejor dicho textos dispersos, en 1974-1975, motivado por una actividad política militante en la Universidad Colombiana.  Y mi primera aproximación `sistemática'  a  él  estuvo  medida por el texto de Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico.  Posteriormente hice con aquel manual un ejercicio comparativo, aplicándole al mismo las consideraciones sobre el Ensayo Popular de Nicolai Bujarin. Después conocí un trabajo de Chantal Mouffe, Hegemonía e Ideología en Gramsci, en el cual advertí la relevancia de la categoría de hegemonía, y la importancia de la discusión en torno a los así llamados Aparatos ideológicos del Estado; por lo que me vi compelido a conocer los comentarios que Louis Althusser y los althusserianos habían hecho a la Filosofía de la praxis, al Humanismo radical y al Historicismo absoluto con que Gramsci hacía referencia al marxismo.

Luego tuve oportunidad de confrontar mis reflexiones de la hora con el itliano Umberto Cerroni.  Su trabajo Socialismo y teoría política junto con Marx y el derecho moderno me impulsaron a trabajar mi tesis de Derecho y Ciencias Sociales en relación con el tema El Estado y la sociedad civil: génesis, diferencias y realización, en la cual rastreaba las vicisitudes de esta doble categorización de la teoría política desde la perspectiva de la Ideología alemana, pero teniendo como guía general  a Antonio Gramsci.  Para ese tiempo tuve el primer contacto con el trabajo de Christine Buci- Glucksmann que ya se mencionó, y de su primera lectura apareció de nueva cuenta la importancia de la categoría de hegemonía.

LA COYUNTURA DEL 19 DE NOVIEMBRE



LA COYUNTURA DEL 19  DE NOVIEMBRE


Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, Unal. Colombia
miguel.herrera@transpolitica.org


Multitud y orden glocal
                                     El mismo día que arranca la visita de un brillante intelectual, que ha defendido sus convicciones y "pagado" con cárcel su consecuencia, el filósofo y militante político, Toni Negri, coautor de la trilogía Imperio, Multitud y Commonwealth, Colombia escuchará el veredicto en inglés de la Corte Internacional de Justicia, desde La Haya, con el cual se resuelve por fin el litigio jurídico sobre aguas marinas y submarinas con Nicaragua.

El orden regional será el  plato fuerte, servido en una institución global, y la filosofía de Marx y Spinoza un ingrediente útil para pensar el actual rumbo del mundo y sus conflictos presentes en un auditorio de la  Universidad Nacional en Bogotá.

Pero no solo esto ocurrirá, simultáneamente en el mismo día, sino que en otro lugar del Caribe, en La Habana empezarán en serio las conversaciones para la paz entre el gobierno Santos y las Farc, según una agenda pactada desde el pasado mes de agosto, teniendo como líderes a Humberto de la Calle y a Iván Márquez ubicados en las dos esquinas del espectro ideológico.

Junto a los dos delegados estará la incómoda presencia de una guerrillera internacionalista, según unos, Tanja Nijmeijer, nacida en la misma tierra que Baruch Spinoza; y según otros, en particular la columnista Salud Hernández, la verdadera Tanja es “una europea colonialista e idiota”, más aún, “la terrorista que escogió de manera voluntaria la senda del crimen para imponer sus ideas…”

La Corte de la Haya

Este asunto tuvo un primer reciente episodio en el año 2007, cuando la Corte Internacional asumió la competencia a petición de Nicaragua, reconoció que el meridiano 82 no fijaba límites entre los dos países; a la vez que ella misma validaba otros aspectos del Tratado Esguerra-Bárcenas (1928) como que San Andrés, Providencia y Santa Catalina son colombianas.

Pero quedó también hasta este lunes por definirse la soberanía de 7 cayos, acerca de los cuales Nicaragua también mantiene pretensiones con anterioridad al Tratado Esguerra- Bárcenas de 1928.

Lo que se resuelve este 19, en materia de límites tiene que ver con lo que ocurra con Quitasueño, que aparece y desaparece en ciertas temporadas cubierto por el Caribe, y otras formaciones marinas visibles que hacen parte del Archipiélago, y sobre todo,  por dónde irá el trazado de los límites definitivos. Los expertos colombianos, el propio presidente Santos, y el excanciller Londoño Paredes, estudioso del tema por cuarenta años, sostienen que el fallo será favorable en todo a Colombia.

Los agentes gubernamentales esperan con la experticia del excanciller Julio Londoño,  James Crawford, y la intelectualidad  bipartidista que lo asiste, que el límite se trace entre la costa nicaragüense y la del archipiélago, mientras que Nicaragua ha propendido porque el trazo sea entre las costas continentales de los dos países. Ninguna de las fórmulas obliga a la Corte.

Por lo pronto,  los isleños colombianos, en número de 70.000,  en todos los casos están preocupados con la riqueza ictiológica que tendrían que compartir con los Nicas, aunque de hecho barcos de varias nacionalidades la saquean y expolian tanto  como los piratas ingleses y holandeses de antaño acostumbraban hacerlo contra las flotillas españolas que se hacían a la mar entre Cartagena y La Habana.

¿Qué cosecha se recogerá?

Sin embargo, lo que se cosechará ahora se sembró desde 1999, como resultado de lo acordado entre el gobierno de Colombia y el de Honduras. Entonces Nicaragua comunicó que quedaba terminado todo arreglo directo.

Ahora es la justicia internacional la que resuelve el conflicto entre países hermanos, afectados durante más de doscientos años por los repartos coloniales y neocoloniales cuyas heridas aun no se curan. Primero fueron los españoles, después los ingleses, y finalmente los estadounidenses desde los tiempos del presidente James Monroe, a propósito de lo cual escribió un brillante ensayo el excanciller liberal Indalecio Liévano Aguirre.

Como también continua pasando en el Medio Oriente, allí sí en forma sangrienta, entre dos pueblos divididos por los intereses globales, que no les permiten construir un convivencia verdadera. Allí  es también un interés neocolonial, el de Estados Unidos en este caso, y reelecto presidente Obama, quien avala la agresión a Gaza, con más de 39 víctimas contabilizadas, y la preparación de una nueva ocupación punitiva por 70.000 efectivos israelíes acuartelados, similar a la realizada en 2008.

Así las cosas, la ciudadanía glocal, el común, no puede dejar en cabeza de las representaciones, en las elites, por ilustradas que parezcan la solución de los problemas fundamentales de la convivencia global y local.

Igual pasa con la conversación de paz en La Habana, circunscrita a las representaciones del gobierno y la guerrilla, mientras que lo que se ofrece al resto de Colombia, a la sociedad organizada como sociedad civil, una plataforma de internet para que escuchen y hagan llegar sus comentarios y sugerencias desde afuera.

 En tal sentido, no es lo mismo que se hizo en el Caguán, cuando el mensaje llegada con su portador de carne y hueso, y tenía cinco minutos para leer su diatriba, reclamo y propuesta in situ, y visto por una tele-audiencia acuciosa. En ambos casos, la eficacia es la misma, espectáculo sin ningún poder de decisión.

Bolivarismo y Monroísmo

Sin embargo, para el 19 no estarán presentes en La Habana, solamente los “negociadores” sino la mayor parte de 60 asesores divididos por igual entre ambas partes del conflicto,y todos aquellos que consiguieron visa del gobierno cubano para estar allí en calidad de periodistas, analistas, o representantes de las mil y una Ongs de la variopinta geografía nacional e internacional. 

Con ese horizonte reflexivo, decisorio e incierto encaremos tod@s el triple evento del 19 de noviembre que cubre en simultánea a La Haya, La Habana y Bogotá. Para dos de las situaciones conviene pensar en una diplomacia directa y desde abajo, con el protagonismo de la ciudadanía de Colombia y Nicaragua en ejercicio constituyente.

Así, este asunto de límites y lo que siga al fallo tendrá un desarrollo satisfactorio recuperando el espíritu y la materia de lo expuesto por Liévano Aguirre en su escrito “Bolivarismo y Monroísmo”, por una parte; y por la otra, que esta misma ciudadanía reduzca al máximo el juego excluyente de las representaciones que practican el gobierno y la guerrilla.

Un Pensamiento de Ruptura en Común

De una vez, y en todo caso, el común ha d exigir un refrendo de lo que finalmente se acuerde al final de lo discutido y decidido en La Habana para poner fin al conflicto armado con una de las partes, porque hasta la fecha, la incorporación del Eln ha quedado descartada del presente ejercicio bilateral, así como la inmediata tregua navideña.

Claro, el encuentro con Antonio Negri en la Universidad Nacional, que arranca el 19 y se extienden hasta el 21 de este mes, las reflexiones que proponga y debatamos en un espacio académico plural y libre, contribuirán a fortalecer un pensamiento de ruptura capaz de ajustar cuentas con las lógicas que animan los procesos imperiales y capitalistas del presente.

Ellas nos ayudan a esclarecer, y no de modo exclusivo y excluyente, el papel definitivo de las multitudes, el nuevo sujeto democrático emergente en América Latina, y en Colombia, en procura de resolver la división capitalista del trabajo entre privado y público, para recuperar la dimensión y la potencia de lo común, que le ha sido sacrificada, revitalizándola en los ámbitos local, regional y global a través de la auto-valorización y auto-organización del trabajo en su pluralidad de formas de existencia presente.

VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera