LA CAUSA DEL UNIVERSITARIO MATEO GUTIÉRREZ LEÓN NO ESTÁ CONCLUIDA.
miguel angel herrera zgaib
Profesor asociado, Ciencia Política, Unal
Director del Grupo Presidencialismo y participación, y
XII Seminario Internacional Gramsci
La semana pasada, los familiares de Mateo, madre, padre y amigos, acompañados de estudiantes universitarios y de colegio estuvieron haciendo un plantón de protesta reclamando su pronta liberación.
En el entretanto sigue la espera de un pronunciamiento oficial contundente de las directivas de la U.Nacional, que reclame el regreso de Mateo Gutiérrez León a las aulas de sociología, para que reanude sus clases, que no puede, por estar confinado en un calabozo de una cárcel distrital.
En una nota de El Tiempo, hoy lunes, se establece cómo las autoridades cubanas han protestado el infundio, con proveniencia del propio ministerio de defensa, en el sentido que Mateo estuvo "recibiendo cursos de explosivos".
Tal especie se originó en la Policía de Bogotá que la hizo circular extraoficialmente a varios medios, incluido eltiempo.com, como lo reconoce el periódico en la edición que comentamos. (Ver ET, 13/04/2017, p.6).
No se puede jugar con la libertad de las personas
Es cierto que Mateo estuvo en Cuba, de vacaciones, acompañado de su madre, de donde regresó el 12 de febrero, como lo hacen cientos de personas. Más ahora cuando hasta el gobierno estadounidense normalizó relaciones y vuelos a La Habana, y hay vuelos regulares todas las semanas.
Mateo como el ciudadano Arturo Steven Buitrago fueron objeto de captura. Mateo está en esta situación denigrante, que socava el progreso de sus estudios de sociología desde el 24 de febrero.
Nada hay en la investigación, y mucho menos en la concreta imputación de cargos que lo señale cómo preparándose para el uso de explosivos en Cuba, para perder su libertad, y estar sometido a prisión preventiva.
Tampoco escuchamos a la fecha ninguna rectificación de los altos funcionarios del Estado, presidente, ministro de defensa, director de la policía nacional, quienes dizque para responder con "prontitud" a los últimos ataques terroristas en Bogotá, salieron a exhibir ante la opinión sus maledicencias.
Para quedar luego como unos "zapatos" ante la opinión ciudadana mesurada y bien informada, toda vez que el Eln reconoció la autoría de los atentados que aparecían de palabra como vinculados con las actuaciones de Mateo y Arturo.
La función pública de la Nacho
Lo que digo aquí, como en las anteriores notas, en reclamo de pronta y cumplida justicia, lo hago como profesor de la Universidad que este año cumple 150 años, dedicada a la formación académica y ciudadana de Colombia.
Un lugar en donde por supuesto hay pluralidad de lenguajes, intereses y vocaciones políticas, y una capacidad aún no perdida de cuestionar el hacer de los gobernantes cuando estos equivocan su rumbo. Ni más faltaba que así no lo fuera.
Es por esta conducta, a pesar del abandono oficial de que es objeto, que la Nacional se mantiene presente, y dispuesta a que la paz encuentre un clima propicio en sus aulas. Al igual que reclamamos una mediación académica efectiva en defensa del derecho a la educación superior por parte de uno de sus estudiantes.
Quien ha resultado puesto en la palestra pública señalado de una infundada conducta terrorista, y quien se ha declarado inocente de activar artefactos explosivos durante la audiencia de imputación de cargos.
La escuela de derecho de la Universidad Nacional no puede permanecer impávida ante estas actuaciones, y tampoco el cuerpo de juristas activos en ella, y los egresados de la misma a lo largo de tantos años.
Estamos, igualmente, a la espera de la cadena de solidaridad de las universidades públicas y privadas de América Latina, y las asociaciones internacionales que recuerdan la causa de Antonio Gramsci como preso político, y los años que padeció en las cárceles del fascismo.
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