11 de enero de 2017

UNA CLAVE COMPARTIDA: LA MODERNIDAD DE BAUMAN  Y BERMAN.

miguel angel herrera zgaib
Director proyecto Historia de lo subalterno
Profesor asociado, C.política, Unal. Bogotá

                                                Zygmunt Bauman, de familia judía polaca, nacido en Posnan, huyó con su familia de la ocupación nazi de Polonia, en 1939. La que fue posible por el pacto de no agresión entre Alemania y la URSS, presididas por Hitler y Stalin, que se tradujo en un nuevo sacrificio de población y territorio polaco. 

Él mismo se alistó en el ejército rojo para derrotar al nazismo. Luego, en 1968, tuvo que salir de su patria, cuando hubo la invasión de Israel a Palestina. Después fue a parar a Tel Aviv, y de ahí se radicó de manera definitiva en Leeds. 

En la universidad de Leeds construyó un gran prestigio intelectual y una relativa independencia política, porque no fue capaz que se sepa de tomar distancia, favoreciendo la causa palestina frente a la invasión, ocupación y agresión permanente del gobierno israelí. Teniendo vivo el bestial antecedente del holocausto perpetrado impunemente en Europa.

La modernidad líquida.

                                         Aunque no lo diga explícitamente, la crítica actual, un antecedente de su célebre título, tiene resonancias en la obra antecedente de Marshall Berman. Otro intelectual excepcional, de ancestro judío, pero nacido en New York.

 En particular, recuerdo su obra más destacada: "Todo lo sólido se disuelve en el aire", expresión tomada de un aparte del Manifiesto Comunista, donde Berman trata el tópico de lo moderno en perspectiva transdisciplinar y especial énfasis en la cultura.

 Con su obra, Berman propuso y distinguió una lectura de la modernidad, el modernismo y la modernización acudiendo al legado crítico de Karl Marx, a quien calificó también de moderno, por supuesto. Y de pasada a su compañero de fórmula intelectual y política, Federico Engels.

Diluirse, licuarse, posiblemente no respondan al mismo carácter de lo moderno, podrán arguir algunos. La pretensión no es de restarle originalidad a la prolija y relevante obra de Zygmunt, pero sí de recordar, cuando menos, un referente intelectual y político común, con Marshall.

La clave de interpretación

Es, por supuesto, la obra Marx, quien será celebrado durante 2017, por su lúcido enjuiciamiento político, económico y moral del capitalismo, en su completez, esto es, en tanto sistema que produce y reproduce la subsunción formal y real del proceso de trabajo por el capital. Ya que se cumplen 150 años de la publicación del primer volumen de El Capital.

En la semblanza del periódico el País, se recuerda, al respecto que Bauman sí fue militante del partido Comunista, y le tocó vivir, al menos, entre 1945 y 1968, los dramas de la conducción soviética de Polonia.

 Acerca de lo cual conviene repasar los escritos de Bauman que fueron coetáneos con aquel periodo, y lo que vino luego, para tener un retrato más equilibrado de su estatura política y ética, en un tiempo afectado por la influencia directa e indirecta del Stalinismo, con todas sus aristas.

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