20 de octubre de 2015

HISTORIA DE LOS SUBALTERNOS

GRAMSCI EN VIDA

SIETE

EL JOVEN EXPLORADOR

Es en una vida entre rural y urbana en la que Antonio crece, y empieza a pasar de niño a jovenzuelo. Los testimonios de vecinos y conocidos lo testimonian. A ellos han acudido los biógrafos de aquellos años, y Fiori es el más conocido por el libro publicado al castellano, que tiene incluso una edición italo-cubana, en la que unieron esfuerzos Sassari  y Verona publicada en el año 2002.

De esta saco el comentario de Felle Toriggia:


"Un año, debió ser  en 1900-1901, fuimos a bañarnos juntos a Bosa Marina. Entonces viajábamos en carros de bueyes. Durante el tiempo que pasamos juntos, primero en el carro y después en la playa, no puedo decir que Nino Gramsci fuese un muchacho cerrado y hosco.  La compañía  le alegraba y en algunos momentos reía a carcajadas. (20)

Este recuerdo tiene Chicchinu Mameli, compañero en la escuela elemental:

Tenía el cuerpo que usted ya sabe y la deformidad le impedía participar en algunos de nuestros juegos. Los muchachos, ahora y siempre, luchan se desafían...Nino, lo más que podía hacer era contemplarlos. Por eso salía raramente con nosotros. En general, se quedaba en casa leyendo, dibujando, construyendo figuras de madera, jugando en el patio. O bien se iba a pasear por el campo. Lo veía a menudo con Mario (uno de sus hermanos).


En ese tiempo, Gramsci recuerda como tuvo identificaciones con la historieta de Robinson Crusoe, que leyó en casa de la señora Mazzacurati, y que ella le regaló después, cuando se fue del pueblo. Aquí está el vivo recuerdo de aquella lectura, del propio Nino:

No salía de casa sin llevar en el bolsillo granos de trigo y cerillas envueltas en trozos de tela encerada, por si iba a parar a una isla desierta y me veía abandonado a mis propias fuerzas. (21)

Gramsci deambulaba con el hermano o amigos entre el Valle del Tirso y la casa de la tía María Domenica Corrias, en Abbasanta, y este un aparte de su relato:

Una tarde de otoño, cuando ya había oscurecido pero la luna resplandecía, fui con otro chico amigo mío a un campo lleno de árboles frutales, de manzanos especialmente. Nos refugiamos del viento tras un matorral. Al cabo de un rato aparecieron los erizos:  eran cinco, dos grandes y tres pequeños. Se dirigieron en fila india hacia los manzanos, rondaron un poco por la hierba y se pusieron a trabajar; ayudándose con los morros y las patas, hacían rodar las manzanas que el viento había hecho caer de los árboles y las reunían en un claro, muy juntas...Cuando volvían a su madriguera, salimos de nuestro escondite, los metimos en un saco y nos los llevamos a casa. Yo me quedé con el padre y dos erizos pequeños y los tuve durante muchos meses en el patio, en libertad. (21)

Existe también el recuento de una visita al campo, donde vivía la tía María Domenica, y este es el recuerdo que registra también el libro de Fiori:

Con mis hermanos, fuimos un día al campo de una tía nuestra,donde había dos enormes encinas y dos árboles frutales; teníamos que recoger bellotas para dar de comer a un cerdo...Apenas entramos en el campo vimos que debajo de un árbol se había sentado tranquilamente una zorra grande, con su bella cola levantada como una bandera. No se asustó en absoluto; nos enseñó los dientes pero parecía reír y no amenazarnos. A nosotros nos encolerizaba mucho que la zorra no nos tuviese miedo; mas la verdad era que no lo tenía en absoluto. Le tiramos piedras, pero apenas se movía y seguía mirándonos como si se burlase de nosotros...De pronto se oyó un disparo de verdad, realizado por alguien de ahí cerca. La zorra pegó un salto y huyó rápidamente. (21)

En estos retazos de su memoria, escritos en sus cartas generalmente, Nino reconstruye episodios de su vida infantil y juvenil, y no pocas veces los emplea para comunicarse con Julia, la madre de sus dos hijos, alejados de él, viviendo en Moscú, y a veces se dirige en primera persona a ellos, tratando de motivar con sus palabras y su ejemplo la propia formación de estos, quienes viven lejos del padre y en un ambiente citadino, con la gran ventaja de tener una madre violinista, y culta, que les procuraba lo que estaba a su alcance para disipar en parte la ausencia de Nino.




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DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

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Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera