El ciclo electoral colombiano (III Parte)
LAS ELECCIONES Y EL VOTO EN BLANCO: HOY Y MAÑANA
Miguel Angel Herrera Zgaib.
“En las elecciones de hoy se presentan dos maneras de apoyar
a los grandes partidos…una manera es votar por ellos. La otra, votar en
blanco..sus resultados son lo contrario de lo que ofrece…Los diseñadores de la
mecánica electoral dispusieron que..se añadieran a la suma que fija el umbral
de acceso al Congreso… El harakiri perfecto, el suicidio romántico.” Daniel
Samper, ET, 10/03/14, p. 7.
“Mr. White, en definitiva, es un hombre (una mujer también) que cree que
en su país absolutamente nadie es apto para gobernar. Ni los peores, en lo que
tiene razón, pero tampoco los mejores. María I. Rueda, Moda o movimiento, ET,
10/03/14, p. 7.
Los editorialistas de El Tiempo no son los únicos inquietos por la
suerte del voto en blanco, pero sí es significativa su disposición a
descalificarlo. De modo increíble, ha hermanado a las dos orillas, Daniel
Samper, en abierto y coincidencial cambalache con María Isabel Rueda. Mientras que Daniel, el hermano de Ernesto en
franca rebeldía, anuncia que votará por el PDA: Jorge Enrique Robledo y Germán
Navas Talero, María Isabel canta su voto por Juan Mario Laserna y
Telésforo Pedraza, y no se restringe de sugerir, pero ella no lo hará, que la
gente votara en blanco en la elección al parlamento Andino.
En una historia incompleta de la trayectoria del voto en
blanco, María Isabel recuerda que la más baja votación en blanco se elecciones
presidenciales ocurrió con Andrés Pastrana,
el 4 por ciento, mayo de 1999. La más alta en mayo de 2002, 9 por ciento, con
Álvaro Uribe, y luego 5 por ciento en mayo de 2010.
María Isabel dice que ahora la tendencia que favorece a Mr.
White es de 25 por ciento, pero tal parece que no hubiera leído lo que registró
Datexco en su última encuesta que señaló 41, 5, una semana atrás. (ET,
02/03/14, p. 2). A la vez incurre en la
concluyente falacia, que quien vota en blanco cree que “nadie es apto para
gobernar”. Cuando en verdad, a lo sumo, lo que se puede inferir de quien lo
hace es que considera es que ninguno de los presentes en la elección es apto
para cogobernar en el precios caso de las elecciones a poder legislativo
nacional y regional, en el parlamento Andino, por menguadas que sean sus
competencias.
Quien vota en blanco todavía cree en el voto, en su sentido
pleno, y precave en su hacer la necesidad de utilizar la revocatoria después,
cuando existe, que en el caso colombiano no la tenemos ni para congresistas ni
para presidente. Lo cual es una falencia que hemos pagado caro hasta el día de
hoy. Que si la tiene Venezuela, y que la ejercitó, la primera vez, con el
presidente Chávez, que fue el animador entre otras de esta institución para
plasmarla en la Constitución Bolivariana de 1999.
Los argumentos que presenta Daniel Samper, en apariencia, son
menos deleznables. Puesto que el voto en blanco se suma para fijar el umbral, y
hoy pasó de 2 a 3 por ciento del total de los votos emitidos, en virtud de lo
que acordaron las mayorías en el Congreso cuando hicieron la reforma electoral,
el cálculo probable del umbral está entre 420.000 y 450.000 votos que los partidos
sin clientela visible resentirán más. Así
que según esto, en últimas, sería mejor que los que votan en blanco se
abstuvieran, para no renunciar a sus convicciones.
Yo diría que sería importante, puesto que en Colombia a la
abstención casi nunca se le quiebra el espinazo, es tiempo de pensar, y aplicar
de una vez por todas, extender el conteo válido de la abstención con los mismos
efectos que el voto en blanco, para develar el “oculto misterio” de la
democracia liberal. Y de contera hacer más onerosa la compra de votos, el
clientelismo abierto y encubierto. Al tiempo que se realiza la fantasía
novelesca plasmada por el premio Nobel, José Saramago, uno de estos domingos.
UNA SOLUCIÓN AL ENTUERTO
La tendencia registrada por los encuestadores nos indica que el voto en blanco para Congreso, era 19,2 por ciento, según Datexco. Parecería indicar una cualificación en los votantes, quienes, guardadas distancias y tiempos, en cambio, para las mismas fechas, anuncian una intención de voto en blanco de 41,5 por ciento, a menos de dos meses para la presidencial de 25 de mayo.
A hoy el voto en blanco
más que duplica la tendencia en
la elección para el Congreso. Lo cual, pienso, es inteligente en la medida que
en el legislativo se va a disputar la viabilidad de los Acuerdos de paz. Se
trata de enfrentar y derrotar con argumentos y votos a los anunciados bloqueos
del Partido de la guerra que tiene en el “Centro Democrático” a su principal adalid,
y a un aliado estratégico, el partido Conservador, que esta vez pesca por
separado, haciendo cálculos de autonomía, para jugar con “manos libres” un juego,
donde pareciera que el ganador presidencial será Juan Manuel Santos.
De otra parte, el voto en blanco para la elección
presidencial de mantener su incremento para el 25 de mayo, podría llegar a un
20 por ciento, en cuyo caso habrá una fuerza de reserva por fuera de la liza
electoral, que con sostén en los movimientos sociales, los partidos de
izquierda y con real vocación democrática le pondrían gente y programa a la
Constituyente Social, que saca a la gran mayoría de la sociedad civil que anima
el larvado proceso de revolución democrática de su condición de títere de la
guerra a lo que pacten los guerreros en La Habana.
Por eso, es muy importante que en la actual elección se vote
a la gente que tiene probaba vocación por la igualdad social, y que representa
directamente los intereses de los tratados desigualmente, los excluidos, los
oprimidos de Colombia, en su pluralidad, que requieren una sólida
representación en el Congreso. Estos aspirantes a ser congresistas hacen parte de un partido
transversal, el partido de la igualdad real, que no es lo mismo que la igualdad
ante la ley, sino más que eso: la lucha por hacer efectiva la igualdad de
condiciones para hacer efectivas las libertades, que no existen en el tercer
país más desigual de la tierra. Eso es
lo que dice el artículo 13 de la Constitución Nacional, pero ningún gobierno,
incluido el de Santos lo han intentado plasmar.
Por supuesto, este tendrá que ser un ejercicio constituyente,
sin lo cual no hay democracia, sino en el mejor de los casos remedos del
ejercicio liberal de la democracia que confunde derechos con trasformaciones
materiales que los hacen efectivos.
LA URGENCIA DE LA PAZ DEMOCRÁTICA
El presidente Juan Manuel Santos se ha jugado por la paz con condiciones, frente al programa social y
económico de los subalternos que en La Habana representan, o quieren
representar las Farc-Ep. Tales reivindicaciones, la transformación de la
estructura de la propiedad, la autonomía de las zonas de reserva campesina, una
reforma democrática de la educación superior, con autogobierno de sus
estamentos, educación pública gratuita a todos los niveles.
Igualmente, el servicio de salud para todos, con tratamiento
eficaz, no discriminatorio para los enfermos, con control democrático, directo
de sus ejecutorias, y no la sanguijuela de las EPS; el crédito bancario sin
usura son asuntos que implican transformar la estructura capitalista que tiene
Colombia, donde no es la eficiente gestión de los recursos, sino el ejercicio
depredador del capitalismo político que se apodera de los baldíos, de la
plusvalía y de los servicios públicos para lucrarse de su explotación sin el
menor de los escrúpulos.
Se trata, si hablamos de Constituyente Social, de colocar la
igualdad social como bandera, de desmercantilizar la vida, de avanzar en
medidas anticapitalistas viables sin medidas demagógicas. Se trata de decir la
verdad, situada, espacial y temporalmente, esto es ser revolucionario. Es el
modo de enfrentar a la guerra social con la revolución democrática que reclama
el concurso decisivo de todos los ciudadanos.
Es muy probable, que en Colombia el voto en blanco no derrote
a los candidatos presidenciales, pero si persuada a hacer una alianza
democrática y de izquierda para la presidencia, que vaya más allá de esta, y
que sea en plural capaz de construir un frente efectivo por la Constituyente
Social inmediatamente después del 9 de marzo, sin argucias.
Para enfrentar las tragedias de la representación política, y
pasar a la madurez que reclama la participación, que es ejercicio democrático
de pensar y actuar en consecuencia con el concurso de los muchos, sin ocultar
su condición plural, y sin aplastar su singularidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario