7 de enero de 2018

APUNTES SOBRE EL LIBRO DE RUBÉN JARAMILLO:
LA PRIMACÍA DE LA PRAXIS. 
ENSAYOS CRÍTICOS EN TORNO A MARX Y EL MARXISMO.

miguel angel herrera zgaib
Profesor asociado, ciencia política, unal
Director del Seminario Internacional Gramsci

En la colección Pensamiento Crítico, de Ediciones Veramar, al cuidado del poeta, experto en D. H., Héctor Peña Díaz, con la edición del maestro Juan Carlos García Lozano, continua circulando con gran interés y atentos y sesudos comentarios este libro compuesto de varios ensayos del filósofo crítico Rubén Jaramillo Vèlez. 

Fue el resultado de un trabajo de recopilación, selección y atenta revisión, adelantado a lo largo de dos años con la asistencia de un trío de jóvenes, Cristian, Juan David, y Martín,  orientados por el profe Juan Carlos, y Héctor, quienes se reunieron "religiosamente" hasta darle luz, de modo generoso, a este brillante parto decembrino. 

La presentación del libro

Fue el inolvidable colofón del XIII Seminario Internacional A. Gramsci, que se cumplió con un formato de conversatorio tejido a través de un elenco de preguntas que hilvanaron una suerte de columna vertebral que abre una de varias posibles avenidas para que cada curioso, ávido lector podría recorrer con grande provecho.

Conviene repetirlo, que esta publicación se ofreció, primero, a la Facultad de Ciencias Humanas, y, en particular, a la carrera de Filosofía, donde su director, luego de varios meses de silencio, desestimó su publicación.

Entonces la fundación SoloDemocracia se abocó a la exitosa tarea de financiar la publicación que contribuye a esclarecer la magra historia de las publicación que sobre Marx y el marxismo se han hecho en Colombia, a lo largo del último medio siglo.

El grupo Presidencialismo y participación acompañó este esfuerzo, y lo hizo parte de la interlocución que a propósito de Marx y con Marx viene adelantando desde el comienzo del año 2017, en el marco del proyecto del Seminario Internacional Gramsci.

Conviene recordarlo, para celebrar el 150 años de aparición del primer volumen de El Capital, y que continuará con el 200 aniversario del nacimiento del hijo de Trier y la causa del proletariado mundial. 



Entrando en materia

"Ser radical es tomar las cosas por la raíz...y para el hombre la raíz es el hombre"

Yendo al contenido del libro mismo, la presentación nos advierte que lo componen 11 ensayos, que tienen como primer ensayo, el que Rubén publicó en el Espectador, "En defensa de la libertad de prensa: Marx Periodista," para conmemorar los cien años de su muerte. 

El acto mismo de publicarlo fue un excelente contrapunto en una sociedad como la colombiana esperanzada, entonces, con los anuncios de una paz con la insurgencia subalterna. Tal y como la prometía Belisario Betancur, un outsider de pura apariencia.

Porque su paz se cerró con una doble tragedia política y humana, en 1985 con la toma y retoma del Palacio de Justicia, por una parte; y por la otra, con el asedio criminal al proyecto de la Unión Patriótica que había nacido con los auspicios de las Farc-ep, y un contingente de demócratas de diversa procedencia.

La presencia y el contexto de los escritos del joven Marx, documentados con profusión de datos y referencias a la Alemania que conoció Rubén en sus años de permanencia en Berlín.

Las referencias cruzadas que de Alemania hace a lo largo de este y otros ensayos, transforman de entrada cualquier lectura acartonada, vulgar, adocenada del marxismo, uno que se fue empobreciendo desde los tiempos de la circulación de los manuales, que empezaron con la égida de José Stalin.

Así que, el propio autor de los ensayos, en otros de los escritos del libro que comento, hace un ajuste de cuentas con la relación intelectual, y en particular, en el campo filosófico y epistemológico entre Federico Engels y Carlos Marx.

A propósito de una materia fundamental

 El denominado materialismo dialéctico, una expresión que no es de ninguno de los dos célebres amigos, pero la que sí hizo circular entre el gran público un breve ensayo del propio Stalin, titulado  Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico (1938).

Este breve ensayo fue leído y distribuido en Colombia en la escuelas de formación política, hegemonizadas por la Unión Soviética y sus publicistas, antes y después del XX Congreso del PCUS, cuando arrancó la campaña interna de denuncia y destape promovida por el secretario Nikita Kruschev, ante el Comité central, el 29 de febrero de 1956. Él,  lo sabemos, a los pocos años fue defenestrado por la nomenklatura.

Ahora bien, quien empleó la expresión materialismo dialéctico, por primera vez, fue Yuri Plekhanov, discípulo principal de Federico Engels, desde los tiempos de la II Internacional que éste comandó. Fue guiado para escoger tal denominación por un trabajo crítico de Engels, el Antidhüring, en el cual contribuyó Marx con algunas páginas.

Allí Engels comenzó a hablar de la dialéctica de la naturaleza, una expresión y una reflexión, que reclama y subraya también Rubén Jaramillo, no corresponde tampoco a la obra del joven Marx, y tampoco del maduro, como no lo señala de manera suficiente el epistemólogo marxista Louis Althusser.

Sin embargo, el trabajo de Stalin de nefasta vulgarización tenía el antecedente inmediato del ejercicio cumplido por Nicolás Bujarin, bolchevique notable, compañero de lucha de Lenin, Kamenev, Zinoviek, Trotsky. A la muerte de Lenin, él se convirtió en el escudero filosófico de Stalin durante los tiempos de agria y asesina disputa con la oposición de izquierda del bolchevismo.

Esta saga culminó trágicamente con el asesinato de Bujarin, luego de vivir una dantesca ordalía que incluyó su previa "confesión" en los llamados juicios de Moscú, teniendo como acusador al fiscal de opereta Vishinky. Sobre el particular escribieron varios disidentes, uno de ellos, Víctor Kravchenko, quien pasó sus últimos años en Bolivia, dando impulso a un proyecto comunal en los años 60.

Bujarin fue autor del Ensayo de Sociología Popular, que criticó con claridad Antonio Gramsci en las notas que sobre filosofía elaboró en sus célebres Cuadernos de la Cárcel, en su Introducción a la filosofía. y siguiendo la intervención de Bujarin en el congreso mundial de filosofía en Londres.

Pero, como bien lo recuerda Rubén Jaramillo, antes que Gramsci, Gyorg Lukács, y Karl Korsch habían sido críticos de tales desfiguraciones del legado filosófico de Marx en el campo del materialismo, alejadas del monismo filosófico materialista.

Ambos marxistas europeos tienen esclarecedores antecedentes en su lectura de las obras de juventud, en particular, de Carlos Marx la Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, de la que es bastante conocida la Introducción.

Más precisamente, los dos releyeron las Tesis acerca de Feuerbach, que Engels publicó como suplemento a su trabajo Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Al respecto, Jaramillo nos recuerda en su libro la serie de ensayos de Lukács, reunidos en Historia y Conciencia de Clase,  así como el trabajo de Korsch, Marxismo y Filosofía.

Fue importante la cercanía que ambos mantuvieron con el gran trabajo de recopilación y divulgación cumplido por David Riazanov y su equipo, en la serie de la MEGA, que publicó las obras de Marx y Engels, obra monumental que fue interrumpida por la destitución, y luego la eliminación de su director.

Naturaleza y Praxis

“El trabajo es en primer lugar un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo –intercambio orgánico- con la naturaleza.” Carlos Marx, El Capital.

                                  Rubén Jaramillo puntualiza que Jorge Plejanov fue más un discípulo de Federico Engels que de Marx, en particular, a través del quehacer teórico y práctico de la II Internacional. Pero esto no ocurrió en todos los casos. A manera de ejemplo relevante, el filósofo y pedagogo italiano Antonio Labriola, quien no solo disputó con el saber de Engels, sino que se mantuvo como un socialista independiente.

El proceso de la dialéctica no es algo que ocurre al interior de la naturaleza, así no lo entiende ni lo asume Marx, quien, en cambio habla, de stoffwechsel prozess, que corresponde a la expresión metabolismo. Así lo registra Jaramillo, que Wenceslao Roces traduce correctamente como un intercambio orgánico para tratar de “la transformación de la naturaleza para satisfacer las necesidades de los hombres.” (Ver La primacía de la praxis, p. 52)

A partir de lo dicho se distingue una dialéctica a través de la naturaleza de una dialéctica en o de la naturaleza, que son derivaciones del discurso engelsiano. El arranque de esta efectiva ruptura marxiana ocurre en su lectura del materialismo de Feuerbach, como se registra en sus tesis de 1845, y, en particular, en la primera de éstas:

“El defecto fundamental de todo el materialismo anterior, incluido el de Feuerbach, es que sólo concibe a las cosas, la realida, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, como praxis, no de un modo subjetivo.”

Más allá de la filosofía de la identidad

El camino seguido por el joven Marx, dice Jaramillo, citando a Horkheimer, supera la filosofía de la identidad de Hegel, esto es, la filosofía del espíritu absoluto. Porque la dialéctica marxiana es una dialéctica práxica, una “dialéctica a partir del intercambio con la naturaleza.” (p. 53)

La ruta seguida por Engels fue otra, tal y como quedó plasmado en el texto escrito contra el divulgador Eugen Dühring, quien ejercía la docencia en Berlín, y quien asimilaba el materialismo marxiano con una forma de positivismo que acompañaba el vigoroso despertar de las ciencias naturales durante el siglo XIX.

Engels fue presa también del positivismo, a pesar de su intento crítico filosófico contra Dühring, donde hubo una brevísima colaboración de Marx, aún no suficientemente acotada.

Al contrario, los discípulos rusos de Engels difundieron con Plejanov a la cabeza, la noción de materialismo dialéctico, quien lo hizo parte de su “concepción monista de la historia”.

Esta marcha va en contravía de lo que Marx establece en El Capital, y en las Tesis sobre Feuerbach. En el primero libro Marx establece que “…El hombre se enfrenta a la materia misma como un poder natural, pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza, bajo una forma útil para su propia vida.” (Marx, El Capital, Volumen I)

Jaramillo destaca también que sin leer el Capital, de haberse conocido el trabajo de Los manuscritos de 1844, que sólo se recuperaron en la edición MEGA dirigida por Riazánov, aparecidos en 1932, la propuesta del materialismo dialéctico no hubiera prosperado. Esta la cita de prueba directa:

“Pero el hombre no sólo es un ser natural, sino un ser natural humano, puesto que existe para sí mismo, y por tanto a nivel de especie tiene que confirmarse por su propia acción, tanto en su ser como en su saber.”

En este escrito de 1844, la praxis aparece formulada en términos de acción humana transformadora. Al respecto, Jaramillo anota, que está aún presente, también, la influencia del Hegel de la Fenomenología del Espíritu, en particular, el famoso  capítulo IV.  Pero conviene precisarlo,  se trata del lado activo del idealismo, tal como lo expresará luego Marx, de manera más directa, en su crítica contenida en las Tesis sobre Feuerbach.

Pero Jaramillo quiere hurgar más atrás en la obra de Hegel, en procura de la praxis; pero, que en todo caso, es, insisto, la praxis idealista, como aparece expresada en la Lógica real de Jena. Para citar a Hegel, el filósofo colombiano acude allí a un trabajo de Habermas, el más célebre discípulo  vivo de la escuela de Frankfurt.

Habermas desarrolla este planteamiento en su ensayo Trabajo e interacción, donde él enuncia la tríada hegeliana de trabajo-lenguaje-familia. Será él, y no solamente Hegel, quien no prosigue la senda del materialismo, que, en cambio, si hará el Marx del materialismo activo, cuando rompe con el materialismo contemplativo de Ludwig Feuerbach durante los años 1845/1846.

Habermas, lo hará más explícito en su madurez teórica, cuando propone La reconstrucción del materialismo histórico (1976), que es antesala de su Teoría de la Acción Comunicativa (1981). Él revisará el legado marxiano, separando teoría y práctica, valiéndose para esta operación, epistemológica y política a la vez, de la normatividad del lenguaje para luego proponer la lógica del mejor argumento.

Pero, Jaramillo reconoce, que antes de Habermas, en la disputa en torno a la dialéctica y sus alcances, estuvo el trabajo del fenomenólogo Maurice Merlau Ponty, una perspectiva plasmada en su ensayo Marxismo y filosofía (1956), que coincidió con la invasión soviética de Hungría; y que él incluyó después en su libro Sens et non sens (1965).

Jaramillo Vélez incorpora su traducción del filósofo francés:

“Si la naturaleza es la naturaleza, es decir, exterior a nosotros y a ella misma, no se pueden encontrar ni las relaciones ni la calidad que son necesarias para fundamentar una dialéctica.”

Merlau Ponty, interlocutor de Jean Paul Sartre en Temps Modernes,  precisa su argumento del siguiente modo: “Si ella (la naturaleza) es dialéctica, es porque se trata de esta naturaleza percibida por el hombre e inseparable de la acción humana de la cual Marx habla en las Tesis sobre Feuerbach y en la Ideología Alemana” (p. 55)

La cita de la Ideología Alemana es rotunda, a propósito de la pretendida dialéctica de o en la naturaleza que no es una posición filosófica de Marx:
“Esta actividad, esta acción y este trabajo sensibles continuos, esta producción, constituyen el fundamento de todo el mundo sensible tal y como él existe actualmente.” (p. 56)

Rubén Jaramillo cierra el planteamiento citando al Marx de 1846:  “el mercado mundial ya había incorporado los cinco continentes de la tierra a las operaciones mercantiles y bursátiles de los grandes centros metropolitanos, y si aparecía una isla por causa de un movimiento telúrico esa isla bien pronto era incorporada a una dimensión de la praxis humana.” (p. 56)

La interlocución con Habermas

 Para Habermas, trabajo y lenguaje son más antiguos que el hombre y la sociedad. Al historizarlos, uno y otra, él recuerda, apelando a la antropología, que el trabajo, - pensando en Engels de paso -, distingue a los homínidos de los primates en el proceso de la evolución que  propuso en El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

Pero, según Habermas trabajo y trabajo social corresponden a escalas diferentes de la evolución de la especie, porque éste, el trabajo social, implica interacción, esto es, en últimas, comunicación que es el objeto de su principal aporte teórico crítico.

Habermas no tiene clara la relevancia de la subjetividad en Marx. Dándole más importancia al legado engelsiano de la segunda internacional en el rumbo de la socialdemocracia. Porque, en efecto, Marx es un moderno. Así lo entiende y divulga, singularmente, otro marxista heterodoxo, Marshall Berman.

Sobre el particular, aunque Jaramillo Vélez fue uno de los mejores conocedores en Colombia de la escuela de Frankfurt, destaca, por contraste con la revisión propuesta y defendida por Habermas, que “la noción marxiana de praxis es heredera de la problemática de la subjetividad y de la historia de la subjetividad. Por ello supera Marx el naturalismo ingenuo de Feuerbach…” (p. 58)

Sin embargo, Jaramillo vuelve a la genealogía de la propia obra de Habermas y su singular interlocución con Marx, a través del libro Conocimiento e interés (1967), anterior a la Reconstrucción, diciendo: “Al idealismo objetivo, que quiere explicar el ser en sí de la naturaleza como un presupuesto del espíritu absoluto, que no ha sido captado como tal como el espíritu subjetivo, Marx no se limita a contraponer un materialismo vulgar.” ( p. 60)

Aquí, Habermas se aproxima al punto de quiebre con el asunto del idealismo objetivo de Hegel: “El espíritu para nosotros como presuposición propia a la naturaleza de la cual es la verdad y por lo tanto lo primero absoluto. En esta verdad la naturaleza ha desaparecido…”

Enseguida, Jaramillo, cita a Habermas sobre el planteamiento materialista de Marx: “la naturaleza es frente al espíritu lo absoluto primero”. Porque el hombre es un ser de necesidades.”” (p. 60)
Por esa vía se reivindica también a Feuerbach, quien postula al hombre como un ser de necesidades, reivindica el lugar de las pasiones, la condición finita del ser humano, poniendo así, en crisis, la denominada filosofía de la identidad de G.W. Hegel.

Entre el pensamiento crítico y la ruptura

“Sin embargo, la primera tesis contra Feuerbach va ya mucho más allá. Cuando Marx habla del hombre como un ente objetivo no lo hace en sentido antropológico sino gnoseológico.” Jürgen Habermas.

Habermas, en todo caso, en la lectura del joven Marx y su disputa con Hegel, señala en su trabajo ya citado, esto es,  al libro Conocimiento e interés: “De todas formas Marx,  en un primer momento, parece limitarse sólo a renovar el naturalismo de la antropología de Feuerbach.”

Jaramillo Vélez polemiza con tal “parecer”, que se enreda en la definición de qué es lo objetivo. Para Marx, en cambio, objetivo lo es en el sentido del atributo de objetivar, de proyectar.

El colombiano  lo relaciona con las expresiones alemanas gegenständliche y gegenstand para designar objetual y objecto, que son el producto del trabajo social, y no del trabajo asumido de modo general. Él toma distancia también de aquel Habermas y su comprensión de Marx, cuando reduce el enfoque marxiano a lo gnoseológico, porque el sentido es también antropológico, “porque la tesis también alberga un sentido antropológico.” (p. 63)

Sin embargo, en este esclarecedor recorrido, pienso que Jaramillo Vélez cae de nuevo en la tentación absoluta de la influencia de la Fenomenología del Espíritu, para el pensamiento de Marx que no ha producido todavía una ruptura. citándolo:

 “… a través del trabajo llega el ser para sí a sí mismo”. (61) Él nos precisa que el hombre tiene atributos corporales, materiales, que se expresan en una actividad objetiva pero “ inespecífica”.

Jaramillo Vélez vuelve a Habermas y su lectura de Marx:
“(El hombre) sólo puede exteriorizar su vida en los objetos reales-sensibles, sigue Marx encerrado en el círculo  de las representaciones naturalistas.” (p. 62)

Hasta que Habermas llega a las tesis de Marx “contra” Feuerbach, donde aquel reconoce que se produce un avance que va más allá de la crítica de Hegel, y de sus propias representaciones naturalistas. Este momento, en mi comprensión, marca la emergencia explícita de la ruptura con Hegel, y con todo el materialismo anterior, el materialismo burgués de carácter contemplativo:
“la parte activa que el idealismo había desarrollado en oposición al materialismo tiene que ser comprendida materialisticamente.” (p. 63)

Al respecto, Jaramillo Vélez, precisa lo que implica tal afirmación marxiana:

“Pero la parte activa comprendida de una manera materialista es la praxis, es la actividad transformadora de la naturaleza, para satisfacer las necesidades humanas: sin la praxis no se hubiera producido el hombre mismo.” (p. 63)

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VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera