19 de noviembre de 2015


EL DERRAPE DE FRANCIA

Y LA GLOBALIZACIÓN DE LA DOCTRINA ÑUNGO.

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
Grupo Presidencialismo y participación


"...el acceso al saber se paga entonces con la falta de goce-, el goce en su estupidez, sólo es posible con base en un cierto no conocimiento, una ignorancia." Slavoj Zizek, en El sublime objeto de la ideología, p. 103.

El ataque yihadista de militantes de ISIS destapa la oscuridad del nazismo, y el fascismo social en la Francia heredera del autoritarismo de la V República bajo los cuidados del general De Gaulle. Parece que se ha olvidado el fracaso en Indochina, en Argelia, y en otras excolonias francesas, ahora que se quieren repetir aumentados, a escala global, los errores de un pasado sangriento.

Es tremenda la bancarrota política y humana del gris presidente François Hollande, un socialista que viene a reemplazar, a su modo, el régimen de Vichy, bajo la idea de la discriminación y la penalización de la minoría islámica de millones que alberga en su territorio, y de modo particular, en la ciudad de París.

La vuelta a los campos de concentración, para "imponer" la libertad, es el peor de los síntomas de la enfermedad francesa extendiéndose por el mundo. El presidente de Francia se le ha llenado la boca, proclamando, con La Marsellesa incluida, la guerra contra ISIS como pretexto para conculcar las libertades en su propio patio para castigar a los criminales en fuga, de los cuales, uno se dice, ya fue abatido a punta de bombazos, y el otro sigue fugado.

Pero, con la referencia a los jóvenes franceses, para hacer una caracterización del París en cólera, se olvida la triste dirigencia francesa de la gran artista, Edith Piaf, su conmovedor canto a la libertad, que no puede estar despojado de la igualdad, para disponer en su lugar del choque civilizatorio, al modo como lo entendió y lo promovió el politólogo neocon, Samuel P. Huntington, uno de los animadores de la guerra de Vietnam, que ahora parecer orientar el errático actuar del desconcertado Hollande, quien replica al atolondrado Bush, después de los atentados del 11 de septiembre.

Es "bueno" hacer la guerra desde submarinos, portaviones, drones y demás, por interpuesta persona, para que otros seres, de carne y hueso, mueran sin que la propia población sufra las calamidades de la muerte en el propio pellejo. Porque muchos se muestran partidarios de palabra de la "fiesta de la guerra", sin que sean incluidos en la masacre, en el desastre, en la batalla, ellos mismos como combatientes de su causa. Los campeones de la guerra no van a hacerla, cómo si ocurría en la Grecia antigua, que se atrevió a practicar la democracia, aunque en forma exclusiva y excluyente.

En el frente de guerra no estarán, por supuesto, Hollande, Valls, Putin, Obama, Uribe Vélez, María Fernanda Cabal, Mariano Rajoy, y muchos de los cruzados de la guerra contra el terrorismo global, implementando el terror de estado, sin límites, que ahora alcanza a otra excolonia, Mali, afectada por una nueva acción yihadista.

Ahora multiplicando los Guantánamos, en el propio territorio de Francia, se pretende acabar de un plumazo con "la presunción de inocencia" que el liberalismo del siglo XVIII, en el trabajo de Beccaria, se convirtió en cortapisas, en talanquera de la tristemente célebre doctrina "Ñungo". Mediante el establecimiento del estado de excepción por tres meses, votado por la asamblea francesa alborozada, en medio de una inocultable, repetida estupidez humana.

Es decir, que todos son presuntamente culpables, mientras estos no demuestren lo contrario, reina soberana en la patria de los derechos del hombre y del ciudadano, que vuelven a tener su Thermidor. La Francia republicana se hunde, en el marasmo de un socialismo autoritario, que ya no fue capaz siquiera de distinguirse del fascismo social, del que trató Boaventura de Souza Santos, en El caleidoscopio de las justicias, sino que lo practica, dándole la razón, entre otros a las advertencias y denuncias hechas por Deleuze y Guattari, a 25 años de la muerte del primero de estos filósofos radicales, a quien no le tocó volver a sufrir semejante locura desatada por el terror, el pánico y la vendetta.

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DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

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