23 de septiembre de 2014


¿LA PAZ, UN PROYECTO NACIONAL POPULAR VIABLE? PARTE IV.


                                                            La fuerza potencial de un proyecto nacional popular, al inicio, está en el devenir de la UP como animador plural de la Marcha Patriótica, de una parte; y de otra, la necesaria interlocución con el Congreso de los Pueblos, que requiere, en la dinámica de realinderarse los grupos subalternos, de la concreción de un verdadero partido social agrario, capaz de quebrarle el espinazo al bloque reaccionario q  ue controla el campo; y de  conectar a la insurgencia subalterna con las bases campesinas que resisten el despojo de los proyectos agro-industriales,  y minero-extractivos, de un lado.  

De otro lado, es urgente que se zanjen las diferencias en la cúpula del movimiento agrario, porque entienden, dirigencia y bases, en su diversidad, la importancia de  zonas de reservas campesina auto-gestionadas, para darle base sólida en el campo a la Constituyente Subalterna, y peso a la negociación de la paz que se pacte con las dos principales expresiones de la insurgencia armada, mediada por el tercer actor, las víctimas como fiel activa en la balanza de poder.

 En simultánea, es necesario entender e incorporar la fuerza tanto disruptiva como propositiva del movimiento de reforma democrática y autogestionaria de la educación pública que reapareció en el 2011, luego de 40 años de retrocesos y recuperaciones. Cuya presencia es central como catalizador de las dinámicas urbanas de resistencia y redistribución de la renta diferencial, y de los espacios habitables y  en contravía tanto de la segregación como de la gentrificación de los territorios en la periferia de las grandes y medianas capitales.

Campesinos  y sector educativo movilizados hacen posible que se fortalezca la unidad de los teatros del quehacer político urbano y rural, en demanda de una escuela nacional, financiada públicamente a todos los niveles, laica y única en calidad y administración.

Se requiere que las simpatías políticas y sociales en el campo, dinamicen los consensos básicos, traduzcan bien el sentido común y el buen sentido acumulado en la abigarrada experiencia de sus luchas, en procura de un consenso activo para el proyecto de un bloque histórico alternativo, que pare el proyecto reaccionario, molar de la para-república que se viene afianzando desde los dos periodos de la seguridad democrática, con la postergación  de la promesa utópica de obtener la igualdad real y efectiva por la vía estatal.

La construcción del bloque alternativo de los grupos y clases subalternas requerirá la articulación del partido de la reforma radical, y la organización de un partido agrario como tendencia plural de necesaria base campesina y población pobre desplazada del campo y proletariado agrícola, donde los raspachines y  los obreros enganchados en los mega-proyecto agro-mineros son fuerzas fundamentales.

Tal es el escenario fijado, las condiciones para la disputa de la hegemonía sobre, o con los grupos y clases subalternas, después del fracaso de la iniciativa de la paz en San Vicente del Caguán, que obró como cabeza de puente de la zona de distensión, antes y después del recrudecimiento de la guerra contra la insurgencia subalterna.

Contra ella se desplegó la estrategia contra-insurgente de copamiento de la sociedad civil, en sus expresiones regionales, semi-rurales y rurales, por lo que se aislaron sus unidades de combate, y los cuadros de los espacios urbanos decisorios.

Tal fue el propósito que animó y perfeccionó la gestión del presidente Álvaro Uribe Vélez, líder visible de la alianza terrateniente-capitalista financiera con el apoyo del ejército blanco de las Auc en la disputa por el control territorial y la renta agraria. Bajo el doble patrocinio económico y político,  buscó imponer la legitimidad de su comando en el bloque dominante.

A través de los ejercicios proto-fascistas de tierra arrasada y desplazamiento en cabeza de las organizaciones para-militares, que buscó legalizar por todos los medios, una vez confederadas en las Auc, se implementó el Pacto de Santafé de Ralito, con una faceta  encubierta, refundar a Colombia, y la otra al descubierto que sancionó y constitucionalizó en la Ley de Justicia y Paz, con la complicidad de las ramas del poder público al servicio del régimen para-presidencial en función contra-insurgente.

Tal es el contenido de clase, social y político, de la que fuera la propuesta de paz reaccionaria. La versión de Pax Romana, plasmada en la fórmula de “justicia y paz” que impuso y aplicó la administración de Álvaro Uribe, y que incluyó el ostracismo para los principales jefes paramilitares extraditados a las cárceles estadounidenses.

En sí misma, esta paz de vencedores se trasuntó en el intento parcialmente exitoso de institucionalizar, juridicizar si no la hegemonía, cuando menos, la legitimidad del  orden marcial bajo el  imaginario de la seguridad pseudo-democrática.  Al servicio del proyecto político reaccionario llamado Estado comunitario, que, sin embargo, no logró imponerse a la resistencia desplegada por las insurgencias subalternas, que se retiró a la  retaguardia para protegerse de los bombardeos inteligentes, no tripulados y los tripulados acompañados por la incursión de comandos especiales en sus zonas de influencia y repliegue táctico.

Esta fórmula de paz reaccionaria fue la traducción casi inmediata, posible de la derrota política infringida a las Farc-ep, en San Vicente del Caguán. Toda vez que su dirección había equivocado el momento de la lucha estratégica, en concreto, el modo de conducir, traduciéndola en sus exactos términos una acción político-militar  de alternativa hegemónica que alinderara y auto-organizara la voluntad popular dispuesta a las reformas radicales en el espíritu del constituyente social de 1991.

En términos de disputa por la hegemonía  se requería de orientar e incorporar activamente a la sociedad civil de abajo que se había dado cita,[25] molecularmente. En cambio, se ofreció a las multitudes el espectáculo disgregado, fragmentado de la “peregrinación” de San Vicente del Caguán Era una suerte de precipitado “caosmótico”,[26] que requería una perspectiva y un hacer incluyente sin renunciar a la pluralidad de singularidades.[27]

A cambio, entre bambalinas, se les ofrecía la promesa de un movimiento bolivariano orientado por la organización del partido comunista clandestino que no cuajó. Pero, sí permitió pasar a otra fase, y otra comprensión del sentido de la lucha de los subalternos por la autonomía, luego de una década de revisiones tácticas y correcciones estratégicas para librar la guerra de posiciones por la democracia.

Ante el fracaso de la fracción uribista que estuvo al comando del bloque dominante, que quería transitar de una legitimidad precaria,  a una hegemonía por la via de la cooptación y la rendición militar de los insurgentes, hubo un cambio de estrategia que provino del mismo interior del régimen en cuestión.

La nueva estrategia la diseñó el ministro de defensa, Juan Manuel Santos, quien logró el beneplácito de la jerarquía político-militar del aliado estadounidense. Luego se dispuso a obtener el control de la mayoría dentro del Partido de la Unidad Social, contando con la reserva del presidente  Uribe, quien prefería a Andrés Felipe Arias como su heredero político.

Pero, esta sucesión se hundió, de manera impensada, en la consulta conservadora, ante Noemí Sanín. Está ganó la mayoría en el interés de posicionar al partido Conservador, frente al establecimiento estadounidense que censuraba la práctica parapolítica cada vez más, minoritario en votos desde la elección presidencial de 1946. Lo cual ha hecho hábil y calculador al Conservatismo en la alianza con las fracciones liberales más opcionadas para triunfar.

La nueva fracción que escoge al candidato Juan Manuel Santos, de una parte, expurga al partido de la U, de las fuerzas más leales al uribismo, de una parte; y de otra hace acercamientos con el Liberalismo en la oposición, Cambio Radical, y la bancada congresional del Conservatismo, para después de la primera vuelta.

En el ínterin empiezan las aproximaciones para las negociaciones de paz con las Farc-ep, que tienen a Venezuela como un lugar de encuentros preliminares que tienen la aceptación y el compromiso directo de Alfonso Cano, y del secretariado. Cuando el presidente se posesiona en el año 2010, anuncia en público que algo está cocinándose en materia de paz. Y pronto, antes y después del asesinato de Cano, se perfila el tinglado que de inicio al  cuarto intento de negociación de la paz con las Farc-Ep.

Así se concibe el modelo contractual de la Paz Neoliberal, apoyado en la consejería del experto Sergio Jaramillo, que la piensa bajo el esquema de la transición política; y cuyo trasunto programático es un refrito del programa de la tercera vía, que incluye una cuota garantizada de participación política  de la guerrilla en los escenarios electorales que le son afines por historia de luchas y arraigo, pero que no está aún clara del todo.  Esta es una paz que también se sigue adelantando en medio de las hostilidades, aunque las Farc-ep insisten hasta hoy en el cese bilateral del fuego.

Por lo pronto, ha habido un cambio en el modelo contractual, por la presencia de una tercería poco deseada, la de la sociedad civil de los de abajo, las víctimas que han conquistado un lugar de presencia, presión y denuncia a lo largo del año 2014, en el tránsito a la segunda presidencia de Santos. También se incorporó  a un cuerpo de expertos militares, con la coordinación del general Flórez, un "tropero" probado en los combates con la guerrilla, para que supervisen la eventual dejación de armas.

Además, se constituyó una suerte de comisión paritaria para establecer la verdad histórica del conflicto armado, que otros denominan guerra civil de baja intensidad, para lo cual tienen un plazo máximo de cuatro meses.  La segunda delegación de víctimas, intentó ante los antagonistas en que haya a la mayor brevedad un cese bilateral del fuego.

El gobierno Santos ha respondido con evasivas, y amenazas para que no se prolonguen las incursiones letales de las Farc-ep sobre contingentes policiales y militares, con daños colaterales irreparables en vidas civiles. Él mismo ha dicho amenaza con un eventual retiro de la mesa de La Habana, mientras todas estas escaramuzas guerreras  sirven al partido de la guerra para que pone término a la negociación, o condicione el quehacer militar de la fuerza insurgente que negocia.  

Los nuevos actores y situaciones propician una tercera modalidad de paz, que no se reduce  al acto de consagrar con su aceptación vía refrendo, lo que otros los rivales en el campo de batalla, y adversarios en la mesa de negociación, acuerden por fin. Este real punto de fuga de los “sin parte”.

Así se abre otra modalidad de paz, que llamamos democrática y que sigue para su realización de la implementación de una Constituyente animada por los grupos y clases subalternas en condiciones de igual participación decisoria. Tal iniciativa prosperará solo en la medida que la relación de fuerzas le sea favorable al campo subalterno, y en parte, en razón del deterioro de las condiciones económicas del país.

Colombia ya acusa en sus exportaciones el deterioro del modelo minero-energético, así como la inminencia de la enfermedad holandesa, que tiene bajo cuidados intensivos y alarmados a sus compañeros de ruta y vecindario en Suramérica, Chile y Perú; y antes al mismo Brasil, que siguió una trayectoria diferente, con su programa de hambre cero, pero que ahora, en tiempo de vacas flacas, con Dilma Roussef como conductora, cada vez más convergente con la receta neoliberal con rostro humano, y está más cerca de perder la contienda por su reelección.

Con relativa independencia de lo que ocurra en el vecindario suramericano, el debate que acaba de escenificarse en el Congreso aproxima útiles reflexiones en torno a las tres paces en enconada disputa. La tercera, la más cercana a los intereses estratégicos de los subalternos, y a la Constituyente, se hizo notar en el enjuiciamiento a la paz Romana, montada sobre la impunidad paramilitar y el gobierno para-política, pero, no fue igualmente clara en su deslinde con la otra, la paz neo-liberal montada sobre el caballo fatigado de la prosperidad al debe.

Es, a no dudarlo,  la potencia movilizada de los grupos y clases subalternos la que imprimirá identidad e integridad a la búsqueda de la paz democrática, en la medida en que sus espacios autonómicos en la ciudad y en el campo proliferen y se consoliden con claras reglas de juego democrático y con un deslinde programático que posibilite acuerdos estratégicos de las formas organizativas urbanas, para que ambas levanten unas efectivas acciones que le cambien el perfil a la nación, y la refunden desde abajo, con un ejercicio constituyente inédito en la historia republicana.


UN COLOFÓN SIGNIFICATIVO

Para lo cual se requiere una nueva escuela en función pedagógica y política de trabajar por lo común y para lo común.  En procura de esta acción plural, autónoma se reclama con urgencia manifiesta una nueva hegemonía cultural, que a su vez exige un pensamiento de ruptura apto para transformar la visión de la sociedad tradicional, y la performance de cultura política que la reproduce. 

Por lo que, un primer encuentro inmediato es con las pretensiones de la contra-reforma neoliberal en materia de educación pública a todos los niveles, que lidera Gina Parody, la ministra de educación, que antes tuvo a su cargo la reforma del Sena, para ponerlo en concordancia relativa con las exigencias de la maquila glocal. Conviene así discutir que tan viable es un proyecto alternativo que impulse la escuela nacionalizada, laica y única por segunda vez, en Colombia.


[1] Profesor asociado, ex director departamento de Ciencia Política y Unijus, Universidad Nacional de Colombia. Catedrático Maestría Estudios Políticos, U. Javeriana. Director del Grupo Presidencialismo y Participación, y Coordinador del IX Seminario Internacional Antonio Gramsci,  6, 9  y  28 de octubre 2014. Email: presid.y.partic@gmail.com.
[2] En  Democracia y sociedad civil, el estudioso inglés John Keane denomina  Estado de seguridad a la forma política, que hace posible el uso discrecional de la soberanía, propuesta por  Thomas Hobbes, sin ninguna cortapisa, que no sea la defensa sacrosanta de la propiedad privada, azotada por las guerras civiles que padeció Inglaterra a lo largo del siglo XVII.
[3] Un plan que ha cambiado de piel muchas veces. Es un verdadero camaleón estratégico orientado a  continuar con nuevos medios militares y políticos al Plan Lazo, a cargo del General Alberto Ruiz Novoa, para  combatir y someter a la insurgencia subalterna.
[4] Para el tiempo en que se lanzó  el Plan Colombia, el periódico y la editorial Desde Abajo publicó dossiers develando el carácter de dicho Plan, como una fórmula contra-insurgente, que pretextaba  ser  un ayuda al desarrollo de las deprimidas masas rurales de Colombia, ayunas de una reforma agraria democrática,  y en cambio, sujetas a una brutal concentración de la tierra por la vía de bandas paramilitares asociadas con los terratenientes y sus representaciones políticas regionales y nacionales.
[5] AYALA DIAGO, César Augusto (2013). Democracia bendita seas…Gilberto Alzate Avendaño, liberado. 1950-1960. Fundación Gilberto Alzate Avendaño/ Universidad Nacional . Bogotá. Es el tercer volumen de una trilogía que cubre los años 1910 a 1960 en la vida política del dirigente conservador, un contemporáneo de Jorge Eliécer Gaitán.
[6] Ver lo escrito por el hijo de Gilberto, Gilberto Alzate Ronga, en  “Rompiendo Paradigmas” que obra como parte del volumen III escrito por el historiador Ayala Diego.
[7] Op. cit., p. 31.
[8] El historiador Ayala Diago califica a esta confrontación  entre los dos partidos, utilizando todas las formas de lucha conocidas, una guerra civil no declarada, a lo que la historiografía oficializada denomina de modo corriente “la violencia partidista”.
[9] Herrera Zgaib, Miguel Angel  et al (2007). El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia. Unijus/Universidad Nacional de Colombia.  Facultad de Derecho y Ciencia Política. Bogotá.
[10] De tal proceder es ejemplar, el estilo pugnaz de José Obdulio Gaviria, y ahora de la senadora Paloma Valencia, quien en el pasado debate, incluso, equiparó al  senador Uribe Vélez con Simón Bolívar, aunque equivocara  el nombre, cuando aludió a la oposición de Francisco de Paula Santander contra Antonio Nariño.
[11] En “Análisis de situaciones. Relaciones de Fuerzas”, Escritos Políticos (1917-1933). Cuaderno 54, Pasado y Presente, 2a edición (1981),  Gramsci subraya que “Los fenómenos orgánicos producen una crítica histórico-social que afecta a las grande agrupaciones, más allá de las personas inmediatamente responsables y más allá del personal dirigente. Al estudiar un período histórico se presente la gran importancia de esta distinción. Se tiene, p.e., una crisis que a veces se prolonga durante decenios. Esa excepcional duración significa que se han revelado en la estructura contradicciones insanables (las cuales han llegado a madurar) , y que las fuerzas políticas que actúan positivamente para la conservación y defensa de la estructura misma se esfuerzan por sanarlas y superarlas dentro de ciertos límites.” Ver pp: 343-44
[12] FALS BORDA, Orlando (1968). La subversión en Colombia: el cambio social en la historia.  Existe una cuarta edición realizada por el Centro de Pensamiento Alternativo (2008). Bogotá, que incluye una presentación de su discípulo,  Miguel Borja, profesor investigador del IEPRI, la Universidad Nacional y la ESAP.
[13] Camilo Torres  le respondió solicitándole el retiro de su sacerdocio en una carta de 1965, que empieza así: “Me permito solicitar a su Eminencia realice los trámites canónicos necesarios para que yo sea reducido al estado laical.” Copia de esta carta se conserva en el Archivo Chile del Centro de Estudios Miguel Enríquez, CEME. Web Productions 2003-2006.
[14] Es el proceso y el acto contrario a la policía, expresión que proviene del griego “politeia”.
[15] Ver el ensayo  Capitalismo, socialismo y democracia (1942) que  expone la definición elitista de la democracia, acuñada por el analista económico, y sociólogo de la política, el checo Joseph Schumpeter, profesor de la Universidad de Harvard, 1932-1950. En su célebre ensayo  compara  el socialismo y el  capitalismo con la democracia, para darle razón al gobierno político liberal.  Esta concepción es fundamentada  luego  en el trabajo del politólogo estadounidense Anthony Downs, autor de la Teoría económica de la acción política en una democracia, quien hace una teoría empírica de la democracia liberal basado en  la elección racional, de la que es uno de sus precursores más notables, y en la que aplica los fundamentos conductistas de la teoría económica.
[16][16] DUGAS, John (1993). La constitución de 1991: ¿Un pacto político viable? Departamento de Ciencia Política. Universidad de los Andes. Bogotá.
[17] MEJÍA QUINTANA, Oscar et al (2008). Estatuto epistemológico de la cultura política. UNIJUS/UNAL. Bogotá, p.67
[18] Dirigida por el después inmolado Álvaro Gómez Hurtado, a las puertas de la U. Sergio Arboleda, en Bogotá.
[19] Op. cit., p. 67.
[20] Op. cit., p. 68.
[21] Leer al respecto  el libro de Andrew Ross Sorkin, Too Big to Fail (2009),  publicado por Viking Press, del cual existe una versión filmada para HBO, estrenada en 2011. Sorkin es periodista especialista en asuntos financieros del New York Times.
[22] Ver  el texto del Acuerdo de San Francisco de la Sombra “para concretar y consolidar el proceso de paz”, en: BBCMUndo.com, domingo 13 de enero de 2002.
[23] La fuente es la información consignada en el diario El Tiempo, ET,  11/03/14. Bogotá, p. 5.
[24] HERRERA ZGAIB, Miguel Angel et al. El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia.  UNIJUS/UNAL. Bogotá, noviembre  de 2007.
[25] Expresión acuñada por el sociólogo y teólogo belga François Houtarte, quien orienta la actividad investigativa en el Centro  de investigación  CETRI basado en Bruselas.
[26] La expresión caósmosis proviene del discurso de Felix Guattari, en su conversación con Gilles Deleuze, cuando piensan las realidades de la micropolítica y los micropoderes, en  tanto proponen una alternativa  práctico discursiva del encuentro entre los discursos de la cultura cívica estadounidense, y las lecturas del biopoder y la biopolítica.

Recuperando las propuestas de Michel Foucault, que develan las relaciones de poder  cristalizadas en el enfoque sistémico de la política, tanto en la versión estructural funcional de Talcott Parsons,  como en la funcional de  Niklas Luhmann, su discípulo tardo-capitalista.
[27] GUATTARI, Felix (2007). Caosmosis. Editorial Manantial. Buenos Aires

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