ANTONIO GARCÍA NOSSA,
HARDT Y NEGRI:
TRES PERSPECTIVAS PARA
LA RUPTURA DEMOCRÁTICA[1]
GIOVANNI MORA
Los actuales momentos exigen una mirada a aquellos autores
que plantean y señalan los problemas de la democracia en Occidente, así como las
dificultades de realizar un proceso democrático en Colombia.
Para empezar, la crisis de la democracia representativa y su
consecuente matriz liberal es uno de los problemas que en diferentes momentos han
señalado estudiosos colombianos como es el caso de Antonio García Nossa en su
clásico libro “la dialéctica de la democracia”, y autores más contemporáneos
como Michel Hardt Antonio Negri en su
libro “Multitud”, el segundo volumen de
la serie “Imperio.”
La presente ponencia buscará resaltar aquellos puntos de
ruptura que proponen los autores ya citados y su particular interpretación de
la democracia que dista de ser la misma que desarrolla la concepción liberal
que pone su acento principal en la democracia representativa.
ANTONIO GARCÍA: PIONERO
DE LA RUPTURA CON LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Desde la perspectiva del autor, el pensamiento y la práctica
liberal en América Latina al no desarrollar cambios profundos en el seno de sus
sociedades, dejó una frustración histórica. Las élites dirigentes asumieron
acríticamente los modelos de vida europeos sin detenerse en la reflexión de
dichos modelos. De igual forma, el pensamiento liberal latinoamericano no
asumió los reales problemas del atraso y la dependencia heredados después de
más trescientos años de colonialismo español. Así lo recalca el investigador
colombiano:
A la falta de análisis y de reflexión sobre la realidad
latinoamericana, y por supuesto colombiana, después de las guerras de
independencia, se suma la incapacidad de las elites dirigentes de hacer del
liberalismo una fuente de inspiración de los cambios que se requerían en ese momento de la historia.
De lo que se trataba en esos primeros años de la República no era otra cosa que
“crear un nuevo país”, sin embargo, la ideología liberal fue más un instrumento
de colonización y de dominación que de creación audaz que fuera capaz de
incluir a todos los sectores sociales que en la colonia española fueron
excluidos.
Así lo recuerda García:
“Este esquema histórico
explica por qué el liberalismo llegó, a la América Latina no como una ideología
creadora sino como una ideología de colonización y por qué la alienación de la
nueva burguesía (y de las élites intelectuales de las clases medias) condujo
tanto a las frustración de esta como a la frustración del crecimiento
capitalista latinoamericano, insertando la economía del hemisferio dentro de
los engranajes de una nueva estructura colonial” (García, 2013 P. 26).
En tal sentido, tenemos una imitación muy mala de las
instituciones de representación democráticas que se alejan de las demandas de
la población o en los términos de Hardt y Negri de la Multitud. Evidentemente,
encontramos aquí un claro punto de ruptura con García Nossa, el tiempo de los
cambios sociales que pudo haber hecho la ideología liberal ya pasaron, de lo
que se trata ahora es de inventar un proyecto nuevo.
Los marcos de referencia liberales y socialistas han dividió
en asunto de la democracia en sus partes desconociendo el todo. El pensamiento
liberal ha pretendido, siguiendo al autor, montar la democracia sobre el piso
del capitalismo (hoy diríamos sobre la economía de mercado). A más capitalismo
más democracia. Por su parte, como observador de los socialismos realmente
existentes, García analiza como en tales regímenes hay la tendencia a
considerar a la democracia como el resultado de la abolición de la propiedad
privada y de las clases sociales, es decir el asunto se resuelve desde el punto
de vista económico.
Continuando con su crítica a lo que podría ser la concepción
de la democracia en los socialismos que se desarrollaron en la URSS y la Europa
de Este, García rompe con dichas
interpretaciones pues considera que la democracia no puede ser la fase final
del proceso revolucionario. La tesis leninista que la democracia sería el
resultado de la propia extinción del Estado toda vez que “la organización directa de los propios trabajadores y de las masas
explotadas a los que se les da toda clase de facilidades para organizar por sí
mismos el Estado y gobernarlos a su manera” (García, 2013 P. 20) es para
nuestro analista parcial y no total.
Frente a los distintos populismos que se desarrollaron en
América Latina, García es categórico en su afirmación; redistribuir la riqueza,
ampliar la participación y modernizar el Estado siguen siendo medidas que no
abordan la complejidad de la construcción de una sociedad verdaderamente
democrática. Para este cientista social se debe propender por una filosofía de
la integración. La cultura, la política, la economía, los temas sociales son
las partes de un todo que se deben integrar de manera dialéctica. Lo que se ha conocido o se ha llamado como
democracia son solo experiencias parcializadas y muy limitadas.
La democracia para García Nossa es un problema total, así lo
afirma en los siguientes términos; “el
problema de la democracia no puede ser teóricamente retaceado, ni resuelto por
segmentos o partes: es un problema de todo o nada” (García, 2013 P. 27).
LA DEMOCRACIA ORGÁNICA
Abordar la democracia como un todo significa estructurar un
tipo de sociedad donde la economía, la política y lo social se relacionan y se
retro-alimentan. García entiende que ninguna de estas tres dimensiones se puede
quedar rezagada con respecto a la otra si pretendemos desarrollar un proyecto
democrático.
Leamos su análisis sobre el particular:
“La democracia orgánica
es el marco estructural de la democracia funcionando como un todo, como un
sistema de partes articuladas e interrelacionalas o como un método o adecuación
dialéctica entre medios y fines, entre funciones cualitativas y cuantitativas.
La democracia orgánica implica la organización de la democracia como un sistema
de vida y el funcionamiento práctico de la ecuación democracia
económica-democracia política-democracia social” (García, 2013, P 156).
Continuando con García Nossa la democracia política no sería
otra cosa que la expresión cualitativa de la conciencia política del pueblo, la
adopción de un régimen de responsabilidades tantos de las personas como de los
órganos y por supuesto un régimen de relaciones y de normas. Y entre los
factores orgánicos que señala, está el de la estructuración de la
representación, la participación y la movilización; partidos, sindicatos,
cooperativas, asambleas en diversos niveles de la organización estatal darían
vida y un espíritu nuevo a este ensayo democrático.
Frente a la democracia económica la apuesta estaría en
enriquecer las prácticas que en el socialismo del siglo XX se ensayaron y que
dejaron resultados positivos. La sustitución de la propiedad privada por una
socialización de la misma. La planificación económica en los tres niveles
conocidos; la agricultura, la industria y los servicios. En tal sentido, la cuestión
es crear una metodología de utilización de los recursos humanos, físicos,
financieros, culturales, y tecnológicos.
La democracia económica ensayada en algunos países, siguiendo
al autor, logró superar las condiciones de atraso y ha permitido revertir esa
estructura heredada de la colonia. En otras palabras la democracia orgánica es
la salida para encontrar las sendas del desarrollo.
¿Cómo lograr este giro democrático? ¿Sobre quienes recaería este
proyecto común? Dejemos que sea Gerardo Molina uno de los discípulos de Antonio
García el que nos responda estas preguntas:
“La revolución requerida será, en consecuencia, la obra de un
movimiento orgánico de unidad popular, capaz de integrar todas las fuerzas
sociales y generacionales identificadas en el objetivo estratégico de los
cambios estructurales, y organizado para construir los bases del nuevo tipo de
Estado: ese que identifica los intereses y aspiraciones de la nación y del
pueblo. Esa nueva categoría histórica es la representada en la imagen del Estado
nacional popular” (Molina, 1988, P. 321).
La consecución de un Estado nacional popular se lograría con la
participación directa de la población. Es necesario señalar aquí, que en la
formulación de García, existirían escenarios constantes de participación toda
vez que su propuesta se basa en las asambleas municipales, regionales y
nacionales. Donde los partidos políticos, los entes económicos, el gobierno, la
justicia y los planificadores tengan asiento en cada uno de los espacios ya
mencionados.
Tal vez uno de los puntos más polémicos es su propuesta de la
convivencia de empresas estatales, cooperativas y auto-gestionarias. De igual
forma, mixtas y privadas que no compitan entre sí, sino que más bien se
articulen y se integren ¿Es pertinente esta propuesta para romper con las
concepciones económicas del siglo XXI? ¿Cómo lograr cooperación en lugar de
competencia? ¿No será este camino un esquema de reproducción de la ideología
liberal?
Asimismo, la estructuración de un sistema de partidos y no de
un partido político único, haría parte de la propuesta de socialismo democrático
de García Nossa ¿Cómo construir un sistema de partidos sin que existan
antagonismos? ¿No será esta una dialéctica más idealista que materialista? ¿La
forma partido político tal y como la conocimos en el siglo XX es posible para
el XXI?
La respuesta a estos interrogantes no es solo teórica, el
análisis de los procesos sociopolíticos de los subalternos, la experiencia, la
práctica, nos darían una respuesta más acertada. Ahora, García no fue testigo
de los poderosos cambios que hoy asistimos, es un hijo de su tiempo, sin embargo,
es un referente para los que quieran pensar y actuar de manera contracorriente.
Es necesario entonces, beber de otras fuentes. Autores que como Hardt y Negri
problematizan a su manera el concepto democracia rompiendo con la matriz
liberal.
Pasemos entonces al análisis de algunas de sus propuestas.
EL PROYECTO DEMOCRÁTICO
DE LA MULTITUD
El proyecto democrático de la multitud es una invitación que
hacen los autores Hardt y Negri que vale la pena pensar en las actuales
circunstancias globales. Pero antes de indicar en qué consiste dicho proyecto
globalizado, detengámonos en uno de los conceptos más polémicos y actuales de
la ciencia política y social. Me refiero al de Multitud.
En el actual momento caracterizado por los autores como de
posfordismo y en ocasiones como posmodernidad, donde emergen realidades
distintas a las manifestadas en la modernidad, es menester entrar a valorar y
calificar a los gobernados o a la población como la Multitud. En buena parte de
la teoría política moderna se interpretó al pueblo como una entidad homogénea.
A pesar de las diferencias de clases sociales, el concepto pueblo reducía a los
habitantes de una nación a una identidad única.
La diferencia entre pueblo y Multitud, en esta nueva
gramática con la que los autores afirman debe leerse e interpretarse las nuevas
realidades de la globalización, es que la Multitud es singular y múltiple. El
pueblo es uno solo. La Multitud es por el contrario diversa y plural.
Pero cuidado, la Multitud, siguiendo a los autores, es un
concepto de clase. El marxismo reducía la configuración de las clases sociales
a dos grandes sectores; la burguesía y el proletariado. Los análisis liberales
por el contrario identificaban una múltiple configuración de clases sociales.
La denominada clase media por ejemplo, de la que se señala su crecimiento
cuantitativo en los países europeos. Sin embargo, esta consideración empírica
de la case social no considera la otra realidad y es la definición política de
la misma clase.
En otras palabras, la pregunta no sería ¿Qué es la Multitud?
sino más bien ¿Qué puede llegar a ser la Multitud? Por lo tanto, el concepto y
su definición pretenden ser abiertos no acabados. Algo de desconocido
encerraría la propia definición en la medida en que estamos viviendo el tránsito
de una época a otra y no logramos aprehender la totalidad de los cambios, sino
más bien las tendencias. Sin embargo, hay más pistas para entender este nuevo
concepto, escuchemos a los autores:
“En nuestro
planteamiento inicial concebimos la multitud como la totalidad de los que
trabajan bajo los dictados del capital y forman, en potencia, la clase de los
que no aceptan los dictados del capital. El concepto de multitud, por lo tanto,
es muy diferente del de clase obrera, al menos en la forma en que se utilizó
este concepto durante los siglos XIX y XX. El concepto de clase trabajadora es
fundamentalmente un concepto restringido, basado en exclusiones”. (Hardt y
Negri, 2004, P. 143).
Llamo la atención en la primera frase de la cita arriba
transcrita del libro Multitud, la que reza; “en nuestro planteamiento inicial”.
A nuestro entender, los autores pretenden hacer ver el desconocimiento que hoy
tenemos frente a las posibilidades de desarrollo de la Multitud. Es decir, la
Multitud es un concepto abierto, a la espera de experiencia colectivas futuras
que le den una realidad. No es por lo tanto, un punto de partida es un punto de
llegada.
Igualmente, la Multitud tiene la potencia del cambio social
global, está formada por todos aquellos que vivimos bajo la dirección de la
lógica del capital y de los que en su misma subjetividad no aceptan y no
pretenden seguir bajo esos designios. Aquí la valoración es clara. La Multitud
no sería una aglomeración pasiva, sino activa, revolucionaria.
Ahora, ¿Por qué el concepto de clase obrera se muestra
restringido? ¿Qué ha cambiado para que a clase obrera no sea suficiente para el
cambio social? Básicamente por dos razones. La primera porque asistimos a la
paulatina consolidación del trabajo inmaterial. Las fábricas industriales
fueron las hegemónicas en el siglo XX, y su producción material. Por el
contrario, las relaciones de producción de hoy se caracterizan por los nuevos
empleos que se identifican con la comunicación, las ideas, las imágenes, los
códigos lingüísticos. Por la capacidad cognoscitiva.
No quiere decir esto que las fábricas y la clase obrera este
desapareciendo, siguiendo con los autores, se debe identificar la tendencia.
Dicha tendencia es que los mismos espacios y tareas que antes eran exclusivos
de las fábricas se deslocalizan. Hoy miles de personas trabajan desde su casa.
Su producto del día no es un tangible sino un intangible. Correos electrónicos,
reuniones, charlas, teleconferencias sin moverse de su lugar de residencia. De
igual forma, miles de profesionales del mundo entero entregan al final del mes
información; reportes, informes, balances y un largo etcétera.
Los espacios y las tareas de las fábricas industriales del
siglo XX han cambiado en el siglo XXI. Hoy se pueden encontrar oficinas con
cocinetas adecuadas para que las personas que laboran allí no pierdan tiempo saliendo
a la calle, sino que tomen sus alimentos en el mismo sitio de trabajo. Hay
expertos profesionales que pasan realizando pausas activas en los puestos de
trabajo, para que las personas se relajen y puedan continuar con las funciones
laborales.
La tendencia señalan los autores se denomina posfordismo. El
trabajo en el siglo XXI se trastoca en los propios horarios. Hoy llevar el
trabajo a la casa hace parte de la rutina de muchos. Los tiempos de trabajo se
modifican toda vez que la jornada laboral no se diferencia con exactitud de los
tiempos de ocio. Los trabajadores pueden estar contratados por algunos meses
del año, es decir su dinámica se mueve entre el empleo y el desempleo.
Así, las personas que se autoemplean en la informalidad en
muchas ciudades latinoamericanas o las que venden determinado tipo de servicio
de manera ocasional, distan de tener las mismas características de la antigua clase
obrera de los siglos XIX y XX. Sin embargo, el trabajo que realizan no escapa
al entramado de las relaciones capitalistas. Los propios desempleados como los
piqueteros en Argentina padecen la explotación y la excusión del sistema capitalista,
en otras palabras padecen las formas flexibles de explotación. Por lo tanto,
ante esta nueva realidad, la Multitud se revela como la concreción de todas las
singularidades y la posibilidad de un proyecto común.
Ahora bien, con lo anteriormente dicho ¿En qué consiste el
proyecto democrático de la Multitud? Para los autores la salida a la guerra
perpetua y global a la que asistimos es precisamente la democracia. El remedio
no es la representación es la democracia absoluta.
La democracia representativa no es democracia, cuando los
asuntos públicos se restringen a los representantes, siguiendo a los autores, se
imposibilita cualquier posibilidad real de consecución de la democracia. Así,
el proyecto democrático de la Multitud no centraría la discusión en la dicotomía
paz o guerra. De la guerra salimos es precisamente con democracia.
En tal sentido, los autores rompen con la democracia
representativa. La dicotomía representantes/representados ha dejado de ser un referente
válido para el monstruo, como llaman Hardt y Negri a la Multitud de manera irónica. La democracia
representativa no permite el desarrollo de la pluralidad propia de la Multitud,
más bien la restringe, pretende homogenizarla. Los representantes solo ven
pueblo donde en realidad hay es Multitud.
La pluralidad de los grupos y clases subalternas guardan
elementos comunes que pueden ser revisados de manera existencial y práctica. En
tal sentido, los subalternos se pueden constituir, siguiendo a Hardt y Negri en
Multitud. Un nuevo sujeto político global que construiría un proyecto
democrático común. Un común globalizado, ¡pero atentos! No sería una sociedad
global comunitaria, sino una sociedad global comunista. Que se va construyendo
no es un punto de salida es un punto de llegada.
¿Cómo lograrlo?
En el libro ya citado los autores describen
movimientos de la Multitud que comprueban empíricamente y en situaciones
concretas dicho ensayos. Pero la mayoría de mecanismos y propuestas están por
inventarse. La nueva ciencia de la democracia, propuesta que es acuñada por los
autores sería la encargada de dar luces en este sentido.
BIBLIOGRAFIA
Garcia Nossa,Antonio (2013). Dialéctica de la democracia,
sistemas, medios y fines: políticos económicos y sociales.
Hardt, Michael & Negri, Antonio (2004). Multitud: Guerra y
democracia en la era del Imperio.
[1] Giovanni Mora Lemus,
sociólogo Universidad Nacional y Magíster en Estudios Políticos Universidad
Javeriana. Miembro de grupo Presidencialismo y Participación, GPyP, UNIJUS/UNAL.
Profesor Fundación Universitaria Monserrate. Email: presid.y.partic@gmail.com
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