DOCUMENTOS PARA EL DEBATE
IX SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI.
UNIVERSIDAD NACIONAL, BOGOTÁ- UNIVERSIDAD CENTRAL, QUITO
6-9-28 DE OCTUBRE DE 2014
"LA CUESTIÓN MERIDIONAL EN COLOMBIA"
CONSTITUYENTE
SUBALTERNA, PAZ Y ELECCIONES 2014. PARTE I
Miguel Angel
Herrera Zgaib[1]
INTRODUCCIÓN
“Carlos Marx es para nosotros
maestro de vida espiritual y moral, no pastor con báculo. Es estimulador
de las perezas mentales, es el que despierta las buenas energías dormidas que
hay que despertar para la buena batalla. Es un ejemplo de trabajo intenso y
tenaz para conseguir la clara honradez de las ideas, la sólida cultura
necesaria para no hablar vacuamente de abstracciones. Es bloque monolítico de
humanidad que sabe y piensa…” Antonio GRAMSCI, en “Nuestro Marx”, Il Grido del
Popolo, 4/5/1918.
Esta ponencia
corresponde a una investigación colectiva, adelantada en el grupo
Presidencialismo y participación, GPyP, afiliado a Unijus desde agosto de 1999,
la institución que coordina el quehacer investigativo en la Facultad de
Derecho y Ciencia Política, en la Universidad Nacional de la sede Bogotá.
A diferencia de las otras dos ponencias de los colegas del
panel , ésta tiene por centro el pensar en su contexto teórico la problemática
de una Constituyente Subalterna como
ejercicio sustancial y procedimental para la paz de Colombia. Dicha pareja,
Constituyente y Paz es vista a través
del prisma de las pasadas elecciones como un ejercicio indiciario del porvenir
democrático de la paz de Colombia.
El rumbo de la paz estuvo definido a partir de una agenda
común pactada por el presidente Juan Manuel Santos y su equipo de gobierno con
la insurgencia subalterna de las Farc-Ep . Es un proceso en desarrollo, con
cuestionamientos; cuyas partes ya trabajan el cuarto punto, referido a las víctimas, quienes son el centro de
atención, reflexión y decisión política.
Tal es la gran novedad de la negociación, la inclusión de cinco
delegaciones de víctimas del conflicto armado. Ya hubo la presencia de dos,
cada una constituida por 12 integrantes, hasta completar un total de 60 participantes
que lo harán en cinco oportunidades diferentes.
La última delegación elevó la petición de que se decrete un cese bilateral al fuego, y que siga
la negociación hasta culminar.
Esta ponencia obra, en un cierto modo, como eje para entablar
una conversación entre los tres ponentes,
en el marco del panel que hemos
diseñado, y con el cual nos toca abrir las promisorias deliberaciones del III Congreso Nacional de Ciencia Política,
junto a otras mesas y ponentes que trabajarán en espacios diferentes y
simultáneos.
Esta pieza analítica y, en parte, comprensiva establece un
puente con los trabajos de los otros dos investigadores senior del Grupo PyP,
Yolanda Rodríguez Rincón y Giovanni
Mora. Discutiremos y armonizaremos coincidencias y diferencias, con específicas contribuciones teóricas, las de
Rancière, Negri, Hardt, Antonio Garcia Nossa, principalmente.
Eso sí con un lazo intelectual compartido, la obra de Antonio
Gramsci, que obra como clave de bóveda en la construcción de un pensamiento de ruptura;
como asociación autónoma de investigadores que impulsa la propuesta de la
Investigación Acción Formativa, IAF. Esta se erige sobre tres pilares
fundamentales, las contribuciones de Orlando Fals Borda, su reclamo por una
ciencia propia; Estanislao Zuleta, y su lúcido trato con el pensamiento moderno
y la crítica ideológica; así como la intuición política, la versatilidad
sociológica y la entereza moral y ética de Camilo Torres Restrepo.
Con este quehacer que
compartimos hacemos público, igualmente, alimentamos el acervo común de nuestro
programa de investigación Historia
Social, Política y Cultural de los Grupos y Clases Subalternas en Colombia y la Región Andino Amazónica, que lleva
un lustro recorrido, a partir de lo decidido en la realización del III Seminario
Internacional Gramsci.
A la fecha nos encontramos trabajando en una investigación
que abarca desde el año 1958m cuando se pone un límite a la violencia
bipartidista, hasta la fecha, cuando se
busca negociar una solución política
para el conflicto social y política que desborda las lindes de la cultura
política tradicional, con la presencia de una tercera fuerza plural, que
confronta por dentro y fuera de la legalidad un orden político que en casi
doscientos años de existencia no ha sido capaz de resolver la exclusión política y la desigualdad social.
En la investigación presente,
se involucran contingentes de estudiantes de los cursos de pregrado que
imparto en la carrera de Ciencia Política, en los niveles que les corresponde
según el estadio de su propia formación universitaria, en el interés de emular
de modo independiente, con el quehacer a cargo del Centro de Pensamiento con
sede en la Universidad Nacional.
Desde ya estamos en interlocución, y a la expectativa con la comisión de cientistas sociales ofrezca
a la nación, comoquiera que trabaja en un reporte sobre las causas del
conflicto armado, el que tendrán que rendir en cuatro meses. Todos estos son
ejercicios plurales que de hecho acompañan los quehaceres de la negociación de
paz en curso. En nuestro caso, lo
hacemos desde la perspectiva de un proyecto que denominamos Paz Democrática y Constituyente Social.
Estas ponencias están enmarcadas en una trayectoria
académica, cuando nos propusimos como tarea intelectual y política contribuir a
la causa de “Liberarnos de la Guerra”, desde el espacio de libertad de
pensamiento que reclamamos para la Ciudad Blanca, de una parte; y de otra, en
términos de teoría y filosofía política, para avanzar en potenciar el legado
gramsciano en dos sentidos, dándole coherencia a la Filosofía de la Praxis,
como pensamiento autónomo y riguroso en interlocución abierta con el campo
materialista contemporáneo, y sus contrarios, para dar respuesta a los dilemas
de Colombia en lo que nos corresponde.
Se trata de contribuir en común a la elaboración de un
pensamiento de ruptura, con pluralidad de voces y búsquedas, que halla correspondencia con las luchas
actuales por la autonomía y la hegemonía alternativa que protagonizan los
subalternos, grupos y clases, recuperando en lo posible la trayectoria del más
cercano pasado en lo que significa y enseña para la vida política y social presente
de Colombia.
LECCIONES ELECTORALES DE MARZO A
JUNIO DE 2014
“El congreso es ilegítimo...No busco una constituyente para
ser reelegido." Álvaro Uribe Vélez, cabeza del senado por el Centro
Democrático.
“Lo político es el fundamento conceptual de la
participación…los conceptos de sociedad civil y Estado explican la degradación
liberal de lo político, el establecimiento de la participación como
representación.” Miguel Angel Herrera Zgaib (2000), Introducción, en La participación y la representación política en
Occidente, p. 7.
“Los
economistas teóricos nunca han conseguido integrar adecuadamente el gobierno
con los agentes económicos privados en una teoría única del equilibrio general.
En cambio, han tratado la acción gubernamental como una variable exógena,
determinada por consideraciones políticas que son ajenas al campo de la
economía”. Anthony Downs (1992). Teoría
económica de la acción política en una democracia. En Diez textos básicos
de ciencia política. Editorial Ariel, Madrid.
Del “cotejo” de
las cifras de la pasada elección para congreso en Colombia, resultó que ninguno
de los “partidos” participantes el 9 de
marzo perdió. Pero la realidad es tozuda y desafiante, porque una vez más,
aquellas indicaron el triunfo de la
abstención de las mayorías; sin importar el “aceite clientelar”, las coacciones
que se practican a la sociedad civil, y a los empleados de la administración
pública no amparados.
La abstención llegó al 57 por ciento, indicando que ningún agrupamiento o coalición
banderiza goza de la hegemonía sobre o con el concurso activo la sociedad civil.
Así, la disputa histórica por el consenso y la dirección de la sociedad
colombiana es cuestión abierta, aún no zanjada a favor de los proyectos que
disputan por la paz y la guerra.
Desde los tiempos de San Vicente del Caguán, pasando por
Santafé de Ralito, hasta arribar a la mesa de paz de La Habana, la lente del
más reciente ciclo electoral, nos muestra con nitidez, que aclimatar la paz exige otras formas de
participación política, que superen las
formas degeneradas de la representación política. Para de ese modo quebrar el
descreimiento y la apatía.
El ejercicio de la representación, además, sufrió la experiencia
intimidatoria y sanguinaria del régimen para-presidencial en Colombia; sometida a la modalidad dizque “deseada” del gobierno autoritario,
que en los sucesivos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez mantuvo la hobbesiana
excusa de proveer seguridad a todos los propietarios desafiando a un país
poblado por millones de desposeídos de antes y de ahora.[2]
Pero tal régimen vino fabricándose desde la presidencia de
Andrés Pastrana y su ministro de defensa, Rodrigo Lloreda. Fue una estrategia que
reemplazó la “guerra relámpago” contra
las las Farc- EP, con el fallido asalto a Casa Verde, y con la creación de las Convivir, acciones
tomadas por el neoliberal César Gaviria, y su ministro Rafael Pardo a la par
con el proyecto constituyente catalizado por el asesinato de Luis Carlos Galán,
y varios candidatos presidenciales de la izquierda nacional.
Pero, sobre todo, esta política respondió a un consejo/orden
estratégica del principal socio imperial de Colombia, el gobierno presidido por
William Clinton para domeñar y/o contener la avanzada guerrillera en el caldo
de cultivo de una severa recesión económica. Con lo que se armó la fachada del Plan Colombia,[3] en verdad llamado por los
especialistas militares Ofensiva Sur, o
Estrategia Andina bajo el acompañamiento del Comando Sur del ejército
estadounidense. Es lo que documentó el reciente trabajo periodístico de Germán
Castro Caicedo, Nuestra guerra ajena
(2014).[4]
Dicho régimen es un remedo para-institucional, con sostén bipartidista,
cuyo desmonte no ocurre aún. Con el se prolonga
de forma de manera perversa el Frente Nacional, con la aviesa apoyatura del
triunfo parcial en las elecciones del Centro Democrático que es la avanzada
civil del partido de la guerra. La reacción aplaza y exacerba las consecuencias
de la crisis orgánica de larga duración que partió de la quiebra de la
hegemonía ejercida por la oligarquía liberal conservadora en el año de 1946, la
cual gobierna desde entonces con una alta dosis de violencia y coacción la
insurgencia y la rebeldía subalterna en el campo y en las ciudades.
Con todo, 1946 se destaca como un año encrucijada para este
orden político oligárquico; debido a la irrupción perturbadora del populismo
liberal, primero, que dirigido por Jorge Eliécer Gaitán amenazó con ganar la
presidencia; y luego animado con el
estímulo coyuntural del social-católico conservador Gilberto Alzate Avendaño,
un disidente, quien se opuso al hacer de
Laureano Gómez en el Plebiscito de 1957; y como respuesta apoyó la candidatura
de Jorge Leyva enfrentándola a la de Alberto Lleras Camargo, el primer
presidente del Frente Nacional.[5]
Sin embargo, sabido es que después Alzate Avendaño se
reincorporó al “establecimiento”, aunque insistiera en sus planteamientos
originales, recogidos en el Manifiesto del unionismo conservador de 1959,[6] que era contrario a la
plutocracia atrincherada en el gobierno excluyente pactado en Sitges y
Benidorm. Tal rechazo lo había publicitado desde la conferencia radial del 15
de noviembre de 1957; un “doloroso
vaticinio de lo que acontecería al país de instituirse (el Frente nacional),”
según lo recordó su propio hijo.[7]
LA CONSTANTE DE LA
VIOLENCIA POLÍTICA
“La guerra de posición en política es el concepto de
hegemonía.” Antonio Gramsci. Fragmento 52, Cuaderno VIII.
Para el historiador colombiano Ayala Diago, la violencia que estalla
entre 1946 y 1948, tiene una genealogía que alcanza al año 1932; para las elecciones
que permitieron al liberalismo, fuerza política minoritaria, mantenerse en el
gobierno. Acudiendo la violencia, el fraude en la cedulación y los registros
electorales.
Es lo que pasó en las provincias de Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes,
primero, y después en Caldas, Tolima, Valle hasta los Llanos Orientales,[8]que hasta hoy continúan
siendo focos de otra violencia. Así aparece en la prensa periódica de la época,
y en los testimonios de quienes la padecieron y la resistieron.
La persistencia bicolor de la cultura de la violencia
política, de cuño reaccionario, se probó en la ventana del reciente debate de
control político, ante la comisión segunda, citado por el senador Iván Cepeda,
del PDA. Él sintetizó su actualidad
impune en el escrito Álvaro Uribe Vélez:
narcotráfico, paramilitarismo y parapolítica. Es un colofón de la degeneración democrática.[9]Empero, este debate quedó
en suspenso, inconcluso ante la retirada intempestiva del citado
senador/expresidente, que fue el blanco, y el pararrayos principal de la
denuncia política de la izquierda y la centro-derecha.
Este líder neo-conservador, insiste sistemáticamente con la bancada
electa del Centro Democrático que es la guerra y no la paz el modo de resolver el
antagonismo con la insurgencia subalterna. Siendo parte del bloque dominante, su
ala reaccionaria, enfrenta y desacredita a como de lugar, basado en la guerra
sucia mediática, a los grupos y clases subalternas, y en particular a las FARC.[10]
Esta ponencia centra su atención en la crítica materialista
de la forma reina de la cultura política nacional, la representación como ejercicio periódico electoral, con el que
se ausculta el estado de la comunidad política nacional. Aquí, en particular,
consideramos e interpretamos los resultados del ciclo electoral de2014, desde
la perspectiva constituyente de los subalternos, que procuran, comienzan a
exigir con firmeza su autonomía respecto del bloque dominante, en un esfuerzo
cada vez más consciente, aunque incidental, por disgregarlo, de lo que fueron
significativos, primero el movimientos universitario y estudiantil contra la
reforma reaccionaria, en 2011, y el movimiento campesino que devino en paro
nacional, durante el año 2013.
En operación simultánea, la ponencia redescubre los mecanismos
más cercanos a la forma principal no degradada, fundamental de la cultura
política, la participación. Esta, primero, forzosamente se orienta en un ejercicio anti-elite,
anti-oligárquico en procura de definir, un principio de encuentro de una
voluntad nacional-popular. Así, el Frente Unido del Pueblo, por el que
propendió Camilo Torres es sintomático de esta madurez relativa, a pesar que se
hundiera en el violento tercer episodio electoral del Frente Nacional.
Entonces el padre Camilo y la joven intelectualidad que lo
acompañaba se jugaron por el abstencionismo activo. Se dedicaron a riesgo de
sus vidas, a defenderlo públicamente, concitando interés de las audiencias
obreras y populares. Fueron objeto de todo tipo de violencias, y persecuciones,
incluida las amenazas de su superior jerárquico, el cardenal Luis Concha Córdova, por estar
participando en política.[13]
La fórmula por la que se optó ante tal acorralamiento fue la
partida de Camilo para el monte, quedando huérfano el ejercicio movilizador de
las masas obreras y populares. Así se produjo el triunfo de Carlos Lleras
Restrepo, quien había sido el principal contradictor del Gaitanismo, al
interior del Liberalismo reformista.
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