23 de septiembre de 2014

DOCUMENTOS PARA EL DEBATE

IX SEMINARIO INTERNACIONAL  ANTONIO GRAMSCI.
UNIVERSIDAD NACIONAL, BOGOTÁ- UNIVERSIDAD CENTRAL, QUITO
6-9-28 DE OCTUBRE DE 2014

            "LA CUESTIÓN MERIDIONAL  EN  COLOMBIA"


CONSTITUYENTE SUBALTERNA,  PAZ Y ELECCIONES 2014. PARTE I

 Miguel Angel Herrera  Zgaib[1]

INTRODUCCIÓN

“Carlos Marx es para nosotros  maestro de vida espiritual y moral, no pastor con báculo. Es estimulador de las perezas mentales, es el que despierta las buenas energías dormidas que hay que despertar para la buena batalla. Es un ejemplo de trabajo intenso y tenaz para conseguir la clara honradez de las ideas, la sólida cultura necesaria para no hablar vacuamente de abstracciones. Es bloque monolítico de humanidad que sabe y piensa…” Antonio GRAMSCI, en “Nuestro Marx”, Il Grido del Popolo, 4/5/1918.

                                                                    Esta ponencia corresponde a una investigación colectiva, adelantada en el grupo Presidencialismo y participación, GPyP, afiliado a Unijus desde agosto de 1999, la institución que  coordina  el quehacer investigativo en la Facultad de Derecho y Ciencia Política, en la Universidad Nacional de la sede Bogotá.

A diferencia de las otras dos ponencias de los colegas del panel , ésta tiene por centro el pensar en su contexto teórico la problemática de una Constituyente Subalterna como ejercicio sustancial y procedimental para la paz de Colombia. Dicha pareja, Constituyente y Paz  es vista a través del prisma de las pasadas elecciones como un ejercicio indiciario del porvenir democrático de la paz de Colombia.
El rumbo de la paz estuvo definido a partir de una agenda común pactada por el presidente Juan Manuel Santos y su equipo de gobierno con la insurgencia subalterna de las Farc-Ep . Es un proceso en desarrollo, con cuestionamientos; cuyas partes ya trabajan el cuarto punto, referido a  las víctimas, quienes son el centro de atención, reflexión y decisión política.

Tal es la gran novedad de la negociación, la inclusión de cinco delegaciones de víctimas del conflicto armado. Ya hubo la presencia de dos, cada una constituida por 12 integrantes, hasta completar un total de 60 participantes que lo harán en cinco oportunidades diferentes.  La  última delegación  elevó  la petición de que se  decrete un cese bilateral al fuego, y que siga la negociación  hasta culminar.
Esta ponencia obra, en un cierto modo, como eje para entablar  una conversación entre los tres ponentes, en el marco  del panel que hemos diseñado, y con el cual nos toca abrir las promisorias deliberaciones  del III Congreso Nacional de Ciencia Política, junto a otras mesas y ponentes que trabajarán en espacios diferentes y simultáneos.

Esta pieza analítica y, en parte, comprensiva establece un puente con los trabajos de los otros dos investigadores senior del Grupo PyP, Yolanda Rodríguez Rincón  y Giovanni Mora. Discutiremos y armonizaremos coincidencias y diferencias, con  específicas contribuciones teóricas, las de Rancière, Negri, Hardt, Antonio Garcia Nossa, principalmente.

Eso sí con un lazo intelectual compartido, la obra de Antonio Gramsci, que obra como clave de bóveda en la construcción de un pensamiento de ruptura; como asociación autónoma de investigadores que impulsa la propuesta de la Investigación Acción Formativa, IAF. Esta se erige sobre tres pilares fundamentales, las contribuciones de Orlando Fals Borda, su reclamo por una ciencia propia; Estanislao Zuleta, y su lúcido trato con el pensamiento moderno y la crítica ideológica; así como la intuición política, la versatilidad sociológica y la entereza moral y ética de Camilo Torres Restrepo.

 Con este quehacer que compartimos hacemos público, igualmente, alimentamos el acervo común de nuestro programa de investigación Historia Social, Política y Cultural de los Grupos y Clases Subalternas en Colombia  y la Región Andino Amazónica, que lleva un lustro recorrido, a partir de lo decidido en la realización del III Seminario Internacional Gramsci.

A la fecha nos encontramos trabajando en una investigación que abarca desde el año 1958m cuando se pone un límite a la violencia bipartidista,  hasta la fecha, cuando se busca negociar  una solución política para el conflicto social y política que desborda las lindes de la cultura política tradicional, con la presencia de una tercera fuerza plural, que confronta por dentro y fuera de la legalidad un orden político que en casi doscientos años de existencia no ha sido capaz de resolver la exclusión  política y la desigualdad social.

En la investigación presente,  se involucran contingentes de estudiantes de los cursos de pregrado que imparto en la carrera de Ciencia Política, en los niveles que les corresponde según el estadio de su propia formación universitaria, en el interés de emular de modo independiente, con el quehacer a cargo del Centro de Pensamiento con sede en la Universidad Nacional.

Desde ya estamos en interlocución, y a la expectativa  con la comisión de cientistas sociales ofrezca a la nación, comoquiera que trabaja en un reporte sobre las causas del conflicto armado, el que tendrán que rendir en cuatro meses. Todos estos son ejercicios plurales que de hecho acompañan los quehaceres de la negociación de paz en curso. En nuestro caso,  lo hacemos desde la perspectiva de un proyecto que denominamos Paz Democrática y Constituyente Social.

Estas ponencias están enmarcadas en una trayectoria académica, cuando nos propusimos como tarea intelectual y política contribuir a la causa de “Liberarnos de la Guerra”, desde el espacio de libertad de pensamiento que reclamamos para la Ciudad Blanca, de una parte; y de otra, en términos de teoría y filosofía política, para avanzar en potenciar el legado gramsciano en dos sentidos, dándole coherencia a la Filosofía de la Praxis, como pensamiento autónomo y riguroso en interlocución abierta con el campo materialista contemporáneo, y sus contrarios, para dar respuesta a los dilemas de Colombia en lo que nos corresponde.

Se trata de contribuir en común a la elaboración de un pensamiento de ruptura, con pluralidad de voces y búsquedas,  que halla correspondencia con las luchas actuales por la autonomía y la hegemonía alternativa que protagonizan los subalternos, grupos y clases, recuperando en lo posible la trayectoria del más cercano pasado en lo que significa y enseña para la vida política y social presente de Colombia.

 LECCIONES ELECTORALES  DE MARZO A JUNIO DE 2014

 “El congreso es ilegítimo...No busco una constituyente para ser reelegido." Álvaro Uribe Vélez, cabeza del senado por el Centro Democrático.
“Lo político es el fundamento conceptual de la participación…los conceptos de sociedad civil y Estado explican la degradación liberal de lo político, el establecimiento de la participación como representación.” Miguel Angel Herrera Zgaib (2000), Introducción, en La participación y la representación política en Occidente, p. 7.
“Los economistas teóricos nunca han conseguido integrar adecuadamente el gobierno con los agentes económicos privados en una teoría única del equilibrio general. En cambio, han tratado la acción gubernamental como una variable exógena, determinada por consideraciones políticas que son ajenas al campo de la economía”. Anthony Downs (1992). Teoría económica de la acción política en una democracia. En Diez textos básicos de ciencia política. Editorial Ariel, Madrid.

                                                             Del “cotejo” de las cifras de la pasada elección para congreso en Colombia, resultó que ninguno de los “partidos” participantes  el 9 de marzo perdió. Pero la realidad es tozuda y desafiante, porque una vez más, aquellas indicaron el triunfo  de la abstención de las mayorías; sin importar el “aceite clientelar”, las coacciones que se practican a la sociedad civil, y a los empleados de la administración pública no amparados.
La abstención llegó al 57 por ciento,  indicando que ningún agrupamiento o coalición banderiza goza de la hegemonía sobre o con el concurso activo la sociedad civil. Así, la disputa histórica por el consenso y la dirección de la sociedad colombiana es cuestión abierta, aún no zanjada a favor de los proyectos que disputan por la paz y la guerra.

Desde los tiempos de San Vicente del Caguán, pasando por Santafé de Ralito, hasta arribar a la mesa de paz de La Habana, la lente del más reciente ciclo electoral, nos muestra  con  nitidez,  que aclimatar la paz exige otras formas de participación política, que  superen las formas degeneradas de la representación política. Para de ese modo quebrar el descreimiento y la apatía.

El ejercicio de la representación, además, sufrió la experiencia intimidatoria y sanguinaria del régimen para-presidencial en Colombia;  sometida a la modalidad  dizque “deseada” del gobierno autoritario, que en los sucesivos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez mantuvo la hobbesiana excusa de proveer seguridad a todos los propietarios desafiando a un país poblado por millones de desposeídos de antes y de ahora.[2]

Pero tal régimen vino fabricándose desde la presidencia de Andrés Pastrana y su ministro de defensa,  Rodrigo Lloreda. Fue una estrategia que reemplazó  la “guerra relámpago” contra las las Farc- EP, con el fallido asalto a Casa Verde,  y con la creación de las Convivir, acciones tomadas por el neoliberal César Gaviria, y su ministro Rafael Pardo a la par con el proyecto constituyente catalizado por el asesinato de Luis Carlos Galán, y varios candidatos presidenciales de la izquierda nacional.

Pero, sobre todo, esta política respondió a un consejo/orden estratégica del principal socio imperial de Colombia, el gobierno presidido por William Clinton para domeñar y/o contener la avanzada guerrillera en el caldo de cultivo de una severa recesión económica. Con lo que se armó  la fachada del Plan Colombia,[3] en verdad llamado por los especialistas militares Ofensiva Sur, o Estrategia Andina bajo el acompañamiento del Comando Sur del ejército estadounidense. Es lo que documentó el reciente trabajo periodístico de Germán Castro Caicedo, Nuestra guerra ajena (2014).[4]
Dicho régimen es un remedo para-institucional, con sostén bipartidista, cuyo desmonte no ocurre aún. Con el se  prolonga de forma de manera perversa el Frente Nacional, con la aviesa apoyatura del triunfo parcial en las elecciones del Centro Democrático que es la avanzada civil del partido de la guerra. La reacción aplaza y exacerba las consecuencias de la crisis orgánica de larga duración que partió de la quiebra de la hegemonía ejercida por la oligarquía liberal conservadora en el año de 1946, la cual gobierna desde entonces con una alta dosis de violencia y coacción la insurgencia y la rebeldía subalterna en el campo y en las ciudades.

Con todo, 1946 se destaca como un año encrucijada para este orden político oligárquico; debido a la irrupción perturbadora del populismo liberal, primero, que dirigido por Jorge Eliécer Gaitán amenazó con ganar la presidencia; y luego  animado con el estímulo coyuntural del social-católico conservador Gilberto Alzate Avendaño, un disidente,  quien se opuso al hacer de Laureano Gómez en el Plebiscito de 1957; y como respuesta apoyó la candidatura de Jorge Leyva enfrentándola a la de Alberto Lleras Camargo, el primer presidente del Frente Nacional.[5]
Sin embargo, sabido es que después Alzate Avendaño se reincorporó al “establecimiento”, aunque insistiera en sus planteamientos originales, recogidos en el Manifiesto del unionismo conservador de 1959,[6] que era contrario a la plutocracia atrincherada en el gobierno excluyente pactado en Sitges y Benidorm. Tal rechazo lo había publicitado desde la conferencia radial del 15 de noviembre de 1957; un  “doloroso vaticinio de lo que acontecería al país de instituirse (el Frente nacional),” según lo recordó su propio hijo.[7]

LA CONSTANTE DE LA VIOLENCIA  POLÍTICA

“La guerra de posición en política es el concepto de hegemonía.” Antonio Gramsci. Fragmento 52, Cuaderno VIII.

                                                                 Para el historiador colombiano Ayala Diago, la violencia que estalla entre 1946 y 1948, tiene una genealogía que alcanza al año 1932; para las elecciones que permitieron al liberalismo, fuerza política minoritaria, mantenerse en el gobierno. Acudiendo la violencia, el fraude en la cedulación y los registros electorales.
Es lo que pasó en las provincias de  Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes, primero, y después en Caldas, Tolima, Valle hasta los Llanos Orientales,[8]que hasta hoy continúan siendo focos de otra violencia. Así aparece en la prensa periódica de la época, y en los testimonios de quienes la padecieron y la resistieron.

La persistencia bicolor de la cultura de la violencia política, de cuño reaccionario, se probó en la ventana del reciente debate de control político, ante la comisión segunda, citado por el senador Iván Cepeda, del PDA. Él  sintetizó su actualidad impune en el escrito Álvaro Uribe Vélez: narcotráfico, paramilitarismo y parapolítica. Es un colofón  de la degeneración democrática.[9]Empero, este debate quedó en suspenso, inconcluso ante la retirada intempestiva del citado senador/expresidente, que fue el blanco, y el pararrayos principal de la denuncia política de la izquierda y la centro-derecha.

Este líder neo-conservador, insiste sistemáticamente con la bancada electa del Centro Democrático que es la guerra y no la paz el modo de resolver el antagonismo con la insurgencia subalterna. Siendo parte del bloque dominante, su ala reaccionaria, enfrenta y desacredita a como de lugar, basado en la guerra sucia mediática, a los grupos y clases subalternas, y en particular a las FARC.[10] 
En la presente coyuntura, el ala pacificadora del bloque dominante, busca la solución  a través de la mesa de La Habana, en medio de las hostilidades, de la prolongada crisis orgánica que se ha extendido medio siglo.[11] Con todo, este devenir caótico, contrario a cualquier civilidad, laica o religiosa, es la razón última de lo que el sociólogo y analista político, Orlando Fals Borda distinguió como la razón de ser de la subversión en Colombia.[12] Impactado por el brote insurreccional del 9 de abril, con que no solo resisten las multitudes subalternas mediante un  quehacer anti-elite, dándose una dirección propia.

Esta ponencia centra su atención en la crítica materialista de la forma reina de la cultura política nacional, la representación  como ejercicio periódico electoral, con el que se ausculta el estado de la comunidad política nacional. Aquí, en particular, consideramos e interpretamos los resultados del ciclo electoral de2014, desde la perspectiva constituyente de los subalternos, que procuran, comienzan a exigir con firmeza su autonomía respecto del bloque dominante, en un esfuerzo cada vez más consciente, aunque incidental, por disgregarlo, de lo que fueron significativos, primero el movimientos universitario y estudiantil contra la reforma reaccionaria, en 2011, y el movimiento campesino que devino en paro nacional, durante el año 2013.

En operación simultánea, la ponencia redescubre los mecanismos más cercanos a la forma principal no degradada, fundamental de la cultura política, la participación. Esta, primero, forzosamente  se orienta en un ejercicio anti-elite, anti-oligárquico en procura de definir, un principio de encuentro de una voluntad nacional-popular. Así, el Frente Unido del Pueblo, por el que propendió Camilo Torres es sintomático de esta madurez relativa, a pesar que se hundiera en el violento tercer episodio electoral del Frente Nacional.

Entonces el padre Camilo y la joven intelectualidad que lo acompañaba se jugaron por el abstencionismo activo. Se dedicaron a riesgo de sus vidas, a defenderlo públicamente, concitando interés de las audiencias obreras y populares. Fueron objeto de todo tipo de violencias, y persecuciones, incluida las amenazas de su superior jerárquico, el  cardenal Luis Concha Córdova, por estar participando en política.[13]

La fórmula por la que se optó ante tal acorralamiento fue la partida de Camilo para el monte, quedando huérfano el ejercicio movilizador de las masas obreras y populares. Así se produjo el triunfo de Carlos Lleras Restrepo, quien había sido el principal contradictor del Gaitanismo, al interior del Liberalismo reformista. 


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VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera