BALANCE DEL X SEMINARIO INTERNACIONAL GRAMSCI.
RUPTURA Y NUEVOS SUJETOS SUBALTERNOS (I)
Miguel Angel Herrera Zgaib
Director Proyecto Seminario Internacional
El sábado 31 de octubre culminaron seis días de exposiciones, reflexiones y debates, locales e internacionales, teniendo por núcleo descentralizado al Auditorio Camilo Torres, de Derecho y Ciencia Política en la Universidad Nacional de Colombia.
Esta vez, como en otras oportunidades, intentamos enlazar de modo virtual, a tres países, Colombia, Ecuador y Venezuela, en donde se estableció el proyecto de la Universidad Central, bajo los auspicios de Simón Bolívar, y su vicepresidente, Francisco de Paula Santander, de conformidad con la emblemática Ley de 18 de marzo de 1826.
Esta ley se ejecutó, siendo Santander encargado del poder ejecutivo, y secretario de estado, José Manuel Restrepo. Ella fue firmada en el palacio de Gobierno de Bogotá.
Pero, más allá de los ejercicios legislativos, sobreviven con el mismo nombre dos de esos proyectos universitarios grancolombianos, con diversa fortuna en las dos naciones hermanas. Hacen parte de las luchas hegemónicas, aunque expresan perspectivas diferentes en el entendimiento de la nueva época; marcada, decimos por una renovada guerra de posiciones, donde la democracia es la piedra de toque, y la revolución de los subalternos, en su pluralidad, el detonante principal, como portadores y animadores ellos de un pensamiento de ruptura.
En el folleto de presentación trajimos a lugar, el pensamiento de Gilles Deleuze, junto con el de Bolívar Echeverría, buscando claridad acerca de la cultura latinoamericana, y suramericana actuales, en particular. Para ir descubriendo desde este lado del mundo, algo más que una rebeldía y una resistencia.
Ante todo, para desentrañar la imagen significativa de una negativa a "alisar" la consistencia del mundo; para explorar sin claudicaciones los nuevos pliegues del nuevo mundo, que se sigue construyendo desde aquí, desde el Sur, desacralizando una vez más al imaginario que definido como Occidente sirvió a la causa de la colonialidad, para someter, explotar y oprimir a parte considerable de la humanidad, cuando despuntaba lo que conocemos como modernidad.
Ahora, volvemos también a una lectura que reúne a Deleuze y Foucault, citando apartes del curso que Gilles ofreció durante el año de 1986, que estuvo dedicado al estudio del poder, que un año atrás, en 1985, él había empezado con una reflexión sobre el saber en Foucault post mortem.
Es una manera de continuar el homenaje paralelo a un filósofo identificado como practicante del pensamiento de ruptura, quien cumplió 25 años de fallecido. Alguien, a quien otro, Antonio Negri, exponente de la autonomía proletaria, considera como el renovador, en sus términos, del materialismo dialéctico; y nosotros, por supuesto, como un interlocutor válido de la Filosofía de la Praxis, aunque ninguno de los dos, Negri o Deleuze, hayan dedicado un estudio específico de la obra de Antonio Gramsci..
Gilles Deleuze no mencionó a Antonio Gramsci, para el tiempo de sus conferencias sobre el poder en Foucault, pero sí a Mario Tronti, Obreros y Capital, al encarar la problemática de la autonomía, así como las relaciones entre poder y saber; esto es, el surgimiento de un nuevo sujeto proletario, el acontecimiento más relevante de cualquier cultura política, y , por supuesto, del pensamiento de ruptura en el horizonte de la política contemporánea.
Las luchas hegemónicas en los Andes
En aplicación del pensamiento de ruptura nos aproximamos en las jornadas al entendimiento y novedad de la Filosofía de la Praxis como fundamento de la acción revolucionaria. Al respecto, hubo una rica interlocución con el economista/abogado, investigador de la cuestión social, Miguel Eduardo Cárdenas, quien puso en contexto la lectura de Gramsci con el pensamiento colombiano de Orlando Fals Borda y Camilo Torres, para destacar un perfil intelectual definido, y un compromiso intelectual y político más allá de las claudicaciones frente al capitalismo.
En el crucial escenario de América Latina, identificamos los sujetos de la contienda anticapitalista, y con vocación socialista, escuchando las palabras del investigador mexicano, Luciano Concheiro, comprometido con la causa del socialismo, y en el impulso al nuevo sujeto político plural que la anima en el movimiento Morena, que respalda la aspiración de gobernar a México, que Andrés Manuel López Obrador.
Concheiro destacó una tradición de luchas que van a la raíz misma de la revolución de 1910, y cómo los masacrados normalistas de Ayotzinapa, eran socialistas dispuestos a impulsar la reforma intelectual y moral identificados con las luchas de campesinos e indígenas en el vapuleado y militarizado Estado de Guerrero, donde en lo institucional, PRD y PRI, confluyen en el silencio frente a sus desapariciones, y en el abandono de las tareas de la transformación social y económica de la vida colectiva.
Francisco Hidalgo, desde Quito, levantó la mirada sobre la encrucijada que experimenta la revolución ciudadana que conduce Rafael Correa de modo autoritario, y en disputa con la izquierda que no cumple a pie y juntillas las órdenes del ejcutivo, sino que exige cuentas e interlocución para transformar el modelo extractivista que hace agua, y ahoga las posibilidad de reforma en todos los ámbitos que conduzcan a una fase posneoliberal, de tránsito a un socialismo construido, reinventado en democracia. Correa, sin embargo, no oye, tampoco ve, y menos entiende, y descarga su ira y su autoridad contra quienes lo cuestionan desde el campo de la oposición de izquierda.
Justo Soto, desde las entrañas de la revolución bolivariana, hablando desde la alcaldía de la Libertad, en Capacho, a unas horas de San Cristóbal (Táchira) atesora el legado del comandante Chávez, y comparte, en una coyuntura electoral crucial, las demandas populares y ciudadanas, desde la perspectiva de la construcción hegemónica de un proyecto socialista que ponga en su debido lugar la pretensiones de retroceder al extinto Acuerdo de Punto Fijo.
Este acuerdo, parecido al Frente Nacional, pero sin renta petrolera, y obreros organizado, obró como una revolución pasiva, en la que cooptó los reclamos de una revolución democrática animada por las bases obreras, pequeño-burguesas y campesinas que hicieron posible el derrocamiento del dictador Marco Pérez Jiménez; y quienes cuarenta años después le dieron el puntillazo al gobierno socialdemócrata, de palabra, de Carlos Andrés Pérez, saqueador impune de la renta petrolera venezolana.
Una joven voz argentina, del joven abogado peronista Manuel Panero, pulsó ante el auditorio del Camilo Torres, la significación de los resultados electorales del 25 de octubre en la Argentina. Sabido es que allí se librará por primera vez una segunda vuelta electoral, en la que se enfrentan la fracción kirchnnerista del peronismo, y que alindera como cultora del proyecto socialista del siglo XXI, y el posneoliberalismo de Macri, que quedó a algo más de dos puntos del triunfador Scioli.
Ambos tendrán que poner atención a los dictados de un tercero en discordia, el peronista Massa, que vive, potencia su "cuarto de hora", teniendo delante las elecciones de diciembre, que pueden producir una nueva derrota electoral del peronismo reformista que ha gobernado por tres periodos seguidos, luego de la restauración democrático liberal que marcó el retorno y el fracaso subsiguiente del radicalismo argentino.
Subalternos, Paz y Socialismos
De conjunto, la reflexión del profesor e investigador italiano, Massimo Modonesi, entrevistado desde Ciudad de México, por la estudiante de intercambio, Angela María Herrera, destacó la relevancia de la categoría de lo subalterno, que él define en términos de subalternidad. Explicó con coherencia y lucidez la relevancia para pensar el hacer actual de los grupos y clases, más allá del engarce con el mítico proletariado industrial que inmortalizó la revolución bolchevique y el legado político del leninismo.
El discurso de Modonesi recordó que Gramsci había tachado en su cuaderno sobre los subalternos la expresión clases subalternas, lo cual, por supuesto, produce incnvenientes de interpretación y orden lógico conceptual, que obligan a contextualizar las implicaciones de tal indicación en los borradores de Antonio Gramsci, que abarca treinta cuadernos de notas, tachaduras, correcciones y adiciones.
Sin embargo, de lo indicado, Modonesi no deriva como conclusión que Gramsci hubiese abandonado la perspectiva de clase, y que en su lugar, por ejemplo, hubiese puesto una perspectiva culturalista, ideologizante de lectura del legado de Marx. Porque entre otros argumentos, está patente el debate sostenido por Gramsci con el divulgador Mijail Bukharin, en la primera línea del frente cultural y político, que abordó la tarea de popularización del materialismo histórico, por una parte.
De otra, Antonio Gramsci confronta el adocenamiento que Benedetto Croce intentó realizar del materialismo histórico, reduciéndolo en el mejor de los casos, a un cánon historiográfico, sin admitir la teoría de Carlos Marx como una real filosofía, autónoma e independiente de otras adherencias, incluido el hegelianismo. Es decir, Croce puso en entredicho la formulación de su maestro Antonio Labriola, quien denominó en sus estudios de fin del siglo XIX y comienzos del siglo pasado, Filosofía de la Praxis al materialismo histórico, en el espíritu y la letra de la tesis XI de Carlos Marx en su crítica al materialismo de Ludwig Feuerbach.
(continua)