LA HORA DE LOS DOCENTES Y LA DEMOCRACIA
MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
En poco tiempo tendremos la noticia confirmada de cuáles son los resultados de la elección profesoral para Consejo Académico y CSU, y en un cierto sentido, habrán quedado atrás las discusiones con o sin fundamento intercambiadas por integrantes de las listas profesorales.
Sabido es también que en las instancias señaladas, los estudiantes y profesores no están en igualdad de condiciones para poder incidir contra la voluntad de mayorías institucionalmente arregladas, que hacen indiscutibles afirmaciones de participantes a la pasada elección de rector, que el de la Nacional no es un gobierno democrático.
Así lo sostuvo y lo sostiene el colega Leopoldo Múnera, de Ciencia Política. Peor aún, no solo existen esas mayorías en los cuerpos colegiados, sino también no hay elección directa de funcionarios del CSU, y de los rangos inferiores a esta instancia máxima, del rector para abajo.
Un nuevo clima
Pero la U. Nacional respira un nuevo clima político desde la movilización estudiantil de 2011, con la emergencia de la MANE y otras organizaciones estudiantiles, que demandan otro orden universitario, y un presupuesto suficiente para las Universidad Nacional, y el Sistema Nacional de Universidades Públicas.
A su manera, los estudiantes con el concurso de otros miembros de la comunidad universitaria redactaron un proyecto de ley de reforma a la educación superior alternativo, que no fue objeto de trámite alguno en la presente legislatura.
Además, con el colapso del cielo raso de la Facultad de D y CP, se fue a pique la posible y ansiada reelección del prof. Ignacio Mantilla, que tampoco podrá borrar la condición caótica vivida en Derecho sin solución, por más tiempo del que le costó a Petro, en su condición de funcionario público, la destitución del cargo de alcalde. Pero este es un punto que amerita desarrollo específico, en otro escrito.
A la vez, en la participación motivada por esta negligencia inexcusable de la administración y el gobierno universitario, se puso en juego, con éxito relativo el ejercicio del poder constituyente frente a la inoperancia del poder constituido.
Una acción de desobediencia civil constituyente, el decano y sus funcionarios acordaron con los estudiantes en desobediencia firmar un documento conjunto que le dio existencia a la Mesa de Interlocución, Vigilancia y Control, que obra en la medida de sus posibilidades desde entonces, sujetos como estamos a un periodo especial de recuperación del semestre. Obra para precaver abusos académicos, inasistencia a clases de los docentes, avance de las obras civiles, salones adecuados para recibir e impartir clases, entre otras materias.
Reclamo constituyente y gobierno universitario
Ahora, los profesores, en particular los ya elegidos al Consejo de sede, reclaman en su programa, en particular, Eduardo Saenz Rovner y su compañero de fórmula, García, que el principal punto que demandan es la instauración de un senado profesoral, y que lo mismo ocurra, con los estudiantes si así lo quieren, estableciendo un senado estudiantil, que reemplaza a los mecanismos feudales de claustros y colegiaturas.
Con anterioridad se ventilaron estas exigencias de democratización, cuando menos democrático liberal, y fueron sepultadas por las mayorías prefabricadas por el poder constituido. Esta condición fue en respuesta al ejercicio de cogobierno, que un poderoso movimiento estudiantil nacional conquistó en las acciones adelantadas en los años 1971-1972.
Hoy, y antes de que ocurra un nuevo ciclo electoral en la Universidad Nacional, cuando menos, se reclama por la representación profesoral una reforma al estatuto general, y en particular, al gobierno autocrático, reaccionario existente. Todo lo cual supone una tensión en materia de entendimiento y extensión de la autonomía universitaria, que en materia constitucional ha dado pie a la existencia de esta flagrante contradicción.
¿Cuál contradicción?
La de señalar que la universidad tiene autonomía administrativa y académica, y, sin embargo, postular por vía impositiva que tal autonomía queda clausurada por el dispositivo de gobierno, no de auto-gobierno de sus principales sectores, docentes y estudiantes, con la presencia, claro está, de personal administrativo con responsabilidades gerenciales y logísticas que hacen posible el mantenimiento eficaz y eficiente de la infraestructura requerida. Ninguna de las cosas a hoy, ocurre ni está garantizada.
Cursos de acción:
Autonomía y constituyente educativa
Conviene entonces, con la nueva representación profesoral y estudiantil desplegar estas actuaciones democráticas, pacíficamente, y sin acudir a las fórmulas de bloqueos y suspensión de clases que se prolongan en el tiempo sin eficacia probada, o con la obtención de pírricas reivindicaciones, que para nada niega su justeza y validez.
Esta anticipada primavera democrática, que arrancó con las acciones de octubre y noviembre en la Facultad de D y CP, en la Nacho, y que se proyectó con las acciones campesinas del paro nacional agrario, y ahora con el reclamo democrático que encarna el alcalde mayor de Bogotá, es tiempo de darle forma al movimiento por y de una constituyente educativa que hace parte del repertorio de reclamos de igualdad social que conforman el plexo democrático y procedimental de la llamada Constituyente social.
Este accionar público, pacífico de iniciativa ciudadana, plural, heterogéneo, en cuanto a la especificidad de los asuntos implicados, educación, salud, vivienda, medio ambiente, empleo, movilidad permite recuperar los años perdidos por el desmonte del Estado social de derecho que se perpetró a la chita callando, o cínicamente.
La pretensión era reemplazarlo por el engendro del Estado comunitario en la clandestina refundación de la patria acordada en Santa fe de Ralito, con el silencio del expresidente Pastrana y la connivencia y el apoyo del ex Álvaro Uribe, malquerientes del orden de 1991. Y el mecanismo que se quería implementar era el placebo del "Estado de Opinión" en lugar del ejercicio constituyente que ahora el "puro" Centro democrático también reclama, queriendo intimidar, es lo que creen, a "tirios y troyanos" con su simple enunciado.
Este viernes veremos qué tan madura está la ciudadana bogotana, y la que en solidaridad democrática se movilizará en el país para ponerle términos al quehacer antidemocrático del Procurador, que se ha apoyado en la complicidad de dos ramas del poder público, la CSJ y la CC, y estamos a la expectativa de lo que hará el C de Edo al respecto, de una parte.
De otra parte, está la connivencia de los poderes también constituidos del Ejecutivo, interpelado por el propio alcalde Petro ahora, y el Congreso, que han cohonestado este tipo de actuaciones, cuando son ellos los que tienen competencia para hacer los juicios políticos a los altos funcionarios, que es distinto al de ser jueces con competencia judicial.
Es la hora de la revolución democrática y educativa
Es el tiempo de ejercer la democracia, la autonomía de una ciudadanía madura que potencia más allá de la camisa de fuerza de la soberanía popular, encapsulada en la Constitución, su poder de participación política, dándole desarrollo pleno al art. 40 de la C.Nal, y a los demás derechos fundamentales que le dan entidad plena a las libertades que no pueden ser conculcadas por ninguna Constitución, y mucho menos por el embeleco liberal llamado "poder constituyente derivado".
La palabra y la obra está en todos y cada uno de los ciudadanos, que el próximo viernes 13 de diciembre se movilizarán en Bogotá animando la revolución democrática tantas veces aplazada, reprimida y desviada. Es un viernes de fiesta, no queda duda, y no es posible malograrlo con ningún tipo de violencia inducida. La Universidad en primera persona será garante de aquí en adelante, para que la educación pública sea un derecho que no funja más como un privilegio exclusivo y excluyente como en efecto lo es hasta hoy en día.
Es el tiempo de la Constituyente social, y toda la orquesta que componen los grupos y clases subalternas es la llamada a señalar el ritmo democrático, y a llevar la melodía de la autonomía que la hace posible a todos los lugares de Colombia, acompañando la fundada rebeldía de un alcalde que también aprende de ella en acto, más allá de sus manías autoritarias y arranques intempestivos.
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