Preparando el XIII Seminario A. Gramsci. "Reforma, Contrarreforma y Revolución Democrática," 14-16 de noviembre 2017.
BUENOS DÍAS, CATALUÑA
EL LUNES SERÁ UN DÍA DEFINITIVO.
MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
Después de lo que pasó, con el ejercicio destituyente del gobierno de Cataluña, en contravino lo dispuesto por el Tribunal Constitucional y el ejecutivo español de una monarquía supérstite, está más que claro que ésta no rima bien con la conjugación que España sea una república, y mucho menos democrática.
En respuesta, Carles Puigdemont llamó a una parada general y Barcelona respondió; pero no la UE a la intermediación solicitada. Mariano Rajoy, en cambio, reclamó una mediación nacional, junto a sus subalternos en el ejercicio discrecional del poder ejecutivo, Ciudadanos y el PSOE.
Para responder a la nueva situación demandando legitimación de parte de ellos, y convalidar así la violencia presente y futura del gobierno. Rajoy no lo consiguió de Pedro Sánchez, pero sí de su carnal, Albert Rivera, quien insistió en la aplicación del art. 155.
Mientras tanto, no hay respuesta satisfactoria del PP y su líder al llamado de atención perentorio del organismo competente de la ONU. Silencio ante el reclamo de explicaciones, e indiferencia efectiva frente a la condena de la violencia innecesaria contra la población que votó el referendo pacíficamente.
Todo lo anterior nos invita a repasar lo escrito por Giorgio Agamben en "Estado de excepción". Más ahora, cuando el anuncio de Puigdemont y el parlamento catalán de seguir adelante.
Ahora, con el anuncio de un ejercicio no solo destituyente sino constituyente, el próximo lunes, Mariano Rajoy acudió al Tribunal Constitucional para prohibir al parlamento catalán sesionar. La respuesta de la cabeza del poder legislativo catalán es seguir adelante con la declaración de independencia de España.
Corriendo todos los riesgos, y en particular, el asalto más que probable de las fuerzas del orden, con la complacencia del rey Felipe VI, quien, como todas las testas coronadas de Europa no quieren, por nada del mundo, rendir sus privilegios en el altar non sancto de una verdadera democracia, que es la que, por lo pronto demandaron en las urnas, 2.020.144 catalanes indignados que reclaman, hoy por hoy, autonomía plena.
Se abren así, las puertas de una coyuntura estratégica, donde la disputa hegemónica es evidente, y actuante. La solución de Podemos, de reclamar la práctica de un referendo pactado, quedó excluída del repertorio de las soluciones posibles del PP, y sus socios Ciudadanos y PSOE.
Pareciera, entonces, que al revés de lo que pasó en la revolución rusa, cuando los bolcheviques clausuraron el parlamento de mayoría social-revolucionaria, Rajoy anticipa el cierre del parlamento catalán en rebeldía, dispuesto a declarar de modo unilateral, colocándose por fuera de los poderes dictatoriales que tiene a mano el gobierno español, y que ya mostraron los dientes, gruñendo, una vez más, y seguramente mordiendo de nuevo el siguiente lunes.
Repasando los resultados de un referendo "ilegal"
Los resultados electorales presentados por las autoridades catalanas contabilizan 2.262.424, y señalan que el 90,09 por ciento fue por el sí, esto es, 2.020.144, y hubo también un 7,87 por ciento por el no, esto es, 176.565.
Por supuesto que la autoridad electoral nacional le quitó toda validez a estos resultados. A contramano, sin duda, la gente en la calle, votó, como lo hizo en la gran mayoría de los puestos dispuestos, que no pudieron ser clausurados. Es muestra elocuente frente a cualquier alegato legal o constitucional que se esgrima antes y ahora.
"Podemos" y su secretario, Pablo Iglesias siguen reclamando la renuncia de Rajoy, como responsable de la violencia ejercida sobre más 900 lesionados, de todas las edades, no preparados para resistir, mucho menos imaginar ser objeto de tal agresión mantenida en la impunidad hasta ahora.
De Occidente a Oriente
Pero, ¿quiénes la pueden hacer efectiva? La prédica de Pablo es flatus voce enfrentada una vez más a la razón de las armas de la república monárquica.
¿Qué hacer, entonces? Salir a la calle de nuevo, y buscar el refrendo de la independencia que proclame el parlamento, al día siguiente, martes. Será una votación sin precedentes, que tensará todas las cuerdas de una democracia tutelada por una representación que ejerce el gobierno, y que fuera votada también, en su momento, por la minoría del pueblo español.
Estamos, pues, delante de un "juego de tronos" real, ante la expectación del mundo, frente a lo que pueda pasar en España, lejos de las ojivas nucleares con las que, por su parte, sigue amenazando Corea del Norte, a su enemigo principal, Estados Unidos y el régimen títere de Corea del Sur.
La verdad, ¿qué nos indica?
Rajoy y el PP se equivocaron de cabo a rabo, al emplear la violencia contra la población civil. No tenía por qué emplear la fuerza brutal del Estado, y anticiparse a los resultados de las votaciones.
Pudieron haber sancionado a "los rebeldes e insurrectos", sin tener que acudir a las balas de goma y al garrote físico durante la elección ilegal. Ahora la espiral de la violencia sigue su marcha in crescendo.
Rajoy y sus aliados insisten en la validez del paradigma de la dominación legítima. De la mano de Max Weber, pretenden la dominación de los gobernados, en rebeldía, porque éstos ya no creen, siendo un 43 por ciento del total de la población apta para votar, más en el presupuesto de la legitimidad legal racional para ser dominados por el país político que gobierna desde Madrid. Aquella legitimidad quedó sepultada en las calles, plazas y campos el pasado domingo.
¿Hasta dónde llegará esta "insurrección" contra el poder instituido en 1978?
Qué alcances este doble ejercicio destituyente/constituyente en la legendaria Cataluña, rebelde antes de la construcción de la España de la reconquista, será la prueba definitiva que Europa y sus estados nación, que empezaron a nacer en 1648 ha empezado a cambiar para bien, avanzando, a su interior, en el reclamo activo de democracia.
Ya no hay remedios violentos que puedan impedirlo de "cara al sol". La lección griega de Syriza, y de la Turquía de Erdogan, potencial socio en la UE, están incorporadas a la memoria política de la Cataluña en cólera.
Entonces, entre lunes y martes, sabremos qué piensa el 57 por ciento restante, de los catalanes que se abstuvieron de concurrir a las urnas. La semana entrante lo comunicarán al mundo.
Si tal situación se produce, Europa habrá cambiado su rumbo de un modo inusitado, imprevisto, con riesgo de que en los siguientes meses se produzca una reacción en cadena, que replique esta explosión molecular contra los poderes instituidos. Entonces los subalternos, la multitud ciudadana movilizada, dejará de serlo. Vivirá la dramática fiesta de la autonomía.
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