¿LA PLAZA DE BOLÍVAR NO
EXISTE?
¿LA DEMOCRACIA NO
EXISTE EN BOGOTÁ, Y EN COLOMBIA?
Con tales afirmaciones, y no a manera de pregunta el alcalde Gustavo
Petro, hoy en la plaza de Bolívar, que ha sido "limpiada" de los
ciudadanos en rebeldía, persuade a quienes juntan en su causa la defensa de la
raquítica democracia sitiada por los sepultureros a sueldo de la promesa de la
Constitución social que está enunciada, anunciada en el orden creado en 1991.
Hoy, miércoles 22 de enero, es
una fecha crucial, que además está enlutada por la partida de un luchador
social, un revolucionario, forjado en las canteras irreverentes, indómitas de
la Universidad Nacional que todos queremos, Guillermo Asprilla Coronado, a
quien también se ha referido con elocuencia y sentimiento, Gustavo.
A Guillermo también lo he
conocido, y en vida, hemos debatido y compartido el significado y el sentido de
la democracia, y su reclamo de democracia directa. Con el cual Guillermo se
jugó en el campo de la política, en tiempos de guerra y de precarísima paz
social.
Cuando tuvo su ejercicio
profesional como constitucionalista, y como impulsor de una política social
contraria al mercantilismo desbordado y asesino en materia de basuras y salud. Con ellas ha formado a más de una
generación, y, en particular, a Inti, su hijo y coequipero, a quien no conozco,
pero sí escuché ayer en el especial del Canal Capital.
La democracia existe, florece, no se rinde
Sin duda, quienes aprecian la democracia, y la entienden prácticamente,
como ejercicio constituyente, como potencia creadora, no podemos dejar que la
causa que representa Gustavo Petro, de combatir el monopolio y el oligopolio
capitalistas sobre las basuras y desechos lo saquen de la alcaldía, y reviertan
el proceso todavía tímido pero significado de estar con la causa de los muchos.
De avanzar con vigor en la abolición de los privilegios, en procura de la
igualdad social, sin demagogia, ni tapujos.
Tampoco se le puede dar rienda
suelta al Procurador que pretende
respaldar en el ejercicio de sus
facultades inconstitucionales, que mezclan poder disciplinario y poder político,
que borra los límites de la división de poderes. Es urgente ponerlo en su
lugar, académico, desentrañando su enredo ideológico, que confunde
autoritarismo con democracia, y fe ciega con verdad socialmente construida.
También hay que reclamar de una
instancia internacional como la Comisión Interamericana que no le de largas al
asuntos bajo su conocimiento, y que se pronuncie que se atreva a ser
consecuente con la defensa de la democracia que se pregona en los textos.
Es la hora de la Constituyente Social y la democracia
"Respetuosos, pacíficos, dignos pero no pendejos". Palabras de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá, 22 de enero de 2014.
"Respetuosos, pacíficos, dignos pero no pendejos". Palabras de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá, 22 de enero de 2014.
Es la hora que la Convención
Americana, su artículo 23, muestre toda su valía. Se ordene las medidas
cautelares y se disponga a resolver de fondo esta falacia jurídica, este
entuerto autoritario que hace cada vez más lejana la posibilidad de aclimatar
una paz decente, y duradera en una sociedad que la reclama con urgencia.
Le toca ahora a Bogotá toda, en
la calle, proponer la Bogotá social que hace posible que la Bogotá Humana no
sea, ni pueda ser flor de un día, que se marchita porque se quiere callar a uno
de sus jardineros. Nos toca a todos ser guardianes celoso del ambiente.
La Plaza de Bolívar recuperada,
territorio de la democracia ha de vernos concurrir por miles para ensayar el
urgente ejercicio constituyente que dote de herramientas al discurso de 1991,
en lo que tiene de reclamo de participación e igualdad social. La democracia
existe, florece, no se rinde.
Sin duda, quienes aprecian la
democracia, y la entienden prácticamente, como ejercicio constituyente, como
potencia creadora, no podemos dejar que la causa que representa Gustavo Petro,
de combatir el monopolio y el oligopolio capitalistas sobre las basuras y
desechos lo saquen de la alcaldía, y reviertan el proceso todavía tímido pero
significado de estar con la causa de los muchos. De avanzar con vigor en la
abolición de los privilegios, en procura de la igualdad social, sin demagogia,
ni tapujos.
Tampoco se le puede dar rienda
suelta al Procurador que pretende
respaldar en el ejercicio de sus
facultades inconstitucionales, que mezclan poder disciplinario y poder político,
que borra los límites de la división de poderes. Es urgente ponerlo en su
lugar, académico, desentrañando su enredo ideológico, que confunde
autoritarismo con democracia, y fe ciega con verdad socialmente construida.
También hay que reclamar de una
instancia internacional como la Comisión Interamericana que no le de largas al
asuntos bajo su conocimiento, y que se pronuncie que se atreva a ser
consecuente con la defensa de la democracia que se pregona en los textos.
Es la hora que la Convención
Americana, su artículo 23, muestre toda su valía. Se ordene las medidas
cautelares y se disponga a resolver de fondo esta falacia jurídica, este
entuerto autoritario que hace cada vez más lejana la posibilidad de aclimatar
una paz decente, y duradera en una sociedad que la reclama con urgencia.
Le toca ahora a Bogotá toda, en
la calle, proponer la Bogotá social que hace posible que la Bogotá Humana no
sea, ni pueda ser flor de un día, que se marchita porque se quiere callar a uno
de sus jardineros. Nos toca a todos ser guardianes celoso del ambiente.
La Plaza de Bolívar recuperada,
territorio de la democracia ha de vernos concurrir por miles para ensayar el
urgente ejercicio constituyente que dote de herramientas al discurso de 1991,
en lo que tiene de reclamo de participación e igualdad social.
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