ESPECIAL
Primera parte
SANTOS Y LA SEGUNDA INDEPENDENCIA
“hay quienes quieren un país seguro,
pero no quieren un país justo y no son capaces de pensar un país moderno. Hay
también los que quieren un país justo, pero ni seguro ni moderno.” J. M.
Santos, alocución del 7 de agosto 2013.
Miguel
Angel Herrera Zgaib. Profesor Asociado, Ciencia Política, Unal.
Director
Grupo Presidencialismo y Participación
¿Santos, burgués altanero o estadista?
“No
vamos a abandonar el campo de batalla, ahora cuando estamos tan cerca de la
victoria de la violencia, sobre la pobreza y el atraso”. Juan Manuel Santos,
alocución en el Puente de Boyacá, 7 de agosto de 2013.
Al filo de su cuarto y último año, Juan Manuel Santos, parafraseó el programa
de la oposición revolucionaria latinoamericana. Él proclamó ahora ser el adalid
de la “segunda independencia,” exhibida como su bandera para obtener la reelección.
El presidente aclaró, en seguida, que “debemos independizarnos para siempre de
la violencia."
Enfrentado como está a una variopinta
y gaseosa oposición, la de Uribe y Robledo que él no identifica con la armada,
las Farc-Ep, que sigue sentada a manteles en La Habana, Santos quiere llevar a
feliz término, a su modo, la negociación
de paz. A esta otra oposición la amenaza, paradójicamente, con el uso
continuado de la violencia, diciendo: “la paz se consigue a las buenas o a las
mala”
Esta palabra de orden, acompañada por el redoble de tambores en el
mismísimo Puente de Boyacá el pasado 7 de agosto, primero la hizo famosa Fidel Castro en la Segunda Declaración de La Habana,[1]
después que los barbudos de la Sierra Maestra triunfaron sobre Fulgencio
Batista y su principal aliado, el gobierno en cabeza de John F. Kennedy.
La segunda independencia que hizo de
Cuba primer pueblo y territorio libre en
América, excepción hecha de Guantánamo, casi condujo a la conflagración nuclear
entre los bloques socialista y capitalista, que se disputaban la hegemonía
planetaria durante la guerra fría.
Este episodio amargo condujo al
retiro de los misiles emplazados en la isla por orden de Nikita Kruschev, y
produjo como respuesta sembrar al mundo de múltiples Vietnams. Fue el dictado
heroico, desgarrado del apóstol/profeta armado, Ernesto Guevara, cuya ilusión
se hundió en la escuelita cercana a la quebrada del Yuro, en Bolivia, donde
resultó asesinado impunemente.
[1] Apartes finales de esta
declaración: “Porque esta gran humanidad ha dicho: <>, y
ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar
la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez
inútilmente.” La Habana, 4 de febrero de 1962.
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