3 de noviembre de 2013


PONENCIAS . 

SESIÓN ESPECIAL, 31 OCTUBRE 2013. VIII SEMINARIO INTERNACIONAL GRAMSCI. AUDITORIO, SALÓN 104. EDIFICIO DE ECONOMÍA. CIUDAD UNIVERSITARIA, UNAL. BOGOTÁ. 


Reflexionando sobre las actuales conversaciones de paz en Colombia.

Ponencia Colectiva, Observatorio de actualidad latinoamericana.
Ciencia Política, Universidad Nacional de Colombia.
                              Lectora:  Jennifer Charlotte Cubillos Silvara


1. La palabra “reflexión”, derivada del termino latino reflexio, posee una connotación singular. Ella designa el acto de meditar detenidamente sobre un problema. De ahí la dependencia de la reflexión con respecto a la pregunta y viceversa. Interrogarse es reflexionar del mismo modo en que reflexionar es interrogarse.

Pero, ¿Qué implica la reflexión sobre las actuales conversaciones de paz en Colombia? ¿Qué consecuencias pueden advertirse cuando nos interrogamos por su lugar en la actualidad de América Latina? Lo primero que debe señalarse es justamente la condición propia de la contemporaneidad como disposición de la conciencia: esa conciencia crítica que toma distancia del tiempo histórico al cual inevitablemente pertenece. Distancia crítica de una conciencia que indaga sus propios límites estableciendo lo que le es posible y lo que le es imposible comprender.

En este sentido, reflexionar a propósito del significado de las actuales conversaciones de paz en Colombia implica interrogarse sobre el carácter concreto de sus manifestaciones en el presente, interrogarse sobre las regiones oscuras que embargan el espesor de sus contradicciones y sobre los alcances del conocimiento con respecto a la explicitación de su sentido. Esta analítica del tiempo presente revela la constitución hegemónica de la soberanía global del capital con sus procesos históricos de crisis y recomposición.

Del mismo modo, aquella arroja luces sobre las características contemporáneas del problema social agrario en Colombia y sobre el significado de la paz en la geopolítica imperial. De acuerdo con esta tentativa, nos aventuramos a presentar algunas reflexiones iniciales relativas al carácter histórico-político de la coyuntura, al juego de poder entre los negociadores y a la solución política como apuesta democrática para finalizar con el acercamiento a un horizonte de reflexión que consideramos fundamental: la actualidad latinoamericana.

2. ¿Cómo aproximarnos a la significación histórica de la coyuntura?

De acuerdo con algunos desarrollos de la conciencia crítica en Colombia, el problema social agrario y el conflicto por la tierra constituyen el núcleo de las negociaciones de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), en tanto estos ocupan –históricamente- un lugar central en torno a las causas de la guerra en Colombia.

De acuerdo con ello los análisis contemporáneos ponen de relieve dos elementos clave para la comprensión de esta coyuntura histórico-política. Por un lado, la dimensión trascendental del tiempo contenida en el concepto de Historia revela una matriz de significación según la cual las fuerzas insurgentes aparecieron como fuerzas sociales de resistencia en confrontación con fuerzas sociales de dominación. En efecto, las FARC-EP surgieron durante la primera mitad del siglo XX como grupos de “autodefensa campesina” que tuvieron como objetivo resistir ante el despojo de tierras que efectuaban los conglomerados latifundistas.
Al mismo tiempo, estas fuerzas insurgentes tuvieron que hacer frente a la ofensiva militar del Frente Nacional en tanto régimen derivado de un pacto bipartidista entre el liberalismo y el conservatismo cuya principal característica consistió en clausurar el sistema político y blindarlo contra toda intervención o influencia de proyectos políticos antioligárquicos. Y por otro lado la guerra, cuya fatalidad transhistórica esconde los límites de toda determinación antropológica del conflicto, revela el conjunto de las cristalizaciones del poder y su monstruosa barbarie.

En efecto, durante la segunda mitad del siglo pasado, en el marco del conflicto armado, la forma-Estado en Colombia experimentó un conjunto de adecuaciones institucionales que estuvieron marcadas por la pretensión de satisfacer las exigencias del capitalismo internacional y de la globalización neoliberal bajo la fórmula del binomio latifundio-terror de Estado. Es quizá en este sentido como puede plantearse una síntesis de las relaciones de poder bajo la lógica de la forma-Estado Corporativo, esto es, bajo una razón de Estado paradójicamente anclada a la antijuridicidad del crimen con el fin de asegurar la reproducción del capitalismo agrario y los intereses de clase asociados a la concentración de la tierra.

3. ¿En qué consiste el juego de las fuerzas políticas en confrontación?

Para nadie es un secreto que en la mesa de negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) tiene lugar un complejo juego de poder, esto es, una tensión entre proyectos contrapuestos. En efecto, el gobierno de Juan Manuel Santos –que impulsa los intereses del empresariado rural y de la banca internacional- busca mayores adecuaciones a las exigencias del capital globalizado, lo cual implica la formalización total de la propiedad rural así como dar solución a la situación del desplazamiento.

El efecto cristalizado de las relaciones de poder en la forma-Estado Corporativo a la luz del conflicto armado colombiano puede rastrearse en la Ley 1448 de 2011 que reglamenta el proceso para la reparación de las víctimas y para la restitución de tierras. De acuerdo con ello, es preciso no perder de vista la existencia de distintas estrategias en torno a la organización político-territorial por parte de los actores de la negociación, estrategias que definirían formas específicas para la construcción de un modelo de desarrollo rural agrario.

Por una parte, el gobierno parece querer centrarse en la focalización de zonas donde tienen presencia las guerrillas sin entrar en conflicto con el latifundio asegurando con ello un orden político favorable al control corporativo de dichas zonas. La integración territorial de las poblaciones rurales y la acumulación geográfico-espacial en el circuito económico regional (relativo a la producción, la distribución y el consumo) se articulan en una concepción del “desarrollo agrario con enfoque territorial” promoviendo así el minifundio a partir de formas productivas de explotación intensiva, acabando con la economía familiar basada en los saberes ancestrales y abriendo paso al sistema crediticio del capital que engulliría las zonas de reservas campesina.

Y, por otra parte, las FARC-EP, que asocian las zonas de reserva campesina al concepto de “territorios colectivos con autonomía política”, busca avanzar en la consolidación de una propuesta político-territorial capaz de construir un modelo de desarrollo rural agrario opuesto al funcionamiento del mercado capitalista. En este sentido, la insurgencia actúa en clave de resistencia espacial y de “desconexión parcial” frente a la globalización. Sin embargo, el juego político de las negociaciones no suprime la negatividad que encierra a los actores de la guerra y al significado de la paz. Este juego de poder no sólo busca la consolidación de proyectos políticos yuxtapuestos, sino que busca solucionar la esclerosis del conflicto como proceso de trasformación histórica con el fin de no agravar la degradación progresiva de sus protagonistas.

4. ¿Cuál es la significación histórica de la paz en torno a la construcción de “lo común”?

La significación histórica de las actuales negociaciones de paz en Colombia abre la reflexión hacia ese horizonte donde se manifiestan las posibilidades para la construcción democrática de lo común. En el escenario más optimista, puede decirse que este proceso histórico-político representa una oportunidad de transformación democrática para la sociedad colombiana en tanto se ubica en el umbral de donde se deriva su estructura.

Sin embargo, el capital transnacional y el “proyecto-centro-democrático-paramilitar” del uribismo (en tanto oligarquía reaccionaria) no cesan de obstaculizar este proceso. Sumado a ello, la ausencia del movimiento social así como la precariedad de los canales para la participación ciudadana hace sospechar sobre su carácter antidemocrático. Y siendo el conflicto armado un producto de regímenes antidemocráticos nos preguntamos: ¿tal conflicto puede ser solucionado prescindiendo del recurso a la democracia? La importancia de éste cuestionamiento se nos aparece en el horizonte reflexivo de una praxis posible, una praxis que se sitúa en los márgenes de una conciencia política polarizada entre derechas e izquierdas.

Por supuesto, nos interesa resaltar un juicio según el cual: si la izquierda pretende contribuir a la solución política del conflicto armado debe promover una nueva forma de hacer política, una nueva forma de construir ese espacio de los comunes capaz no sólo de desarrollar su potencia inmanente sino también de combatir esas fuerzas que se oponen al despliegue de esa potencia. Ningún romanticismo político o símbolo de la comunidad universal puede contribuir a esta nueva política. Pero tampoco podemos esperar mucho del provincianismo característico de identidades cerradas sobre sí mismas.

Localidad, regionalidad y globalidad constituyen las dimensiones de esta nueva política y cada una de ellas resulta imprescindible para la comprensión y desarrollo de las otras. Quizá sea ahí donde ocurre la superación de toda visión corporativa, aparatista e instrumental de lo político que hace posible una política de lo común, esto es, una política capaz  de integrar los fundamentos de la “democracia”, el “buen vivir” y la “paz” en un proyecto político inédito. Sólo por ésta vía el proceso de paz podría generar transformaciones profundas.

El recurso a la democracia, tanto a nivel del procedimiento constitutivo de la comunidad como a nivel de la estrategia discursiva de las fuerzas activas revolucionarias, no puede dejar de considerar la propuesta de una convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente: acto en el que la soberanía cedería su potestad a la voluntad de los comunes, esto es, a la voluntad de los pueblos.

5. Esta reflexión inicial sobre las actuales conversaciones de paz en Colombia tiene como horizonte la posibilidad de comprender el mundo contemporáneo. En este sentido, la actualidad latinoamericana no se reduce a los acontecimientos que pululan en el circuito mediático de la sociedad globalizada. Más acá o más allá de la parafernalia mass-mediática, ella expresa un escenario geohistórico atravesado por los distintos procesos políticos que han tenido y tienen lugar en el proceso general de la globalización.

El bloque del ALBA y la Alianza del Pacífico son procesos que no pueden entenderse sin una comprensión del decurso histórico de los pueblos latinoamericanos. Asimismo, la hegemonía capitalista a la que se oponen procesos socialistas en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba no pueden ser comprendidos sin su contraparte capitalista en Colombia, Chile, México y Perú. De la misma forma, los procesos políticos de resistencia en las tierras de Brasil y Paraguay no pueden ser comprendidos sin atender a la significación imperial de la Amazonía como patrimonio de la humanidad del mismo modo en que la situación de Argentina y Uruguay no pueden ser comprendidas sin tomar en cuenta el papel de instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

De acuerdo con ello, la actualidad latinoamericana alude al conjunto de procesos políticos que están marcando el rumbo de los pueblos latinoamericanos en la época contemporánea, procesos que por su complejidad no pueden ser enmarcados en los compartimientos estancos elaborados por las ciencias especializadas. Las formas de explotación, dominación y alienación que configuran dichos procesos exigen un tratamiento interdisciplinario y transdisciplinario de los fenómenos que manifiesta así como la puesta en práctica de un método capaz de analizar y sintetizar la complejidad de las relaciones locales, regionales y globales que caracterizan a los pueblos latinoamericanos.

Aquí la pregunta es: ¿tiene sentido una reflexión sobre el caso colombiano por fuera de este horizonte de significación? Desde hace algunos meses, un grupo de estudiantes del programa de ciencia política de la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá) hemos venido adelantando algunos ejercicios académicos. Nuestro principal ejercicio ha consistido en la realización de mesas redondas en torno a temas específicos de la coyuntura colombiana.

En estas mesas, los participantes hemos puesto de presente posturas diversas que han enriquecido progresivamente el contenido de los debates. En el curso de este ejercicio, a su vez, se han puesto de manifiesto diversas preocupaciones sobre la realidad política latinoamericana y sobre el objeto, método y concepto de la ciencia política. Estos debates han sido registrados a partir de un sistema protocolario y de actas. Sin embargo, nos ha parecido que esta práctica no podría tener ninguna eficacia si no adoptaba una posición clara ante los problemas sociales que son de relevancia para los pueblos latinoamericanos.

De manera que ha sido la práctica de conocimiento lo que nos ha puesto en la necesidad de enriquecer el ejercicio académico para proyectarlo políticamente. Por esta razón hemos conformado el “Observatorio de actualidad latinoamericana”, un grupo de estudios políticos preocupado por la contemporaneidad de los pueblos latinoamericanos. Pero, como lo hemos señalado anteriormente, esta contemporaneidad no significa para nosotros algo meramente cronológico. Indica por el contrario unas condiciones concretas para el despliegue de la propia práctica de conocimiento en tanto este conocimiento busca asumir los desafíos de la coyuntura actual.

Es una coyuntura geo-histórica que expresa la dinámica de la crisis global y el ritmo de los conflictos locales pasando por su mediación regional. De acuerdo con ello, nuestra matriz de conocimiento adopta una posición crítica frente a las limitaciones del conocimiento, frente a los antecedentes históricos de la colonización y frente a las relaciones de poder que afectan positiva y negativamente la vida de las sociedades latinoamericanas, con la clara disposición teórica y práctica por transformarlos. Para obrando en esta orientación:

A.     Diferenciar entre proceso de paz y negociaciones: explicitar el momento del proceso de paz. Delimitar lo específico de las negociaciones.

B.     Cuestión agraria: no sólo se trata de una confrontación militar entre la insurgencia y el Estado, sino que también el carácter colombiano de la conflictividad involucra otros espacios de confrontación. Señalar la articulación del movimiento social.

C.     Ampliar latifundio-terror de Estado. Explicitar la República Señorial Hacendataria.

D.    Nuevos requerimientos de propiedad jurídica de la tierra: gran plantación, especulación inmobiliaria; territorios baldíos: son formas de acumulación que requiere una estabilidad distintas cuyos mecanismos se están explorando.

E.     Trabajar con referencias bibliográficas y reflejar las dinámicas de la investigación.



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