PONENCIA
SEGUNDA JORNADA, SUBALTERNOS Y DEMOCRACIA
13 DE NOVIEMBRE DE 2013. VIII SEMINARIO INTERNACIONAL GRAMSCI.
LA MARCHA PATRIÓTICA Y EL NACIMIENTO
DEL PARTIDO AGRARIO*
Profesor Asociado, ex Director de UNIJUS y Ciencia Política; director Grupo
Presidencialismo y Participación, Universidad Nacional. Ex rector Universidad
Libre. Catedrático maestría de Estudios Políticos, Universidad Javeriana,
Bogotá.
* Este texto fue destinado a su publicación en la Revista Foro, que circula en su edición del mes de noviembre de 2013.
El misterio de la
cuestión agraria
“Paradójicamente, los últimos veinte años han sido de crisis,
de regreso, de declinación, de recesión económica, simultáneamente a la
demolición del Estado social; sobre todo del derecho al trabajo –conquistado
con muchas luchas por muchas décadas-, que ha sido casi totalmente destruido, y
hoy no se cuenta con garantías sobre la estabilidad del puesto de trabajo.”
Luigi Ferrajoli. Entrevista con UnNorte, mayo-junio 2013, p. 12.
El
presente año, 2013, marca para Colombia el retorno de la cuestión agraria, en un tiempo de crisis económica global y
desmonte del proyecto del Estado social que borra el derecho al trabajo; y con
ello la necesidad de resolver su misterio, que pesa sobre las cabezas de todos
los vivos, y la memoria trágica de varios cientos de miles de muertos que se
extiende desde el sangriento declinar de la conquista colonial española en lo
que se identificaba como el Virreynato de la Nueva Granada.
Es la irrupción de la cuestión agraria, su perturbadora
presencia, lo que simboliza el sacrificio de José Antonio Galán, un arcabucero,
del regimiento Fijo de Cartagena, quien se rebela y se junta a la causa de la
insurrección comunera de 1780-81, en la que marchan juntos pequeños
propietarios agrarios, peones, comerciantes pobres de las villas lejanas de
Santafé, junto a comerciantes influyentes, parte de la elite socorrana como
Juan Francisco Berbeo y Salvador Plata. Galán terminará descuartizado y
repartido a lo largo y ancho de su marcha rebelde, traicionado por la oculta
entrega al partido de la dominación colonial.
Estos episodios de “castigo ejemplar”, en un orden pastoral tardo-ilustrado,
le darán paso luego, contrariando la
voluntad de encomenderos, predicadores y rábulas, “reinados” desde ultramar, al naciente orden disciplinar en tierras
americanas.
La primer parte de la solución al complejo misterio de la
cuestión agraria viene de la mano con la
tortuosa conquista de las libertades individuales en Colombia enfrentando el
despojo, racismo y exclusión coloniales. Tal conquista se gesta en la primera
independencia, donde el carácter y la visión de Simón Bolívar consiguen
prestancia universal hasta estos días, cuando el raquítico ejército libertador
se puebla de colores con su llamado directo a la sublevación de los esclavos
negros y lo siervos indios para, sumados a la causa insatisfecha de los
criollos, hijos de “dañado y punible ayuntamiento”, librar la guerra a muerte;
ante la vista socarrona de los gobernantes peninsulares, ocupantes a la fuerza
de las nuevas tierras, y parásitos de la explotación del trabajo de los grupos
subalternos “importados” o raizales de estas tierras. A esta historia ancestral
está ligada la Marcha Patriótica según su propio decir como veremos en seguida.
La partida de
nacimiento del nuevo sujeto
“La Marcha Patriótica (MP)…hace suyo el ideario político de Simón Bolívar y de
todos los pensadores de nuestra América que han contribuido a concebir la
patria grande, digna y soberana…respalda y promueve el proceso de construcción
de sentido y de referentes simbólicos de las gentes del común.” Ver Plataforma
de la Marcha Patriótica.
Los antecedentes histórico-sociales indicados de modo comprimido arriba,
en un esfuerzo de reconstruir sumariamente la historia discontinua de los
subalternos[1]
desde las postrimerías del siglo XVIII. Ellos permiten anudar, por
manifestación expresa, la causa, la razón de ser principal del evento fundacional
que conocimos como Marcha
Patriótica y Cabildo abierto por la Independencia, el 20 de julio de 2010.
Dicha movilización concitó, obtuvo en su presentación inicial
la participación de 18.000 personas, la mayoría habitantes del campo
colombiano. Todos en abierta oposición ciudadana para contrariar a las
políticas del presidente por segunda vez, Álvaro Uribe Vélez, un nuevo
terrateniente enfeudado en la Costa Atlántica.
Aquella era una medida estructural requerida para implementar
la Iniciativa de las Américas, un remedo de la Alianza para el progreso de la
era Kennedy. El Plan Colombia fue aprobado en su inicial versión desarrollista por los presidentes Bill Clinton y
Andrés Pastrana, hijo del ejecutor de la contra-reforma agraria, el Pacto de
Chicoral.
Fue Misael Pastrana, quien concedió “soberanía plena”,
abierta gobernabilidad al comando del capital especulativo, pues impuso la Upac
al reino del mundo urbano; dándole paternidad a las pirámides financieras,
durante los finales del segundo Frente Nacional. Medidas que son la plataforma
para el lanzamiento del neoliberalismo que se ensayó primero en Chile cum manu militarii.[3]
Marcha Patriótica
reclama, con estos antecedentes, su participación en la tarea de
construir y conseguir la Segunda Independencia. Haciéndose eco explícito de lo
proclamado por los barbudos de la Sierra Maestra al triunfo de la Revolución
cubana, y ante todo, del legado histórico Bolivariano por su lucha
antiimperialista contra la expansión estadounidense en los comienzos del siglo
XIX.
Lo cual de entrada, le añade complejidad política ideológica
a este nuevo proyecto porque lo sitúa,
cuando menos, en una doble interlocución con los más radicales y persistentes
proyectos de la insurgencia armada colombiana de raigambre campesina, las
Farc-Ep y el Eln, y en menor medida con los reductos del Epl afincados en Norte
de Santander y zonas aledañas.
Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Haydée Santamaría, Ernesto
Guevara, Oswaldo Dorticós, entre otros emprenden la ruta desconocida a la
revolución socialista en América Latina, después del fracaso del experiencia
democratizadora en Guatemala, en 1954. Articulan, luego de la fracasada
expedición del Granma a Cuba, a los
sectores rurales, los goajiros con los urbanos animados por el Partido del
pueblo cubano (ortodoxo), dirigido por el periodista Eduardo René Chibás, y el
Directorio estudiantil universitario, en una lucha guerrillera exitosa.
Esta vanguardia dispuso luego del triunfo contra el régimen
de Batista, y los bloqueos del gobierno estadounidense, la aplicación de un
programa de reforma agraria radical, que acompañó de un acelerado proceso de
nacionalizaciones, la caña de azúcar en primera línea. Estas reformas
“burguesas” tocaron de modo directo los intereses agro-industriales de los
Estados Unidos de América, con el consiguiente aislamiento que éste impuso como
retaliación bloqueando la zona de
articulación “natural” de la Isla con el mercado capitalista.
El hermano mayor,
ubicado a algo más de 90 millas náuticas, se convirtió en centinela, y
Guantánamo en base ininterrumpida de complots, conspiraciones y atrocidades
hasta hoy. Estados Unidos eleva con esta inaceptable presencia la dignidad de
la resistencia cubana al imperialismo norteamericano, hasta convertir en
leyenda viva la expresión “Cuba, primer territorio libre de América”, que
traduce de hecho el logro de una segunda independencia, pilar, estandarte
ideológico de la lucha que propone civilmente la Marcha Patriótica desde sus
orígenes.
Los primeros pasos de la criatura colectiva
“… no existen las suficientes condiciones y garantías
políticas para la participación electoral, dada la configuración criminal del
régimen y la trayectoria de genocidio…”
Declaración de la VII reunión de Copan.
En su génesis,
la Marcha Patriótica está compuesta por organizaciones sociales y políticas de
procedencia diversa, tales como Anzorc, Acvc, la Conap, Fensuagro, a las que se
unen luego, agrupamientos políticos como el Partido Comunista y su juventud,
entre varios cientos de adherentes locales, regionales y nacionales. Todas
reclaman al unísono la negociación del conflicto armado, la reparación a las
víctimas, la reforma agraria integral y la soberanía popular para Colombia.
La fundación de Marcha Patriótica,
MP, ocurre el 21 de abril de 2012, y en su plataforma política manifiesta el
propósito de juntar las rebeldías, y se dispone a interpretar y hacerse parte
de los acumulados y de las nuevas dinámicas de la acción colectiva. La MP quiere ser “expresión organizada del
movimiento real de las resistencias y de las luchas de las gentes del común y de los sectores sociales y populares que
actúan por una patria grande, digna y soberana.”
La MP publicita su plataforma
política que contiene trece puntos, siendo el primero: la solución política del
conflicto social y armado y paz con justicia social; el segundo apunta a la
democratización de la sociedad colombiana; el quinto exige la dignificación del
empleo y la humanización del trabajo; el octavo y noveno reclaman la reformas integrales agraria y
urbana.
De otra parte, el punto doce de la
Plataforma demanda un nuevo orden mundial, internacional así como la
integración de nuestra América, y por último, se compromete con la continuación
de las luchas por la dignidad, la emancipación y la liberación.
Se encuentra, igualmente, una
especial mención e indicaciones a propósito de la causa de los Derechos
Humanos, para indicar que estos se refieren a la viabilidad y urgencia de “un
orden material alternativo del poder y el derecho, basado en la garantía
efectiva de los derechos, con enfoque de género, diferencial, intercultural y
pluriétnico.” Es una formulación que recoge casi en su integridad lo que está
consagrado, con independencia de su desarrollo, en el orden constitucional de
1991.
Para referirse a la vida intelectual
y cultural de Colombia, la MP, y en particular, de sus juventudes, “propugna por
una transformación cultural del modo de vida y de producción impuesto por el
neoliberalismo…la solidaridad, la cooperación y la fraternidad.” Para que esto
obre en efecto, ella propone la “redefinición sustancial del proceso educativo
en todos los niveles y modalidades con fundamento en pedagogías para la
emancipación…”
La Plataforma señala también que
“respalda y promueve procesos de construcción de sentido y de referentes
simbólicos de las gentes del común.” En lo cual se advierte la influencia,
entre otros, del legado gramsciano, para
pensar y actuar la contra-hegemonía subalterna, aunque no lo diga.
Lo que sí hace es declarar inspiración en el
ideario político de Simón Bolívar, y líderes nacionales entre los que se
incluyen a Antonio Nariño, precursor de la independencia, y Jorge Eliécer
Gaitán, el caudillo socialista y liberal más influyente del siglo XIX.
¿En la dirección de un Nuevo Príncipe?
En la
brevísima trayectoria presente de la MP, hay un documento que es sintomático de
sus propósitos y alcances, El manifiesto
por la tierra y la paz. El diálogo es la ruta. Allí se lee, que es fruto de
un promisorio encuentro de comunidades campesinas, indígenas y
afro-descendientes que se reunieron en Barrancabermeja durante la segunda
semana de agosto de 2011.
Como fruto de las deliberaciones en
el Manifiesto se establece que dicho Encuentro tiene el carácter de toma de
partido “por el futuro de nuestra tierra, territorio y recursos, la democracia,
y la garantía de nuestros derechos”. Al mismo tiempo es explícito el documento
suscrito, cuando señala “rechazo frente a las políticas gubernamentales
(y)…este modelo económico que destruye la economía campesina, los territorios
de las comunidades indígenas y afro-descendientes.”
De todo lo anterior se desprende una
guía para la praxis de la MP, “avanzar
en la concepción y materialización de una ruta de paz…la conformación de un
movimiento de alcance nacional…” Para avanzar este propósito se asevera que,
“el diálogo es la ruta…construir y ampliar garantizando el respeto a las
organizaciones sociales y a su autonomía.”
Al mismo tiempo, y para destacar su
novedad y raíces, el Manifiesto establece que “su punto de partida se encuentra
en las innumerables manifestaciones de la acción colectiva social y popular, en
los diversos procesos organizativos” que le son coetáneos, y contemporáneos.”
Para tomar en consideración la praxis
de la MP, es importante lo informado por la Junta Nacional de impulso COPAN, de
junio de 2011, en la cual se hace referencia a la movilización del 1o. de mayo,
donde se usa una terminología de acento estratégico, que suma el recuerdo
histórico de las movilizaciones de auto-defensa de tiempos de la Violencia de
los años 40 y 50, porque habla de bloques de marcha, y dice que se movilizaron
en tal fecha 60.000 personas, en lo fundamental organizaciones campesinas y
algunas organizaciones estudiantiles, en menor medida. Por lo que se dispone de
la urgencia de acercarse a los sectores urbanos, las organizaciones sindicales,
barriales, populares y juveniles.
A la MP le preocupa y reconoce que a
esa fecha hay departamentos que no cuenta con la forma organizativa de los Consejos Patrióticos ni tampoco con
juntas de impulso a estos, que son fundamentales para la auto-organización de
los de abajo, lo que yo denomino la forma de construir autonomía por parte de
los grupos y clases subalternas, desprendiéndose de la formas
corporativo-gremiales.
En virtud de esa orientación, hay
después la reunión del Consejo Patriótico Nacional de 17 de diciembre de 2011.
Con ocasión de esta se registra que en
Bogotá ya existe el Comoscol de Bogotá, y en otras pocas ciudades de
Colombia, que es una forma organizativa pensada como un espacio para realizar
la unidad de acción social y política.
En particular, los Comoscoles son las
Coordinadoras de movimientos y organizaciones sociales y políticas de Colombia
que impulsa la Marcha Patriótica para promover e incentivar la participación de
las multitudes, de las que ella llama gentes del común. Una de sus reuniones
fue la del 5 de agosto de 2011, a la cual concurrieron y se movilizaron entre
otras organizaciones: la Gran Coalición democrática, la Minga nacional indígena
y comunitaria, el Congreso de los pueblos, el PDA, la Cut, Marcha Patriótica,
Anthoc, Sintraunicol, Aspu, Movice, Cedetrabajo, Planeta Paz, el PST, Censat
Aguaviva, Uneb, Modep, Fensuagro, Federación Médica Nacional, entre tantas
otras.
Al pasar revista a su procedencia, y
luchas no queda duda de la heterogeneidad de sus componentes, y la disposición
de ser cambio, y comprometerse con la paz de Colombia. En ese espíritu y de
manera sectorial, Marcha Patriótica convocó luego al Primer foro agrario por la
paz, en el corregimiento de La Moralia, del municipio de Tuluá, en enero de
este año. En el Foro participaron 133 delegados pertenecientes a 33
organizaciones campesinas de Colombia, quienes como fruto de sus deliberaciones
aprobaron lo que denominan Proyecto
alternativo de ley agraria.
En materia de comunicación e
información virtuales, la Marcha Patriótica se ha dotado en los últimos meses
de una plataforma virtual, desde la cual se tiene acceso a los documentos más
importantes de la organización, así como a noticias y pronunciamientos de
relevancia para las luchas de los grupos y clases subalternas en los niveles
local, regional, nacional, internacional y mundial.
En el mismo espacio virtual un
visitante cualquiera tiene acceso al Canal Independiente TV, Itv,
igualmente, a la Radio Independiente, y
otra ventana que se denomina Fotografía en Marcha. A través de estos tres
instrumentos, cualquiera puede enterarse de los desarrollos, alcances y
protagonistas de la vida política y social de los de abajo.
Al hacer un recorrido por sus
contenidos más recientes, hay tres temáticas notabilísimas, las negociaciones
de paz en La Habana, el Paro Agrario Nacional, y la lucha de los estudiantes
universitarios.
Por ejemplo, de su consulta,
cualquier visitante del portal de Marcha Patriótica obtiene la información
multimedia más completa de las jornadas universitarias promovidas por la Mane
los días 17 y 18 de octubre, y que condujo a la ocupación pacífica del Icetex,
y la Desnudatón.
Al respecto de la campaña por obtener
financiación adecuada para la educación superior, que es deficitaria en 11.3
billones a la fecha. Y en el plano internacional el portal informa también de
lo que fueran las sesiones de la OCLAE en Bogotá, 9-14 de septiembre pasados.
En uno y otro caso, entre varias se escuchan las voces de los líderes estudiantes
colombianos, María Alejandra Rojas y Jairo Rivera.
En la brega de construir un Partido Agrario
“América Latina está viviendo una
fase de pasión civil.” Luigi Ferrajoli, Entrevista en periódico UnNorte,
mayo-junio 2013, p. 12.
“La cuestión de la tierra remite a un
país que no consiguió deshacerse del fardo del latifundio colonial, añeja
cristalización del poderío político con base en clientelas, marcador de
riqueza, estatus y prestigio social. De ahí deriva el latifundismo como una
ideología profundamente arraigada, esponja que absorbe, “los derechos de
propiedad”. Marco Palacios, Daños
colombianos, en: Lecturas de El Tiempo, 09/2012, p. 17.
En otro apartado
de su plataforma, la MP manifiesta “su vocación de poder y señala la necesidad
de producir un cambio político que conduzca a la superación de la dominación
imperialista y la hegemonía impuesta por las clases dominantes durante cerca de
dos siglos de vida republicana.”
La anterior es una caracterización,
que en su filiación gramsciana, entrañaría decir que, por una parte, la
dominación es extranjera, imperialista, estadounidense, en lo principal,
mientras que las clases dominantes de Colombia han ejercido la hegemonía, esto
es la dirección, el consenso sobre los grupos y clases subalternas por cerca de
dos siglos de vida republicana.
A lo dicho arriba, el historiador
Marco Palacios, polémico exrector de la Universidad Nacional en dos
oportunidades, piensa de otro modo según lo consigna en el prólogo de su libro Violencia pública en Colombia, 1958-2010.
Allí, él se refiere a la incapacidad de ejercer “hegemonía gramsciana” por
parte de las clases dominantes, transformadas por la misma emancipación
nacional en clases dirigentes del Estado o élites del poder; “la fragmentación
de las clases dominantes” fue compensada en la primera mitad del siglo XX por
el éxito del modelo liberal cafetero (Palacios, 1979; Palacios, 1980).”
Al respecto, tanto Marcha Patriótica
como el historiador Palacios lidian con “la cuestión de la tierra, y los
sujetos potenciales del cambio social y político realizado desde abajo. Un año
después, con ocasión de lo acontecido en la región del Catatumbo, primero, una especie de fulminante, donde los
campesinos en rebeldía reclamaban por la creación de una zona de reserva
campesina, y fueron violentamente reprimidos por la policía, con saldo de
cuatro campesinos muertos.
Después con la generalización de la
protesta campesina que desembocó en la realización del paro nacional agrario,
cuyo liderazgo se centró en los minifundistas de la zona andina con Boyacá a la
cabeza, y el respaldo de los paperos y lecheros, principalmente, de Cundinamarca y Nariño, la cuestión de la
hegemonía se ha despejado con suficiente claridad.
El bloque agrario de la dominación,
los señores del campo, si tuvieron la dirección de los subalternos rurales, los
pobres del campo, y los pequeños propietarios, alguna vez, la viene perdiendo
con anterioridad, y esta se remonta a lo sucedido en los años 50 del siglo
pasado con las guerrillas liberales levantadas en contra de la violencia
conservadora, y en respuesta al asesinato del caudillo social liberal Jorge
Eliécer Gaitán.[4]
En un momento inicial, es el fruto
amargo de la Violencia bipartidista, la que radicalizó a una parte minoritaria
del campesinado que se alzó como movimiento guerrillero liberal, y concentró su
poder defensivo, primero, en las comunidades rurales y semi-rurales amenazadas
por las operaciones punitivas de los pájaros y chulavitas, y ofensivo luego,
concentrándose en los Llanos, hasta que ocurrió su dejación de armas como
resultado de la mediación de la dirección nacional liberal, que prometió la consecución de la paz con la presencia “pacificadora”
del general Gustavo Rojas Pinilla.
La minoría campesina y urbana rebelde
que había hecho la lucha guerrillera, influida por cuadros comunistas no aceptó
entregar las armas, y tuvo que enmontarse para resistir la represión que se
desencadenaría contra ella. Pero, hay un episodio bisagra que refiere esta
mutación.
Me refiero ahora, al inicio de la
crisis de control hegemónico sobre la masa campesina del centro y sur del país,
las laderas cafeteras de los Andes, luego de la primera mitad del siglo XX. El
campesinado había pasado progresivamente del control y dirección de los
conservadores a los liberales, a raíz de las promesas de la fallida ley de
tierras del presidente Alfonso López Pumarejo, que quería combatir según la
letra al latifundio improductivo.
Uno de sus más acervos críticos de este
intento y sus resultados fue el joven socialista liberal Jorge Eliécer Gaitán,
quien había asistido a las luchas de los aparceros en las haciendas cafeteras
de Cundinamarca, valiéndose de la Unir, Unión Nacional Izquierdista
Revolucionaria, que se derrumbó con la masacre de una manifestación campesina
en Fusagasugá, cuando defendía los reclamos de los peones y aparceros de la
finca del Chocho, en lo que es hoy Silvania, junto con la derrota electoral en
las elecciones de mitaca, donde Gaitán aspiraba a ser electo congresista.[5]
El episodio de la separación
definitiva de este reducto de campesinos rebeldes del bipartidismo hegemónico
tuvo que ver con la suerte corrida por Jacobo Prías Alape, el “Charronegro”. Es
una historia contada y recontada por Pedro Claver Téllez, cronista de la causa
de los rebeldes primitivos y bandidos, según la denominación del historiador
marxista Eric Hobsbwan,[6] o los bandoleros, a secas,
que empleó el cronista en varios de sus
relatos.[7]
Así refiere Claver Téllez el episodio
del asesinato de Charronegro, cuando lo entrevistó en abril de 2013, Yolanda
Gómez:
“Mientras le hacía la curación
Joaquín Sánchez, el dueño de la droguería, le preguntó a Téllez de donde venía.
“Le dije que de Marquetalia y que estábamos haciendo un reportaje sobre la
región veinte años después de la toma por parte del Ejército,”le respondió el
cronista.
“Aquí en el andén de mi negocio,
mataron a Charronegro, le contó Sánchez, quien había sido buen amigo del
guerrillero y fue testigo de su asesinato (11 de enero de 1960). El día del
crimen…Sánchez se inclinó sobre el cuerpo de su amigo y comprobó que estaba
muerto.
Y él mismo (Joaquín Sánchez) era todo
un personaje. Me hizo un retrato de `Charronegro´, Tirofijo, Isauro Yosa,
Guaraca, el “Chiquito” Pardo y otros miembros de la guerrilla comunista”.[8] Más adelante, casi al
final de la entrevista, Claver Téllez le confía a Yolanda Gómez lo siguiente,
que relaciona el episodio con la posterior fundación de las Farc:
“En el año 2010 cayó en mis manos una
entrevista con Isauro Yosa, legendario líder agrario. Y en esa entrevista volví
a encontrar detalles de la muerte de Charronegro y de los días que siguieron,
estaba frente a los hechos reales y a las circunstancias que marcaron el
nacimiento de las Farc, porque, días después del crimen de su cuñado, Jacobo
Prías Alape, Tirofijo y los demás dirigentes campesinos volvieron a las armas.”[9]
Después del 11 de enero de 1960, en
Marquetalia, pequeño territorio del corregimiento Gaitania, en el municipio de
Planadas (Tolima) se empieza a tejer la historia del campesinado contemporáneo,
en procura de su autonomía política y social. Los que antes habían sido
liberales, en la experiencia de las luchas de la Violencia cambian el rumbo, y
transforman paulatinamente su ideología.
En el caso de las Farc-Ep, estos
campesinos optan para su supervivencia por la vía de las autodefensas armadas,
y hacen célebres a las llamadas por el conservador Álvaro Gómez Hurtado,
“repúblicas independientes”, y lo eran en el sentido que no aceptaban más la
tutela liberal/conservadora. Ese mismo recetario, en clave contra-insurgente,
entonces y ahora, acompañando la acción legal de los cuerpos del Estado, bajo
condiciones de excepcionalidad constituida, se le aplica desde los tiempos del
Plan Lasso hasta los actuales del Plan Colombia.
Pero, ¿qué es lo nuevo?
“La unidad histórica de las clases
dirigentes se produce en el estado, y la historia de estas clases es
esencialmente la historia de los estados y de los grupos de estados…la unidad
histórica fundamental para su concreción es el resultado de las relaciones
orgánicas entre el estado o sociedad política
y la “sociedad civil”.” Antonio Gramsci. Apuntes sobre la historia de
las clases subalternas. Criterios de método, en: Escritos Políticos, p. 359.
Siguiendo entonces, las líneas
indicadas por Gramsci en el epígrafe seleccionado, ¿qué pasa con las clases
subalternas, que no grupos? Ellas “por definición, no se han unificado y no
pueden unificarse mientras no puedan convertirse en “estado”; su historia, por
tanto, está entrelazada con la de la sociedad civil, es una función
“disgregada” y discontinua de la historia de la sociedad civil y, a través de
ella, de la historia de los estados o grupos de estados.”[10]
Luego para hacer la historia política
y social de los subalternos, y de modo particular en este caso para responder
al otro componente del título, el nacimiento del partido agrario de los de
abajo, según Gramsci habría que estudiar lo siguiente:
1) la forma objetiva de los grupos
sociales subalternos, 2) su adhesión activa o pasiva a las formaciones
políticas dominantes, 3) el nacimiento de partidos nuevos de los grupos
dominantes para mantener el consenso y el control de los grupos subalternos, 4)
las formaciones propias de los grupos subalternos para reivindicaciones de
carácter reducido y parcial, 5) las nuevas formaciones que afirman la autonomía
de los grupos subalternos, pero dentro de los viejos marcos, 6) las formaciones
que afirmen la autonomía integral…”[11]
A la vista de lo dicho, con tales
criterios, uno podría decir, que la experiencia del campesinado rebelde en
Colombia muestra que han cumplido con la experiencia anotada en los primeros
cuatro puntos arriba enunciados, y que estamos ante la presencia de una
transición a lo que establece como criterio el punto 5, esto es, “las nuevas
formaciones que afirman la autonomía de los campesinos, pero dentro de los
viejos marcos”, aunque hay avanzadas en relación con lo que se anota ya en el punto
6, organizaciones en procura de la autonomía integral del campesinado.
Por supuesto, que decirlo en los
anteriores términos, implica ubicar a Marcha Patriótica en esa propuesta
analítica elaborada por Gramsci en la parte final de su vida activa, comoquiera
que morirá en el año 1937. Pero, fue esta una reflexión que Gramsci trazó inicialmente en un escrito
inacabado, Algunos temas sobre la cuestión meridional (1926), lidiando con los
problemas no resueltos por la revolución proletaria en Italia.
Esto ocurre después de surtida la
experiencia insurreccional de los consejos obreros de Turín, que da paso a
forjar una conciencia comunista del proletariado, y la fundación del partido en
el Congreso de Livorno, cuando los socialistas de Turín y otros lugares se
escindieron del Partido Socialista de
Turatti, Mussolini y Enrico Ferri, entre otros.
En las condiciones actuales de la
lucha política y social colombiana, tomando como referencia de dos grandes
eventos, el paro cívico nacional (1978), y el paro agrario nacional (2013),
asistimos a dinámicas relevantes en el proceso de lucha por la autonomía que
libran los grupos y clases subalternas urbanas y rurales. En esta oportunidad,
la atención está fija en el devenir autónomo del campesinado. Más allá de los programas
de las organizaciones políticas de izquierda y democrático radicales que han
pugnado por orientarlo y hegemonizarlo, después del quiebre, la crisis de
representación experimentada frente al bipartidismo histórico.
En esta coyuntura, la del presente
año, hemos visto esta emergencia, esta irrupción como protagonista de la
multitud campesina, en su diversidad, expresándose en las cuatro esquinas de la
geopolítica nacional. El primer atisbo se dio en el norte, a pesar del control
para-político. Luego vino la rebeldía del campesinado del Catatumbo, donde la
influencia de la Marcha Patriótica es evidente.
Después el lugar protagónico lo
consiguió el minifundio andino, y Boyacá y Cundinamarca, junto a Nariño, y en
este quehacer se proyectó el liderazgo de César Pachón. Y luego la movida se
traslada al sur, en Putumayo y Caquetá, tierra de luchas agrarias y
resistencias armadas desde los tiempos de la Violencia, donde campesinos,
raspachines e insurgencia guerrillera han tenido una coexistencia compleja,
conflictiva e inestable.
Ahora, en el corriente mes de
octubre, el teatro de los acontecimientos se trasladó al Cauca, Risaralda y
Tierradentro, en las ámbitos cordilleranos conlindantes de varios
departamentos, donde las comunidades indígenas, el Cric y la Onic, el Congreso
de los Pueblos, y la presencia del líder Feliciano Valencia, quien dispuso
presentarse como candidato presidencial contrariando lo dicho en julio de 2012.
Entonces sostenía: “Si llegara al senado o a la cámara, me haría echar en una
semana.”[12]
Él ha sido interlocutor válido y lúcido de presidentes, y dolor de cabeza de
Álvaro Uribe, quien pretendió timarlo e intimidarlo en su propio territorio
ancestral y tacó burro.
Feliciano recuerda, en un reportaje
relativamente reciente: “MI abuelo fue esclavo de terratenientes que le dieron
los apellidos. Nosotros heredamos los nombres y ellos nos robaron la tierra.”[13] Valencia nació en el resguardo de Canoas, en
el municipio de Santander de Quilichao, y fue bautizado bajo el canon católico,
y recuerda: “La única razón por la que mis padres accedieron fue porque se
trataba del padre Ulcué,” quien fuera asesinado en 1984, cuando estaba
comprometido en la causa de la restitución de tierras.
En el espacio nuevo de todas estas interlocuciones,
Marcha Patriótica es protagonista, con su voz, y su propuesta plural en lo que
aquí se anuncia como el nacimiento del partido agrario de nuevo tipo, en el que
el proletariado industrial no es el protagonista de primera línea, alrededor
del cual se alinderan los demás grupos y clases subalternas. Y tampoco aquel
donde el campesinado aspira a reemplazarlo en la misma tarea, después de vivida
la experiencia de las revoluciones china y vietnamita.
Se trata entonces, de un proyecto
plural, inacabado, abierto a la variedad de expresiones conocidas, y que se han
precipitado en la coyuntura de agosto de 2013. Y que han puesto entre las
cuerdas a la monserga de la “prosperidad democrática”, que para infortunio del
presidente Juan Manuel Santos ha sido desnudada en su catadura de clase.
Por lo que ahora, el negociador de la
paz, en representación del bloque dominante, no solo tendrá que atender a las
rivalidades secundarias con el partido del centro reaccionario, y el líder
terrateniente de nuevo tipo, Álvaro Uribe Vélez, sino a las exigencias de los
subalternos, el campesinado, en primera línea, para honrar los acuerdos, y sin
poder descalificar a Marcha Patriótica, señalándola como instrumento de la
insurgencia armada.
Tiempo de guerras y paces asimétricas
A la espera están Santos, y los movimientos sociales y políticos en
resistencia, de qué diga el Consejo de Estado del estatus político senadora
Piedad Córdoba, defenestrada disciplinariamente por el Procurador, ahora respaldado
por el fallo negativo a la tutela que ella interpuso. El argumento esgrimido es
que la más caracterizada dirigente de Marcha Patriótica, potencial candidata
presidencial en una tercería democrática y de izquierda, tiene que esperar al
dictamen del Consejo de Estado sobre la validez de las pruebas con las que fue
sancionada, porque la Corte adujo que no es competente para hacerlo.
Mientras todo esto ocurre, la
tercería por fuera de la dinámica electoral del año 2014, crece y se cualifica
en la competencia de otras fuerzas que hacen parte de un heterogéneo espectro.
Mientras tanto, no cabe duda que el campesinado organizado, y diverso como
nunca, juega ya papeles protagónicos, junto a otro movimiento dinamizador, con
altibajos, el estudiantado, que ha recuperado la iniciativa coyunturalmente, en
la lucha por la gratuidad en la educación pública superior y a todos los
niveles con la calidad debida; y por el rescate de la Universidad Pública
endeudada y desfinanciada. Con este sector, Marcha Patriótica no solo es
interlocutora, sino que ella tiene dirigentes de su seno, en puestos de comando
y organización.
Así están las cosas a un mes de que
se cumpla el plazo pensado por el gobierno para concretar los seis puntos de la agenda de paz que
acordó con las Farc-ep en agosto
del año 2012. Sin embargo, las partes están sin agotar el punto dos que toca,
ni más ni menos, que con la participación política.
Es en estos precisos momentos, cuando
se despliega un nuevo despertar político de los subalternos. Campesinos,
indígenas y estudiantes retoman el rumbo de la revolución democrática, que es
activa, desde abajo, enfrentada a una época de guerra de posiciones global.
Esta se libra entre dos extremos, si damos crédito al diagnóstico de Negri y
Hardt,[14] la democracia de los
subalternos, de una parte, y la guerra imperial del capitalismo global a través
de su gobernabilidad mixta, de la otra.
Es, pues, el tiempo de las guerras
asimétricas y las paces asimétricas, cuando aparece como viable y urgente el
nacimiento de un partido agrario, del cual existen trazas en el pasado, y luego
de cuarenta años de grandes movilizaciones y toma de tierras por el campesinado
organizado en la Asociación de usuarios, luego dividida y disuelta por luchas
intestinas y partidistas de la izquierda de entonces.
De este pasado aprende Marcha
Patriótica, así como hace parte en presente, como uno de los actores del
emergente partido agrario, que informalmente anima el bloque contra-hegemónico,
en construcción del nuevo príncipe democrático que quiere acabar de modo
radical con la guerra como realidad y como amenaza de una vez por todas.
Dándole paso a una reforma agraria integral, y a otro trato con el orden de la
interdependencia global, del cual Colombia es sierva obsecuente. Porque estas
son premisas que harán viable la segunda independencia que es objetivo
estratégico de este nuevo movimiento político y social, al que es transversal
la causa irresuelta del campesinado colombiano.
[1] La historia política y
social de los grupos y clases subalternos es el programa de investigación del
Grupo Presidencialismo y participación, y sus asociados en el proyecto del
Seminario Internacional Antonio Gramsci, cuya primera fase está centrada en
acotar y concretar el estudio comparado de la Subalternidad en la región
Andino-amazónica, donde concurren intelectuales e investigadores de
Ecuador, Venezuela, Argentina, Perú y Bolivia, e Italia, principalmente.
La investigación adquiere cuerpo y definición
específica durante el segundo semestre del año 2008, pero su gestación se
remonta al segundo semestre del año 1999, en el espacio académico de la
facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional, cuando le
doy inicio al semillero de investigación Presidencialismo y participación
política con un grupo de estudiantes de ambas carreras, cuyo primer resultado
registra el libro doble Seguridad y
Gobernabilidad Democrática. Neo-presidencialismo y participación en Colombia,
1991-2003. DIB/UNIJUS. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2005.
[2]
Con su anclaje inicial en el proyecto contra-insurgente que lideró como
gobernador de Antioquia, con directa aplicación en la zona de expansión
capitalista del Urabá antioqueño, donde fue diezmada y casi liquidada la resistencia
subalterna armada o legal, o cooptada, en los sectores más atemorizados y
proclives a la colaboración de las dirigencias sindicales agrarias
[3] El primer frente nacional,
siguiendo la intuición de Fernando Guillén Martínez es el que le dio nacimiento
al Estado centralista y unitario, cuyos perfiles y operatividad fijaron la
Constitución de 1886 y el Concordato de 1885, con los que se marcó la derrota
histórica de los reformistas burgueses del radicalismo, nacido de las reformas
del medio siglo XIX.
Todo lo cual significó,
primero, el aplastamiento del proyecto político de las Sociedades Democráticas,
que estos reformistas traicionaron en
1854, con el extrañamiento del general Melo, la muerte y el destierro de los
insurrectos, militares y civiles, quienes gobernaron por escasos meses la
incipiente república. Para los radicales, su connivencia con los grandes
hacendados y comerciantes fue su prematura acta de defunción, tal y como lo
expresa la “traición” del cartagenero
Rafael Núñez, el tristemente célebre
solitario de El Cabrero.
[4] Al respecto, hay una
producción colectiva del teatro La Candelaria, bajo la dirección de Santiago
García, Guadalupe Años sin cuenta,
que ofrece la versión comunista ortodoxa, con ciertas variaciones menores, del
desenlace del levantamiento guerrillero de los Llanos, sellado por el asesinato
de Guadalupe Salcedo Unda, uno de sus líderes en la ciudad de Bogotá.
[5] Ver el libro El apóstol
desnudo (1936), escrito por el unirista desencantado Fermín López Giraldo,
padre del ya fallecido cardenal católico ultraconservador, Alfonso López
Trujillo. En el libro denuncia y desecra
la figura de Gaitán por su defección, y su regreso a las toldas
liberales. En aquella experiencia política de izquierda reformista también fue
acompañado por el publicista y tribuno liberal
Carlos Arango Vélez, abuelo del expresidente Andrés Pastrana Arango,
como él acostumbra a recordarlo de vez en cuando, y según la conveniencia del
momento.
[6]
HOBSBAWN, Eric (1976). ¿Qué es el
bandolerismo social? En: Bandidos. Editorial Ariel. Barcelona
[7]
Ver CLAVER TELLEZ, Pedro (2013). Punto de
Quiebre, el asesinato que marcó el comienzo de las Farc. Intermedio
Editores. Bogotá.
[8]
Reportaje a Pedro Claver Téllez. El
Tiempo, 20 de abril de 2013. Bogotá, p. 21.
[9]
Op cit., p. 21.
[10]
GRAMSCI, Antonio (1934). Apuntes sobre la
historia de las clases subalternas. Criterios de método, en: Antonio
Gramsci. Escritos políticos III. Cuadernos de Pasado y Presente 54. Siglo XXI
editores. México, p. 359.
[11]
Op. cit., p. 360.
[12] Ver entrevista con María Paulina Ortiz, en El
Tiempo, 23 de julio de 2012. Bogotá, p. 19.
[13]
Reportaje a Feliciano Valencia por María Paulina Ortiz. Las razones del indio Valencia, en El Tiempo, 23 de julio de 2012,
p. 19.
[14]
HARDT, Michael, NEGRI, Antonio (2004). Multitud. Guerra y democracia en la era
del imperio. Random House Mondadori. Barcelona.