25 de febrero de 2017

UN POETA EN CONTRAVÍA
IN SOTTO VOCE CON GRAMSCI

Miguel Angel Herrera Zgaib
Proyecto Sociedad Global Gramsci, SGG/GGS

Eduardo Escobar, como a sus compas de viaje nadaístas le gusta provocar, y "épater le petit bourgeoisie", recordando sus más cercanas y lejanas infidelidades a los credos que ha profesado. Así lo prueba su columna del 14/02/17/, "Provechosa lectura de los sabios", donde exhibe sus recuerdos y publicita sus censuras y desencantos.
Todo ocurre con el pretexto de hacer una loa a la lectura, que, de paso, me hizo pensar en una conferencia de Estanislao Zuleta, quien no fue nadaista, ni comedor de hostias, "Sobre la lectura", pero apenas fugazmente.

Dice Eduardo, que : En mi juventud milité en diversos movimientos de izquierda. Y luego que precisa que la experiencia más intensa, de la que desertó, ocurrió en Santander, con quienes "pensaban fundar un foco guerrillero...según el catecismo del Che Guevara...una especie de nuevo Cristo, con un aire remoto de Cantinflas...Pero deserté.

Por los detalles, se concluye con poco esfuerzo que se refiere a los primeros pasos del Eln, y a estos precursores se refiere también en lo estético: Y tenían (no él) un pésimo gusto: cuando se emborrachaban aullaban la Internacional a grito herido, o ponían el disco de El sueño de las escalinatas en la voz ultratúmbica de su autor.

Luego avanza en el desenlace: Y yo acabé perfectamente decepcionado.
Pero, la lectura lo salva, dice, uno se corrige. Y viene la mención a un excamarada, el cineista, Lisandro Duque: ...casi me convenció de que los comandantes guerrilleros son unos hombres estupendos, austeros e idealistas, unos nuevos cartujos...

Aquí no termina el poeta Escobar, porque también le llega el turno a otro columnista de izquierda, Alfredo Molano: a quien leo con devoción para redimir mis errores. Esta vez se trata de su compañero de viaje en los grupos pitagóricos de Gurdjieff, un aficionado a convertir las miserias humanas en fábulas persas.

El compañero Eduardo señala a Alfredo por su eterna justificación de la violencia. Más aún, ofrece una revelación de Molano: la guerrillera había sido civilizadora en nuestros campos. Y los niños estaban allí para evitar los vicios...La guerrilla era pedagógica...es la universidad de las veredas.

El poeta cierra, sin "ironía", con una máxima memorable: Se aprende leyendo. Para concluir: Y uno pensaba que (la guerrilla) había empobrecido el país y que sacaba los niños de las aulas y los robaba de sus casas."

Eduardo escribe en El Tiempo, mientras que Molano y Duque lo hacen en El Espectador. Y cada uno tienen sus lectores, y sin querer queriéndolo obran como intelectuales.

Claro, para quienes quieren y pueden leerlos, que por supuesto son una minoría aun en los ejercicios de lecto-escritura, para partir de lo más elemental. Peor aún, porque millones de compatriotas viven, y los campos y ciudades son testigos, en la pobreza y la miseria.

Para los tres, quizás, no sea mala idea, releer las notas de la cárcel de Antonio Gramsci, en el interés de hacer un sencillo ejercicio con lo que escriben a diario, o cada semana, y lo que a su turno hacía un "comunista confeso," luchando por su vida en una prisión fascista, a la que entró en 1926, y de la que salió con libertad condicional en 1936, para morir el 27 de abril de 1937, a las dieciséis horas.



A manera de sugerencia, leyéndolos a los tres, talvez no sea fácil concluir que Colombia, entre otras cosas, como nación, como sociedad, como comunidad política, está necesitada de una "reforma intelectual y moral" en interlocución directa con "la masa de los simples", con las multitudes, con los muchos, para hacer a un lado la cultura oligárquica, confesional y elitista, que conjure una "nueva traición de los intelectuales", cuya denuncia hizo célebre entre los siglos XIX y XX a Julien Benda.

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VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera