20 de noviembre de 2012

PENSAMIENTO CRÍTICO


LA JUVENTUD Y EL PAPEL DEL PENSAMIENTO CRÍTICO DENTRO DE LAS DINÁMICAS DE HEGEMONÍA.

Durante la última primavera, he podido observar y participar como miembro más ajeno del movimiento estudiantil quebequés cual llegó a ser famoso a través del mundo. Como estudiante de carrera entre 2004 y 2009 involucrado en el movimiento estudiantil a nivel local, agradezco la oportunidad que tengo de compartir con ustedes la posibilidad de compartir mi experiencia cual hace parte de la construcción de un movimiento estudiantil. Esta construcción que llevó a los hechos de 2012 no fue rápida ni espontanea. Es el resultado de una construcción larga que toma raíces desde otras huelgas, acciones y sobre todo una politización creciente del estudiantado quebequés cual permitió este enfrentamiento entre un gobierno con objetivos neoliberales y una juventud con objetivos de emancipación y de justicia social.

Primero, es importante conocer los asuntos en juego de ese movimiento. En el presupuesto de 2011, el gobierno, dentro de una agenda neoliberal cual imponía más las clases populares y media, con un impuesto de salud sin ningún carácter progresivo, pago al servicio de la deuda, etc., anunció una alza de las matriculas estudiantiles del 75%, pasando del 2 168 à 3 793 $ por año, lo que representa alrededor de 7 millones de pesos. Al contrario del sistema colombiano, el sistema quebequés no hace distinción en cuanto a las matriculas entre las universidades privadas y públicas y es el gobierno que fija el precio de las matrículas. El discurso del gobierno es que los estudiantes deben para su “justa parte” de los costos de las universidades, con el pretexto de una sub-financiación de las universidades, mientras varias reformas han convertido la educación superior en un mercado donde las universidades tienen que invertir en publicidad para atraer más estudiantes y en investigación para aumentar su prestigio, y eso desviando fondos que deberían ir a la enseñanza, a la educación en sí mismo. La alza de las matrículas era entonces otro paso hacia la elitización y la mercantilización creciente de nuestra educación.

Por el otro lado, tenemos una juventud que se está politizando sobre todo con el fenómeno de la globalización. En 2001, la Cumbre de las Américas, las movilizaciones alrededor con decenas de miles de personas denunciando el modelo neoliberal empezó a despertar una nueva generación que realiza que tiene luchar para poder ir adelante fuera de un modelo impuesto que cada vez le quita pedazos de su futuro. Fuera de condiciones de trabajo empeorando por la competencia internacional, y que quiere retomar su poder en su ambiente, frente al poder creciente de las empresas multinacionales. Una visión más humanista del mundo va creciendo en nuestra juventud y se va a enfrentar con los avances de un modelo que va en contra de esta visión humanista. El movimiento estudiantil no escapó a esta tendencia.

En 2003, la elección del gobierno liberal con una agenda más neoliberal vino a agudizar el quiebre. En 2005, mientras yo estaba estudiando, el gobierno convirtió las becas de los estudiantes en préstamos. Estas becas eran otorgadas a los estudiantes más pobres que se harían endeudado demasiado después de estudiar. Entonces, eran los estudiantes más pobres como yo que veían su deuda hasta doblar. Después de haber hecho un año de llamamientos a la atención al gobierno sobre nuestra situación, intentamos un medio que no había funcionado desde casi diez años, la huelga. En mi universidad, no había pasado nada desde el 1986. Nosotros, unos poco creyendo en la movilización, hicimos campaña y en contra de nuestras esperanzas, nuestra facultad votó a favor de hacer huelga, así como varias facultades, creando una movilización sin precedente en la historia del movimiento estudiantil. Durante las seis semanas de huelga, hicimos varias actividades para demostrar que no habíamos tomado vacaciones. Foros, seminarios, acciones en la ciudad hasta la saturación del servicio de policía, actividades creativas, nuestro movimiento no solamente buscaba ganar la lucha sino proponer un modelo alternativo de educación más democrático. Sin embargo, el gobierno utilizó una táctica para romper al movimiento: como había dos franjas del movimiento estudiantil, una más politizada y reivindicativa, la Asociación por una solidaridad sindical estudianti, la ASSÉ (conocida en la huelga de 2012 como la CLASSE), y otra más social-demócrata y agrupando a más estudiantes, la Federación de Estudiantes Universitarios de Québec (FEUQ) el ministro tuvo un pretexto para romper las negociaciones con la primera franja e hizo un acuerdo con la segunda. A pesar que la mayoría de los estudiantes rechazaron el acuerdo, poco a poco, el movimiento perdió a campus enteros que dejaron la huelga, desbaratando poco a poco el movimiento.

Entre 2005 y 2012, varias cosas han pasado. La huelga de 2005 dejó en varios campus estudiantes politizados y movilizados que se involucraron en sus asociaciones estudiantiles pero también creando organizaciones que promovían ese modelo alternativo más humanista de la educación. En mi universidad nació el Colectivo por una Universidad Libre, cuál organizó charlas, seminarios y foros sobre la educación,  hicimos también acciones para poner fin al monopolio de una empresa multinacional sobre los servicios alimentarios de la universidad cual, después de cuatro años de lucha, entregó la gestión de los servicios alimentarios a los estudiantes. También, en mi asociación, cambiemos los estatutos para que sea defendida una educación de calidad, democrática independiente y gratuita. Con todo eso, la franja más social-demócrata, la FEUQ perdió miles de miembros a través de procesos de desafiliación al contrario de la ASSÉ, cual ganaba miembros.

En 2012, cuando el gobierno procedió a la alza de las matrículas, las fuerzas estaban repartidas de manera diferente y este factor estuvo mal evaluado por el gobierno. El plan del gobierno puede ser resumido así. Con las tazas de impopularidad que tenía en las encuestas, buscaba explotar el quiebre que había entre la juventud y su electorado más anciano, mostrando firmeza con los jóvenes. Pero el gobierno hizo mal sus cálculos y sub-evaluó  la determinación y la politización de los jóvenes. Cuando la huelga empezó, rechazó la negociación pensando que este movimiento se iba a agotar, pero no se agotó y, después de nueve semanas, abrió la puerta a negociaciones. Como en 2005, intentó negociar solamente con la FEUQ, pero la federación y su presidenta, Martine Desjardins, firmó acuerdo con la ASSÉ, así como la Federación de los Estudiantes Colegiales de Québec, equivalente de la FEUQ en la preuniversitaria. El acuerdo precisaba que nadie iba solo a negociar con el gobierno que las tres asociaciones iban juntas o no iba nadie. Este elementó también debilitó a la estrategia divisionista del gobierno. Después de esto, vinieron los mandatos. Unos estudiantes, con abogados, reivindicaron su derecho a beneficiar de sus cursos a pesar de los votos de huelga en sus facultades y universidades y lograron obtener ordenes de la corte en este sentido. Para que l movimiento no se rompe, Las asociaciones desafiaron estos mandatos y bloquearon las puerta s de las clases, la policía interviniendo en los campus a veces con violencia. Con las protestas que se intesificaban en las calles, el gobierno empezó a hacer una campaña, con la colaboración de los medios de comunicación para asociar a la lucha estudiantil con la violencia para luego justifica una ley especial (el proyecto de ley 78), cual violaba la libertad de protesta y de asociación, prohibiendo el bloqueo de los campus, las actividades reivindicativas en los campus y las protestas, a menos de haber comunicado el trayecto a la policía. Nadie comunicaba este trayecto ya que por eso podían pasar por organizadores y  exponerse a multas que podían llegar a 35 000$ canadienses. Eso ha dado situaciones sin sentido como cuando la policía de Sherbrooke multó a todos los participantes de una protesta frente al palacio de justicia con multas de 1000$ por persona por no haber comunicado el trayecto. La protesta no tenía trayecto ya que se daba únicamente frente al palacio de justicia. Sin embargo, la movilización sigue. El gobierno, con esta crisis, inició elecciones generales legislativas. Durante toda la campaña electoral, su reputación ya estaba hecha: un gobierno que no supo gestionar la crisis y luego perdió las elecciones. El gobierno siguiente había prometido suprimir la alza, fue una de sus primera decisiones, poniendo fin a un conflicto que llevaba casi seis meses.

Este movimiento demuestra la fuerza de los procesos sociales. Más allá de las estrategias de comunicación, estábamos en frente a un movimiento antisistémico, cuales los canales de comunicación se encontraban fuera de las esferas principales y sobre todo que no contaba necesariamente con una opinión pública favorable. Sin embargo, ganó esta batalla y logró politizar más aun sus efectivos, además de haber podido enfrentarse con una máquina política, de comunicaciones, económica y represiva durante varios meses. Esto demuestra la fuerza de los procesos y sobre todo, el impacto de una construcción contra-hegemónica dentro de cual un grupo puede llegar con formas de pensar y concebir la sociedad de manera diferente del discurso hegemónico dominante. Aportan también al debate entre el impacto de las relaciones de fuerza, la organización, los procesos versus el simple cambio del discurso para supuestamente adaptarse a la realidad posmoderna donde los movimientos se obligan a adaptarse al discurso dominante. Sobre todo: demuestra que cuando una masa de estudiantes, o de trabajadores o cualquier otro sector de la sociedad adquiere una consciencia crítica y puede contar sobre un liderazgo fuerte, puede enfrentarse con el discurso hegemónico dominante y causar un impacto fuerte para transformaciones sociales necesarias a la emancipación de toda la sociedad.
David Lanneville

18 de noviembre de 2012

ANTONIO GRAMSCI Y LA CRISIS DE HEGEMONÍA: LA REFUNDACIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA




PRESENTACIÓN
¿GRAMSCI, PADRE DE LA CIENCIA POLÍTICA?



El presente libro de Miguel Ángel Herrera Zgaib, Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía: la refundación de la ciencia política,  anima una reflexión crítico-conceptual sobre un intelectual orgánico de los grupos y clases subalternas, el genial sardo Antonio Gramsci. El discurso se engarza siguiendo el interés científico por la Hegemonía como categoría analítica entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, bajo la impronta del Marxismo entendido como Teoría General, y con el presupuesto fáctico de que siguiendo su huella en las luchas de los subalternos en la Europa de su tiempo, se logra advertir la preponderancia que tiene para la Ciencia Política, cuando esta se entiende y se practica como Filosofía de la Praxis.

Es claro con ello que la lectura que entraña la investigación está comprometida con los grupos y  las clases subalternas cuando ellos y  ellas hacen el ejercicio de reconocerse democráticamente en su autonomía social y política en el antagónico Estado capitalista. Para cumplir tal cometido histórico Miguel Ángel Herrera Zgaib ausculta la historia intelectual de Gramsci teórico de las superestructuras  complejas a la vez que uno de los fundadores ideológicos del Partido Comunista Italiano.

En ese sentido, las distintas categorías discursiva que se analizan en este trabajo de investigación se complementan desde un enfoque que problematiza no solo lo que es el Estado capitalista, las clases sociales, los partidos políticos, la ideología o la dominación, sino los procesos constituyentes, autónomos que vertebran democráticamente los dominados en la arena política de la organización partidista y cultural en la que se revela la  Filosofía de la Praxis. Ahora bien, para el profesor Miguel Ángel Herrera Zgaib, esta es la labor de la Ciencia Política. Por eso  en Gramsci puede reconocerse a un padre de la Ciencia Política; una afirmación que para muchos será polémica. Empero, es la tesis original que da vida a este libro.

Siguiendo a Gramsci,  la Filosofía de la Praxis se potencia cuando las multitudes excluidas asisten a estructurar una Reforma Intelectual y Moral que vehicule una nueva concepción del mundo, laica y democrática, en pro de la liberación social de los sujetos subalternos. Todo lo cual se aprehende desde  el Análisis de las Situaciones, en el cual cumplen papel protagónico las distintas Relaciones de Fuerzas inscritas en el Estado capitalista, tanto sociales, económicas, como político-ideológicas y político-militares. Así se concluirá, que esta es una lectura real, del mundo material de la política, el complejo mundo capitalista que hoy vivimos y padecemos globalmente.

Con lo dicho queremos proponer una discusión orgánica, histórica y política, que va más allá del actual libro para pensar la Ciencia Política desde la Filosofía de la Praxis. Es decir, desde los grupos y las clases subalternas como articuladoras de una propuesta incluyente que se organiza a partir de la crisis de  Hegemonía del Estado Capitalista Ampliado, cuando hay ayuno de dirección intelectual y moral, la cual se expresa en  crisis de dirección cultural que se vive  con antagonismos, exclusiones, violencia social y fracturas políticas. Lo cual comprobamos en acto en los comienzos del siglo XXI.

En efecto, queremos afirmar que Antonio Gramsci es un autor de referencia obligada para el debate sobre las alternativas a la modernidad capitalista,  las cuales  América Latina ensaya, a su manera,  con relativos éxitos y con algunas discusiones preñadas de futuro. Es en esta línea de interpretación sobre la crisis hegemónica del capitalismo latinoamericano que se enmarca la investigación intitulada Antonio Gramsci y la crisis de hegemonía: la refundación de la ciencia política.

El interés que alienta esta propuesta de Ciencia Política es reconocer la complejidad del mundo material del orden capitalista, el cual puede ser leído desde la misma relación de fuerzas gramsciana, en la que la crisis de la Hegemonía como ausencia de dirección intelectual y moral es sustantiva porque afecta y moviliza a las multitudes, y no es una anécdota de la historia.

Con ello  podemos abordar la rica propuesta científica de Gramsci, cuya variedad aún asombra: el Estado Ampliado, el Bloque Histórico, la Crisis Orgánica como crisis de organización, la Ideología constituyendo sujetos, el Nuevo Príncipe como intelectual orgánico, la pedagogía política y  los trabajadores intelectuales con la labor de organizar culturalmente la sociedad, las clases sociales o los grupos.

Nuestro autor, Antonio Gramsci, condenado por el fascismo a vivir sus últimos diez años en las cárceles del régimen italiano, es un pensador de la autonomía individual y colectiva, para la cual es fundamental la praxis; pensar y actuar desde la lucidez y con las armas de la inteligencia; como Gramsci diría,  “ser guía de sí mismo”.

Si no es fácil leer a Gramsci como pensador comunista y como militante político, menos lo es como autor que refunda la Ciencia Política. Tal es el reto que el lector está abocado a reconocer en las páginas siguientes: deberá trabajar intelectualmente para el cabal entendimiento de lo que es la teoría gramsciana de la política: la Filosofía de la Praxis como Ciencia Política. Una novedad.

Con este trabajo singular, nutrido por una reflexión colectiva, el grupo de investigación Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional de Colombia  contribuye con las referencias discursivas a la historia de las ideas políticas, y en concreto, con la propuesta hegemónica de los grupos y las clases subalternas en tránsito de hacerse sujetos democráticos plenos.
Es el objetivo que el grupo de investigación, dirigido por Miguel Ángel Herrera Zgaib, ha conservado por más de doce años y que se replica en cada Seminario Internacional Antonio Gramsci que organizamos, cuya insignia, “Liberémonos de la guerra”, sigue siendo actual y cada vez más urgente.

Con la celebración del VII Seminario Internacional, que coincide con las visitas de Antonio Negri y Jacques Rancière a Colombia, el libro que aquí se presenta acepta y recoge el desafío planteado de explorar y construir “una nueva ciencia de la democracia”, tal y como lo reclaman los autores de la trilogía Imperio, Multitud y Commonwealth.

La presente investigación, que será continuada con otro libro del mismo autor en preparación, Gramsci y sus críticos,  así lo confirma. Al mismo tiempo ofrecemos apartes de este material para la reflexión y el debate  en las jornadas del 20 y 21 de noviembre del año 2012, las cuales se cumplen bajo el cobijo de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional, en Bogotá, Colombia.



Juan Carlos García Lozano

Editor.
Investigador Senior
Grupo  Presidencialismo y Participación
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia






I N T R O D U C C I Ó N

HEGEMONÍA:
LA PROBLEMATIZACIÓN DE UNA CATEGORÍA

La discusión de la obra de Antonio Gramsci en América Latina sigue siendo fragmentaria, en cuanto a los textos publicados y a los enfoques conceptuales que éstos contienen. Las más de las veces ha sido instrumentalizado que no probado dicho legado, por los que lo han leído seriamente. Otros estudiosos intentaron aplicar sus categorías e intuiciones a particulares coyunturas políticas nativas, sacrificando el desinterés relativo que tiene que acompañar toda tarea científica rigurosa como lo sostuvieron ejemplarmente Karl Marx y tantos otros pensadores críticos de gran valía.

De estos estudiosos, que son pocos comparativamente con el campo de la cultura mundial, quizás los que más llegaron a trabajar la obra y los problemas implícitos y explícitos en ella fueron, en los niveles académicos, hasta la década de los 80's, Ernesto Laclau, Juan Carlos Portantiero, Guillermo O'Donnell, y en menor medida, para el circuito centroamericano y México, Francisco Piñón Gaytán, Xavier Mena, Dora Kanoussi, Carlos Pereyra, y con ellos  los primeros y segundos animadores del Círculo de Crítica Jurídica y Política, Antonio Gramsci en Bogotá, Colombia.   Junto con ellos a habido un sinnúmero de articulistas y ensayistas  en toda América Latina que han tocado con mayor o menor profundidad específicos aspectos de la herencia teórica y práctica de Gramsci.

Para hacer estos juicios, ante todo he acudido a pruebas tangibles del trabajo intelectual, al circunscribirnos a la órbita académica, en lo principal.  De hecho la cosecha de libros que ejemplifique estudios a profundidad sobre el asunto es mínima. Y si acudimos a un examen de las existencias en las bibliotecas y otros centros de cultura en Colombia, los resultados son desalentadores. 

En lo que se refiere a producción editorial, el caso más diciente lo constituye la publicación de los Cuadernos de la cárcel, según la edición de Einaudi, en cuatro tomos, que coordinó Valentino Gerratana. La cual fue interrumpida en la traducción castellana a cargo de Editorial Era, coincidiendo con la caída del muro de Berlín, y el derrumbe de la Unión Soviética.

Ahora bien, los dos primeros tomos aparecieron en 1981, y por mucho tiempo no se pudo cumplir con la publicación de los 6 tomos proyectados, entre otras, por razones políticas que estuvieron emparentadas con el derrumbe del socialismo soviético. La tarea se cumplió, finalmente, a instancias del compromiso contraído entre la Universidad de Puebla en México y la editorial Era, con lo que se llevó a feliz término esta empresa intelectual fundamental, debido a los buenos oficios de la investigadora Dora Kanoussi, y al respaldo editorial y financiero que obtuvo de la Universidad Autónoma de Puebla para reanudarla y llevarla a feliz término con la misma editorial Era, a partir de 1999. A lo cual se sumó también la edición de Las Cartas de la Cárcel, 1926-1937, una edición menos expurgada, en cuya empresa se sumó también la Fundazione Istituto Gramsci, presidida po Giuseppe Vacca, y con el apoyo de Donatella DI Benedetto, y la traducción de Cristina Ortega Kanoussi.

Cumplida esta tarea primordial corresponde hacer una cuenta aproximada del nivel actual de los estudios gramscianos en América Latina, tomando en consideración los trabajos pioneros de varios cientistas sociales y políticos.  En México tenemos las contribuciones de Francisco Piñón, Gaytán,  Dora Kanoussi y Javier Mena, con sus ejercicios de traducción y un pequeño e importante ensayo preliminar sobre la revolución pasiva; y la publicación  de dos trabajos a fines de los años ochenta, Gramsci: Prolegómenos Filosofía y política, y Gramsci y la región.

En el resto del continente  teníamos para entonces una Introducción al pensamiento de Gramsci del brasileño Carlos Couthino, y en  Argentina las contribuciones de la pareja conformada por Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, quienes ya residían en Gran Bretaña, y en el propio país el ensayo Los hilos sociales del poder, del argentino Juan Villareal. Y para el caso de Colombia el trabajo de Jorge Gantiva titulado y el de  mi autoría que ahora presento en forma de libro, con el cual culmina en un primer momento el inventario de contribuciones sobre Gramsci  animadas y escritas desde las décadas de los setentas y ochentas del siglo XX. 

En Europa, y particularmente en España, Francia e Italia, desde donde Gramsci fuera difundido, hoy, después del derrumbe  de  la  estrategia  eurocomunista,  el  único  que persiste en una indagación sistemática es Leonardo Paggi.  Sin duda él es un estudioso minucioso desde el punto de vista histórico político del conjunto de la producción gramsciana.  Así lo prueban los dos primeros volúmenes aparecidos: Gramsci e il moderno príncipe  (1970) y Le estrategie del potere in Gramsci (1984).  De este autor se conocen en México un importante trabajo puente en su producción de largo aliento, La teoría general del marxismo en Gramsci, que se tradujo recortando como prólogo a la última edición de los Escritos Políticos (1917-1933), de Antonio Gramsci; una presentación al libro de Max Adler, El socialismo y los intelectuales, y una parte de su libro titulada `El leninismo de Gramsci' incluida en el libro Filosofía y Política en el pensamiento de Gramsci  compilado por Dora Kanoussi y Javier Mena.

 En Francia la investigación de Christine Buci Glucksmann  nos entregó un extraordinario intento de seguimiento del pensamiento del genial sardo, con la novedad de por primera vez, tener acceso a la edición facsimilar de los Cuadernos de la Cárcel.  Nos referimos, por supuesto, a un texto de obligada consulta: Gramsci y el Estado (hacia una teoría materialista de la filosofía); independientemente  de que  su autora estuviera muy comprometida con la opción eurocomunista, y ello podría inclinar la balanza de su interpretación histórico-política de Gramsci.

Es sabido que se adelantó en la misma Francia una titánica empresa editorial por Robert Paris, quien escribiera un sonado ensayo en la década de los 70's sobre la crisis de 1923, con el empeño de publicar las obras completas de Antonio Gramsci con un impresionante aparato de comentarios y bibliografías.  Como se conoce, esta empresa se cumplió fraccionariamente en Italia con las cicatrices propias en cada coyuntura política en la que se hacían nuevas publicaciones del `desconocido' Gramsci.

Quizás convenga de alguna manera fijar desde ya una posición sobre los trabajos de interpretación que sobre Gramsci he tenido en mis manos, incluido uno que lleva la temática de la coautoría de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau  Hegemonía y estrategia socialista  aparecido originalmente en Londres con el título Hegemony and socialist strategy. Towards a radical democratic politics.

Comencé a leer a Antonio Gramsci, mejor dicho textos dispersos, en 1974-1975, motivado por una actividad política militante en la Universidad Colombiana.  Y mi primera aproximación `sistemática'  a  él  estuvo  medida por el texto de Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico.  Posteriormente hice con aquel manual un ejercicio comparativo, aplicándole al mismo las consideraciones sobre el Ensayo Popular de Nicolai Bujarin. Después conocí un trabajo de Chantal Mouffe, Hegemonía e Ideología en Gramsci, en el cual advertí la relevancia de la categoría de hegemonía, y la importancia de la discusión en torno a los así llamados Aparatos ideológicos del Estado; por lo que me vi compelido a conocer los comentarios que Louis Althusser y los althusserianos habían hecho a la Filosofía de la praxis, al Humanismo radical y al Historicismo absoluto con que Gramsci hacía referencia al marxismo.

Luego tuve oportunidad de confrontar mis reflexiones de la hora con el itliano Umberto Cerroni.  Su trabajo Socialismo y teoría política junto con Marx y el derecho moderno me impulsaron a trabajar mi tesis de Derecho y Ciencias Sociales en relación con el tema El Estado y la sociedad civil: génesis, diferencias y realización, en la cual rastreaba las vicisitudes de esta doble categorización de la teoría política desde la perspectiva de la Ideología alemana, pero teniendo como guía general  a Antonio Gramsci.  Para ese tiempo tuve el primer contacto con el trabajo de Christine Buci- Glucksmann que ya se mencionó, y de su primera lectura apareció de nueva cuenta la importancia de la categoría de hegemonía.

LA COYUNTURA DEL 19 DE NOVIEMBRE



LA COYUNTURA DEL 19  DE NOVIEMBRE


Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, Unal. Colombia
miguel.herrera@transpolitica.org


Multitud y orden glocal
                                     El mismo día que arranca la visita de un brillante intelectual, que ha defendido sus convicciones y "pagado" con cárcel su consecuencia, el filósofo y militante político, Toni Negri, coautor de la trilogía Imperio, Multitud y Commonwealth, Colombia escuchará el veredicto en inglés de la Corte Internacional de Justicia, desde La Haya, con el cual se resuelve por fin el litigio jurídico sobre aguas marinas y submarinas con Nicaragua.

El orden regional será el  plato fuerte, servido en una institución global, y la filosofía de Marx y Spinoza un ingrediente útil para pensar el actual rumbo del mundo y sus conflictos presentes en un auditorio de la  Universidad Nacional en Bogotá.

Pero no solo esto ocurrirá, simultáneamente en el mismo día, sino que en otro lugar del Caribe, en La Habana empezarán en serio las conversaciones para la paz entre el gobierno Santos y las Farc, según una agenda pactada desde el pasado mes de agosto, teniendo como líderes a Humberto de la Calle y a Iván Márquez ubicados en las dos esquinas del espectro ideológico.

Junto a los dos delegados estará la incómoda presencia de una guerrillera internacionalista, según unos, Tanja Nijmeijer, nacida en la misma tierra que Baruch Spinoza; y según otros, en particular la columnista Salud Hernández, la verdadera Tanja es “una europea colonialista e idiota”, más aún, “la terrorista que escogió de manera voluntaria la senda del crimen para imponer sus ideas…”

La Corte de la Haya

Este asunto tuvo un primer reciente episodio en el año 2007, cuando la Corte Internacional asumió la competencia a petición de Nicaragua, reconoció que el meridiano 82 no fijaba límites entre los dos países; a la vez que ella misma validaba otros aspectos del Tratado Esguerra-Bárcenas (1928) como que San Andrés, Providencia y Santa Catalina son colombianas.

Pero quedó también hasta este lunes por definirse la soberanía de 7 cayos, acerca de los cuales Nicaragua también mantiene pretensiones con anterioridad al Tratado Esguerra- Bárcenas de 1928.

Lo que se resuelve este 19, en materia de límites tiene que ver con lo que ocurra con Quitasueño, que aparece y desaparece en ciertas temporadas cubierto por el Caribe, y otras formaciones marinas visibles que hacen parte del Archipiélago, y sobre todo,  por dónde irá el trazado de los límites definitivos. Los expertos colombianos, el propio presidente Santos, y el excanciller Londoño Paredes, estudioso del tema por cuarenta años, sostienen que el fallo será favorable en todo a Colombia.

Los agentes gubernamentales esperan con la experticia del excanciller Julio Londoño,  James Crawford, y la intelectualidad  bipartidista que lo asiste, que el límite se trace entre la costa nicaragüense y la del archipiélago, mientras que Nicaragua ha propendido porque el trazo sea entre las costas continentales de los dos países. Ninguna de las fórmulas obliga a la Corte.

Por lo pronto,  los isleños colombianos, en número de 70.000,  en todos los casos están preocupados con la riqueza ictiológica que tendrían que compartir con los Nicas, aunque de hecho barcos de varias nacionalidades la saquean y expolian tanto  como los piratas ingleses y holandeses de antaño acostumbraban hacerlo contra las flotillas españolas que se hacían a la mar entre Cartagena y La Habana.

¿Qué cosecha se recogerá?

Sin embargo, lo que se cosechará ahora se sembró desde 1999, como resultado de lo acordado entre el gobierno de Colombia y el de Honduras. Entonces Nicaragua comunicó que quedaba terminado todo arreglo directo.

Ahora es la justicia internacional la que resuelve el conflicto entre países hermanos, afectados durante más de doscientos años por los repartos coloniales y neocoloniales cuyas heridas aun no se curan. Primero fueron los españoles, después los ingleses, y finalmente los estadounidenses desde los tiempos del presidente James Monroe, a propósito de lo cual escribió un brillante ensayo el excanciller liberal Indalecio Liévano Aguirre.

Como también continua pasando en el Medio Oriente, allí sí en forma sangrienta, entre dos pueblos divididos por los intereses globales, que no les permiten construir un convivencia verdadera. Allí  es también un interés neocolonial, el de Estados Unidos en este caso, y reelecto presidente Obama, quien avala la agresión a Gaza, con más de 39 víctimas contabilizadas, y la preparación de una nueva ocupación punitiva por 70.000 efectivos israelíes acuartelados, similar a la realizada en 2008.

Así las cosas, la ciudadanía glocal, el común, no puede dejar en cabeza de las representaciones, en las elites, por ilustradas que parezcan la solución de los problemas fundamentales de la convivencia global y local.

Igual pasa con la conversación de paz en La Habana, circunscrita a las representaciones del gobierno y la guerrilla, mientras que lo que se ofrece al resto de Colombia, a la sociedad organizada como sociedad civil, una plataforma de internet para que escuchen y hagan llegar sus comentarios y sugerencias desde afuera.

 En tal sentido, no es lo mismo que se hizo en el Caguán, cuando el mensaje llegada con su portador de carne y hueso, y tenía cinco minutos para leer su diatriba, reclamo y propuesta in situ, y visto por una tele-audiencia acuciosa. En ambos casos, la eficacia es la misma, espectáculo sin ningún poder de decisión.

Bolivarismo y Monroísmo

Sin embargo, para el 19 no estarán presentes en La Habana, solamente los “negociadores” sino la mayor parte de 60 asesores divididos por igual entre ambas partes del conflicto,y todos aquellos que consiguieron visa del gobierno cubano para estar allí en calidad de periodistas, analistas, o representantes de las mil y una Ongs de la variopinta geografía nacional e internacional. 

Con ese horizonte reflexivo, decisorio e incierto encaremos tod@s el triple evento del 19 de noviembre que cubre en simultánea a La Haya, La Habana y Bogotá. Para dos de las situaciones conviene pensar en una diplomacia directa y desde abajo, con el protagonismo de la ciudadanía de Colombia y Nicaragua en ejercicio constituyente.

Así, este asunto de límites y lo que siga al fallo tendrá un desarrollo satisfactorio recuperando el espíritu y la materia de lo expuesto por Liévano Aguirre en su escrito “Bolivarismo y Monroísmo”, por una parte; y por la otra, que esta misma ciudadanía reduzca al máximo el juego excluyente de las representaciones que practican el gobierno y la guerrilla.

Un Pensamiento de Ruptura en Común

De una vez, y en todo caso, el común ha d exigir un refrendo de lo que finalmente se acuerde al final de lo discutido y decidido en La Habana para poner fin al conflicto armado con una de las partes, porque hasta la fecha, la incorporación del Eln ha quedado descartada del presente ejercicio bilateral, así como la inmediata tregua navideña.

Claro, el encuentro con Antonio Negri en la Universidad Nacional, que arranca el 19 y se extienden hasta el 21 de este mes, las reflexiones que proponga y debatamos en un espacio académico plural y libre, contribuirán a fortalecer un pensamiento de ruptura capaz de ajustar cuentas con las lógicas que animan los procesos imperiales y capitalistas del presente.

Ellas nos ayudan a esclarecer, y no de modo exclusivo y excluyente, el papel definitivo de las multitudes, el nuevo sujeto democrático emergente en América Latina, y en Colombia, en procura de resolver la división capitalista del trabajo entre privado y público, para recuperar la dimensión y la potencia de lo común, que le ha sido sacrificada, revitalizándola en los ámbitos local, regional y global a través de la auto-valorización y auto-organización del trabajo en su pluralidad de formas de existencia presente.

16 de noviembre de 2012

CONTRA EL EMBRUTECIMIENTO


CONTRA EL EMBRUTECIMIENTO:
JACQUES RANCIÈRE Y LA EMANCIPACIÓN INTELECTUAL (RESEÑA)

“…todo lo que ocurre una vez, puede repetirse siempre”.
El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual, 2007, p. 26.


Juan Carlos García Lozano
Grupo de investigación Presidencialismo y Participación Unijus / Colciencias
VII Seminario Internacional Antonio Gramsci, Universidad Nacional de Colombia

                                         Rancière nos presenta a Jacotot, un pedagogo francés de principios del siglo XIX. De él nos dice que ejerció la pedagogía como una “aventura intelectual”;  una suerte de “disonancia”, en tanto esta no tiene que ver con el ejercicio de la autoridad y la sumisión, siempre posibles: aquellos que saben contra los que no. Por el contrario, tal separación no existe en la concepción del pedagogo Jacotot. Para él, la entrada del pueblo en la sociedad nunca  se realiza con “inteligencias embrutecidas”: el maestro no puede ser un castrador. Esto es, un explicador, un sabio. En la explicación no hay emancipación, será la tesis que el  autor defenderá. Lo que hay es embrutecimiento.

Jacotot no parte de la desigualdad para plantear la igualdad como objetivo pedagógico. No es socrático. Por el contrario, entre la escuela y la “sociedad pedagogizada” no hay distancias. Para él todos ya sabemos algo: en ese sentido, somos iguales a los maestros: la axiomática de la igualdad existe. Es claro que aquí hablamos de la “capacidad en acto”: el conocimiento sería  una suerte de praxis social. Emancipación, la llama. Y la emancipación no es “embrutecimiento”: no es autoridad, no es sumisión al maestro explicador o sabio. La pedagogía, entonces,  no parte  de la desigualdad de las inteligencias y la asimetría del poder, en la alusión que podemos dar en Socrates o Platón, se entiende. Dice Rancière: emancipar las inteligencias es verificar cada uno la igualdad de las inteligencias. Nadie puede ser emancipado por otro: cada uno verifica su igualdad emancipándose.

No es que dejen de existir los maestros como referentes de sus alumnos, estudiantes o discípulos. Es que el maestro no debe saberlo todo. O sea, no debe explicarlo todo.  Su tarea es emancipar las inteligencias, partir de la potencia en acto, de la igualdad de todos, para recrear la emancipación del saber: el maestro no puede dominar la explicación del mundo. Un maestro no puede explicar el mundo. De hecho, el mundo no es para explicarlo, sino para verificarlo. La praxis, de la que hablamos. Aunque Jacotot no diga praxis: lo decimos.

Jacotot huye lejos de la “sociedad pedagogizada”: ella funda la desigualdad como comienzo, como origen. Hemos dicho: como Sócrates, pero también como los republicanos franceses del siglo XIX.  Repetimos haciendo énfasis: la igualdad no puede ser un objetivo para un maestro. Jacotot no cree que la escuela tenga en su haber “el poder fantástico de realizar la igualdad social” (p. 11). No llegaremos a la igualdad de todos: solo llegaremos a la igualdad en tanto individuos. No clases, no grupos. No sociedad igualitaria.  Esto quiere decir que la sociedad no puede llegar a ser una escuela:  la  desigualdad mediada por los que saben y los que no, cuando los primeros buscan la igualdad como objetivo general. Jacotot no cree en nada de esto. Es un ilustrado.

La escuela así vista tiene la función de “colmar la separación entre la igualdad de condiciones proclamada y la desigualdad existente” (p. 12). Es decir, ella parte de la pretensión de reducir la desigualdad imperante. Este objetivo lo que logra es, como dice Rancière, “afirmar la visión oligárquica de una sociedad-escuela, donde el gobierno no es otra cosa que la autoridad de la clase” (Ibid.). Esos mejores son los que nos gobiernan. Pero es ahí donde está el problema: aspirar a la igualdad de todos. No es posible, repite Jacotot y repetimos nosotros: la emancipación solo se da en los individuos no entre los individuos. No existirá una sociedad igualitaria, esto es, emancipada como un todo. En otras palabras, Jacotot está por la emancipación individual, no por la revolución social. Emancipación y revolución no son lo mismo. Emancipación no es autonomía. Jacotot no plantea la autonomía, sino la emancipación.

Rancière aclara que el pedagogo que nos presenta no está proponiendo una “revolución social”: “Su lección pesimista era, por el contrario, que el axioma igualitario no tenía efectos sobre el orden social”. La igualdad solo es individual. Vale decir, cada uno de nosotros solo puede lograr su emancipación intelectual: la misma que el orden social le niega. Es claro que para Jacotot, la axiomática de la igualdad es principio de todo orden social. Pero no es el objetivo general. De ahí que hagamos la separación entre emancipación y autonomía.

En efecto, la igualdad tanto para Jacotot como para Rancière se da en el plano individual. Sigamos a Jacotot / Rancière en su análisis: “La igualdad es fundamental  y ausente, es actual e intempestiva, siempre atribuida a la iniciativa de los individuos y de grupos, que, contra el curso ordinario de las cosas, asume el riesgo de verificarla, de inventar las formas, individuales o colectivas, de su verificación. Esta lección también es hoy, más que nunca, actual” (p. 13).

Lo que decíamos: nadie puede emanciparse por otro. Esta es una praxis individual e individualizante en la que no cabe la explicación del mundo, sino, fundamentalmente, la verificación del proceso.

Y todo esto obedece a que Jacotot es un ilustrado francés: los hombres somos capaces de comprender. El conocimiento no nos es ajeno: podemos producirlo, verificándolo en nosotros mismos. La explicación del maestro no emancipa ni es igualitaria. La explicación es dominación en tanto es un “mito” que se imagina al hombre alejado del saber. El mito no es un acto: en ella no hay verificación, que es de lo que se trata la verdad de la pedagogía.

Jacotot plantea que la tarea del individuo en formación está en comprender, no en que alguien le explique el mundo.  “Es el explicador quien necesita del incapaz y no a la inversa; es él quien constituye al incapaz como tal. Explicar algo a alguien es, en primer lugar, demostrarle que no puede comprenderlo por sí mismo” (p. 21). La explicación es el principio del “embrutecimiento”. Como lo plantea Jacotot, el embrutecedor es más sabio e iluminado: “se empecinará en sustituir el espíritu por la letra, la claridad de las explicaciones por la autoridad del libro” (p. 22). Cuando el maestro nos pregunta, ¿comprendieron?, es ahí cuando se advierte el embrutecimiento. Hacer comprender significa dominación. Para llegar a comprender, para eso está el maestro. El embrutecedor.

Es evidente para Jacotot que con la explicación no sobreviene una nueva inteligencia, ni menos una autonomía individual y colectiva. Pues justamente esa es la labor del maestro: convertir a los niños en futuros explicadores: lo que él es. El embrutecimiento permanente es provechoso: “el mundo de los explicadores explicados” (p. 23). La sociedad jerarquizada, uno saben, otros no.

Hemos hablado de la verificación, ejercicio de veras inteligente, más que la explicación. En palabras de Jacotot son los “hechos de la mente” los que producen la inteligencia. (Rancière aclara que nuestro autor no es “materialista”).  Los estudiantes se enseñan a sí mismos. Tal es la lección del pedagogo Jacotot. Para aprender no requerimos de explicadores, embrutecedores. No requerimos de la “distancia imaginaria” entre el que sabe y los que no. Si pudiéramos llamar autonomía al ejercicio de Jacotot, lo haríamos. Pero no, es emancipación. Aquí no hay política. Lo que hay es una comprensión: “no se  necesita la lengua del maestro, la lengua de la lengua, cuyas palabras y oraciones tengan el poder de decir la razón de las palabras y las oraciones de un texto” (p. 24).

En efecto, en Jacotot hay pedagogía como aventura, no hay autonomía como propuesta política. Jacotot es un antipolítico pues en él la pedagogía  no es política. Comprensión y capacidad para él no son categorías políticas. Son herramientas pedagógicas con las cuales aprendemos que “el niño es en primer lugar un ser de palabra” (p. 25). Lo que quiere la emancipación intelectual de Jacotot /  Rancière es que aprendamos a hablar, esto es, a comprender. Asumir nuestras palabras, nuestra frases, nuestros discursos. ¿No es política el ejercicio de la palabra? Jacotot no lo sospecha, Rancière ni lo sugiere. Por algo será. ¿Puede haber en la modernidad, en el capitalismo, una sociedad despolitizada? Como decimos: Jacotot  y Rancière no se meten con la política.

Todas las palabras en la pedagogía expuesta se dirige a los hombres. No como alumnos, no como sabios. Como hombres. Como iguales. Se habla bajo el principio de la igualdad. Podemos aprender solos, sin maestros, repite Jacotot. La clave está en la capacidad, en la potencia. Aprender significa asumir nuestras capacidades, nuestras potencias. La frase de Rancière nos devuelve nuestra aventura intelectual: “Aquel método de la igualdad era antes que nada un método de la voluntad. Se podía aprender, cuando así se lo quería, solo y sin maestro explicador mediante la tensión del deseo propio o la exigencia de una situación” (p. 27).

Para Jacotot el hecho de que los estudiantes aprendieran libremente alemán o hebreo se debía a una separación:  la que se da entre el sabio y el maestro. Sí, los estudiantes advertían que el maestro se había retirado, dejando atrás su condición de sabio, de poder. “Entre el maestro y el alumno se  había establecido una pura relación de voluntad a voluntad” (p. 28). La inteligencia era lo que relacionaba al maestro y al alumno, ya  no era el poder, la jerarquía. No había pues un explicador. Luego, no había embrutecimiento. “Hay embrutecimiento allí donde una inteligencia está subordinada a otra inteligencia (…) En el acto de enseñar y de aprender  hay dos voluntades  y dos inteligencias. Se llama embrutecimiento a su coincidencia” (Ibid.).

Por el contrario: “Se llama emancipación a la diferencia conocida y mantenida entre estas dos relaciones, al acto de una inteligencia que no obedece más que así misma, aun cuando la voluntad obedece a otra voluntad” (pp. 28-29). Embrutecimiento y emancipación son dos cosas distintas, tanto como sabio y maestro. Diríamos antagónicas. Puesto que Jacotot no transmite nada a los estudiantes, estos aprenden libremente: “El método pertenecía por entero al alumno” (p. 29). En ello podemos reconocer “dos concepciones del orden  intelectual”. He ahí la capacidad intelectual de ser libre.

No desea Jacotot ser un maestro embrutecedor. Menos un maestro sabio. Lo que enseñó con su aventura intelectual es que se puede ser maestro emancipador y maestro ignorante a la vez. Y para siempre. Tal vez su frase nos enseñe algo más: “Es necesario que les enseñe que no tengo nada que enseñarles” (p. 30). Sócrates decía: solo sé que nada sé. Algo va de Jacotot  a Sócrates. Que este último quiere enseñar a explicar. Claro: es un filósofo. Jacotot es un pedagogo. Esto que referimos, al decir de Rancière significa: “se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumno, es decir, si se lo obliga a usar su propia inteligencia” (pp. 30-31). Esto se llama “potencia intelectual”. ¿Pero “obligar a usar su propia inteligencia”? Por eso es que la emancipación no es autonomía. Necesitamos la sociedad toda. Cosa que Jacotot no quiere, y ya lo explicamos.

Ahora bien, nuestro autor organiza su prédica pedagógica desde la experiencia. Es un método antiquísimo: es en verdad, el más viejo de todos, recuerda Rancière. Retomando a Jacotot: “No hay hombre en la Tierra que nunca haya aprendido algo por sí mismo y sin maestro explicador” (p. 31). Esta manera de aprender se llama “enseñanza universal”. Es la de Jacotot. Es la nuestra, por ahora, cuando menos en la palabra dada. Es la enseñanza universal la que  ha formado a todos los grandes hombres. Este es el método de la potencia intelectual, de la emancipación. Implica, como método, frente a los demás explicativos e impotentes, una revolución  intelectual.

Si no hemos tomado conciencia, en Jacotot no tenemos un instructor. Una suerte de Dios. No es pues un sabio. Dice Rancière: “Se instruye a los reclutas enrolados detrás de un estandarte, a los subalternos que deben poder comprender las órdenes, al pueblo que se pretende gobernar” (p. 33). Jacotot no tenía ese problema, sino otro: emancipar a cada hombre, asumiendo su potencia intelectual. Esa fue su gran lección, la misma que como señala Rancière, sigue siendo válida: “Quien enseña sin emancipar, embrutece. Y quien emancipa no tiene que preocuparse por lo que el emancipado debe aprender. Aprenderá lo que quiera, tal vez nada. Él sabrá que puede aprender porque la misma inteligencia está obrando en todas las producciones del arte humano, porque un  hombre siempre podrá comprender la palabra de otro hombre” (pp. 33-34).

Así tenemos en este pequeño registro, la vida de este hombre del siglo XIX, llamado Jacotot, cual si fuera y es, una aventura intelectual. En la que, como afirmamos, no existe el interés de instruir al pueblo, explicándole cosas, sino de emanciparlo, comprendiendo la palabra de otro hombre. Son dos cosas muy distintas. ¿Qué puede un  hombre?, preguntaría Jacotot. Respondería: “aprender cualquier cosa y relacionar el resto con ella, según este principio: todos los hombres tienen la misma inteligencia”.

Después de Jacotot, la República del Saber no fue la misma, concluye Rancière. ¿Será que le creemos?


Bibliografía

RANCIÈRE,  Jacques (2007). El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. Buenos Aires: Libros del Zorzal. 

VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera