LA JUVENTUD Y EL PAPEL DEL
PENSAMIENTO CRÍTICO DENTRO DE LAS DINÁMICAS DE HEGEMONÍA.
Durante la última primavera, he
podido observar y participar como miembro más ajeno del movimiento estudiantil
quebequés cual llegó a ser famoso a través del mundo. Como estudiante de
carrera entre 2004 y 2009 involucrado en el movimiento estudiantil a nivel
local, agradezco la oportunidad que tengo de compartir con ustedes la
posibilidad de compartir mi experiencia cual hace parte de la construcción de
un movimiento estudiantil. Esta construcción que llevó a los hechos de 2012 no
fue rápida ni espontanea. Es el resultado de una construcción larga que toma
raíces desde otras huelgas, acciones y sobre todo una politización creciente
del estudiantado quebequés cual permitió este enfrentamiento entre un gobierno
con objetivos neoliberales y una juventud con objetivos de emancipación y de
justicia social.
Primero, es importante conocer
los asuntos en juego de ese movimiento. En el presupuesto de 2011, el gobierno,
dentro de una agenda neoliberal cual imponía más las clases populares y media,
con un impuesto de salud sin ningún carácter progresivo, pago al servicio de la
deuda, etc., anunció una alza de las matriculas estudiantiles del 75%, pasando
del 2 168 à 3 793 $ por año, lo que representa alrededor de 7 millones de
pesos. Al contrario del sistema colombiano, el sistema quebequés no hace
distinción en cuanto a las matriculas entre las universidades privadas y
públicas y es el gobierno que fija el precio de las matrículas. El discurso del
gobierno es que los estudiantes deben para su “justa parte” de los costos de
las universidades, con el pretexto de una sub-financiación de las
universidades, mientras varias reformas han convertido la educación superior en
un mercado donde las universidades tienen que invertir en publicidad para
atraer más estudiantes y en investigación para aumentar su prestigio, y eso
desviando fondos que deberían ir a la enseñanza, a la educación en sí mismo. La
alza de las matrículas era entonces otro paso hacia la elitización y la
mercantilización creciente de nuestra educación.
Por el otro lado, tenemos una
juventud que se está politizando sobre todo con el fenómeno de la
globalización. En 2001, la Cumbre de las Américas, las movilizaciones alrededor
con decenas de miles de personas denunciando el modelo neoliberal empezó a
despertar una nueva generación que realiza que tiene luchar para poder ir
adelante fuera de un modelo impuesto que cada vez le quita pedazos de su
futuro. Fuera de condiciones de trabajo empeorando por la competencia
internacional, y que quiere retomar su poder en su ambiente, frente al poder
creciente de las empresas multinacionales. Una visión más humanista del mundo
va creciendo en nuestra juventud y se va a enfrentar con los avances de un
modelo que va en contra de esta visión humanista. El movimiento estudiantil no
escapó a esta tendencia.
En 2003, la elección del
gobierno liberal con una agenda más neoliberal vino a agudizar el quiebre. En
2005, mientras yo estaba estudiando, el gobierno convirtió las becas de los
estudiantes en préstamos. Estas becas eran otorgadas a los estudiantes más
pobres que se harían endeudado demasiado después de estudiar. Entonces, eran
los estudiantes más pobres como yo que veían su deuda hasta doblar. Después de
haber hecho un año de llamamientos a la atención al gobierno sobre nuestra
situación, intentamos un medio que no había funcionado desde casi diez años, la
huelga. En mi universidad, no había pasado nada desde el 1986. Nosotros, unos
poco creyendo en la movilización, hicimos campaña y en contra de nuestras
esperanzas, nuestra facultad votó a favor de hacer huelga, así como varias
facultades, creando una movilización sin precedente en la historia del
movimiento estudiantil. Durante las seis semanas de huelga, hicimos varias
actividades para demostrar que no habíamos tomado vacaciones. Foros,
seminarios, acciones en la ciudad hasta la saturación del servicio de policía,
actividades creativas, nuestro movimiento no solamente buscaba ganar la lucha
sino proponer un modelo alternativo de educación más democrático. Sin embargo,
el gobierno utilizó una táctica para romper al movimiento: como había dos
franjas del movimiento estudiantil, una más politizada y reivindicativa, la
Asociación por una solidaridad sindical estudianti, la ASSÉ (conocida en la
huelga de 2012 como la CLASSE), y otra más social-demócrata y agrupando a más
estudiantes, la Federación de Estudiantes Universitarios de Québec (FEUQ) el
ministro tuvo un pretexto para romper las negociaciones con la primera franja e
hizo un acuerdo con la segunda. A pesar que la mayoría de los estudiantes
rechazaron el acuerdo, poco a poco, el movimiento perdió a campus enteros que
dejaron la huelga, desbaratando poco a poco el movimiento.
Entre 2005 y 2012, varias cosas
han pasado. La huelga de 2005 dejó en varios campus estudiantes politizados y
movilizados que se involucraron en sus asociaciones estudiantiles pero también
creando organizaciones que promovían ese modelo alternativo más humanista de la
educación. En mi universidad nació el Colectivo por una Universidad Libre, cuál
organizó charlas, seminarios y foros sobre la educación, hicimos también acciones para poner
fin al monopolio de una empresa multinacional sobre los servicios alimentarios
de la universidad cual, después de cuatro años de lucha, entregó la gestión de
los servicios alimentarios a los estudiantes. También, en mi asociación,
cambiemos los estatutos para que sea defendida una educación de calidad,
democrática independiente y gratuita. Con todo eso, la franja más
social-demócrata, la FEUQ perdió miles de miembros a través de procesos de
desafiliación al contrario de la ASSÉ, cual ganaba miembros.
En 2012, cuando el gobierno
procedió a la alza de las matrículas, las fuerzas estaban repartidas de manera
diferente y este factor estuvo mal evaluado por el gobierno. El plan del
gobierno puede ser resumido así. Con las tazas de impopularidad que tenía en
las encuestas, buscaba explotar el quiebre que había entre la juventud y su
electorado más anciano, mostrando firmeza con los jóvenes. Pero el gobierno
hizo mal sus cálculos y sub-evaluó la
determinación y la politización de los jóvenes. Cuando la huelga empezó,
rechazó la negociación pensando que este movimiento se iba a agotar, pero no se
agotó y, después de nueve semanas, abrió la puerta a negociaciones. Como en
2005, intentó negociar solamente con la FEUQ, pero la federación y su
presidenta, Martine Desjardins, firmó acuerdo con la ASSÉ, así como la
Federación de los Estudiantes Colegiales de Québec, equivalente de la FEUQ en
la preuniversitaria. El acuerdo precisaba que nadie iba solo a negociar con el
gobierno que las tres asociaciones iban juntas o no iba nadie. Este elementó
también debilitó a la estrategia divisionista del gobierno. Después de esto,
vinieron los mandatos. Unos estudiantes, con abogados, reivindicaron su derecho
a beneficiar de sus cursos a pesar de los votos de huelga en sus facultades y
universidades y lograron obtener ordenes de la corte en este sentido. Para que
l movimiento no se rompe, Las asociaciones desafiaron estos mandatos y
bloquearon las puerta s de las clases, la policía interviniendo en los campus a
veces con violencia. Con las protestas que se intesificaban en las calles, el
gobierno empezó a hacer una campaña, con la colaboración de los medios de
comunicación para asociar a la lucha estudiantil con la violencia para luego
justifica una ley especial (el proyecto de ley 78), cual violaba la libertad de
protesta y de asociación, prohibiendo el bloqueo de los campus, las actividades
reivindicativas en los campus y las protestas, a menos de haber comunicado el
trayecto a la policía. Nadie comunicaba este trayecto ya que por eso podían
pasar por organizadores y exponerse
a multas que podían llegar a 35 000$ canadienses. Eso ha dado situaciones
sin sentido como cuando la policía de Sherbrooke multó a todos los
participantes de una protesta frente al palacio de justicia con multas de 1000$
por persona por no haber comunicado el trayecto. La protesta no tenía trayecto
ya que se daba únicamente frente al palacio de justicia. Sin embargo, la
movilización sigue. El gobierno, con esta crisis, inició elecciones generales
legislativas. Durante toda la campaña electoral, su reputación ya estaba hecha:
un gobierno que no supo gestionar la crisis y luego perdió las elecciones. El
gobierno siguiente había prometido suprimir la alza, fue una de sus primera decisiones,
poniendo fin a un conflicto que llevaba casi seis meses.
Este movimiento demuestra la
fuerza de los procesos sociales. Más allá de las estrategias de comunicación,
estábamos en frente a un movimiento antisistémico, cuales los canales de
comunicación se encontraban fuera de las esferas principales y sobre todo que
no contaba necesariamente con una opinión pública favorable. Sin embargo, ganó
esta batalla y logró politizar más aun sus efectivos, además de haber podido
enfrentarse con una máquina política, de comunicaciones, económica y represiva
durante varios meses. Esto demuestra la fuerza de los procesos y sobre todo, el
impacto de una construcción contra-hegemónica dentro de cual un grupo puede
llegar con formas de pensar y concebir la sociedad de manera diferente del
discurso hegemónico dominante. Aportan también al debate entre el impacto de
las relaciones de fuerza, la organización, los procesos versus el simple cambio
del discurso para supuestamente adaptarse a la realidad posmoderna donde los
movimientos se obligan a adaptarse al discurso dominante. Sobre todo: demuestra
que cuando una masa de estudiantes, o de trabajadores o cualquier otro sector
de la sociedad adquiere una consciencia crítica y puede contar sobre un
liderazgo fuerte, puede enfrentarse con el discurso hegemónico dominante y
causar un impacto fuerte para transformaciones sociales necesarias a la
emancipación de toda la sociedad.
David Lanneville