28 de diciembre de 2012


CON ANTONIO NEGRI: UNA CONVERSACIÓN SIN CATEDRAL

Miguel Angel Herrera Zgaib
Profesor asociado, Ciencia Política, Unal, Bogotá
Director Proyecto Seminario Internacional A. Gramsci

Un preámbulo ejemplar

El último día de la visita de Antonio Negri a Bogotá conversé con él en el hostal donde  residió temporalmente. Así culminó un proceso del que tuvimos noticia cuatro meses atrás, cuando confirmó su visita.  Iba primero a Argentina,  al  Congreso sobre Baruch Spinoza en la Universidad de Córdoba. Después seguía Quito bajo el abrigo académico de Flacso (Ecuador). Luego, al fin del periplo, Bogotá, donde pernoctó la última semana de su visita.

Antes  le propuse temas que incluían una intervención en el VII Seminario Internacional A. Gramsci, porque en los últimos trabajos, Multitud y Commonwealth, él y Michael Hardt mencionan categorías y problemas del legado gramsciano. Igualmente, el interés por realizar una interlocución sobre la obra  de Nicolás de Maquiavelo, su proyección quinientos  años después de la caída de Florencia. En suma, tres italianos ilustres concitados para una reflexión cuyo horizonte problemático tenía por territorio de prueba a Colombia y la Subregión Andina, y tres asuntos, la democracia, la guerra y la segunda república.

Acariciamos también la oportunidad de hacer un diálogo cruzado con la obra de Rancière, uno de los críticos de izquierda de la noción de multitud y democracia, que él confronta con la concepción particular de pueblo que  apoya la praxis del  demos griego. Rancière lo expuso en una entrevista que le hizo Eric Alliez para la revista Multitudes.  Por último, la oportunidad de establecer como cierre del recorrido un diálogo de Toni Negri con las organizaciones sociales y políticas colombianas en relación con los asuntos globales, regionales y locales de más relevancia y urgencia.

Toni dijo que él tenía ochenta años. No esperaba recargarse de quehaceres intelectuales. Habría tres momentos públicos en el programa coordinado por Víctor Manuel Moncayo, ex rector de la Nacional y estudioso de la obra de Negri. Así, él fungió la más de las veces como un académico convencional, jugando el papel del profesor universitario, un ejercicio que le está proscrito en Italia por haber condenado por su quehacer político contra el Estado en los más vibrantes tiempos de la autonomía, los llamados “años del plomo”, de la auto-valorización del trabajo.

Un contrapunto necesario

Sin embargo, en los demás lugares de la tierra Toni es un intelectual de izquierda que milita con la causa de las multitudes,  un comunista ajeno a las fascinaciones partidistas y a la academia per se. Ahora, en Colombia,  fue, se dice, interlocutor  del alcalde Gustavo Petro, quien habla con frecuencia de multitudes y democracia, pero nunca de imperio y comunismo.
Y él tuvo también conversación privada con comunistas, socialistas y libertarios, quienes han sido críticos acerbos, burlones de las tesis de imperio, el poder constituyente, y el gaseoso sujeto “multitudes” en el inmediato pasado. Acompasados con el tañir de las campanas de Atilio Borón y su ortodoxia partidista  en la catilinaria contra el último Negri, el “revisionista”,  a la espera impaciente de su “redención” del reformismo.

Otra cosa fue cuando  lo escuchamos diez años atrás, virtualmente, contra viento y marea. Inauguramos con Negri, bajo libertad condicional, desde Roma la serie de las videoconferencias internacionales en el Auditorio León de Greiff, en la cátedra Manuel Ancízar que compartimos la Facultad de Derecho y Ciencia Política con Ciencias Humanas. El tema entonces fue Imperio, libro que llevaba dos años de publicado recibiendo grandes reconocimientos y también críticas implacables  de todas las orillas.
 Al respecto anunció entonces que escribía y revisaba ya con Michael un segundo volumen, Multitud. Guerra  y Democracia en la era del Imperio. La sesión duró algo más de una hora, con traducción simultáena pero no hubo registro visual. La ingeniera encargada de la logística  olvidó  su grabación. A la postre solo quedó el registro sonoro, que  pasamos en dos oportunidades, en la emisora de la Nacional  y en la Radio Nacional de Colombia.

Una expectativa mayúscula.
Con todo, la expectativa era mayúscula. Teníamos al fin en persona a Toni Negri, crítico radical del orden capitalista, el trabajo alienado, el Estado burgués, la nación, el pueblo y el poder constituido, así como la forma partido y sindicato. Antes de esta visita tuvimos cuando menos dos intentonas fracasadas. La primera con ocasión de la venida de Noam Chomsky a Bogotá, que éste aplazó.
 La siguiente oportunidad aprovecharía la visita de Atilio Borón a Bogotá, el más conocido crítico latinoamericano de la obra Imperio en la publicación Imperio & Imperialismo, hecha por el  exsecretario ejecutivo de Clacso. Este ensayo lo  premió  Casa de las Américas que no ha hecho edición alguna de Imperio o trabajos de Negri que sepamos. La ortodoxia marxista en Colombia lo veía como el campeón a oponerle. El intercambio planeado tampoco  fue posible.  Esta vez  Toni  tuvo una intempestiva recaída de salud.

En cambio tuvimos a Michael Hardt  en otras dos oportunidades.  Un primer ejercicio académico en persona, compartido con la Universidad Javeriana. Fue la oportunidad para aclarar y debatir a la obra Imperio, así como la importancia de la multitud como nuevo sujeto político. Después en el V SEMINARIO INTERNACIONAL A. GRAMSCI hicimos una conferencia virtual con Michael desde la Universidad de Duke,  en conexión simultánea de la Nacional, La Universidad Javeriana de Cali,  el Politécnico Grancolombiano, y   Pedro Karczmarzcyk, investigador de la Universidad de La Plata. La coordinación fue  del Grupo Presidencialismo y participación, y el Comité organizador de los Seminarios Gramsci.

Aproximamos en el diálogo con Hardt  la tópica de la hegemonía y la contra-hegemonía, la actualidad del comunismo, la hegemonía, y su relación con lo Común, motivo central del tercer volumen de la serie Imperio. La experiencia fluyó de modo principal en torno a  Multitud y Commonwealth, pero hubo un breve sumario de Imperio. Con estos antecedentes, la visita de Toni Negri iba a engalanar las deliberaciones del VII Seminario, directa o indirectamente.

Un desenlace con televisión pública

Este año  no hubo intervención directa de Negri en el Seminario Gramsci. Él tampoco se presentó en el auditorio de Derecho y Ciencia Política, aunque la Facultad aportó la mitad del costo de su visita. Como alternativa, desde el comienzo,  busqué la posibilidad de realizar una grabación para la televisión pública, el Canal Capital. Había comprometido el interés de Hollman Morris, creando un espacio especial bajo el nombre de “Diálogos” que inauguramos con la interlocución con Jacques Rancière, el 31 de octubre, transmitida en la mañana y la noche a la audiencia capitalina dos semanas después. La hicimos parte de las s deliberaciones del VII Seminario Internacional A. Gramsci.

Con el entusiasmo de Leonardo, egresado de la Escuela de cine, insistimos y se grabó la sesión final de Antonio Negri tenida en el Auditorio León de Greiff. El tópico era lo común y el cuestionamiento frontal a la separación privado/público que lo erosiona y parasita en el capitalismo. Hubo un previo interludio de Víctor Manuel Moncayo, el anfitrión, con poca mención sobre lo común. Eso sí hubo la traducción de varios ensayos publicada como libro y vendida en los tres escenarios de las sucesivas conferencias.
Lo fundamental del proyecto televisivo se tradujo en la grabación de la última conferencia, la cual  está desde entonces dispuesta para el público, y es la segunda realización del recién creado espacio  “Diálogos”, a cargo del Canal Capital.

El Diálogo al Filo del Tiempo
Con estos antecedentes tuve un diálogo con Toni Negri, la más influyente figura viva del autonomismo obrero, un pensador dispuesto a llevar a Marx más allá de Marx. Por tal motivo, un sacrílego de la vulgata marxista. Calificado cuando ejercía su docencia en Padua como el maestro cattivo, corruptor de juventudes.
La conversación sobre temas puntuales  duró  veinte minutos, a partir de las 11.20 de la mañana del sábado 23 de noviembre. Poco después Toni tomaría el avión de regreso a Roma. Lo sabía cuando acordamos nuestro diálogo de despedida.

Anticipé mi llegada a la cita acordada por teléfono. A las 11.15, estaba en el foyer del Hostal Park Way en el barrio de la Soledad enclavado en la localidad de Teusaquillo. Lo esperé en la sala de recibo, un ambiente modernista con muebles demodé, un equipo de sonido y una chimenea en el entorno. Toni aparecía cinco minutos después. Nos saludamos formalmente, subió la escalera de caracol hasta  su habitación del segundo piso, donde cambió su atuendo y se puso más cómodo.
En el  ínterin  rememoré lo delgado que lucía, su pelo bastante canoso, la estatura regular y su prominente nariz,   un rostro amable que definía una mirada penetrante. Evoqué por momentos cómo los reclusos de las cárceles fascistas imaginaban físicamente a Antonio Gramsci, y la sorpresa que recibieron cuando él fuera su compañero de celda. Tal y como se recrea en la película Los días de la cárcel. 

Empecé la conversación ofreciéndole a Toni la versión impresa y revisada de su primera conferencia sobre  Spinoza y  Marx, cuya traducción publicó el espacio virtual  Multitudes en español. Le indiqué que la traducción tenía algunas deficiencias; p.e., se tradujo excelencia por “excedencia”. Dijo que el traductor  era bueno, pero, igual, él tenía que revisar todo el texto que escribió originalmente el 31 de octubre, según figura en la versión original. Porque había cosas que aclarar y precisar; y tomó las hojas impresas consigo.

En seguida, pasamos al asunto de lo singular que  trató en la conferencia inaugural del auditorio Virginia Gutiérrez de Ciencias Humanas. Y cómo equiparar lo dicho por Spinoza y Marx, porque Negri reconocía que Marx no emplea la expresión “singular” en sus escritos. En la conferencia hubo un diálogo nutrido que abrió nuevos interrogantes. El énfasis en lo singular destaca la  relevancia del sujeto en la historia, la productividad de la acción política. El recuerdo de lo escrito por Marx en los Grundrisse, y el lugar que allí le reconoce a los individuos efectivamente libres en el comunismo.
Esta parte inicial del diálogo se cerró con la recomendación de un libro publicado este año en francés, donde se revisa la obra de Marx con rigor; y que Negri ha estado leyendo y releyendo con provecho. Le dije que su conferencia sobre Spinoza la asumía como un manifiesto metodológico materialista, donde lo concreto se construía a partir del análisis de lo singular en el que residía de modo potencial toda universalidad. Así se tomaba posición sobre la concepciónr de idealista de la universalidad que parte de Platón mismo.

Luego tratamos el asunto de la hegemonía como un modo de introducir la reflexión actual sobre Gramsci y los trabajos de Negri y Hardt. Le señalé que la propuesta de Multitud para caracterizar la época en términos de democracia y guerra se correspondía con la reflexión de Gramsci que definía la nueva estrategia revolucionaria durante la posguerra, cuando propuso la guerra de posiciones en la democracia, diferente de la guerra de movimientos, esto es, la que triunfara por la vía insurreccional en las condiciones de la Rusia de Lenin. Lo cual, en suma, implicaba un cambio fundamental. Mientras tanto, el quehacer del nuevo sujeto, las multitudes se constituía en una acción contra-hegemónica que permitía una articulación de los grupos y clases subalternas.

Al respecto, Negri comentó la influencia que tenía en América Latina la interpretación que Ernesto Laclau hizo de hegemonía, y cómo esta viene ligada con la centralidad dada al populismo, en particular, por ejemplo, lo escrito en “Razón populista”, y en últimas equiparar populismo con democracia. Lo cual no comparte, y también es conocida la crítica que hace explícita Laclau a la noción de multitud.

Pasamos entonces a revisar lo dicho por otro de sus críticos, Ranciére, quien señala cómo en Negri hay una metafísica manifiesta de las fuerzas productivas que, en últimas niega la política como actividad determinada por la economía. Y en particular, cómo Ranciére refiere a la organización política como policía contra la cual se rebela la verdadera política. Negri riposta diciendo, por una parte, que Rancière es un anarquista, más aun que tiene “paura” de la política. Que Negri refiere la política como acción, potencia, poder constituyente. Hago referencia al escrito crítico de Rancière sobre Althusser, “La lección”, y Negri reafirma que allí como ahora el problema es el alejamiento, el desinterés de Rancière por la praxis política.

Yo vuelvo a propósito de la política,  a plantearle que  Gramsci  es un precursor de la que Negri y Hardt  llaman la nueva ciencia de la democracia; y cómo ésta está directamente ligada a una comprensión  compleja de la política que no es reductible a dominación, coerción, coacción sino que es también hegemonía, esto es, dirección, creación de consenso activo, distinta a la legitimidad al modo como la formuló Max Weber, esto es, en tanto creencia en el que manda por quienes obedecen. Que a este saber de la política, a la nueva ciencia política Gramsci la llamó Filosofía de la Praxis, y lo distinguió del determinismo propio de la sociología política.

Sobre este tópico Negri me invita a que le escriba en forma breve sobre el asunto, y que él me responderá al respecto. Que no sean varias páginas. Le prometo que serán mucho menos que las escritas para la conferencia que leyó sobre Spinoza y Marx. Él sonríe, y cambiamos de tema.

El último asunto tiene que ver con el asunto de la última conferencia: lo común. Le digo que mi impresión fue que en su improvisación reflexiva cumplida en el auditorio León de Greiff, la mención explícita a lo común, il commune, fue menor, y en cambio más amplia la reflexión sobre aspectos relevantes de la obra colectiva, y que al filo de las 8 pm., le faltó tiempo; y que la presentación de Víctor Manuel tampoco introdujo con algún detalle el asunto. Él me insistió que al respecto era muy útil la selección de artículos que como libro se estuvo vendiendo también ese día.
Yo aproveché para ligar  el tema del comunismo y la democracia, y preguntarle si para él sería válido en términos de imaginario y orientación política afirmar que su comunismo era un comunismo democrático. A lo cual asintió sin mayores comentarios. Vino en seguida la despedida.

Me preguntó entonces dos cosas, que si el proceso de paz en Colombia era viable, y que si mis estudiantes en la Universidad Nacional “sono bravii”. A lo primero le dije que el proceso era complejo, y la participación de la sociedad civil muy precaria, limitada por lo pronto a asuntos consultivos sin ningún poder decisorio. No hubo comentarios de su parte. A lo segundo le señalé que mis estudiantes eran del pregrado en Ciencia Política, y que en su conjunto el estudiantado de la educación superior estaba en la lucha contra una contra-reforma del gobierno, y que en ese momento la movilización le había dado paso a la construcción de un proyecto alternativo de reforma. 

Cuando me acompañaba a la puerta del hostal le solicité que me firmara la versión en italiano del libro Multitud,  lo cual hizo con su letra menuda encabezándola con mi nombre. Antes lo había hecho en otro escenario con un ejemplar en inglés de Imperio. Y le obsequié un ejemplar del libro que sobre la educación superior y la hegemonía cultural en Colombia escribí en coautoría con mi hermano Marco Aurelio. Él me preguntó que si Marco Aurelio era mi hijo, y le aclaré que no. Resolviendo en seguida una curiosidad personal. Le dije, Toni, tiene usted ascendencia judía. Me dijo, no.

Así concluyó nuestra entrevista, fugaz pero inolvidable. Sin que yo hubiese grabado nada, aunque había preparado mi celular para hacerlo. Todo caminó vertiginosamente robándole minutos a la inminencia del viaje de Toni. El reloj marcaba las 11.45 de una mañana soleada. Me fui pensando en varias preguntas que se quedaron suspendidas, pendientes, y, sobre todo, si volveríamos a tener su visita en Colombia. En mi recuerdo quedó la calidez de su talante combinada con la distancia propia de una reflexión responsable, y la imagen de Negri, dos días atrás, compartiendo con los jóvenes y viejos que querían tomarse una foto en su compañía. Lo hacía combinando en un instante, gustoso, la figura del abuelo con la del maestro ignorante, el inolvidable Jacotot.




   

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VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera