5 de julio de 2016


LA DISPUTA POR LA SOCIEDAD CIVIL  Y LOS SUBALTERNOS

Miguel Angel Herrera  Zgaib

En el trámite final de la negociación de paz entre el gobierno y la insurgencia subalterna de las Farc-ep, se vienen juntando un conjunto de desafíos y aplazamientos para la sociedad civil, que llevan hasta el drama social y político del 9 de abril de 1948. Este es el punto de partida de una insurgencia diferente a la que pobló de miseria y muertos a la segunda mitad del siglo XIX, cuando Colombia empezó a perfilarse como una nación en la que concurrieron diferentes grupos étnicos, y donde el mestizaje convivió y convive con poblaciones indígenas y afrodescendientes.

Leyendo la entrevista con Rafael Pardo, el hoy ministro para el posconflicto, y ayer, un cuarto de siglo hace, el ministro civil de la guerra, quien prometió con César Gaviria someter a las Farc-ep en 18 meses, cuando esta insurgencia y la de Eln, y la disidencia del Epl no se uncieron al carro de la paz pactada en 1990/1991, hace un inventario de los atrasos existentes cuando menos 30 años atrás, en los escenarios rurales y semirurales de Colombia, donde los subalternos sociales ni siquiera gozan de los elementos básicos de presencia estatal.

Rafael dice a Yamit, el entrevistador que son 350 municipios, donde la influencia de los insurgentes y la contra-insurgencia tienen influencia y control directo o indirecto de las poblaciones de origen campesino, indígena o afro. A ellos va volcada la acción del Estado a través de lo que ahora llaman "Contratos-Paz", que darán paso a la existencia de sociedades civiles viables, porque tienen vías de comunicación y otros servicios públicos mínimos de los que han carecido hasta hoy. 

Con el establecimiento o restablecimiento de vías terciarias será posible la existencia de mercados locales abiertos, y un sistema de necesidades reforzados por los intercambios comerciales de productos entre los pequeños y medianos propietarios agrarios, la fuerza de trabajo libre, y las pequeñas franjas de pequeña burguesía dedicada a algunas tareas  en los quehaceres públicos profanos y religiosos.

En estos ámbitos de la Colombia profunda, las tensiones entre comunidad y asociación están a flor de piel. Tales son las denominadas zonas de conflicto, que es la manera de ocultar que son y han sido teatros y escenarios de la guerra social que divide brutal y rutinariamente al país. Para tratar de cicatrizar las profundas heridas, fruto del abandono, la violencia privada y oficial, y el despojo, pronto se construirán vías terciarias en los primeros 70 municipios de la lista de 350 que están detectados y definidos en el marco de esa dolorosa pero realista clasificación.

Habrá Conpes municipales para darle existencia efectiva a la sociedad civil rural fraccionada y distribuida en las municipalidades de varios departamentos. Serán vías de aproximadamente 50 kms por municipio, y serán construidas y mantenidas acudiendo a las juntas de acción comunal para darle vida a las venas de este plan vial que irrigue,en lo posible paz, a estas poblaciones inundadas y ateridas por la guerra social cotidiana, bajo el comando de los "señores de la guerra", de los que habló el sociólogo conservador Gustavo Duncan.

Vías y Conflicto armado

"Se trata de recuperar 30 años perdidos. Mire: es lo que hicieron Alemania oriental y occidental.  La occidental se echó al hombro para poner al día a Alemania oriental. " Rafael Pardo.

Rafael Pardo adelanta una relación entre conflicto y ausencia de vías terciarias. Él hizo un voluminoso libro sobre la Historia de las Guerras en Colombia, durante el entretiempo que pasó después de ser conductor fallido de la guerra y la paz, desde los tiempos en que colaboró con la presidencia liberal de Virgilio Barco.

El quería darle carta de ciudadanía a la oposición entre liberales y conservadores, por la primera vez en el país, al tiempo que se dispuso a darle concreción a la paz con las guerrillas que había fracasado durante la administración de Belisario Betancur. Era la manera de darle un marco institucional posible a la sociedad civil en los escenarios rurales y urbanos. 

Entonces Rafael Pardo estuvo en Casaverde, donde conoció y conversó con Timochenko, como lo recuerda la foto a color que públicó El Tiempo en su edición dominical pasada. Fue el mismo lugar que ordenó bombardear en diciembre de 1990, cuando era el ministro de defensa del presidente César Gaviria.

En los 350 municipios objeto de esta acción modernizadora y reparadora, a la vez, habitan 7 millones de colombianos, que es el 12 por ciento de la población actual del país, recuerda Pardo.A ellos se dirige,a través del Conpes que se reunirá en menos de 10 días, la estrategia posconflicto que tardará en realizarse entre 10 y 15 años.

Por supuesto, nada dice Pardo que en ese Conpes vayan a participar las víctimas, los afectados en primera línea; y tampoco está claro que lo consideren relevante. Lo cual abre una situación preocupante, porque después serán llamados sí a firmar lo que denominan contrato-paz, con la vinculación del departamento y el municipio respectivos. Estos ciudadanos son en un primer momento, siguen siendo "convidados de piedra", y así los riesgos de incumplimiento e innecesarias mediaciones se patentizan.

La centralidad del Estado 

"El presidente tiene facultades extraordinarias después del plebiscito para implementar los acuerdos y dictar decretos con fuerza de ley." Rafael Pardo, ET, 3/07/16.

Utilizando la fórmula del edificio, que sirvió a Marx, en el siglo XIX, para tratar de explicar analítica y realmente la sociedad moderna en su funcionamiento y estructura,  Pardo señala que se trata de la construcción del edificio de la paz, y el gobierno se dispone a intervenir los cimientos del mismo. 

Estos cimientos están, por supuesto, montados sobre el modelo económico y social capitalista, porque las revoluciones no se hacen por decreto, como lo proclamaba con sarcasmo el joven y longevo López Michelsen.

Habrá también la irrigación de incentivos tributarios a determinados municipios, para que la empresa privada establecida dinamice los circuitos comerciales, para darle otro curso al trabajo informal, que es lo único que sobrevive en esos municipios que inmortalizaron los relatos del Coronel no tiene quien le escriba, o de aquel en que Santiago Nassar fue apuñalado, a las puertas de la casa materna.

Recuerda Pardo que en los 750 municipios del listado oficial  el único empleador formal es el Estado, y quienes monopolizan tales empleos son los políticos locales y departamentales que conforman las redes del clientelismo tradicional, reforzado por la aparición de las redes de la para-repúblcia que se estimularon durante las presidencia del hoy jefe de la reacción política, el senador Álvaro Uribe Vélez.

La empresa y la propiedad privada

"La paz no es sostenible solo con lo que haga el Gobierno, lo tiene que hacer la empresa privada también." Rafael Pardo, ET, 03/07/16, p. 4.

Álvaro quiso implantar a como diera lugar el Estado comunitario, corporativo de los propietarios privados,dándole permanencia al régimen para-presidencial, que no acaba de desmontarse hasta hoy en día, cuando las autodefensas están legalizadas y mimetizadas en, cuando menos, una tercera parte de esos 750 municipios. Ahora se trata de volver por los fueros del Estado social, después de un cuarto de siglo de contra-reformas.

Pues, bien, la empresa privada estará presente "civilizando" la sociedad civil preñada de comunidades que han resistido, para atraerla en estas redes primarias se proponen los "impuestos por obras", que ya fueron ensayados en el Perú, luego de la derrota militar de Sendero Luminoso y Tupac Amaru. Rafael Pardo piensa que entre los privados que aprovechen pueden estar los bancos y las empresas de gaseosas y cervezas, como ya ocurrió con nuestro país vecino.

De antemano sabemos de las estrategias ilegales con que fueron concentrando la tierra, en Vichada, Meta y Guaviare grandes capitales transnacionales, para desarrollar la agroindustria, invirtiendo en cultivos de palma, inicialmente, comprando a campesinos y apoderándose de baldíos nacionales. Al respecto a una serie de relatos de la autoría de Alfredo Molano, consignados en "Dignidad Campesina" (2013).

Sin embargo, la sociedad civil contemporánea se construye con la participación activa de los muchos, con la presencia plural de los de abajo, de los antes gobernados, mal gobernados y sometidos a todo tipo de vejámenes por la casta bipartidista gobernante. 

Es la hora de las rectificaciones en profundidad y sin demagogia, ni falsos populismos, porque tenemos ya demasiados espejos para mirarnos y corregir los rumbos equivocados.

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