DOROTHY PARKER Y ANTONIO GRAMSCI, UN
DÚO
EXCEPCIONAL.
“Ella fue generalmente sardónica, a
menudo irascible, ocasionalmente brutal en su mirada de hombres y mujeres…Ella
contó la verdad tal y como la percibía…” John Keats, You might as Well Live (1970).
MIGUEL ANGEL
HERRERA ZGAIB
Director Proyecto Sociedad Global
Gramsci/Gramsci Global Society
contacto@seminariogramsci.org.
En la reciente edición de New York
Books Review, del 6 de abril, tuve oportunidad de recordar lecturas breves que
había hecho acerca de Dorothy Parker, en el tiempo que viví en New York, ya
hace algo más de 20 años.
Ella, una mujer a todas luces
excepcional, a quien el comentarista que reseña su trabajos y biografías en el
magazine, califica de brillante y conflictuada, coincidió en el tiempo con la
vida de Antonio Gramsci, pero vivió muchos años más que el sardo, quien salió
de la cárcel fascista, para morir de sus enfermedades y maltratos el 27 de
abril de 1937.
Los comienzos de Dorothy y Antonio.
Ambos, en la década de los veinte
escribieron crítica teatral, uno en Turín, y la otra en Broadway. Desde la
pujante modernidad, poblada de obreros, automóviles y causas sociales y
políticas a flor de piel. Dorothy, a los 22 años, debutó escribiendo para la
revista Vogue en 1915; de allí saltó a hacer sus críticas teatrales para Vanity
Fair, durante tres años, cosechó fama, y pronto, en 1920, los productores de
Broadway, consiguieron que la botaran de la revista.
Parker estaba en sus veintes, y pasó
a colaborar de modo regular en New Yorker, teniendo como editor a Harold Ross,
a partir de 1925. Años después terminaría separándose, y en conflicto,
comentando a manera de gossip, que él le había pedido que escribiera con cierta
indulgencia a propósito del generalísimo Franco.
Antonio, en Turín, acompañado por
Piero Gobetti, regularmente, asistía a las presentaciones teatrales, y
consignaba sus crónicas breves, en los periódicos y revistas socialistas, en
particular, lo hacía con regularidad en L´Ordine Nuovo, primero revista, y luego
diario.
En particular, no pocas veces
escribió estas reseñas para su columna Sotto La Mole, que él cuajaba en sus
conversaciones de café con el intelectual y político liberal radical, quien
terminó muriendo en París, luego de haber recibido agresiones, destrucción de
su imprenta, y algunos incluso dicen que agentes fascistas lo envenenaron,
cuando estaba exiliado en Francia.
Ellos se reunían con una joven
artista famosa por sus caracterizaciones del teatro moderno, el propio Gobetti
era el encargado de la crítica teatral de L´Ordine Nuovo. Al final de la
función, se juntaban en cafetines cercanos al circuito de los teatros, en la
vecindad de la Mole Antonelliana en el centro de Turín. Recordaba el triunfo
del príncipe Cavour y su proyecto de la unidad italiana, forjado por la
monarquía piamontesa.
Para Gramsci eran los tiempos de
Pirandello y el teatro moderno, y de Grazia Delendda, en la literatura, quien
ganó el premio Nobel de Literatura. Una autora sarda como él, a la que dedicó
algunos comentarios críticos, cuando Antonio era universitario, y activista
socialista con los trabajadores de la industria automotriz.
Nace una crítica de postín
Dorothy era demoledora en sus
apreciaciones sobre las obras que veía; y poco se entusiasmaba con las puestas
en escena de las obras de Shakespeare en la ciudad de New York. El registro de
sus crónicas teatrales aparecieron publicadas con el título Broadway,
1918-1923.
Otros recuerdan también una nota que
Dorothy escribiera, con acidez, sobre el famoso coreógrafo Michel Fokine, de la
compañía de Sergio Diaghileff, que visitó New York. A raíz de su participación
en Hollywood, como responsable de las danzas para la película Ben Hur,
recordando que él había trabajado con camellos al inicio de su vida.
Dorothy fue una extraordinaria
cuentista, y así quedó plasmado en la obra “Big Blonde” (1929) que le valió el
afamado premio de cuento O: Henry Award, que ganaron otras celebridades, entre
ellas Willian Faulkner, a quien ella descubrió lúcidamente como el más grande
escritor de su tiempo; y tampoco ocultó su entusiasmo después por Ernest
Hemingway, quien no le concedió ninguna relevancia literaria, como, en cambio
sí lo hiciera John Dos Passos, quien también la acompañó en su temprano y
sostenido activismo.
El giro
político, una comparación
“Do I look to
you like someone who could overthrow the government?”. Dorothy Parker,
respondiendo a la visita de los agentes del FBI.
No se equivocan los biógrafos de
Dorothy Parker, quienes señalan que su activismo político, y no se extinguió
jamás, desde 1927, cuando viajó de New York a Boston, para protestar por la
anunciada ejecución contra los anarquistas italianos Sacco y Vanzetti.
Ella Incluso se infiltró en la
prisión, donde se encontraban recluidos los anarquistas inocentes, para
escribir al respecto de su drama; y marchó junto con John Dos Passos, en las
protestas impotentes pero significativas de entonces, que pedían la liberación
de los procesados.
Éstas acciones tuvieron al gún eco en la Italia de los años veinte, donde el anarquismo conservaba alguna fortaleza militante; solamente que para entonces, Antonio Gramsci se enteró estando en la cárcel,
mientras avanzaba contra él la causa adelantada por el fascismo con la
connivencia de Benito Mussolini, que fuera correligionario socialista en
tiempos de la primera guerra mundial.
El compromiso de Dorothy con las
causas radicales, en lenguaje político norteamericano, y de izquierda, la
llevaron a participar de las Brigadas internacionales; para apoyar la lucha de
la República española. Estuvo con su compañero, y esposo en dos oportunidades,
el escritor Alan Campbell, durante los bombardeos contra Madrid y Valencia. Fue
también cofundadora en los Estados Unidos de la Liga Antinazi.
Nunca se probó que hubiera sido una
militante del partido comunista de aquel entonces, influido primero, por Canon,
y los trotskistas, del cual fuer parte el mismísimo John Reed, en los inicios
del siglo XX, y después estuvo bajo la conducción del reformista Browder, que
influyó también en la década de los treinta en el joven partido comunista
colombiano.
Desafiando el Macartismo
Durante el macartismo estadounidense de posguerra, Dorothy fue
visitada por el FBI, y resolvió con ironía, señalando que ella ni siquiera era
capaz de aconductar su perro, como para que fuera a pensar que era capaz de
conspirar con eficacia contra el Estado norteamericano. Es citado su comentario
recordando tal episodio, que cito arriba en este apartado:
“Les parezco alguien
que podría derrocar al gobierno?”
Después de New York, ella vivió un
tiempo en una finca en Pennsylvania en compañía de un matrimonio, desde donde
escribía, sus crónicas y comentarios de libros, así como cuentos y poemas. A la
vez que frecuentaba las tentaciones del alcohol,
Vivía los desengaños del amor, y
después de un aborto legal y consentido, insistía infructuosamente, cuando
menos, en dos oportunidades para tener un hijo. Luego regresó en los años 40 a
Hollywood donde escribió algunos scripts, y entre otros, un diálogo para la
película de Hitchcock, “Saboteur.”
Durante los años 30, ella escribió con
regularidad para New Yorker, pero su izquierdismo la fue orillando, hasta que
quedó como ensayista esporádica. Entonces pasó a colaborar para una revista de
izquierda New Masses, en 1939, donde no se ahorró reproches y algunas denuncias
con respecto a sus antiguas colaboraciones para con la famosa revista neoyorkina de corte liberal y culterano.
Después Parker se comprometió con el
movimiento por los derechos civiles, al lado de Martin Luther King. Sus
escritos, sus archivos los dejó a Martin Luther King, y a la organización negro
NAACP, que contribuyó a crear y desarrollar Turgot Marshall, quien llegara a
ser magistrado de la Corte Suprema de los Estados Unidos
Con el correr de los años, Dorothy regresó a
New York, y en aquellos recorridos finales fue experimentando con dolor y estoicismo. Fueron duras la desaparición de sus
amigos más entrañables Ring Lardner, Benchley, Scott Fitzgerald, su hermana
Helen, quien fue guardiana y soporte desde siempre. Solo quedaron luego como contertulios circunstanciales el crítico
de izquierda Edmund Wilson, autor de Estación Finlandia, casado con Mary
Macarthy; y a ratos, la socialita, Gloria Vanderbilt. Hasta que la cuentista rebelde y la crítica teatral implacable terminó
recluida y sola en Volney Hotel, en Manhattan, donde encontró la muerte,
aquejada, entre otras afecciones, por un severo alcoholismo, en 1967.
Para la posteridad
Además de Big Blonde, y su críticas
teatrales y de libros, quedan, entre otras publicaciones suyas, Not so Deep as
a Well (1926), Death and Taxes, con la brillante expectativa de que se
convirtiera en una gran escritora, y produjera una gran novela.
En su lugar, la gran novela, con una
altísima dosis de verdad fue su propia vida, concluida en el anonimato, y la
huella de su acidez implacable contra la impostura, Para el descubrimiento de la
otra cara del Americanismo con su carga de injusticia, discriminación racial, y
menosprecio por las mujeres y las minorías, con quienes Dorothy estuvo siempre a su
lado.
No es para nada gratuito, sino un
honroso reconocimiento, que las cenizas de Dorothy reposen en un monumento
recordatorio, en la sede principal de la NAACP, en Baltimore, después de 1967,
hasta nuestros días. Antonio Gramsci, por su parte, otro luchador contra el
fascismo, falleció 30 años antes, a los pocos meses de haber sido liberado.
A él lo hemos estado recordando, una
vez más, este pasado 27 de abril, día de su muerte, quien nunca supo de
Dorothy, una compañera de luchas políticas y de amor por la literatura y el
teatro. Él nos dejó, igualmente, lo que
parece ser un legado für ewig, como lo anunciaba al ser condenado, y ya
instalado en la cárcel. Me refiero a los 33 cuadernos que escribió en prisión,
de su puño y letra; y la más de 200 cartas; y a las crónicas periodísticas,
escritas en libertad, en Turín.
Todo este acervo de publicaciones viene siendo, - después de dos ediciones clásicas, la temática y la que estuvo a cargo de Valentino Gerratana, aparecida en 1975,- publicado de manera
ordenada y rigurosa, incluyendo por primera vez los tres Cuadernos de traducciones, hechas por Gramsci en la cárcel.
Esperemos que
esté todo listo para el año entrante, cuando se cumplan 80 años de su
despedida; y cuando nosotros esperamos realizar el XII Seminario Internacional A. Gramsci, con una celebración especial, que invitamos a nuestros lectores y participantes contribuir a organizar desde ahora.
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