22 de mayo de 2009

Movimiento Anti-reeleccionista Cívico

Editorial de El Nuevo Siglo

*Un pueblo con alma y corazón
*Más allá de la polarización política

El movimiento que deniegue el referendo debe ser ante todo Cívico. Lo peor sería caer en la politización y la polarización partidista que es, precisamente, la pretensión fundamental de quienes quieren convertir las instituciones en un trompo de quitar y poner.

Una modificación como la que se plantea va mucho más allá de los estrados políticos.

Podrán aquellos trenzarse en discusiones parlamentarias o esperar los dictámenes de las instancias jurídicas, pero lo que es cierto es que la propuesta toca lo más sensible del espíritu nacional, cambia el modo de ser colombiano, tiene connotaciones históricas y por lo tanto debe responderse en el plano de lo civil, despojada de toda ambición diferente a la de salvaguardar la democracia.

Podrá, desde luego, haber vasos comunicantes entre las instancias netamente ciudadanas y las políticas, pero lo más interesante sería que el liderazgo en favor de la democracia emerja decididamente desde las canteras civilistas.

Una primera instancia ya se pronunció en cabeza de la Iglesia Católica. Ello no puede quedar sólo a la altura de un valeroso testimonio, sino que tiene que trascender a la arena civil tanto en cuanto, como se dijo, está en juego lo más caro a la sociedad.

Igual se esperan otros pronunciamientos de iglesias respetables que puedan ver en esas maniobras un ataque contra el corazón colombiano y un asomo de dictadura, autocracia o monocracia, todos agentes patógenos a la esencia del país.

La convocatoria de la Iglesia Católica resulta de sumo interés, entendido en muchas partes su papel fundamental en defensa de la democracia. Fue ella, principalmente, la que logró la redención democrática de muchos países europeos hace apenas un par de décadas y desde luego el mundo es mucho mejor hoy que antes.

Esa instancia primaria, que ha abierto las compuertas, ha puesto sobre el tapete un reto para que también las universidades, los colegios, los exponentes de la cultura, los gremios, los trabajadores, las mujeres y aquellos organismos no gubernamentales que no presenten un interés fundamentalmente político, sino cívico, expresen su voz en procura de la democracia.

Papel fundamental deberían estar jugando los universitarios, que ya demostraron su capacidad de movilización a partir de bondades tecnológicas como Facebook y la Internet.
A pesar de que tanto el Gobierno como sus adversos quisieron aprovechar esa coyuntura, en esta ocasión resulta más que evidente que desde allí podría emerger todo un liderato, que como ciudadanos estaríamos dispuestos a seguir, en defensa de las instituciones.

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VII SEMINARIO INTERNACIONAL ANTONIO GRAMSCI

DEMOCRACIA, GUERRA Y NUEVA REPÚBLICA, 1512-2012.

GRUPO DE INVESTIGACIÓN PRESIDENCIALISMO Y PARTICIPACIÓN.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Carlos Bohrt; Sandro Mezzadra, Justo Soto, Francisco Hidalgo, Miguel Angel Herrera